Partida Rol por web

- Si, supongo que puedo perder un par de horas más de sueño. ¿A dónde vamos? Southwark no es precisamente pequeño... - preguntó, cogiendo la chaqueta.

A la catedral - respondo enigmáticamente -. Preciso hablar con alguien -. Explico.

Si Daugherty no pone objeción, lo acompaño hasta el coche y, en él, nos desplazamos hasta Southwark, una vez en sus aledaños le explicaré qué debemos hacer.

- No sabía que te hubieras vuelto religioso. - dijo, mientras se ajustaba la prenda. En este mundo lleno de vanalidad, él era una de las pocas personas que te seguía tratando como a un humano, como a un igual. Y era reconfortante. No le importaba tu aspecto, no le importaba que tu sangre se hubiera tornado en algo que haría vomitar al más centrado. Simplemente, te aceptaba, mucho más de lo esperable, en especial siendo humano.

Cogéis el coche y os desplazáis a la catedral. No está lejos, y el lugar parece tranquilo en ese momento. Nadie se fijará en dos formas que se deslizan por el portón enorme de la catedral.

- ¿A quién buscamos? - el hombre ya sabía que debería ser la voz cantante con todo aquel que no fuera familiar con lo que Leroy... era.

Hoodchild - explico -. Es un gerifalte en la Catedral así que quizás no te sea fácil que te dé audiencia - mi mano huesuda gestualiza didácticamente -. Habla con los monjes de dentro, pregúntales a ellos; diles que Leroy está aquí, que trae un mensaje de Morgan para Hoodchild y que es preciso que hable con él privadamente... - explico - ...recuerda, sobretodo, nombrarle a Morgan: Quizás sea lo único capaz de hacer que Hoodchild acceda a reunirse conmigo - informo.

Suerte en tu cometido - deseo sinceramente - yo os espero aquí - muestro un oscuro rincón en los aledaños de la Catedral.

Tom se dirigió a la Sacristía, y al poco regresó.

- Dicen que no le han visto en toda la noche, y que no saben si volverá hasta mañana... - te informó, un poco desilusionado.

Lo trágico de hacer planes es que pueden torcerse...

Cavilo a la vez que un ácido retorcijón remueve mis inertes entrañas e inunda mi boca de un apestoso sabor como a metálico azufre... frustrado, demonios!

Ni mi plan con el ya inerte tipo de los aledaños del Royal Bank fructificó, ni la Chiquilla del Halley ha dado novedades... tampoco mis alternativas, Daugherty mediante, han resultado... tampoco mi última ratio con Hoodchild... todo en vano! Todo se tuerce! Me agito furioso.

Veamos - me dirijo a Daugherty - contemplo dos posibilidades, una más descabellada que la otra - me llevo las manos a la espalda, pensativo -. La primera: Que tu colega el embaucador nos haga el trabajito por 50 libras y mi agradecimiento eterno... - explico -. La segunda, más arriesgada, es que tú mismo interpretes ese papel... Personalmente si pudiéramos contar con asistencia personal de garantías lo estimaría preferible a actuar de modo amateur... - escruto a mi camarada, esperando que delibere la plausibilidad de mis propuestas.

- No... no creo que sea una buena idea que yo haga eso... - dijo, temeroso siquiera de decir el acto en voz alta, y más en suelo sagrado. Te ayudaría en todo lo que pudiera, sin dudarlo, pero exponerse de esa manera era demasiado para él - Creo que es mejor que hablemos con el tipo que te comenté. Si nos damos prisa, podría hacerlo durante la tarde de mañana.

La tarde de mañana... dudo un instante... eso va a retrasarlo todo un día entero, pero... qué opciones tengo???

De acuerdo - accedo - vayamos a ver a tu colega.

Regreso con Daugherty al coche, presto a que me guíe hasta la morada del embaucador.

Partís de nuevo justo cuando la quemazón de aquel lugar comenzaba a hacerse insoportable para ti. Desde tu última visita, parece que la santidad de aquél lugar hubiera aumentado. Os montáis en el coche y pronto se te conduce a un callejón oscuro en uno de los suburbios del este, sin que llegues a estar seguro en ningún momento el lugar exacto del sitio.

Desmontáis y un olor a rancio inunda tus fosas nasales, debe haber un carnicero, con genero de pésima calidad, en las inmediaciones. Tom te guía hasta una puerta de uno de los sótanos de aquel infecto rincón, y te muestra la puerta. El te había llevado allí, pero tú debías dar el paso.

