Partida Rol por web

La noche había despertado fría, como la anterior, y unos copos de nieve comenzaban ya a caer lentamente del cielo. La puerta del Eliseo permanecía cerrada, y no parecía haber nadie allí, pero una cita era, inevitablemente, una cita.

Tras comprobar los asuntos de la naviera y del club partí al Eliseo, mis chicos conducían el coche que me dejo en la puerta, aunque fría como tantas veces, esa noche lucían las estrellas las que hacía tiempo no había visto, me quede ensimismado. Cuando fui a comprobar la puerta permanecía cerrada "Que extraño". Pero habíamos quedado y un caballero siempre acude a sus citas por lo que me dispuse a esperar tapándome con el abrigo, para aparentar por si algún recipiente se cruzaba.

Esa noche debería acompañar al Señor Holmes y al tal Isaac en sus pesquisas, solo esperaba no verme enredado en alguna trama extraña, pero ahora ya no dependería de mí. Mire mi reloj comprobando la hora a la espera que llegaran mis compañeros.

Como de costumbre, cuando las artes no ocupaban mis noches, salí a pasear, tontamente, por la callejuelas angostas y las pedregosas aceras, que comenzaban a incorporar un mortecino tono por la tenue nieve que caía. Una joven pareja cruza a mi lado, tonteando como niños. Bellos, pálidos, deliciosamente ilesos e indemnes... podría jugar con ellos, como muñecos de trapo... solamente un rato.

Pero no hoy, hoy no era la noche para divertimentos. Me encamino hacia el Elíseo cuando mi mente se centra en la misión encomendada por Nuestra Reina. Desde lejos veo al otro hombre intentando abrir la puerta y observando atentamente su reloj. Carraspeo ligeramente, con las manos hundidas en los bolsillos de un caro saco de piel. Muevo la cabeza en señal de saludo, esperando la llegada del Sheriff.

Tras un rato vi como aparecía el caballero Isaac, aún quedaba el tercer mosquetero al parecer. Buenas noches señor Johnson. Dije con una reverencia de cabeza. Una fría noche para esperar en la calle, pero por suerte podemos estar tranquilos de no atrapar algún virus. Comente con tono amistoso, al menos si teníamos que pasar tiempo mejor hacerlo de buenas. ¿Por cierto le importa si nos tuteamos? Pregunte dado que estar todo el rato tratándonos de usted podía ser algo cargante y más en una tarea como esta, otra cosa seria en una reunión. Volví a mirar el reloj. Vaya parece que le atrapo un atasco al señor Holmes. Aunque dudaba que fuera algo así, pero desde luego era algo a tener en cuenta en el futuro, no era digno de un caballero llegar a una cita, tarde y más cuando el dispuso la hora, pero ahora no recordaba si había dicho a primera hora o cuando abriera el Eliseo, daba igual ya que solo quedaba esperar.

Escucho, absorto, los copos de nieve restallar, de modo inaudible para de los mortales, y para algunos cadáveres andantes inconscientes de las bellezas naturales. Levanto ligeramente el mentón, sintiendo gustoso el aire frío, mientras mis párpados caen, para dejarme llevar por la danza de la noche. Pero a lo lejos una voz, que había apartado de mi percepción, comienza a resonar. Un educado saludo y palabrería afable inunda mis oídos.

Sonrío accesible y despreocupado ante su pequeña broma, pero pausadamente, como si el frío obstaculizará la reacción de mis gestos. Escruto el aire y, ajado, respondo. - Por mi no hay problema. - Vuelvo a observar el extenso cielo que se abalanza sobre nosotros, como perdido en la oscuridad. - No es lo mió la parafernalia de vieja usanza en tratos y modos. - Una media sonrisa, aunque fugaz, no logra esconder un rasgo enviciado en mi faz. - Pero eso, James, lo descubrirá con el tiempo. - Tal vez, inconscientemente, ese semblante fue una muestra al mundo de que la corrupción puede armonizar, de forma naturalizada, con un agraciado ser de delicados trazos.

