Partida Rol por web

- Lo cierto es... que creí que se me aplicaba únicamente a mi por ser lo que soy, no trato con ciudadanos nocturnos, y no crea que no estuve tentada de romper ese acuerdo... pero no lo hice porque mes tras mes, año tras año os había perdido de vista tanto al anciano como a usted. Hasta hoy. Ilustreme, ¿Por qué imponer tan injusta regla, y como están tan seguros sus señores de que se cumple estrictamente?

Tomé la tetera y me serví mi propia taza, para después tomar un terrón con el índice y el pulgar, y quedarme examinándolo.

Removió con la cucharilla el contenido de su taza, de forma divertida ante tus asunciones.

- Bien, ¿por dónde empezar? Seguro que habréis leido en libros de historia acerca del gran incendio de 1861, cuando prácticamente todo el sur del Támesis fue arrasado. El incendio, por supuesto, fue provocado. Formaba parte de la maniobra final de nuestro Príncipe para acabar con una guerra contra los humanos que comenzaba a alargarse demasiado. Tras ese evento, ejecutado a la perfección por nuestro buen Arthur, y que se cobró cientos de vidas, se firmó un tratado, una paz. Nosotros no amenazabamos la vida de ningún mortal, y la Inquisición se mantenía inactiva en Londres. Y así ha sido, durante casi un siglo. La única ciudad del mundo en la que no había cazadores en activo. - Escurrió la cucharilla con dos toques contra la taza, y la dejó a un lado - Hasta ahora. Alguien ha roto la tregua, y no ha podido ser encubierto. Se de sobras que no ha sido usted, o no estaría aquí ahora mismo, sino en la Torre de Londres. Ni siquiera sabemos si fuimos nosotros o ellos los que la han roto, pero necesito su ayuda. Los cazadores se han movilizado, y de alguna manera, han conseguido aliarse con una cábala poderosa de magos. Han asesinado ya a al menos un vástago confirmado, y hay otros varios desaparecidos, además de haber quemado algunos puntos de interés vampírico. - tomó la taza por el asa de manera delicada, y se la llevó a los labios, únicamente para aspirar el suave aroma - La respuesta no se ha hecho esperar, y lo que ha visto en Westminster es la vendetta de uno o varios de los nuestros. Entraron y asesinaron a toda una Sociedad Secreta, la orden del Alba Dorada. Sin embargo, hay algo que no encaja en toda esta historia. ¿Por qué esa orden en concreto? ¿Cómo sabían el lugar adecuado y el momento justo para atrapar a la mayor parte de los integrantes? Aquella orden ni siquiera estaba relacionada, al menos de forma directa, con los cazadores. Quiero que me ayude, igual que la ayudé en su momento, a descubrir qué está pasando, porque si algo es claro, es que los cazadores no distinguen a los vástagos por su alineamiento. Si traen todo el poder de Roma combinado con el de los magos, y sin la protección de nuestro antiguo Principe, mucho me temo que seremos todos consumidos y arrasados. - la mirada era grave, aunque los gestos parecieran despreocupados. Se trataba de un maestro de la Mascarada, sin duda, y bien podría tener intereses ocultos para movilizarte. Pero si estos existían, no tenías idea de cuales eran.

- Déjeme antes decirle un par de cosas señor Holmes, porque quiero dejar claros ciertos conceptos equivocados -Metí el terrón de azúcar con los dedos y lo dejé ahí dentro, sintiendo como se deshacía y sintiendo además el dolor punzante del agua caliente, todo esto mientras compartía mirada con mi invitado- Aunque vengan cazadores de todo el mundo a la ciudad en busca de todo vástago en pie, a mi me dará exactamente lo mismo, podré abandonar estas ruinas de la guerra y buscar refugio en otra parte, no me unen los lazos de una institución como a ustedes, ni siquiera lazos con otros individuos... podré abandonar el barco como una rata y nadar hasta la isla mas cercana, y no dude que será eso precisamente lo que haga.

Saqué los dedos de la taza y los sequé meticulosamente con una servilleta mientras observaba como la forma geométrica desaparecía poco a poco para convertirse en una masa amorfa en el fondo.

- Me gustaría saber como intentaría convencerme para trabajar con ustedes, ¿Un trato quizá? ¿Algo de lo que pudiera sacar beneficio? ¿O pretende usted coaccionarme? He sobrevivido este tiempo tal y como me lo indicaron, no he incumplido ley alguna, demonios... he vivido como si perteneciera a su sucia institución, como si compartiera sus ideales. Y por desgracia no es así. ¿Que me impide hacer las maletas ahora que conozco ese peligro?

