Partida Rol por web

Hubo tiempos mejores.
Tiempos en los que la familia Bianchi gozaba de tranquilidad apesar de los pagos a la hampa. Pero eso era antes de la llegada de la familia De'Eustachio.
Los De'Eustachio era la familia que dominaba la mayor parte de los negocios "extra-oficiales" (tal y como les gustaba llamarlos) de la isla de Manhattan.
En ese momento, Bianchi, observaba al origen de todo mal; Franco De'Eustachio que se encontraba sentado en una de las mesas con sus amigos y matones de poca monta. Se trataba del hijo pequeño de la familia, pero era sin lugar a dudas el que mas ruido hacía, y es que Franky, como le conocían, tenía la desafortunada costumbre de apalizar a quienquiera que se le antojase sin motivo aparente. Como si de un macabro juego se tratase.

Hace tiempo que has aprendido a no entrometerte en su camino.

De pronto, una pauesta muchacha entro en el bar.
Conocías a la gente que solía entrar en el local, y a ella no la habías visto nunca. Seguramente, piensas, se trate de alguien de fuera... quizá de Long Island... Las fiestas que se estaban dando lugar a lo largo de la calle Canal atraian a multitud de neoyorkinos. No era de extrañar ver gente nueva por aquí.

-Disculpa...- Te dice algo tímida. -¿Me podría servir un te?-

Bianchi observava con cierta tranquilidad a Franco De'Eustachio y sus acompañantes. Para ser camarero, había aprendido lo suficiente como para no acercarse demasiado a esa gente. Sobretodo por Franky, al que nunca había entendido ese extraño juego que se traía con los demás. Sin venir a cuento, podría pegarte una paliza, por eso procuraba mantenerse lejos de él. Nunca había recibido una paliza suya, y no le apetecía recibirla. Pero la verdad es que le molestaba mucho Franky y su pandilla de matones, lo consideraba como un repelente para la clientela. De todas formas, el bar siempre había sido visitado por matones y demás, no tenía porque sorprenderse de nada...
Mientras, decidió mirar al resto de gente del bar. Le hacía gracia especialmente los viejos borrachos, con sus tonterías y las chorradas que soltaban. Eran los típicos que ya aparecían borrachos en el bar, aunque este hubiera abierto a las siete de la mañana. Nunca los había visto sobrios.
En ese momento, entro una joven en el bar. Parecía bastante guapa, y no la había visto nunca. Le pidió un te.
Finolis... un te... es extranjera sin duda, si fuera alguien de aquí ya hubiera entrado quejándose de que no tiene cerveza...
Tras mantenerse un poco callado le dijo:
- Vaya, no te había visto nunca por aquí, jovencita... ¿un te? ¿seguro que no prefieres una cerveza o algo más caro?
Había que vender más sea como fuera. De todas formas, sin esperar su respuesta, ya estaba buscando el te para dárselo.

Esa cerveza no estaba nada mal.
Y con ella, el bar acompañaba. El local donde se encontraba Sanguinetti no era mas que uno de esos baruchos de barrio, pero bien cuidado. Quizá la compañía era lo unico que rompía la tranquilidad de aquel sitio. Y es que Franky tiene esa desafortunada costumbre de chillar en vez de hablar. Dicen que el perro pierde la fuerza cuando ladra, y en cierto modo eso era lo que le pasaba a Franco.

Hacía ya algunos años que trabajabas para la familia De'Eustachio. Davide De'Eustachio, capo indiscutible de la mayoria de negocios extra-oficiales de la isla de Manhattan, te puso al cargo de su hijo pequeño Franco De'Eustachio, un chaval de unos 21 años. Según él, Franky no tiene las formas finas y sutiles que debe tener un miembro de la hampa neoyorkina. Y tal era así que se comportaba como un bruto maton de tres al cuarto, apalizando por gusto a cualquiera que le llevase la contraria. Violento y nervioso, así era Franky.

