Partida Rol por web

Una vez fuera de la estancia, el viaje se hizo terriblemente corto, como un sueño ligero durante un viaje en mitad de la noche. El guardia escoltándote fuera de la Torre, el taxi de olor rancio, las calles de Londres a toda velocidad, con las luces de las farolas pasando como fuegos feéricos, mientras la nieve reflejaba la luz con pálidos toques en las aceras. Pronto volvería a nevar, pero en ese momento nada tenía demasiada importancia.

Únicamente el sentido común evitó que dirigieras el taxi hasta la misma puerta del refugio de tu Sire. En su lugar, el coche te dejó a dos manzanas del apartamento de Pitt, que recorriste a pie. Se trataba de uno de los nuevos barrios, reconstruido en el corazón de la City de Londres, al norte del Támesis, bajo custodia de la Sheriff Parr.

Poco después, te encontrabas en presencia de tu Sire, sentado en su estudio, con varios libros sobre la mesa. No los reconociste en el primer momento, pues no pertenecían a la biblioteca de tu Sire. Pero no era la primera vez que los veías.

La última vez que los habías visto fue en la capilla Tremere, en manos del mismo Primogénito. En definitiva, este era el último sitio en que esperabas buscarlos. Allí estaban, abierto y siendo ojeado por William, "Estudio acerca de la permeabilidad del cuerpo muerto en residuo espiritual". Y en la mesa, apilados con un cuidado descuido, "Estudio sobre cuerpos inanimados" y "Técnicas de contención espiritual", junto con a otro tomo sin nombre y encuadernación mucho más pobre que las de los otros tres. De hecho, no recuerdas este último en la mesa de Bainbridge la noche anterior.

- Te tomaste tu tiempo, Morgan. ¿Interrumpí algo importante? - dijo, sin levantar la vista del libro.

No era la primera vez que había pasado, pero difícilmente podía recordar eso. Como quien anda en una ensoñación, todos los momentos se entremezclaban unos encima de otros, en un todo sin orden ni concierto completamente armónico, que no merecía por tanto la segunda de las miradas. Sólo el condicionamiento logró que por inercia detuvieses el taxi unas manzanas antes del hogar, y sin embargo hasta eso se notaba forzado. Realmente las circunstancias le habían hecho abusar de la paciencia de su Señor. "Esos libros..." Permaneció sentado y no dijo nada hasta que no se le dirigió la palabra. No iba a cometer ese error de novato... aunque se podía discutir si había cometido otros. -Su Majestad quería unas palabras conmigo y mi compañía, Sire -dijo sencillamente- pero no salí de forma que fuera un insulto de nuestra sangre. Quería preguntar sobre aquellos libros, y cómo habían llegado de la mano del Primogénito Tremere a la suya: si estaban juntos en alguna pasajera intriga, eran el pago a favores desconocidos o habían llegado fruto de la incapacidad del Primogénio Tremere de sostener sus posesiones (y por ende, su cargo). -¿Requeríais mi presencia?

Pitt no levantó el rostro de su lectura. Simplemente habló, con tono inánime y desapasionado.

- Eso espero. - comentó, acerca de tu visita a las estancias de la Reina - Un corredor vino hace unas dos horas por aquí, portando consigo estos libros. Ni se identificó ni identificó a su maestro, pero no necesita mucha más presentación. Especificó que estos libros debían serte entregados, y que volvería a recogerlos en dos noches. Por lo poco que he podido observar, hay material aquí recogido para ocupar dos décadas de estudio, así que considero que su estudio debería acaparar vuestra atención cuanto antes. - levantó una mano lánguida y blanca para señalar los libros - Dos de ellos son primeras copias, y ese de ahí es un original. No imagino, ni siquiera teniendo en cuenta su procedencia, cómo ha podido ir a parar a Londres. - un gesto con el dedo atrajo tu atención al deslustrado tomo sin nombre - Por mi parte, los estudiaré también, pero no esperes una exposición sobre lo que obtenga.

Claro que no lo hizo, ¿por qué hacerlo? Eso sólo indicaría que la cosa había ido muy, muy bien... o muy, muy mal. Y no estaba dispuesto a apostar por la primera. Era un alivio, en suma.

-Entiendo, Sire.

No entendía nada. Aunque, bueno, si el Primogénito había estado estudiando esos mismos libros, y parecía entremezclado en el caso Mellon, quizá hubiera algo que pudiera ayudarles en todo aquello. Pero el tiempo era una cosa difícil de obtener en aquel preciso momento.

