Partida Rol por web

No es de extrañar que no haya gente en la calle a esas horas. Lo que si que es más extraño para ella es la iluminación exterior, apenas hay algún rincón al que no llegue la luz del ocultismo cuando no lo puede hacer la luz de Ra. Mira hacia el oscuro firmamento. Se puede ver la luna, pero apenas se ven astros brillar, es como si una capa invisible envolviera el cielo y no dejara ver más allá.

Vuelve la vista hacia lo que tiene en las manos. Lo observa detenidamente y dobla por la mitad el conjunto de papiros que ha rescatado del cubo y lo acaba enrrollando. Quizás la de la portada fuera la nueva reina, piensa en que si quiere recuperar su poder debería hacerse con uno de esos magníficos carros metálicos.

No sabe hacia dónde puede dirigirse, donde puede encontrar algo con lo que aprender, algo o alguien que la ayude así que piensa en los felinos y su divino don para comunicarse con ellos.  Mientras va caminando hacia el otro extremo de la calle, medita sobre los cubos llenos de escombros, papiros arrugados y comida en mal estado y en por qué aquellos hombres se lo llevaban. ¿Para que querrían eso con lo mal que olía? Otros tiempos, otras costumbres.

Entró al callejón poco iluminado por el que habían salido espavoridos los gatos que habían captado su atención maullando. No se veía mucho allí, pero no se veía ninguna persona cerca. Se acercó sigilosamente a los gatos, que se entretenían con la cena que habían podido conseguir del cubo, y guardando una distancia prudencial para evitar que salieran por patas, intentó comunicarse con ellos - ¡Gatos! Necesito que me ayudéis a buscar mis pertenencias.

Los dos gatos bufan y maullan echándote de su calle - ¿Quién coño eres? ¡Vete! ¡No nos molestes! - Tenian frente a ellos varios restos de hamburguesas y patatas fritas, todo con una pinta horrible pero a fin de cuenta, propio de gatos. Eran gatos callejeros, sin hogar que proteger, habían perdido el espíritu de Bastet y costaría que colaboraran o se sintieran inspirados por ti. Uno de ellos era completamente negro por lo que apenas podías verle, el otro era más castaño y su figura se adivinó cuando echó unos pasos atrás para bufar.

Ese callejón estaba demasiado oscuro, dos paredes de completo ladrillo con escaleras metálicas que trepaban por ellos, la ventana más baja debía estar a unos tres metros de altura. - Nosotros no guardamos nada, ¡Largo!

Miró escandalizada a los andrajosos gatos. Era imposible que no fueran guardianes de nada, no eran dignos de ser la representación de Bastet. Tenían un aspecto descuidado y más que hambrientos, parecían desesperados por comer.

- Escuchadme, aunque no las tengáis vosotros, quiero que me digáis dónde pueden estar mis pertenencias. ¿Quién las tiene?

- No lo sabemos. No sabemos nada de ti ni de tus malditas cosas –Volvió a contestarle el gato que tenía peor aspecto.

Nefertaret no tenía ni idea de cómo encontrar la manera de que le ayudaran, de que le dijeran algo que le diese una pista de por dónde debería empezar a buscar - Gatos, decidme, ¿quién es el rey de esta ciudad? ¿Quién manda por estas tierras? Decidme dónde estoy – Miró hacia atrás donde el callejón tenía salida y de nuevo volvió la vista hacia los gatos. Estos no parecían muy comunicativos y o no sabían nada o no querían decirle nada. Intentó preguntar de forma diferente, quizás consiguiera algo – Parecéis conocer bien el territorio, ¿sabéis si hay por aquí alguna pirámide? - Dibujó una estructura formada por triángulos con sus manos mientras les preguntaba- ¿Conocéis a alguien que pueda ayudarme a aprender el idioma que habla la gente de esta ciudad?