Holmes sonrió.

- Hay una miríada de motivos por los cuales debiera ayudarnos, señorita Black. Desde la promesa de estatus y aceptación, que sin duda rechazaría de forma inconsciente, hasta la amenaza física, pasando por la posibilidad de que los mortales, envalentonados con su victoria aquí, decidan extender la voz de la victoria, hasta comenzar una guerra civil a escala global. Pero no tengo que ir tan lejos. - volvió a dejar la taza, en la mesilla - Tengo información para usted. Información de su máximo interés, debido a sus... lazos familiares. Si la quiere, tendrá que cooperar. Al margen de que esperaba un tanto de gratitud por su parte. Únicamente le impusimos una norma, y fue por su entera seguridad. Si busca en su interior, descubrirá que realmente le interesa, que realmente sí que quiere ayudarnos.

El local estaba en silencio, la gente parecía sorda. Todo se tornó más pequeño, a medida que tratabas de discernir qué trataba de decirte aquel hombre, y por qué esperaba que sería tan importante como para merecer tu ayuda.

- ¡Yo no tengo familia! -Exclamé cortántemente con una mirada de furia, mientras alzaba un dedo acusador contra Holmes- No te atrevas a jugar conmigo, tu destino y el de tus amos me da lo mismo, es el precio a pagar por jugar con la comida Y YO no soy como vosotros.

Hacía malabares entre la cólera y la histeria, este bastardo había hurgado donde no debía.

- ¿Que vas a hacer? ¿Eh? ¿Que más le puedes quitar a alguien como yo? -No gritaba, pero deseaba hacerlo, deseaba gritar a pleno pulmón, atar a ese malnacido a una camilla y torturarle durante meses. Si hubiera estado viva, habría llorado desconsolada, pero ella había muerto, la persona que era ahora... era mucho mas fuerte, y no me dejaría atar unos hilos de marioneta por sentimientos tan vacíos como "el deber" o la "responsabilidad".

¿A cambio de que? A cambio de mentiras...

El vástago no se inmutó, parecía esperar algun tipo de reacción similar.

- Eso es seguro. La señorita Black no tiene familia, disculpe mis modales. - dijo, y cogió otro terrón de azucar entre los dedos esta vez - La cuestión es, entonces, no lo que le pueda quitar, que es bien poco, sino lo que le puedo dar. Señorita Black, la amenaza física no está entre mis prioridades, y menos contra mujeres. Tampoco tengo interés en que se descubra su existencia, y preferiría que su paradero siguiera así por siempre, usted por su lado, y nosotros por el nuestro. Pero de verdad necesito un agente externo, alguien que se pueda mover con libertad sin que Lady Bowesley tenga que poner su mirada en él. - alzó el terrón de azucar y se lo ofreció a Evelyn - Así que... si lo desea, podemos marcar un precio.

Respiré hondo calmándome mientras le miraba a los ojos con semblante serio, intentando adivinar sus intenciones. Aparté el terrón con delicadeza.

- ...Escucho lo que pueda ofrecerme Holmes. Si me gusta, tendremos un trato -Dijo ahora un poco mas relajada.

Jugueteó con el terrón de azucar entre sus dedos, como si fuera una moneda.

- Veamos, déjeme hacer memoria. No le interesan bienes materiales, y tampoco estatus social. No puedo permitir que se haga una excepción con usted acerca de la ley sobre los mortales, por lo que ni siquiera lo imagine. - sacó la cucharilla de la taza y dejó el terrón sobre ella - Sólo hay una cosa que puedo ofrecerle, pero no puedo hacerlo mientras su mente siga cerrada a dicha posibilidad. La señorita Black no tiene familia, pero la señora Worthington sí que tenía.

Notas que el hombre se pone en tensión, listo para rechazar cualquier ataque que le lances.

La calma duró poco, me levanté como un resorte del asiento y puse mi cara y mis ojos tan cerca de los suyos como pude, con expresión de pocos amigos.

- ¿Como te atreves a ensuciar la memoria de los muertos? ¿Que sabes tu de eso? -Dije con un puño cerrado sobre la mesa, y otro en el aire, apuntando al mentón de ese cretino- Te lo advierto, si juegas conmigo te mataré -Amenacé con un susurro, tan cargado de odio como un alma en pena.

La memoria de mi marido no sería utilizada para usarme como una marioneta, antes la muerte que eso.

