Partida Rol por web

¿Vienes, Leroy?

Asiento. Sumisamente y sin abrir la boca: En este mundo así funcionan las cosas y lo cierto es que la estirpe de Morgan está por encima de la mía, más en el estado actual de la situación.

Arrastro mi pierna al lado del Ventrue, sin preocuparme demasiado por el camino que tome Ernest, últimamente demasiado distante, como ausente; quizás sea mejor que se emplee en el preceptivo interrogatorio a Bainbridge o el tratamiento de la destrozada psique de Mellon...

Sea como sea, nuestros pasos sobre la nieve nos conducen al Royal Bank, a consumar un robo que, sin duda alguna, nos acarreará nuevos problemas. 

- Buenas noches, caballeros. - repuso la Arpía, y Dimitri procedió a cerrar la puerta e introducirse en el vehículo para llevarlo fuera de aquel lugar. Pronto, los tres se encontraron solos en aquel aparcamiento.

Ernest había asistido a aquel paripe en completo silencio, observando desde la distancia cual iba a ser la resolución de aquella conversación.

No se interpuso pues ya sabía de antemano que la Arpía no iba a ceder bajo ningún concepto. Después de todo, aquella experta manipuladora había recibido tal sobrenombre entre los vástagos por una razón y el Conde no tenía pensado rebajarse ante ella. Sabía que su posición como alguacil no podría imponerse sobre una antigua sin un mandato por parte de la Reina, y tal vez aun así el orgullo loco y desmedido de aquella Arpía se resistiría a ceder.

   - Hagan lo que quieran.- Les dijo a sus compañeros viendo como el coche se alejaba en la noche.- Mi deber es para con la Reina y no para con una Arpía ególatra que se cree que somos sus criados. Esa carta puede contener información vital o absolutamente nada y no voy a perder un tiempo vital en un encargo denigrante cuando ni siquiera podemos confiar en que esa mujer cumpla con su palabra.-

Justo cuando nos disponíamos a enfilar hacia el Royal Bank, Ernest sale de su ensimismamiento para declinar su participación en tan engorroso plan. Sus motivos están claros, mas no solventan el problema: La Arpía tiene algo que queremos y para conseguirlo debemos acatar sus exigencias.

Así... - al Conde - ...usted no quiere venir; está bien, no me parece mal - como si a alguno de los presentes le importara mi opinión -. Efectivamente, no sabemos cual es el contenido de la carta; ni siquiera si podemos fiarnos de esa... mujer - escupo esa última palabra -. Sea como sea, precisamente porque no lo sabemos y por lo delicado de la situación no podemos permitirnos pasar por alto ninguna pista, por descabellada que ésta parezca... no sé si en eso estaremos de acuerdo - incluyo a Morgan en la duda.

De todos modos - un gesto de mi mano aparta una invisible molestia frente a mi horripilante rostro - tampoco hace falta que vayamos los tres: Para el asunto que nos ocupa quizás entre Morgan y yo sea bastante para vaciar el molesto contenido de la caja de seguridad... - cavilo - incluso yo podría atreverme a hacerlo por mi cuenta y dentro - mi pulgar señala detrás mío, al Eliseo - queda mucho trabajo por hacer: Con su permiso... - no paso por alto el deber que siguen teniendo de capturarme - ...yo acudiré al Royal Bank e intentaré obtener la carta; ustedes pueden hacer lo que les plazca - incluso acabar conmigo si así lo desean...

Ernest. Ernest, Ernest, Ernest. Cuando empezaba a tener fé en usted. Una de las frases que ha dicho no es como las otras.

no podemos permitirnos pasar por alto ninguna pista, por descabellada que ésta parezca... no sé si en eso estaremos de acuerdo

-No, ciertamente -concedió- Está claro que ninguno de nosotros, o la Bolena, o el Primogénito, somos persona grata en la Estirpe estas noches. No confío en lo que alguien en esa posición, pese a que lo niegue, esté dispuesto a hacer. Es mucho más fácil cuando la presión mantiene las cosas en el lugar que debe.

¿Y Leroy quería ir a hacer aquello personalmente? ¿Mostrar su rostro ante la gente y arriesgarse a otra ruptura de la Mascarada? Ojalá la primera respuesta que se le ocurría no fuese "por supuesto que quiere".

-No siquiera tenemos que entrar ninguno de nosotros -recordó- Como dice el Alguacil aquí presente, tenemos mejores cosas que hacer que bailarle el agua a alguien que está a tres días de ser un cadáver político.

No dijo como nosotros, pero a aquellas alturas y con lo que había pasado estaba demasiado cerca de ser una perogrullada comentarlo.

Como dice el Alguacil aquí presente, tenemos mejores cosas que hacer que bailarle el agua a alguien que está a tres días de ser un cadáver político.

Así que Morgan tampoco accedía a la siniestra voluntad de Lady Bolena.