Los gatos bufan y maúllan, no va a ser posible que te ayuden, vuelven a comer de su comida mientras te lanzan miradas y maullidos intimidatorios con tal de echarte de su callejón, echas unos pasos atrás, viendo como el camión de la basura desaparece por la carretera en la noche. Miras enderredor, esperando algo, el mendigo ya no está en su sitio, escuchas un maullido por parte de los gatos - ¡Cuidado! - Pero no evitas pegar un respingo y un sobresalto cuando en la salida del callejón, el mendigo saca una navaja y te espeta de forma violenta mientras te amenaza

¡ Uktaya &%$@ ! - ¿¡Qué carajo era eso!? Los gatos maúllan desde el callejón, pero el efecto de la lengua de Bastet ha pasado y el hombre mueve amenazadoramente el cuchillo cerrando una gran distancia entre tú y él.

Esos gatos no la quieren allí y no contestan a sus preguntas, espera que sea porque realmente no saben nada. El maullido de alerta del gato hace que Mefertaret se gire de nuevo hacia la salida del callejón, salida que ahora está entorpecida con la presencia del hombre barbudo y de mal aspecto que dormía en el suelo unos instantes antes. El grito que dirge el hombre hacia ella le es completamente indescifrable, pero teniendo en cuenta que al emitirlo alza amenazadoramete una especie de daga, seguro que no era nada bueno.

El hombre se iba acercando lentamente hacia ella. Nefertaret asustada retrocedió un par de pasos intentando salvar las distancias pero si seguían así, pronto se encontaría con el final del callejón. No sabía que pretendía de ella, así que alzó las manos mostrando sus palmas, y se acercó hacia él intentando pasar por su lado. El hombre no parecía querer dejarla pasar.

Y ahora que había intentado pasar por su lado parecía furioso. Cuando estaba a tan solo unos centímetros del atacante, éste estiró el brazo con el que empuñaba la navaja y se la intentó clavar. Ella no entiende nada, pero no puede evitar soltar un grito - ¡Nooo, para! ¡Ayudaaa! - El hombre parecía algo más inquieto que antes tras su chillido pero no baja el arma. Nefertaret se mueve hacia los lados intentando buscar un hueco por el que pasar y chillando la palabra que cree recordar haber aprendido en ese idioma extraño - ¡ADUYAAAAAA! - Nefertaret no se lo piensa ni un segundo más y arranca a correr por el lado opuesto al brazo del arma. Pasa por su lado y nota el aire de la navaja rozando su espalda, pero que no llega a tocarla, y sin mirar atrás sigue corriendo hacia la zona iluminada de la rueda gigante.

El asaltador no es capaz de seguirte, tus musculosas esbeltas y bellas piernas te transportan por aquellas calles hacia la zona de luces, atraviesas una arboleda llena de fuentes de agua y árboles, lleno de numerosos claros aquí y allá. Parece un terreno de entrenamiento para tropas, o tal vez los jardines reales.... en un cartel luminosos gigante aparece una cara sonriente [Colgate], y tras ella un edificio que te hace caer de espaldas mareada de la enorme altitud...

Te giras sobre tí misma en el suelo, no se escucha al ladrón ni parece que te haya seguido, sigues caminando, recuperando el aliento de la frenética carrera. Caminas hasta llegar a las luces, es un lugar totalmente desierto, estas luces no son como las de tu cámara (habitación), estas irradian luces singulares que parece que devoren el espacio, aunque en realidad es efecto de la luz en la oscuridad.

