Partida Rol por web

"eh eh relájate miss Daisy, respira tranquilo y escucha con atención al grandullón,que por lo visto no te sueles enterar cuando alguien te habla, por qué insistes en que yo soy picoleto cuando ya te dicho que no lo soy...pensaba que salíais de diversificación con un poco más de compresión y escucha activa" miro a Joselillo "vale puede ser una opción, a mi me da igual el carro podemos dar una vuelta rápida y si no vemos algo claro podemos tomar una cerveza... bueno en tu caso un helado que os parece? "

Esto había sido una gran idea y no podía ver forma alguna en la que nada pudiera salir mal.

"¿Al menos no están matando al cajero...?"

El tal "Picoleto" se mostró receptivo a lo de no torturar a alguien, con lo que lo consideró una victoria. El otro parecía que quería meterle de navajazos pero parecía del Raval así que meterle de navajazos era sólo, como, una seña de identidad general. Y el otro caballero no estaba montando ningún pingo, así que lo apuntó como Acto Heroico en la libreta.

-Groovy. Yo me apunto a lo de la birra. ¡O el helado!

Nueva escena cinemática (el máster está un poco loco, a mi no me miréis solo soy un gato).

La gente ha empezado ya a vaciar las estanterías en busca de dios sabe que detrás de los productos.

Cambio de plano con sonido de Zhoooos

Tres personas discutiendo. Curiosamente parece que el que está más mazado no pretende matar a nadie. Llega una cuarta persona apaziguando los ánimos.

Cambio de plano con la cámara girando.

Sir Gonzague sigue detrás de la anciana mientras esta avanza con paso seguro. En la marabunta un bote de pepinillos agridulces le cae en la cabeza y queda inconsciente.

Cambio de plano con un zoom rápido hacia la anciana, colocando la cámara detrás de ella.

La anciana gira una esquina. Desde detrás de ella vemos al grupo de 4 que estaban discutiendo. Haciendo caso omiso a todo lo que la rodea, la anciana se dirige a una estantería aproximadamente a 20 pasos y los acontecimientos se desencadenan: coge un paquete de yogures Alipende de platano verde, el delicado equilibrio de la torre de Yogures se viene abajo y un flamante carro lleno de productos aparece. Suena una fanfarria de victoria y del techo caen globos y confeti para premiar a la ganadora.

Milo, que estaba observando toda la escena con suma atención se da cuenta de que un par de empleados chino-asiaticos-todossoniguales ponen cara de sorpresa y no mucho agrado cuando la anciana encuentra el carro. Uno de ellos desaparece entrando rapidamente tras la puerta de la zona de almacen mientras el otro cambia el gesto a uno más alegre y se acerca a la anciana.

¡Que foltuna Doña Calmen que usted, una de nuestlas mejoles clientas haya encontlado el calito! ¿No quelía usted pol casualidad cambialo pol una visita a nuestlas instalaciones?

Chaaaachaaaachannnnn.......

Quizás llamalo deformación profesional, intuición o presentimiento pero sé que esos "arroz tres delicias" no son trigo limpio y a esa señora no le queda mucho tiempo......

Hago un análisis rápido del entorno y ...
- vale señores no me preguntéis por qué pero en este momento acaban de montar una fiesta, esa vieja va ser la piñata y esos rollitos de primavera van a por el palo.

(Me dirijo a Joselillo y Narisson) Tú... heladitos y fiebre del sábado noche ,creo que sois las personas más equilibradas del local, podéis ir ayudar a esa señora y que salga del local con vida?

Miro a Narisson -Si la cosa se pone fea, el grandullón frigodedo se las puede apañar mientras tú puedes mirar y luego tendréis que venir a la trastienda con nosotros .
(Miro a Jordi) ¿Tienes a mano la navaja? Te lo digo por que el "pollo agridulce" que se ha metido en el almacén y tiene premio...
Me acerco a Jordi para que solo me oiga el; -¿Querías dar un "palo" hoy? Mejor que levantar 2 carteras, ¿Qué te parece la recaudación del dia?.
Acompáñame, que puedes ir de oyente a una máster class de "negociación y razonamiento calmado con un tercero" y cuando terminemos puedes ver si pillas la pasta que veas...

Me vuelvo dirigir a todo el grupo -Bueno yo voy al almacén, vosotros veréis..."

En ese momento comienzo andar directo a la puerta del almacén...