Un coche se detiene sobre la nieve recién caída, frente al teatro. La puerta trasera del mismo se abre, y la mano de un hombre os invita a entrar. Parece ser Holmes.

- Subid amigos míos, vamos a dar un paseo. - completó la voz reconocible de Mycroft.

Cuando pretendía contestar a Isaac, llego un vehículo, no pude evitar una ligera alarma, pero rápidamente se vio anulada dado que la voz y la figura de Mycroft hicieron acto de presencia. Con un ligero movimiento de cabeza salude y comencé a dirigirme hacia el vehículo apoyado en mi bastón. Buenas noches mi señor. Dije dado que no tenía confianza como para tutearle al menos por ahora. Una vez llegue espere a Isaac educadamente para dejarle pasar, me gustaba mantener las formas siempre que fueran posibles, es lo que nos separaba de los animales. Tras que el subiera lo haría yo "Dar un paseo, espero que sea un paseo con retorno" No me agradaba viajar en el coche de otro vástago sin saber a dónde.
 

Escucho el coche, rechinando, y la voz de Holmes, fuerte y constante, antes de percatarme de su mera presencia. Me dirijo hacia el coche, pensativo, añorando a la joven pareja; con un aire decidido en la caminata ignoro los modales de Russell, aún sin romper la etiqueta. Seguramente no lo ha notado. Detalles imperceptibles que he logrado realizar inconscientemente cuando los llamamientos a la reflexión se citan, aprisionados, en mi sien. Saludo, ya dentro del coche, con un blando gesto al Sheriff, mientras me encontraba serio y abrumado, debido a los hechos por acontecer, fieles al espíritu que encarna Nuestra Reina, y en busca de su instauración como eje regidor de nuestras no vidas nocturnas.

Cuando todos hubieron entrado, Homes dio orden al chófer.

- Cochero, al depósito de cadáveres. - y el vehículo se puso en marcha de nuevo - Bien mis queridos amigos, ¿qué tal se han despertado esta noche? - preguntó, por hacer tiempo - La de ayer fue una noche interesante, sin duda.

"¿Al depósito de cadáveres?" Ahora no sabía porque motivo nos dirigíamos a aquel lugar, pero sería por algo importante supongo. Luego pregunto por nuestro descanso me sonaba a la típica pregunta de ascensor, cuando no sabías de que hablar, pero al menos valía para charlar un rato. Así que deje de mirar por la ventanilla para mirar a mis compañeros. Vaya pues la verdad no pude evitar recordar la imagen del ghoul con la calavera, no es algo muy gratificante. Dije a Holmes ante su pregunta. La verdad que fue una noche llena de sorpresas desde luego.

Perdóneme señor Holmes, pero ¿Por qué nos dirigimos al depósito de cadáveres? Si se puede saber claro está. Pregunte ante la curiosidad que eso me creaba, no conseguía imaginar aun para que, igual es que tenía algún informante en aquel lugar.

El vástago se acomodó en su asiento observando a los dos.

- Vamos hablar con los muertos, señor Russell. Muchas veces son más receptivos a contar sus secretos que los vivos. - dijo, de forma enigmática, con una sonrisa en el rostro.

Una pícara sonrisa, de mi parte, recae sobre Holmes. - La noche fue entretenida y... muy demostrativa, Sheriff. - Digo, sin ocultar una sinceridad llana. La charla continua, pero mi mente se pierde en las casas a oscuras, algunas derruidas, que pasábamos a gran velocidad. Pero, como de costumbre, aunque mi atención era escasa, mis oídos captan los intersticios de la escasa conversación. Sonrío sonoramente, comentando. - ¿Usted es un habilidoso de las artes negras, Sheriff Holmes, de las que tan poco me ha hablado mi padre y que igual de escaso interés generan en mi, o simplemente fue un comentario satírico sobre los de nuestra clase? -

Holmes alzó una ceja y se movió con incomodidad.