No hay absolutamente nadie, pero encuentras las atracciones encendidas, una noria, un tiovivo, varias barracas cerradas, una barraca especialmente grande y tres carpas. Al caminar entre ellas, en un lado apartado se encuentran las caravanas de los feriantes que ya en noche cerrada han recogido sus cosas, un perro alza las orejas al oírte trastear caminando entre las atracciones, es un perro grande y musculoso, nada que ver con lo que tú entiendes como perro, pero es el animal que más se le asemeja y entiendes que es otra raza

Al moverse un poco hacia ti puedes ver que está atado con una cadena realmente larga, no sería raro que en una carrera llegara hasta ti, la falta de luz te impide calcularlo. En el interior de las caravanas está oscuro, nadie parece despierto y el perro te observa con gesto curioso

Esas luces deben ser producto de la magia, es una iluminación muy viva e incluso de colores. Nefertaret no tiene la menor idea de que puede ser ese sitio. Se para ante una de las atracciones y con precaución, se acerca a lo que ha llamado su atención, primero toca uno de ellos y posteriormente sube a él. En esta ciudad eran raros, primero las frutas, ahora los caballos… se entretenían con realistas imitaciones de la verdad, pero eran sólo eso imitaciones. No lo entendía. Se dirigió a la parada de la derecha. Había una especie de enrejado que rodeaba unos telares, separados entre ellos, colgados a media altura. No pudo acceder a ellos. Había otro par de paradas cerca de esta, ambas cerradas. De la segunda se podía percibir un aroma dulzón, como de comida.

Tras pasar por la última carpa de ese solitario lugar, observó que había unas especies de carruajes como los que transitaban las calles, pero que además incorporaban una larga estructura trasera con ventanas y una puerta. Era de lo más extraño. Caminó unos pasos en dirección a la caravana y sin llegar a acercarse demasiado vio al enorme perro. El tintineo que acompañaba a los pasos del perro le hizo percatarse de que estaba encadenado. Ella se acercó igualmente, tenía curiosidad por saber que era aquello y ya que por aquella zona no había nadie, si curioseaba un poco, nadie podría pensar que está loca.

Rodeó la caravana. En el exterior había un par de mesas plegables y unas sillas, encima de la mesa no parecía haber nada útil. Se aproximó a la caravana de al lado. Estaba pintada de un color púrpura oscuro y tenía dibujadas unas estrellas. Al pasar por su lado sintió un escalofrío. Al otro lado quedaba otra caravana más. A simple vista de ninguna se podía ver su interior. A sí que decidió encaramarse a una de ellas, la más alejada del gran perro y mirar por una de las ventanas.

El perro comenzó a ladrar y tirar de la cadena de forma escandalosa, era un buen animal, fuerte y leal, nada estúpido para dejar que alguien husmeara por las caravanas. Nefertaret vió una persiana moverse en el interior de una caravana, era un aura débil, echó una ojeada en la oscuridad y desapareció dentro de aquella casa haciendo caso omiso al perro.

Amparada por la oscuridad te acercaste a una de las caravanas alejadas, la de las ¿Estrellas? (para nada, los egipcios no dibujaban las estrellas en 5 puntas... pero sí podías intuir por el dibujo que lo intentaban así) y miraste por su ventana. Había una única presencia en su interior, solo podías percibir su aura débil. Debías concentrarte para saber algo más, pero el perro te estorbaba.

En un parpadeo la figura se levantó de la cama sus ojos no se veían en la oscuridad pero su silueta miraba directamente hacia ti, sin moverse, al igual que tú, que te habías quedado por unos momentos sorprendida por aquel acontecimiento por otra parte esperable por los ladridos del perro.

Los ladridos del perro hicieron que se sobresaltara. Por suerte parecía que la cadena lo retenía lo suficiente como para mantener las distancias. El perro estaba armando demasiado jaleo, pero no pareció importarle a quién habitara allí. Para no causar más alboroto se alejó cautelosamente del perro y de la caravana que este vigilaba. Por aquella zona apenas se podía ver donde uno ponía los pies y a pesar de eso decidió seguir por ese camino hacia la caravana más alejada que antes había llamado su atención, la de color morado oscuro que parecía representar el cielo.