Parado frente a la puerta, con tamaña inmundicia penetrando mis fosas nasales... Ja! Tiene su gracia que sea precisamente yo el susceptible... en fin!

Reflexiono la mejor alternativa de "aparecer" ante el embaucador: Podría simplemente llamar, entrar y formular mi petición pero... teniendo en cuenta que pretendo cierto trato de favor, estimo que mi entrada debe ser más... espectacular... me fundo entre las sombras y empujo la puerta, quiero entrar Ofuscado, ver qué hace ese tipo y, una vez lo tenga claro, aparecer ante él.

La puerta esta cerrada y bien cerrada. Solo se te ocurre que se pueda abrir desde dentro, y una rendija corredera se abre a la altura de los ojos, probablemente para ver antes de abrir. Por lo demás, no hay mucho más que ver. Es un sitio oscuro y recogido, ideal para negocios sucios.

Examino la puerta, tan sólida, segura. En los tiempos que corren se me antoja que sirva para proteger algún tipo de actividad criminal: Chusma que sobrevive a los malos tiempos a costa del resto... Homo homini lupus: El hombre es un lobo para el hombre, me dijeron alguna vez... Y si bien es verdad que yo no soy mucho mejor que ellos, acaso peor, eso no quita que deba andarme con cuidado con esta bazofia... Con lo fácil que hubiera sido que Morgan hechizara a alguien! La de problemas que nos hubieramos ahorrado! Suspiro...
Me cubro la cara con mis ropajes, dejando solo a la vista mis ojos amarillentos, enfermizos, golpeo la puerta con fuerza, tres veces.

Tras unos instantes, la ventanilla corredera se abre, y ves unos ojos que te observan.

- Que quieres. - preguntó una voz desde el interior.

Negocios - tajante -. Necesito hacer algo por dinero: Me han dicho que aquí es posible - mi tono deja claro que no tengo intención de delatar a quien sea que me ha indicado esa ubicación.

Un gruñido breve, tras lo cual se cerró la ventanilla. Unos segundos mas tarde el sonido de los candados abriéndose, y un crujido antes de que la puerta comenzara a moverse, herrumbrosa.

- Pasa. - se trataba de un hombre de edad media, pelo castaño y mirada pequeña, vestido con un sencillo jersey de cuello vuelto y unos pantalones de pana marrones.

Una vez dentro, el tipo te ofreció una silla, y se sentó en otra. Ni siquiera te miraba a los ojos, no fuera que descubriera algo peor de lo que ya imaginaba.

- Habla.

Tomo asiento y cruzo tórpemente las piernas, reflexionando la mejor manera de abordar el asunto que nos ocupa; definitivamente considero que, en este ambiente, es mejor no andarse con excesivos circunloquios.

Necesito vaciar una caja de seguridad en el Royal Bank - sentencio -. Me han dicho que usted puede ayudarme en un cometido en el que, obviamente, yo jamás iba a pasar desapercibido - informo -. No sé lo que hay en la caja - admito - pero los bienes que contenga es lo que menos me importa, puede usted quedarse todo el dinero que haya. Lo único que preciso es que quede vacía después de nuestra visita -. Lo miro con detenimiento, tratando de dilucidar si es el tipo de persona capaz de llevar a cabo la misión. Sea como sea, queda fuera de toda duda que no es alguien de quien me pueda fiar... por lo menos no por ahora.

El hombre pareció meditarlo durante un par de minutos, mirando al techo con aire pensativo.

- 100 libras, más el contenido de la caja. Sin vuelta atrás. - espetó, decidido.

Por un instante, me siento tentado a abandonar al sujeto y sus excesivas pretensiones... mas resulta tratarse de mi mejor baza para completar la misión así que lo reflexiono major y permanezco en la silla, cavilando la manera de abordar una negociación para la que no estoy especialmente dotado.

Entiendo sus... tarifas... - desconozco si esa es la manera de referirse al supuesto trato que nos ocupa - ...pero debe entender que los pactos conmigo no pueden funcionar del mismo modo al que està habituado - matizo -. No me malinterprete, valoro su capacidad; la requiero - explico -. Pero comprenda que haciendo negocios conmigo está usted recalando a un poderoso aliado que puede serle de gran utilidad en lo que a sus asuntos refiere - gestualizo.

Le daré 50 libras a los que sumar el dinero que contenga la caja - accedo - el resto de contenido lo valoraremos una vez esté en nuestro poder: Yo solo me quedaré lo que considere de sumo interès para mis intereses.