-Gracias -no hubiera querido decir más, pero, tenía- En cuanto al tiempo de estudio... me temo que estas noches se encuentra limitado.

Con todo eso de ataques al principal Eliseo, mutantes locos y magos no-muy-cuerdos-pero-más-que-leroy-al-menos.

Pitt levantó los ojos del libro, y te miró fijamente.

- Morgan, creo que no alcanzas a entender el valor de lo que hay en esta mesa. Lo entenderás cuando te dignes a abrir ese libro. - dijo, señalando con la mano vuelta el libro sin título - En esta ciudad hay varios vástagos que no dudarían en empezar una nueva guerra mundial con tal de poner las manos sobre ese manuscrito. Nos destruirían sin siquiera dudarlo un instante, incluso aunque la Reina estuviera presente en tan flagrante violación de las tradiciones. - su mirada era seria, no había atisbo de humor inglés en su voz - No se qué hiciste o a quién sobornaste para conseguirlos, pero serías un loco si no les prestaras la atención debida.

Aquello, en cambio, era malo.

"...?"

O bueno. No acababa de entender qué había pasado. ¿Era Bainbridge en pago a lo que consideraba "servicios prestados"? ¿O se los intentaba estar quitando de encima? Se preguntó si estaba dispuesto a enredarse en una trama que podía suponer humillación y condena de muerte sólo por la oportunidad de leer unos libros, y decidió que sin duda.

De todas formas, siempre podía decir que aquello tenía que ver con Mellon. Si había estado mezclado en esos asuntos sería cierto. Tangencial, técnicamente. Pero un tecnicismo le bastaba.

-Ya veo... -dijo, cogiendo los libros- Empezaré ya mismo.

Cuando saliera, se entendía. Aunque fuera por un gesto de Pitt con la mano que dijera "aire".

- Puedes estudiarlos aquí si lo deseas. Tengo cierto interés en estudiar un par de esos tomos. - comentó.

No parecía una orden. Pero decidió, cobarde o sabiamente (o quizá "o" no era la conjunción) permanecer allí y estudiar los volúmenes, bajo el fácil acceso de su sire. Realmente, no tenía problemas: incluso si los tuviera, dejaría de tenerlos. Así es como debía ser. Ese era el poder de la sangre de Veddharta.

-...¿desea que me retire a alguna habitación para hacerlo? 

- Puedes ocupar el estudio de la segunda planta, si lo deseas. - su mano señaló la escalera de caracol que subía a la segunda altura del refugio de tu Sire. El lugar tenía un tamaño basto, con ventanas bien aseguradas contra el sol, y todos los lujos que pudiera necesitar tanto un erudito como un hombre de negocios.

Recogiste los libros que no obraban en manos de tu Sire y subiste al estudio.

El libro es una primera edición, la imprenta de buena calidad y muy cuidada, fechada en el siglo XVIII. El texto esta firmado por Meerlinda, y el estilo de escritura es limpio y analítico. El texto se extiende durante centenares de páginas en las que se describen experimentos realizados, junto con la anotación de los resultados y sus conclusiones al respecto de los datos recogidos.

El libro comienza con un pequeño preámbulo:

El cuerpo, el material que encierra el potencial humano dentro del mundo terrestre. Este organismo, pese a su aparente simplicidad, esconde propiedades de una terrible trascendencia para el universo. No sólo es capaz de dar albergue a un alma humana, y le permite entrar en unión con ella hasta dotar a esta de un control total del primero, sino que también, para asombro de toda la creación, permite contener un Avatar, que dota a cada humano de una capacidad especial que puede ser desatada en cualquier momento. Los intentos de capturar un Avatar en algo distinto de un ser humano han sido infructuosos a lo largo de los siglos, pero la posibilidad sigue tentando una y otra vez a cada investigador de lo oculto. ¿Sería posible albergar un Avatar en una suerte de contenedor inanimado? ¿En algo que no requiera un cuerpo humano perenne? Por supuesto, la mera posibilidad de éxito en esta materia, plantearía todo un mundo de nuevas cuestiones al respecto, pero por el momento, nuestro estudio se centrará en desvelar si podría ser posible contener un Avatar fuera de un cuerpo humano, y sus posibles requerimientos.

Puedes seguir leyendo, o puedes pasar a otro.