Siendo así - replico - y siempre y cuando me autoricen a ello - especial mención a Ernest, ya que aunque con su cargo aparentemente revocado, lo sigo considerando la mayor autoridad presente en el lugar - yo mismo daré cumplimiento al absurdo chantaje planteado por Bolena para traer de vuelta al Eliseo la misteriosa carta de Hoodchild... - que tan torpemente dejamos escapar - ...con su permiso, Señorías... - arrastrando mi pierna por la nieve, inicio el paseo que debe conducirme al Rotal Bank y, si nadie me lo impide, me dirijo a ese emplazamiento.

Dando, pues, por constatado que ninguno de los caballeros allí presentes tenía intención de acompañarme en esa empresa, me fundo entre las sombras para desaparecer de su vista, en medio de la noche.

Morgan no levantó la voz al ver que se desvanecía.

-Leroy -dijo- Por tu bien espero que no te hayas ido.

Y Ernest seguía teniendo el deber de responsabilizarse de aquello. ¡Valiente idiota! Había saltado a la "deducción definitiva" con las palabras que había oído, como lo había hecho con esencialmente todas las otras que había. Era como si el famoso poder de los Nosferatu que les permitía dar gigantescos saltos se aplicara en su caso también a las conclusiones.

Esperó, golpeando dons veces el suelo con los zapatos, tap tap. Sólo esperaría dos taps.

Como pasara en anteriores ocasiones, en el preciso instante en que me disponía a emprender alguna maniobra que desatascara la situación y, quizás, desembocara en el avance de los acontecimientos; uno de los particulares guardaespaldas asignados parece cobrar vida para interrumpirme. Otra vez. Decido darles una oportunidad. De nuevo.

Está bien - concedo -. Esperaré a que ustedes decidan qué hacer - apoyo mi espalda contra la pared, sin disimular mi impaciencia y malestar -. Cuando hayan resuelto me avisan - a este paso amanecerá, el Huésped eliminará Londres y seguiré esperando a que estos dos pasmarotes terminen de decidirse!

Asintió, esperando una respuesta de Ernest... que no llegó. Al parecer el hombre se estaba haciendo reservado, y sus ataques de sinceridad y corazón convirtiéndose en algo más parecizdo a una coraza de desentendimiento.

"Bien"

-Magnífico... -dijo, ante el acuerdo conjunto- Vamos hacia allá. Leroy, ¿cuánto tiempo le costaría encontrar a uno de esos pobres desgraciados que están viviendo en los sanitarios?

Morgan podía estar preguntando por deferencia al terreno y el dominio en él del Nosferatu o porque no quisiera acercarse a 200 metros del sitio después de su último recibimiento. Una de dos.

No me resultará complicado - sin atisbo de duda -. Imagino que El Plan será pedir a ese desgraciado que haga el trabajo por nosotros - separo mi espalda de la pared en la que me apoyaba -. Está bien, vayamos para allá y, cuando estemos en el lugar, le buscaré a un voluntario -. Enfilo mis pasos hacia el Royal Bank, presto a ejecutar una misión que se estaba dilatando más de lo que a mi me gustaría.

Al menos era capaz de hilvanar dos ideas juntas si no ponían en riesgo su pellejo y se le ponían muy juntas. oh, bueno, Nosferatu. Había sido irresponsable de su parte esperar que un neonato normal se pareciera a los sobresalientes especímenes que serían las figuras conocidas, aquellos capaces de superar su handicap y levantarse del lumpen de su raza.

-Cabal -asintió mientras se dirigían hacia el lugar- No nos acerquemos tampoco demasiado... coja a cualquier desgraciado de los que encuentre allí y prométale 10 libras pago inmediato tras la tarea junto con todo lo que pueda quedarse de la caja menos los documentos que puedan encontrarse en ella. No es conveniente que entre en el menor riesgo de violación de la Mascarada por el capricho de una estrella en desgracia.

Ni siquiera se le pasó por la cabeza tener que utilizar los dones de Caín para semejante tarea. ¿Y por qué debería?

Sin problema - afirmo -. Aunque deberá ser usted quien financie la operación - mi vida en las alcantarillas no me proporciona unos cuantiosos emolumentos.

Buscaré a su tipo - aseguro a la vez que barro, con la mirada, las calles cubiertas de nieve, buscando la familiar apertura que conduce a los refugios subterráneos en los que se ocultan los deshechos de la sociedad.

Llegado el momento, y si no pone objeción, entraré con el tipo para asegurarme que todo funcione como esperamos - sigo escrutando por la calle, algún lugar por el que colarme a las profundidades y encontrar a un candidato.

Hizo un gesto con la mano para quitarle importancia a eso.

-Sí, sí, sí -hizo un gesto con la mano para restar importancia- Por descontado. Y no, no entre con él: haría el resto inútil. Espérelo fuera. ¿Puede... camuflarse como humano de alguna forma?

No - con pesar, casi con dolor -. En esos casos suelo camuflarme entre las sombras para evitar sobresaltos entre tan delicados especímenes - explico.

Mmmmmmffff. Eso era un problema. No uno grande, pero...

-Ocúpese de que la persona no le vea entonces, y dele una libra, y la promesa de las nueve restantes cuando saque la caja, pagaderos en el mismo lugar donde le dio la primera -dijo Morgan, sacando unos cuantos billetes y tendiéndoselos al monstruoso subalterno de su subalterno- ¿Puedo confiar en que eso saldrá bien?