Holmes suspiró. Parecía vivir en la piel de Cassandra, con el poder de ver lo que iba a ocurrir, pero sin posibilidad de cambiarlo. Llevó una mano a su chaqueta y cuando ya ibas a estampar tu puño contra su rostro, pensando que iba a sacar un arma, su mano se deslizó con suavidad otra vez a la mesa, portando en ella un trozo de papel fotográfico.

Era él, pero cambiado. Y la gente con la que estaba en la foto, no la reconocías de nada. Te llevó un momento salir del shock, y una de las caras que estaban junto a Ernest cobró identidad. Era Ray Holmes, piloto condecorado durante el Blitz, por arriesgar su vida hasta el limite de estrellar su caza contra un bombardero alemán, al ver que este dirigía sus armas contra el palacio real, encontrándose él sin munición ya. Al poco de ser condecorado, contrajo una extraña enfermedad, asociada a su lance contra el bombardero, y murió. O eso se creía.

- Esperaba que fuera usted más razonable, señorita Black, esperaba no tener que recurrir a esto, y más poniendo a riesgo mi traje de ser manchado por este delicioso té, o arruinar la vajilla de mi buen amigo Charles. Así que cálmese. - había conseguido salvar con la otra mano una de las tazas, pero la otra se había derramado por un lado, aunque sin caer al suelo, por suerte para el dueño - La fotografía es reciente, no más de dos meses. Si quiere saber más, coopere. No voy a decirle qué debe hacer con lo que sepa mediante nuestro trato, eso es asunto de ustedes dos. Pero si no coopera, y los cazadores arrasan la ciudad, sabe bien que él será de los primeros en caer.

Abrí los ojos de par en par, no podía ser cierto, era imposible.

Volví a sentarme, mas calmada, intentando asimilar lo que había visto. Si salía con Ray Holmes era una foto auténtica... mas pendiente al principio de su autenticidad que de lo que lo suponía para mi misma, y era él, eran los dos auténticos.

- ¿Por qué no me lo dijo nada mas salir de ese hoyo si me había reconocido? -Pregunté mas compuesta de lo que cupiera esperar, el amor y los lazos familiares eran algo secundario para mi ahora- ¿El sabe de mi? -Una nueva pregunta, y menos sensible que la anterior, solo deseaba la información.

Holmes recogió la taza y alargó la mano para recoger un paño que le ofrecía el dueño, con el que empezó a secar delicadamente la mesa.

- No, volvió hace tan solo cinco años, y la cruzada contra el Sabbat seguía abierta. Presentaros hubiera significado obligaros a mataros el uno al otro. Aún a día de hoy, representáis polos totalmente opuestos, no voy a arriesgarme a perder un ayudante del Sheriff o a ponerme en evidencia delante de Halesworth... otra vez. - añadió, casi mascullando - Y no, él tampoco lo sabe.

Aquello me decepcionó profundamente, mi amado marido en vida seguía vivo pero defendía unas estúpidas ideas que en nada ayudaban al gran linaje de los cainitas. Observé como Holmes secaba la mesa, era un vástago paciente a pesar de parecer a todas luces un Brujah.

- Que siga siendo así por el momento -Respondí mas tranquila, mirando como el líquido era absorbido por el paño, después le miré a los ojos, seria y tranquila- Entonces usted me ofrecerá toda la información que pida a cerca de él -No era una pregunta, eran mis condiciones del trato.

- Ese es el trato. - asintió - Ahora mismo se encuentra investigando un local Tremere que ardió la noche pasada, junto con otros neonatos de la Estirpe. Por ahora no corren peligro, pero lo correrán. Y ha empezado a reconstruir vuestra antigua mansión. ¿Satisfecha por el momento? - había terminado de secar la mesa, y se secaba las manos con una servilleta.

¡¿Con que derecho?! Primero se olvida de mi, y después reconstruye la mansión cuando desaparezo... no debes ser mismo hombre que recordaba... claro que no.

- Por el momento... -Respondí sombriamente mientras en mi cabeza bullían mil ideas diferentes- ¿Fueron los cazadores quienes provocaron el incendio? ¿Verdad? ¿O es algo que no se ha podido determinar aún? -Extendí las manos hacia la tetera una vez mas, dispuesta a servirme otra taza.

- Puede hablarme también de lo que supone nuestro acuerdo para mi persona señor Holmes.