Buen ejemplar. Dos siglos, bien editado, posiblemente una edición particular o universitaria, ninguna de las basuras que podría uno encontrarse por ahí. Si realmente le interesase podría ser la oportunidad para iniciar una búsqueda de ejemplares de libros, pero eso se lo dejaba a Tremeres codiciosos y el ocasional Toreador con un gusto más refinado que su degenerada e improductiva estirpe.

Empezó a profundizar en el libro tras la primera lectura somera. El preámbulo comenzaba ya haciendo un resumen... ah... prometedor.

Meerlinda. Se trata de un personaje cubierto por las brumas del ocultismo y el pasado. Maga del siglo XII, y prominente figura en su entorno. Escritora prolífica en estudios, según datan cronologías y registros de bibliotecas muy especializadas, pero realmente muy poco de ella ha llegado a nuestros días, ni que decir tiene que la mayor parte de ello esta oculto para la gran mayoría, siendo sus textos acompañantes de las sociedades ocultistas más exclusivas y poderosas.

De ella se apunta que se inspiró el personaje Merlín, de las crónicas artúricas del siglo XIII. Si el libro era veraz, se trataba de una edición de un texto cinco siglos anterior.

Por tu parte, conoces (sin haber podido llegar a poner las manos encima de ellos) dos textos más procedentes de un escritor que firmaba con el nombre de Meerlinda. Sin embargo, dichos textos datan del siglo XVI, por lo que sería imposible que fueran de la misma persona, a no ser que esta fuera un vástago. Estudios acerca de la naturaleza de la magia, por lo que sabes.

Lo que si conoces, de otros libros que pudiste ojear, es la existencia del término Avatar. Según las órdenes de magos mortales, el Avatar es la parte esencial que permite a un humano modificar la realidad, haciendo lo que el resto de mortales consideraría magia. La mayor parte de escritos desligan este Avatar a la propia alma, dando lugar a una supuesta dualidad en el interior de cada humano. Esta hipótesis cobra cierta verosimilitud con el hecho de que, de acuerdo con los registros, todo mago mortal pierde su capacidad de hacer magia cuando es convertido en vampiro. La mayor parte de menciones que recuerdas ligan directamente la existencia del Avatar con la propia vida. Un cadáver andante como lo es un vástago, no podría, por tanto, contener un Avatar.

Hummmmm...

Aquello era interesante. Por supuesto, consideraba que el trasunto de Meerlinda a Merlín era ridículo y más que posiblemente en la otra dirección, por razones que estimaba de lógica etimológica y quizás y sólo quizás influídas por una visión de "una mujer inspirando un mito, ridículo". ¿Recordaba vagamente que los Tremere se habían peleado por ella en su día? Sin éxito: si no recordaba mal llevaba muerta y enterrada siglos; aunque claro, con las brujas... si no hubo fuego de por medio nunca se sabe.

"..."

Había dos tratados más. Del XVI. ¿La habían vampirizado al final? ¿O era un seudónimo?

Los trasuntos sobre el Avatar le resultaban familiares. Había leído más de una vez sobre el término, en varios nombres, especialmente en relación con el Extraño Y Oscuro Eón que sería el prólogo a la Era de Acuario. No preocupaba demasiado a alguien que como él caminaba bajo los auspicios de la senda del cuervo, el primero de los pasos iniciáticos del Gran Mitra, bajo cuya admonición estaba protegido en el camino de la vida y la muerte, siendo el cainismo el puente perfecto entre ambas. Como fuera, muchos magos parecían considerar ese concepto del daemon como un dualismo en el alma, algo que impedía el uso de la magia en el vampirismo... ¡ingenuos! 

Se permitió una pequeña risilla condescendiente antes de proseguir con la lectura. Por mucho que la terminología le resultase pretenciosa en demasía y tan... convencional en sus absolutismos, la idea era interesante. Se preguntaba si podría estar ligada a la huella del kalava que algunos como los Adeptos del Camino y los arikelitas eran capaces de leer. No tenía forma de saberlo; conocía la teoría vagamente, mucho mejor que cualquier otro triste nonato, ciertamente, pero...

Siguió leyendo, pasando el tiempo en los libros.
 

El libro, una vez inmerso en él, relata una serie de teorías acerca del Avatar y la imposibilidad de contenerlo en cuerpos inanimados o cuerpos inertes. No se hace referencia directa a los Vástagos en ningún momento, como si la autora desconociera su existencia. Todo lo demás, en esencia, es la misma retahíla de los textos ocultistas, de los que has leído cientos.