Esa fresca tarde de primavera te encontrabas junto con Franky y uno de sus amigotes, un niñato estupido sin cerebro que su única función en esta vida era reirle todas las gracias a su amigo, en un bar de la West 8th Street cuando viste entrar una apuesta muchacha que se dirijó hasta el barman, el cual la atendió con paciencia.

-¡Tsst! ¡Sangui!- Dice Franky haciendo amago de un susurro que fracasó desdel primer siseo de su enturbiada voz. -¡Mira que bombón! Apuesto a que esa perra no ha visto nunca un revolver de mi calibre...- Las palabras fueron seguidas, como no, de la risa estupida de su estupido amigo, el nombre del cual ni te molestaste en aprender.

-Eh... no, no... solo té, gracias.- Dice en contestación a tu pregunta. Notas una actitud de notable de timidez, algo curioso por estos sitios.
Aguarda un rato en silencio antes de atreverse a hablar. -No soy de aqui, vivo en Pawtucket, Providence. Había quedado con un amigo aqui antes de que empezara el concierto en el Blue Note Cub...-

El Blue Note Club era uno de los más conocidos clubs de jazz de la zona. El bar de tu tío se encontraba justo enfrente y en mas de una ocasión se había beneficiado de la concurrente clientela del club. Aun así no solía ser el sitio de muchachitas como esta... su amigo debería de ser muy amigo, o algo mas.
Mientras en tu mente surjian las especulaciones, al levantar la bolsita del té, viste a Franky mirando hacia vosotros hablando con sus acompañantes... mal asunto... esa situación empezaba a pintar mal...
Se levanta Franky y uno de sus acompañantes y se dirije hasta la barra junto a vosotros.

Por dios Franky, tu siempre tan sutil ehh, modera ese lenguaje y honra tu apellido, no somos perros, de donde has sacado a este? refiriéndose a su amigo.
Me dirijo a la barra donde esta hablando el camarero con la chica.

Camarero, pongame otra copa.Le digo mientras la miro a ella de arriba a abajo, y tras una breve pausa....
Bianchi esta señorita debera de ser amiga tuya no? si no no entiendo como puede entrar una chica aqui!.suelto una carcajada

Ante tu estupor, el inutil de su amigo no borra esa sonrisa boba de su rostro. Te convences de que ese tío és imbecil del todo.

-Tienes razón, Sangui. ¡Como siempre tienes razón!- Chilla burlón el renacuajo de Franco. -... Será mejor que vaya a mostrarle mis respetos a la señorita.- Sin más se levanta de la silla y se dirije hacia la barra tras tuya.

-Si, a mi también ponme otra copa...- Dice con una marcada sonrisa de oreja a oreja sin quitar ojo a la muchacha. -Y al angelito este que ha llegado ponle lo que quiera, hoy paga De'Eustachio.-
-¿Como te llamas monada?-

La chica se sonroja visiblemente ante la palabrería de Franky. El cual hacía gala de sus particulares maneras.

La señora sigue demostrando una timidez bastante curiosa y que no suele ser muy normal por el bar. Pawtucket, Providence, de donde dice venir la extranjera, es un sitio que me parece lejano y apenas me suena. A mi mente vienen imágenes de casitas grandes y blancas, aunque probablemente no se parezca a Pawtucket.
Evidentemente, iba al Blue Note Club. Si no, no me explicaba como una señorita así había acabado aquí... de todas formas, no era muy buena idea pasarse por aquí, rodeada de gente de mala fama. Evidentemente, su amigo, debía de ser su novio, el club de jazz era un buen lugar para parejas y demás que quisieran pasar un agradable rato.
Pero Franky con otro de sus acompañantes se levantan y se ponen en la barra. Aquello no me gustaba nada. Mientras hago el té para la señorita y sirvo a Franky y su acompañante, esbozo una sonrisa algo forzada como respuesta a sus palabras. Aquello pintaba interesante, Franky, parecía interesado por la señorita, de tal forma que él iba a pagar la cuenta.
- Bueno, ya saben lo que dicen de los ángeles... vienen cuando menos uno se lo espera, je...
Les digo respecto a la chica, mientras miro si en otro lugar de la barra o en el bar alguien quiere otra copa.