- Fue un mago, uno bastante poderoso. Sabemos que los Tremere cuidan de sus propiedades con múltiples rituales de protección, y él paso por encima de ellos como si nada. Aún le estamos buscando, pero va a ser complicado detenerle sin ponernos en grave riesgo, no estramos tratando con un recién despertado. - depositó la servilleta sobre la mesa, doblándola de nuevo hasta volver a su forma inicial - Para empezar, tan sólo responderá ante mi, por el momento. Para el resto seguirá siendo una Sabbat, así que cuidese de mantener la discrección. Si algo ocurre, si la interrogan, dirá que trabaja sola. Este café será el lugar de encuentro, y el dueño puede alojarla en la parte superior, que puede usar como piso franco. No abuse de su hospitalidad y no ponga el lugar en compromiso. Empezará investigando otro local que creemos ha sido atacado. El dueño, miembro de la Estirpe, lleva sin dar señales de vida una semana, pero la Reina no lo ha considerado importante por el momento. Se encargará usted. ¿Tiene alguna duda? - preguntó, mientras deslizaba una nota con la dirección del lugar escrita.

Serví la infusión una vez mas, con cuidadosa lentitud captando cada detalle que escuchaba de sus labios, estaban persiguiendo a un antiguo o una fuerza superior, lo suficiente para poner en jaque a esos estudiosos con sus rituales, el suceso me parecía de lo mas interesante.

- Me gustaría que me informase mas a cerca de el incidente con los Tremere. Tengo muchas preguntas -Dije con franqueza- Para empezar que es lo que debo buscar o que le serviría a usted de mayor utilidad, y por último una descripción del desaparecido, cuanto mas exhaustiva mejor.

La dominación hizo su trabajo implantándose de forma sutil en tu mente, con la sugestión de mantener la cohartada hasta las últimas consecuencias. No importaba cuánto te torturaran, mientras no rompieran el lazo de Dominación, tu dirías que trabajabas sola.

Holmes unió las yemas de los dedos en forma de triángulo, y te miró fijamente.

- Durante la última reunión de la Camarilla de la ciudad, supimos que el chiquillo del lider de los Tremere había sido asesinado en los subterráneos. En un principio se achacó al clan Nosferatu, pero hace poco supimos que los responsables habían sido los cazadores, unidos con una cofradía de magos. - hablaba de forma neutra, como si reprodujera un mensaje grabado - Ayer uno de los establecimientos Tremere de la ciudad fue atacado, y la Orden del Alba Dorada fue aniquilada en intercambio. Pero suponemos que estos no son ni de lejos los movimientos ignitores de la crisis. Quiero que busque relaciones entre los sitios a los que va a ir y lo que ya sabemos. El mago que buscamos, por la descripción, es un hombre calvo con un abrigo negro, pero probablemente, cuando la Sheriff Parr regrese, tengamos mas datos. No le busque por el momento, y si lo encuentra, no lo afronte. Primero debemos sopesar sus capacidades. Por último, si se topa con algún Nosferatu y le pone impedimentos, está autorizada a utilizar la fuerza bruta y a aplicar la Tradición de la Eliminación. En otras palabras, puede quitarlo de en medio si le disgusta, pero cuidese de no consumir su esencia, o su presencia sería demasiado obvia para la Sheriff Parr y no podría disuadirla para que no se enfrenten.

- Está bien -Suspiré mientras tomaba los datos del local en una servilleta, y el resto de detalles en mi cabeza, aquello me atrapaba en las putrefactas redes de la Camarilla, pero no había otra manera de averiguar el paradero y los planes de mi marido, que parecía haber cambiado tanto como yo en este tiempo, y que en otras circunstancias me habría causado gran dolor... pero ahora no, si algo me podía suscitar era rencor. Rencor por lo egoísta que había sido.

Jugaría a su juego, sería un peón mas, pero sería dueña de mis propios actos, y de poder hacerlo daría un golpe terrible a su institución... pero primero paciencia.

- Es evidente que usted había pensado este trabajo para mí, señor Holmes -Anuncié medio sonriente- Pensaba que aceptaría... no estaba equivocado, después de todo su persona no me desagrada tanto como debería, y me ha dado un verdadero motivo para trabajar para usted, pero cuanto mas se estreche este acuerdo, mas pediré, confío en que ya haya contado con ello.

Olfateé el té humeante, relajada a pesar de que había firmado un contrato con el diablo.

- Siempre que esté en mi mano y sea razonable, se lo daré. Los recursos como usted son valiosos, como piezas que juegan fuera del tablero. Y se apreciarlos convenientemente. - miró a su alrededor un segundo - ¿Necesita algo para moverse por la ciudad?