De su interior sólo obtuvo una débil percepción indicadora de que había una persona allí dentro. Miró por la ventana y vio como en ese preciso instante una silueta se levantaba y se plantaba ante ella, mirándola. Nefertaret se paralizó momentáneamente. Sólo las separaba el pequeño cristal. La había visto. Nefertaret pensó en salir corriendo de allí, pero sentía curiosidad, además, la mujer (o el hombre, no lo sabía del cierto) no parecía asustada ni querer hacerle daño. Al menos no había chillado, no había salido corriendo y no la había amenazado. Pensó en hacerle una seña o saludarla y tras dudar unos segundos no hizo nada y siguió caminando unos pasos, esta vez hacia la luz, intentando alejarse de los ladridos del perro y de esa extraña aura que había percibido. No sabía muy bien por qué, pero una sensación extraña la invadía y en lo poco que avanzó no dejó de mirar hacia atrás.

Se abre la puerta de la caravana, los ladridos del perro son gruñidos de advertencia para decirte que sabe que estás ahí, de la puerta aparece la silueta que musita unas palabras, no puedes entenderla pues habla bajito en la noche y ya te has alejado, pero entiendes fácilmente por el gesto de su mano abanicando el aire, que te invita a acercarte.

Te detienes unos pasos, y te hace aspavientos invitándote al interior de la caravana, puedes entender que está susurrando, pero ya bastante complicado es entender el idioma hablado como para entenderlo musitando en la noche
 

La puerta se abre y sale la mujer que antes se podía intuir a contraluz en el interior de la caravana. Aunque el tono de voz lo percibe tan bajo que no entiende lo que dice, se percibe una voz muy pausada y calmada. Ella se detiene y la mira. No sabe qué le está diciendo pero, por el gesto parece que la está invitando a acercarse. No va a entender nada de lo que esa mujer le diga ni tampoco va a poder responderle si le pregunta qué hacía mirando a lo que parecía ser su casa. Pero le da igual, siente curiosidad por ella y se acerca hacia allí ignorando los gruñidos del perro.

Te pregunta algo al acercarte, pero no le entiendes, vuelve a preguntar y te la quedas observando. Tras unos momentos observándote te hace el gesto de entrar y pasa al interior. Subes unos peldaños detrás de la chica y entras en la caravana, por dentro es como te imaginas, una casa pequeña. Se enciende una bombilla que acentúa las sombras y te señala un sofá, saca unos cachivaches de cocina y empieza a hacer algo.

Frente a ese sofá hay una mesa pequeña, hay una cocina de butano muy pequeña y un armario enorme, que debe ocupar 1/3 de la caravana sobre el que parece haber una cama casi pegada al techo. Antes de que te de tiempo a girarte ha hervido agua y ha preparado algun tipo de infusión.

Se sienta frente a ti en aquel sofá que rodea el uno de los rincones de la caravana y te ofrece un vaso, y empieza a preguntarte algo - ¿De donde eres? - La chica quiere intentar gesticularlo, lo repite de nuevo despacio y lo has entendido, ¡has entendido algo!

Nefertaret se sienta en el polvoriento sofá que se hunde bajo su culo. Está bastante bajo comparado con el de su nueva casa pero está a la altura perfecta para usar la mesa de enfrente. Observa la extraña y estrafalaria vivienda con ruedas. Es bastante oscura y pequeña, pero parecía hacerle apaño a esa mujer. Era una mujer que le llamaba la atención. No sabía qué le había estado preguntando, ni entendía por qué había sido tan amable de invitarla a pasar.

Cuando vuelve la desconocida, extiende la mano hacia el vaso y lo acepta inclinando ligeramente la cabeza, en gesto de agradecimiento. Cogió el vaso con las dos manos y aprovechó el calor que este desprendía para calentarse las manos. Se lo acercó y lo olisqueó disimuladamente. Olía bastante bien. Después de morir envenenada cualquiera se fiaba de una desconocida con un extraño brebaje, pero tenía que probarlo. Se acerca el vaso a los labios mientras que la mujer empieza a hablar y sorprendida de haber entendido lo que dice, retira el vaso rápidamente y lo deja sobre la mesa.