A pesar de la invitación de Franky, nadie pide nada.
La muchacha guarda unos instantes silencio tomando en sus manos la taza de té. -Gina...- Dice contestando a la pregunta de Franco, el cual esboza una ámplia sonrisa. -No soy de aqui, vengo de Providence. Solo estoy esperando a un amigo...-
Algo había en esas últimas palabras que borró la sonrisa de Franky.

-Vamos gatita, no seas tímida...- Ronronea de nuevo Franky. -En la pequeña Italia sabemos como tratar a damiselas, ¿Verdad Sangui?- Dice en su ya habitual tono burlón.
-Ves a por el coche... hoy tenemos una invitada, hay que mostrarle los rincones más interesantes de la pequeña Italia...- Se apresura a pedirle a su amigo... el idiota de la sonrisa boba que siempre le acompañaba.
-Vamos, Gina, no me digas que tu amigo es mas interesante que salir de paseo con esta pandilla tan encantadora que acabas de conocer. Nosotros sabremos tratarte como te mereces...- Dice tras ver la actitud negativa de la muchacha. La palabrería de Franco parece no tener fín y a la chica se le notaba incomoda.

Me siento en una de las mesas alejadas de la barra, pasando desapercibido entre la gente, pero me ubico de manera tal que pueda verlos todo el tiempo, al sentarme no me quito el gorro para que este pueda cubrirme aún la cara.
Es importante que no me identifiquen, con ese matón ahí será mejor que espere un mejor momento para atacar, si siguen tomando es posible que alguno de ellos vaya al baño. planeo mientras espero atento a ver si alguien viene a atenderme.

Franky parece seguir insistiendo con la joven. Estaba claro que había sido un error de Gina haberse metido en tal ambiente. O quizás su amigo no era un vulgar carpintero como pensaría Franky...
Aquello se ponía interesante, y Tony ya sabía que si las cosas empeoraban, su bar iba a ser protagonista de alguna pelea entre el acompañante de Gina y Franky con sus matones. Seguramente ganaría Franky. Más suposiciones se formaban en su cabeza, mientras decía:
- Señorita, debería de hacer caso al señor De'Eustachio... él sabrá tratarla bien...
Quizás aquello metía más leña al fuego, pero estaba impaciente por ver como continuaba la situación. Lo más sensato que podía hacer Gina era irse de allí, pero no me atrevía a decirlo... sería entrometerme en el camino De'Eustachio por una vulgar extranjera.

-Eso, deberias hacer caso del señor De'Eustachio...- Dice Franky con desdén. -Ven, vamos a pasear.- Dicho esto agarra la muñeca de la muchacha con brusquedad.

La muchacha lanza una queja ahogado al verse forzada. -¡Dejame!-

Pero en la cara de Franky se dibujaba una ámplia sonrisa que lo hacía parecer medio animal.

Veo como Franky discute con una jóven mientras el cantinero observa casi sin hacer nada, su matón a su lado tampoco interviene en la discusión.
La jóven grita y la situación se torna un poco violenta.
¿Qué debo hacer? toda la situación me trae a la memoria a mi difunta esposa y mi familia. El odio y rencor a los mafiosos hierve mi sangre y mis ganas de que desaparezca comienzan a cegar mis pensamientos.
Lo voy a matar cierro mis puños y dirigo mis manos a mi sobretodo donde está mi pistola, nadie viene a atenderme.
No, no es el momento... pienso lleno de ira. ¿Qué haré? Tal vez deba seguir viendo hasta encontrar un mejor momento para intervenir