Eso no se lo había esperado. Aquello estaba puesto a maldad absoluta y el loco de las conspiraciones igual tenía razón. Entrecerró los ojos ligeramente, porque una pobre anciana no debía de ser machacada salvo por sus sobrinos o sus gatos que la devorarían cuando muriese. 

Se acercó a la señora mayor- Carmen ¿Cómo está de su rodilla?- Siempre tenían problemas con las articulaciones.- Que bien que haya conseguido el carrito- Sonrisa afable, amable, antes de mirar al chino cudeiro- Le vendrá mucho mejor el carrito, desde luego ¿A que si Doña Carmen? Que cantidad de comida rica- miró por encima el carrito.- ¿Cómo que ofrecen una visita guiada y aun no lo sabíamos?!- Es que no los dejaba apenas ni hablar. 

-Picoleto voy porque me interesa dar un palo pero no para que me des clase de nada- digo bastante mosqueado con las cosas de ese tio -no eres nadie para mandarme, no soy ninguno de tus chusqueros-

Mientras avanzo a la puerta le digo a Jordi.
-bueno ven por el dinero, por la adrenalina o por lo que te venga en gana pero ven...pero no hagas ruido y déjame mirar a mi primero-.

Me acerco a la puerta para intentar abrir la puerta y echar un vistazo.

Milo se acerca a la puerta con intención de abrirla, pero la puerta no tiene pomo y al empujarla no cede. Tanto él como Jordi a su lado se percatan de que hay un lector de tarjetas a lado de la puerta. Afortunadamente, Milo se ha acercado con tal sigilo que nadie parece haberse dado cuenta de la intentona salvo Narisson que estaba mirando atentamente para enterarse del resultado.

Mientras tanto, Joselillo se mete entre la anciana y el chino y comienza a hablarla. Esta se le queda mirando y le responde.

- No hijo, gracias, pero no necesito Nocilla. Y ¿de qué perrito me hablas? Yo nunca he tenido perrito, aunque es verdad que tuve un gato. Pobre Chindasvinto, murio viejo. Tenía la costumbre de dormir en el cesto de la ropa y una que es un poco despistada a veces... pues te puedes imaginar. Una pena. Pero menos pena que cuando murió Ataulfo, el del 5º izquierda. ¡Que buena planta tenía ese hombre! Daba gusto verle andar por la calle...

Mientras continua con su perorata, Carme ha hecho casi omiso al chino, ha agarrado el carro y ha empezado a empujarlo hacia la salida. El chino, bastante sorprendido, la sigue intentando convencerla aún de que cambie el carro por cheques regalo, un mes de leche gratis, un puesto para su nieta como cajera...

Maldición... no contaba con un lector de tarjetas, miro a Jordi y casi susurrándole -socio ¿no sabrás por un casual como podemos abrir esta dichosa puerta?- 

​​Pongo la oreja en la puerta para intentar oír algo en la puerta o por lo menos notar si alguien intenta abrir la puerta y vuelvo a susurrar a Jordi ​-si no tienes una brillante idea para abrir la puerta ¿Puedes por lo menos acercarte al otro Kim Jong-un por si puedes choricear la tarjeta de acceso?

-Esto dejamelo a mi picolo- digo y miro el tipo de cerradura que es me acaricio el mentón y la voy a forzar con una tarjeta que llevo de la publicidad de un bazar chino y mi navaja

La mujer se movía hacia la puerta, eso era bueno. Muy bueno. Simplemente la acompañó con lentitud hacia la salida. ¿Era posible que la asaltasen en las aceras de fuera? Como no fuese el mendigo con perro que pedía galletas sin gluten...lo dudaba.

Se fijó un poco más, en el carro por si acaso había algo que estuviese muy muy fuera de lo común.  

Los chinos estaban empezando a ser tan insistentes que estaba empezando a darle mal rollo, así que decidió como los demás, o como parte de los demás, acompañarla hacia afuera, escoltándola por el otro lado como había hecho Lurch ahí presente.

"...¿y los otros dos?"

Huh.

Ahora que lo pensaba, estaba teniendo demasiados encuentros últimamente con chinos sospechosos: primero los de la furgona y ahora aquellos que se empeñaban tanto en hacer que la pobre señora soltara el carrito. Pues como intentasen algo iba a acabar habiendo hondonadas de hostias hasta que le echasen del Mercadona. Y ya sería una lástima porque el ectocooler de hacendado está bien tremendo, pero, justicia era justicia. Y con esto, mientras su compañero parecía estar echándole un vistazo al carrito de forma furtiva, él hizo lo mismo con los malvadosos empleados locales.