Pero por supuesto, pronto descubres el patrón de escritura, y la cosa cambia diametralmente. Se habla del Avatar, y no se profundiza más en su naturaleza, no por desconocimiento, sino porque se obvia que el lector tiene una serie de conocimientos mínimos, como si su existencia fuera un hecho largamente demostrado. En su lugar, se dedica a documentar sus investigaciones en torno al otro sujeto de forma empírica: puro método científico. Elementos, ingredientes, cantidades, tiempos. En ningún momento se hace referencia a los típicos eventos ocultistas como lunas llenas, solsticios, alineaciones planetarias... Sino que el método es totalmente analítico. Perfecto para tomar como base en una nueva serie de experimentación, si se deseara.

Por supuesto, se documenta el fracaso a la hora de contener dicho Avatar en cualquier forma de contención no considerada como viva. Sin embargo si se documenta, en los últimos experimentos, la retención temporal de dicha esencia, medida con una suerte de aparato nombrado pero no descrito, un Medidor de Esencia. En el ultimo experimento, se consiguió contener dicha esencia durante veinte pulsaciones (la medida de tiempo utilizada al parecer por la investigadora), y para el cual se sacrificó a diez prisioneros. El logro se consiguió en un recipiente de un cristal especial, dotado de una capa de magnetita en el exterior, con varios tratamientos detallados con precisión en las unidades de medida de la época. A pesar de lo que se pueda pensar, se menciona que las muertes eran de condenados por el señor feudal de la zona, por lo que no se llamó la atención de ninguna mirada indiscreta.

Las notas anexas de dicho ensayo indican que el siguiente experimento tomará lugar en un lugar en el que se produzca un alto número de muertes en un corto intervalo de tiempo, en un intento de retener alguna.

El siguiente experimento relata un campo de experimentación improvisado en un asedio a un castillo enemigo. Se documenta el éxito a la hora de convencer al comandante del ejército de que asalte el castillo. Sin embargo, los resultados del experimento fueron negativos, pues las muertes, si bien fueron abundantes, estaban demasiado dispersas en el lugar del asalto.

No se documenta ningún otro experimento al respecto, dando por finalizado el tratado. Los motivos, necesidad de cambiar de lugar, debido a la ira del comandante y por ende del señor feudal, ante el estrepitoso fracaso del asalto a la fortificación.

Tipografía medieval y moderna clásica, pobres brutos ignorantes que daban todas las cosas por supuestas en lugar de trabajar sobre los conceptos. Ah, pero era el zeitgeist de la época. Pese a su simplicidad en esas ideas no podía descartar una obra terriblemente interesante... y compleja.

Una idea interesante de realizar. Le inspiraba cierta humorada un protocientifismo que descartaba ideas por resultar "mitológicas" cuando una misma acción-reacción que se repitiera podría considerarse también en un patrón científico, pero es el conflicto de siempre entre las ideas de la esencia magika y científica; como glorioso afín a la Más Alta Obra era consciente de ello si se ponía a pensar detenidamente... no era afín a esa clase de disquisiciones masturbatorias, pero podría hacerlo.

"Hmmmmm"

Muertes directamente relacionadas podían ser interesantes. Necesitaba más especificaciones sobre esa medida de pulsación: no era una teoría nueva, invocar un daemon mediante alteración de las líneas-ley, pero aquello era más antiguo, y más... directo. Risible en cierta medida también, pero así son muchas veces los pioneros en un campo.
 

No sabes cuánto pueda ser una pulsación. Para aquellos tiempos, crees difícil que se trate de una pulsación atómica o algo similar. ¿Podría ser una pulsación del corazón? La medida se te antoja inestable, aunque no se hace referencia a ello de ninguna forma explicativa. Sabes que el corazón varía mucho su ritmo de pulsación, así que podría ser de uno a un tercio de segundo.

No hay un patrón explícito entre víctimas, pero si se hace referencia a la "cantidad de Avatar" que contiene cada ser vivo. Los humanos, según se explica, son de lejos aquellos que contienen más de esta "sustancia. Así mismo, no se especifica en ningún momento que los humanos sacrificados fueran magos. Puedes asumir por tanto, dada la escasez de gente con este tipo de capacidades sobrehumanas, que no debían serlo, ninguno de ellos.