Está contenta. Al fin empieza a entender algunas cosas. No sabe muy bien cómo responder a su pregunta. No sabe si va a entender o saber dónde está su casa, pero lo tiene que intentar. Quizás ella pueda ayudarla – Menfis, Egipto – dice dejando un tiempo antes de proseguir, se señala al pecho y le dice su nombre – Nefertaret - luego vuelve a señalarse al pecho y hace un gesto con las manos y lanza un beso y dice el nombre de su esposo – Ahmose -  la mira a los ojos y le pregunta ella ahora -¿Quién eres? ¿Por qué me has invitado a entrar aquí? - Por la cara de extrañeza de la mujer, piensa que no la ha entendido, pero espera que sus pensamientos no sean certeros.

Inclina la cabeza suavemente y repite - Menfis, egipto, Nefertaret - Luego niega con la mano a tu beso y se toca el pecho - Dalila. Se queda unos momentos pensando y apura un poco más su infusión. Señala la cama que hay sobre el gran armario y la escalera que lleva a ella, pronuncia una palabra y hace gestos, entiende que no sabes el idioma y intenta explicarse lo mejor posible. Entiendes que te está invitando a ir a la cama. Desde luego es tarde, y ahora mismo sabes seguro que no recordarías el camino a tu propia casa, así que no parece descabellado.

Señala el vaso y intenta repetir otra palabra, pero tampoco la acabas de entender, desde luego, ánimo de comunicarse contigo tiene, que ya es bastante.

Está repitiendo su procedencia y su nombres sin problemas. Nefertaret sonríe y asiente tras escucharla. Respecto a la indicación de quién es su marido parece que no la ha entendido, lástima. Aunque en parte mejor, sería muy difícil explicarle que vivió hace más de 4000 años.

Nefertaret coge el vaso siguiendo las indicaciones de la mujer, y a modo de cortesía, bebe un buen sorbo y le sonríe tras tragarlo. No sabe mal y además ayuda a entrar en calor. Las noches en esa ciudad no parecían tan frías como en Menfis, pero se notaba la bajada de temperatura.

Señala a la cama y junta sus dos manos inclinando la cabeza sobre estas, haciendo gesto de dormir y le intenta dar las gracias por su ofrecimiento - Gracias Dalila -La mujer parece amable y comunicativa, incluso parece que la está invitando a quedarse a dormir allí. No le acababa de agradar la idea, pero si no quería perderse ni deambular por la calle, quedarse en casa de alguien que parecía dispuesta a ofrecer ayuda era la mejor opción. Ojalá la ayudara con sus dudas -¿Por qué Dalila ayuda a Nefertaret?

Dalila sonríe y asiente, es consciente de tu dificultad con el idioma y habla fácil para que puedas entenderla, gesticulando contínuamente cada palabra que dice- Yo Dalila, Yo.

Yo Woaaah Sueño - Así era fácil de entenderla, otro tema sería cuando aprendieras más palabras recordarlas todas de un día para otro. Pero sí, tenía razón. Era tarde y tenías sueño. No te había desagradado la idea así que subiste una escalerita y entraste en aquella cama, que por su cercanía al techo recordaba un ataúd.

Ella subió también, era ancha y cabíais perfectamente. Pero ella se junto mucho colocando su mano sobre la cintura de Nefertaret. Estaba bien, le hacía sentir cómoda y podría dormir tranquila esa noche. Sin embargo Nefertaret extrañó una cama más confortable, y los ruidos del perro le despertaron contínuamente.