- No, vamos a ver los resultados de la autopsia del criado del Tremere... - se quedó mirando a Isaac, con cierto deje de incredulidad - Y no soy Sheriff. Aún no.

"Vaya que interesante" No había asistido nunca a un interrogatorio de ese estilo, así que al menos podría sacar algo provechoso sobre ello. Además si era como decía, podría ser una información bastante interesante ya que si alguien podía echar luz sobre el tema era ese ghoul muerto, aunque tenía dudas si hablaría dado que le debía supuesta fidelidad a su amo, pero claro eso lo vería en un rato, seguí mirando por la ventana mientras circulábamos por las calles de Londres "Temo que no voy a ser de mucha ayuda" Al menos en ese interrogatorio, pero por algún motivo me habían hecho acompañar al señor Holmes y a Isaac.
 

Inflo las mejillas, como un niño desilusionado, para exhalar insistentemente poco después. - Bueno, es un desencanto pasar de algo tan místico a algo tan mundano, pero servirá para esparcirnos... - Dejo las palabras en el aire, presionándolas contra una sonrisa oscura. Por un momento olvido los deseos de Nuestra Reina, intentando rememorar épicos momentos de deleite y dicha, para así mantener encendido mi espíritu. Pero los muertos no son para nada divertidos en comparación a un imberbe mortal. No retozan ante el dolor. Desencanto, precisamente. 

Volviendo a tomar una deliciosa seriedad, continuo. - Tal vez, si hacemos las cosas bien, y nos ayudamos mutuamente, podamos asegurar su puesto, - y, como si cada letra se encontrará más reseca que la anterior, reformulo - Holmes. - Una fascinación palpable en el frío aire hechiza la escena. Sólo esperaba tener... receptivos invitados.

Mycroft dejó escapar una risa.

- El misticismo, señor Johnson, es el utensilio que emplean aquellos incapaces de utilizar el cerebro. - dijo, tocándose la sien con el índice - Es el método investigador. Veremos qué podemos sacar de su cadáver, y después haremos una visita a la Capilla. ¿Tienen alguna otra duda? - preguntó.

¿Dudas? Sonrío, complacido por la reacción. - Nunca, señor. - Me llevo un mechón de cabello detrás de la oreja, graciosamente, y con tono afable continuo. - Sé una o dos cosas... prácticas, sobre el cuerpo humano. Tal vez pueda ser de utilidad cuando nos encontremos con el cadáver. - Y, festivo, sigo observando las frías calles de Londres.

Escuchaba con interés a mis compañeros de viaje mientras al parecer lo que se realizaría era una autopsia, no pude evitar sentir una pena ya que eso era algo mundano, nada de lo que no pudiera asistir en otros momentos. Además no podría ayudar mucho apenas tenía nociones sobre esos temas, por lo que apenas podría colaborar con el señor Holmes.

Bueno lamentablemente siento no ser de ayuda en este caso, aunque estaré para lo que se requiera. Le dije con cierto tono que mostraba la pena por no ser de ayuda.

Mycroft se alzó de hombros, mientras mostraba las palmas de las manos.

- ¿Acaso un detective necesita saber de medicina forense? - volvió a retomar su postura normal - Eso es para los criados, para los súbditos. Recabar datos. Nosotros los reunimos y les damos sentido. - desvió la mirada por la ventanilla un momento - Ya estamos llegando. Espero que al menos se encuentren capacitados para tratar de darle sentido a las cosas.

El coche paró frente al edificio. Una construcción blanca de corte moderno ubicada en el límite norte de la City, un hospital, presumiblemente privado, para dar atención a la casta de adinerados que vivían en la zona. Las ventanas eran cuadradas y se mostraban esporádicamente a lo largo de la pared, sin demasiada frecuencia. El interior debía estar muy bien iluminado artificialmente, porque la luz del día apenas podría llegar a un cuarto de las instalaciones.