Partida Rol por web

 La casa de tu tío Gustavo se encontraba en medio de la nada rodeada por cientos de árboles silvestres a modo de anillo. Un solitario sendero de tierra lo separaba de la ruta, también de tierra barrosa a causa de la lluvia. Las nubes en el horizonte no anunciaban un buen clima esa noche. Con mucho cuidado lograste conducir el viejo automóvil familiar hasta la casa de tu tío sin quedar atrapado en los centenares de pozos que poblaban el sendero.

 En el caserón podías ver la luz de una de las habitaciones encendidas, seguramente sería el abogado esperándote para mostrarte el interior, firmar los papeles y luego marcharse a su cómodo hogar en la ciudad. No muy a lo lejos, hacia el oeste brillaban las luces de las pocas casas de "Bandera", uno de los tantos pueblitos de los alrededores. Habías pasado uno o dos veranos allí alguna vez y, aunque había sido hace ya muchos años, lo recordabas perfectamente pues el calor de Santiago del Estero era famoso por durar hasta las tres de la madrugada. Las lluvias eran tan escasas por ahí que cualquiera pensaría que era cosa de brujería.

 El auto se detuvo de repente a cincuenta metros de la casa. El camino lodoso no te dejaría avanzar más por ahí. Sería cuestión de caminar y rogar porque no tuvieses que empujar solo el automóvil para regresar.

El viejo ford Falcon, de color azul, se detuvo y no quiso continuar a apenas 50 metros de la casa.

Llovía a cantaros y no era el mejor momento para intentar sacarlo del barro, por lo que decidió correr un poco tapándose con una triste bolsa que traía en el coche y esperar mejor acasión para recuperar el control del coche.

Gonzalo, salió del coche, cerró la puerta del coche y luego se dió cuenta que era mejor coger la pequeña maleta que se había traido con algunas mantas y una muda de ropa. Volvió a abrir el coche, mientras se mojaba, abrió el maletero del coche, tras lo cual sacó la pequeña maleta y cerró el mismo, con dificultad, ya que tenía problemas con el cierre del maletero.

Por fin, corrío levemente hacia la casa los 50 metros que le quedaban debajo de la bolsa, que apenas le tapaba la cabeza y no le dejó ver el exterior de la casa, hasta que llegó a la puerta y llamó a la puerta.

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Ni bien llegaste al pequeño arco de entrada la puerta se abrió lentamente y Roberto, el abogado que te había informado de tu herencia, salió a recibirte con un paraguas en mano.

 Bienvenido, señor Guzmán. ¡Qué clima que tenemos, che! Parece que da para rato la lluvia.

 Las "s" arrastradas y la tonada juguetona propia de la provincia le quitan seriedad al doctor.

-Pase, pase, nomás. Tome asiento...donde pueda - Roberto te acompaña al interior del caserón. Una enorme sala de estar cubierta de muebles polvorientos aparece frente a ti. Una enorme mesa de madera con varias sillas se encuentran en el centro.

¿Qué tal ha estado el viaje?

Gonzalo, se alegro de que el abogado estuviese donde devía, sino hubiese estado, su situación sería nefasta.

Mientras pasaba, tras las palabras del abogado, Gonzalo no paraba de mirar a un lado y a otro, asombrandose de lo deteriorado que parecía todo.

Gonzalo, sin evidenciar un gran conocimiento del protocolo, una vez que el abogado le ofreció sentarse, se apresuró a separar una silla de la mesa, y con su pañuelo, la limpió rápidamente.

Una vez sentado, contestó al abogado.

... el viaje ha sido pesado e incómodo. Mi coche, no es el mejor para conducir bajo esta lluvia.

Y usted, ¿vive por la zona o a tenido que viajar desde muy lejos?. No he visto su coche ahí fuera.

¡No, no! Yo he venido en mi coche hasta el pueblo que estaba antes y de ahí me acercaron unos amigos. De chico sí vivía por aquí y todavía tengo conocidos por los alrededores.

 El abogado acompaña su respuesta con grotescos movimientos de sus manos. Ha estado bebiendo, su aliento, apenas sensible pero no ignorado por ti lo delata.

¿Quiere algo de tomar? ¿Un café, unos mates?

Gonzalo, se queda asombrado de la poca profesionalidad del abogado...

Seguro que tiene problemas con la bebida.

¿Mates?, ¿que es eso?. Supongo que un café caliente será perfecto.

