Partida Rol por web

Los alrededores de la abadía cubren la mayor parte de una ladera en medio de las colinas. El sendero elevado que conduce desde el Camino del Este termina en una puerta flanqueada por torres cuadradas y achaparradas. A ambos lados de la puerta se extiende un muro fortificado que muestra signos de su edad, sostenido por torres y contrafuertes ocasionales. Por encima de la muralla, un templo hundido aún se yergue orgulloso en la cima de la colina.

Al sur de la puerta, el muro exterior de la abadía está cubierto de hiedra, y más allá se ve el dosel de un espeso bosque. Una alta torre de vigilancia se encuentra en el extremo sur de la colina, marcando el final del muro fortificado. Este muro se extiende hasta la mitad del cerro, y la naturaleza se ha encargado del resto. La ladera es tan empinada en los lados oeste y sur que un asalto militar sería imposible, aunque una fuerza más pequeña podría escalarla.

A la sombra del templo destrozado en la cima de la colina y del deteriorado del muro defensivo de la abadía, las ruinas del pueblo de Gardmore se alzan como hileras de dientes rotos. Entre los techos caídos y los restos de casas derribadas, multitudes de orcos salvajes acampan en tiendas sucias agrupadas alrededor de pequeñas hogueras humeantes.

El pueblo se aferra a la ladera de la colina, formando tres toscos niveles a lo largo de un camino obstruido por la maleza que serpentea hasta el monte del templo. El nivel inferior se encuentra cerca de la pared exterior de la abadía e incluye cuatro estructuras construidas en la pared. El nivel medio está dominado por una alta torre cuadrada que parece estar intacta. Los edificios del nivel superior son en general más grandes que el resto y muestran cicatrices centenarias de fuego y asedio.

En el extremo sur del pueblo, el torreón de piedra achaparrado de Gardmore se cierne sobre la miseria. Más allá, una extensión enredada de bosque se extiende sobre la ladera, más salvaje y más verde que las colinas circundantes. Unas pocas estructuras en ruinas asoman a través de la vegetación: un campanario cerca del monte del templo y una torre de vigilancia más alta situada en la pared exterior del extremo sur de la abadía.

Vuestra exploración de la Abadía comenzó con un fútil encuentro sorpresa con otra banda de aventureros que estaba acabando con más de media docena de orcos y un ogro en la entrada principal de la muralla exterior.

Su portavor, una guerrera llamada Tam no parecía andarse con rodeos. Se negó a cooperar con los compañeros pero tampoco fue del todo hostil. Les deseó suerte tras comentar que se disponían a volver a Winterhaven para reponer fuerzas.

Aunque Peren insistió, no sacó nada en claro de este grupo que permanecieron callados mientras Tam hablaba.

Poco después de vuestro encuentro con el grupo de aventureros que había eliminado a los orcos de la entrada, os cruzasteis con un Ettin cuyas dos cabezas estaban sumidas en un profundo sueño. Parecía estar protegiendo la fortaleza tras de sí, aunque no se tomaba su tarea con mucha profesionalidad. Pasasteis tratando de hacer el menor ruido y el Ettin no se inmutó. 

Tras hartaros de cortar zarzas y ramas que os impedían el paso, bordeando las estructuras que aún estaban en pie, volvisteis al camino para cruzaros con una pequeña cabaña en ruinas. Allí os deshicisteis de una pareja de Osos-Lechuza que parecían proteger su nuevo hogar.

Dentro, Hornand encontró un curioso diario que describía la Arboleda Feérica. Un lugar imbuido en la magia ancestral de los elfos con la influencia del Reino Feérico.

Siguiendo el camino, os encontrasteis con la Fuente de la que hablaba el diario. De ella emanaba agua prístina, casi radiante. Allí fuisteis rodeados por Berrian Velfarren quién, tras comprobar que vuestras intenciones eran buenas, os pidió ayuda para encontrar a su hermana. Pareció desconfiar en un principio de vosotros pero quizá podríais ganaros su confianza si dabais con el paradero de su hermana.

Es un caballero élfico de ascendencia feérica.

Su prioridad parece ser su familia ya que, a pesar de que quiere saber cuál es el origen de la Arboleda Feérica y por ende de su padre, busca desesperadamente a su desaparecida hermana. Su séquito parece también ser muy importante para él.

Como buen elfo, sólo se abrió un poco a Reuen que, con buenas palabras en élfico, le convenció de que los compañeros podrían ser de ayuda. De hecho, respondió regalándoles una botella del mejor vino que jamás habían probado.

Decidisteis ayudar al caballero elfo y empezasteis a buscar a su hermana Analastra en el jardín que se encontraba tras la fortaleza. Allí os visteis sorprendidos por más de media docena de gigantescas arañas que casi le cuestan la vida Hornand.