Milo se pone a escuchar con atención en la puerta y no oye nada al otro lado relevante, ni pasos ni voces.

Sea por la suerte que parece acompañar siempre a bandoleros y quinquis antisistema o sea por que lleva su blister encima, Jordi consigue forzar la puerta del almacen sin que el sistema de alarma se ponga a sonar como loco. La puerta se abre lentamente mostrando toda una serie de pasillos de palés apilados por encima de palés. Es prácticamente un laberinto pero, como ya había comprobado Milo, no parece haber moros (ni chinos) en la costa.

Mientras tanto, Narisson y Joselillo escoltan a la abuelilla hacia la puerta. El enorme heladero no ve nada fuera de lo común en el contenido del carro: hay de todo un poco, desde pan y cereales hasta maquinillas de afeitar pasando por un bote del casi legendario Guacamole del Melcadona.

Por su parte Narisson aplica todo lo que aprendió en la facultad y en la vida y observa a los empleados con suma atención. Parece claro que la mayoria estan como flasheados, pillados completamente desprevenidos por los acontecimientos, mientras que el que trató de convencer a la abuela no deja de seguirles intentando hacerla cambiar de opinión y lanzando miradas furtivas al carro. No sabrías decir si piensan hacer algo o no, pero esta claro que lo que les pone nerviosos es el contenido del carro.

Con todo esto, la comitiva de la abuela, el carro, los fanpiros y el chino llega hasta las puertas del local (que tampoco es tan grande). El oriental no tiene mas remedio que quedarse a la puerta, observando impotente como el carro se va. Mientras, Doña Carmen sigue empujando su mercancía y dobla la primera esquina a la derecha, camino a su casa, sin dejar de hablar de su vida y milagros.

Cuando Milo ve que consigue abrir la puerta, internamente se sorprende por que no tenia ninguna esperanza que fuera capaz de abrir la puerta pero externamente impasible, con un liguero toque en el hombro le susurro:

"​Mira tu por donde... tantos años en el reformatorio han dado sus frutos".

​​Comienzo a entrar en el pasillo, manteniendo la alerta y el sigilo. Antes de separarme de Jordi le susurro:

" ​Mira Vaquilla de Aliexpress , si vas a entrar conmigo necesito primero que me dejes a mi reconocer un poco la zona, que seas extremadamente silencioso y sigiloso por que no queremos que Jackie Chan se de cuenta que hemos entrado y lo más importante no hagas ninguna estupidez... aun que dudo que seas capaz de pasar el marco de la puerta sin tropezarse con tus propios cordones de los zapatos" 

Paso directamente de lo que dice el picoleto y voy lento andando por el almacen mirando que hay y que no, con mi chirla en mano por si alguien se pone chulito.

Busco la pasta y algo más que pueda choricear

Y así es como un Joselillo hace su acción buena del día. Aunque le resulta algo preocupante las miradas que le echan al carro. ¿Tendrá algo debajo? ¿Pegado? ¿A un lado? ¿Al otro? Le echó un vistazo mas en profundidad a lo que era el armatoste, igual tenía hasta una bomba de lejía de las que se sacan de la manga muchos macarras y quizás los chinos ¿No habían inventado ellos la pólvora?-

Pues si señora, mi hermana está bien, ya sabe, en otra ciudad. Tiene hasta dos gatos- que el no tenía hermanas pero siempre había querido tener mas presencia femenina en su familia. Si no encontraba nada, era posible que la acompañase a casa si no vivía muy lejos- ¿Sigue viviendo por aquí cerca?- la muerte amarilla le seguía los talones. 

Como les pasa en ocasiones a muchos ancianos, al girar la esquina Carme se quedo medio empanada mirando al infinito, como tratando de recordar cosas en un pasado mejor y muy lejano. Tras unos minutos que a Narisson y Joselillo se les hicieron días, la viejecilla da un respingo y continúa caminando siguiendo con su charla interminable sobre gatos, macramé y Mayra Gómez Kemp.

La oscuridad de la calle por la que se adentran los 3 no parece incomodarla, al fin y al cabo es su barrio de toda la vida y está acostumbrada a que 3 de cada 4 farolas estén fundidas y la que queda parpadee como si fuese una discoteca. Unos cuantos metros más adelante, se detiene frente a un portal que tiene unos cubos de basura en la puerta y empieza a hurgar en su bolso.