Le preguntaba lo del coche, ya que mi coche se quedó embarrado a 50 metros de la casa y con la lluvia que está callendo... Uff, espero que pare pronto.

¡Hombre, viene a Argentina y no conoce el mate! Bueno, ya tendrá oportunidad de probar uno. Un café, entonces.

 Palieri desaparece por un pasillo que lleva al fondo y a otras habitaciones y a los pocos minutos regresa cargando dos tazas y una cafetera. Acomoda todo en la mesa y te alcanza la tuya.

 El abogado bebe un largo sorbo del oscuro café - por lo de la lluvia no se preocupe, no tendría que durar más de una hora o dos. El problema va a ser sacar su auto de allí. El camino lodoso no deja escapar nada hasta que no esté completamente seco. No se preocupe por eso, la casa está en perfectas condiciones para pasar aquí la noche y además se encuentra en el piso superior la Srta. Marcial. Es el ama de llaves desde hace unos cinco años, creería. Ya se la presentaré. Bien...¿por dónde deberíamos comenzar...?

Mientras te cuenta algunos detalles de su viaje Roberto deja sobre la mesa algunos documentos que forman parte del proceso de herencia. Te los alcanza luego de revisarlos y te explica qué son cada uno antes de firmar.

Gonzalo, agradece la taza de café, y comienza a tomarlo. Siente como este lo reanima tras un largo sorbo y entonces decide contestar al abogado.

Bien, veo los papeles y las cosas a firmar... pero me gustaría saber que es lo que me dejó mi tio exactamente antes de firmarlo.

 Le ha dejado todo esto, señor. La casa y todo lo que se encuentra en ella más los terrenos que la rodean y unas cuantas hectáreas de campo en perfectas condiciones para sembrado o pastoreo. Algunos vecinos ya se han acercado a la casa interesados en comprarlos o alquilarlos pero eso tendrá que decidir usted.

Un relámpago lejano murmulla a través de la ventana. 

 Bien...parece que la tormenta va a durar un buen rato. Quizás sea mejor que firmemos los papeles y nos retiremos por ahora a nuestras habitaciones y sigamos con la charla mañana.

La verdad es que estoy cansado, pero no se si conseguiré dormir.

Gonzalo, se levanta, y coge su pequeña maleta.

¿Podría enseñarme antes de ir a dormir la casa?. Sería interesante.

 Bueno, esto es la planta baja. Lamentablemente no tengo la llave de la habitación al final del pasillo al lado de la escalera. Me dijeron que era un estudio donde su tío pasaba mucho tiempo encerrado con libros y discos de vinilo.

Ni bien terminan la caminata por el primer piso de la casona Palieri saca un paquete de cigarrillos y se lleva uno a la boca.

¿Fuma? - Te pregunta al tiempo que te acerca el atado a modo de invitación y enciende con la otra mano el suyo sin siquiera preguntarse si eso podría molestarte, siendo ahora tú el dueño de casa.

 Qué raro que la Srta. Marcial no esté por aquí. Seguramente debe estar revisando los dormitorios en la planta alta. ¿Subimos? - Te hace una simpática seña hacia la escalera que lleva a la otra planta.

Gonzalo, sigue al abogado, y cuando este le ofrece el cigarro, responde...

No, gracias no fumo, conseguí dejarlo en la selva.

¿Quien tiene esa llave Sr. Palieri?, preguntó esto mientra con un gesto indicaba al abogado que subiese delante de él.

Palieri avanza lentamente por las escaleras mientras disfruta de su cigarrillo.

Lamentablemente no hemos podido encontrarla. Parece que su tío la escondió en algún lado o se perdió en algún momento. La Srta. Marcial no supo ubicarla la primera vez que vine a este lugar.

Sígame por aquí, señor. Le mostraré rápidamente este piso.

El abogado no pierde el tiempo dando vueltas esta vez. Te muestra cada una de las habitaciones sin prisa pero sin dar rodeos o charla innecesaria. 

Se detiene en la puerta cerrada cuando pasan al frente.

Esta puerta también está cerrada. Supongo que comparte la misma llave que la puerta de abajo. Seguramente se trata de otro dormitorio.

Gonzalo, sigue al abogado lentamente y de pronto se da cuenta que no han visto a la mujer que buscaban.

¿Donde se encuentra la Sra. Marcial y donde habían pensado que nos alojemos cada uno de nosotros?.