Cuando despertaste te encontrabas sola en la cama, no había nadie en la caravana y te deslizaste como una lagartija fuera de ella. Sobre la mesa había unas tostadas, sobre ellas una nota con una clase de jeroglífico ininteligible, no se parecía a nada que conocieras. Desayunas tranquila hasta que empiezas a escuchar jaleo. Decides asomarte fuera de la caravana y solo sacar la cabeza te encuentras con Dalila y otra chica

- Buenos díaas - Dice haciéndote una leve reverencia. - Buenos díaas - Le imita la otra chica, debe ser el saludo, aunque no es como lo recuerdas en televisión Buenas tardes - Se parece bastante
 

La incomodidad del colchón se compensó con la confortabilidad que le reportó el contacto de esa mujer en su cuerpo. Esa noche durmió tranquila y bastante. Al despertar y ver que estaba sola allí, se levantó de inmediato y bajó de la cama de un salto.

En la mesa había una nota, dedujo que para ella, pero no entendió la escritura. Por los libros que había visto en su nueva casa, los jeroglíficos habían cambiado mucho. Cogió una de las tostadas y la mordió, ya no estaba caliente pero estaba buena. De fuera le llegan voces y ruidos. Se mete el último bocado de tostada y lo traga casi sin masticar para asomarse rápidamente. Allí fuera está Dalila hablando con otra mujer. Se percatan de su presencia y la saludan. Ella las mira y entrecortadamente dice lo mismo que ellas - Buenos días - Sale de la caravana y se las queda mirando con los ojos entrecerrados para poder ver algo con los cegadores destellos del venerable Ra. El perro sigue allí encadenado, ahora con la luz del día parecía menos feroz. No sabe qué hacer, si irse o quedarse. Se separa un poco de la zona de caravanas para entender la procedencia del jaleo. Por los alrededores todo se ve muy diferente a como estaba la noche anterior, está plagado de gente. Por entre las paraditas pasean parejas, grupos de jóvenes, familias... Todos parecen muy contentos y animados. Debe ser un evento o fiesta importante para el pueblo, todos comiendo manzanas con algo brillante, masas rosas esponjosas con palo y mazorcas de maíz.

Vuelve al lado de Dalila y se queda a su lado, mirándola y haciéndole ojitos para que le haga caso - Dalila enseña hablar a Nefertaret - le dice mientras simultáneamente intenta gesticular para que la entienda - Nefertaret aprender - vuelve a señalarse.

Dalila asiente, y parece que se despide de la otra chica. Rodea la caravana abriendo las ventanas de par en par y una brisa de aire empieza a pasar por el interior. Cuando vas a volver adentro Dalila te coge una mano y te arrastra suavemente fuera, bajando esas escalerillas metálicas.

Silla - Dice señalando un asiento, no te queda claro si se refiere al mueble o es la expresión para que tomes asiento o que la cojas. Te acercas y ella toma asiento en otra, con lo que la imitas. Parece entender que tiene que enseñarte el idioma, porque eres extranjera, no eres la primera ni serás la última que acude al circo desde un barco de inmigrantes ilegales.

Te sirve el agua, y cuando vas a tomar un vaso te lo retira diciendo Quiero agua. Cuando lo intentas coger te lo retira hasta que repites. Quiero Agua, en ese momento te dice Ten Agua, y te lo brinda. Repite el verbo quiero en varias cosas, con lo que vas aprendiendo los nombres de cosas y a la vez el uso del verbo quiero o ten. Es un lenguaje coloquial aunque no lo sepas, pero es mejor que no saber nada.

Paseais por la feria, te presenta a un par de personas, una de ellas va armada y parece ser de oriente medio - Marmath - Lleva un par de espadas, aprendes muchas palabras aunque necesitarás muchísima práctica para usarlas correctamente, además... no parece un idioma fácil

Silla - repite Nefertaret mientras se sienta. Parece que sus plegarias han sido escuchadas, parece que por fin ha encontrado a alguien que le enseñe el idioma y la puede ayudar.

Acerca la mano al vaso de agua que le tiende Dalila y no llega a replicar cuando se lo retira antes de que llegue a tocarlo, pero sí le ha sentado mal el gesto. Que la obligue a decir o pedir las cosas por su nombre va a resultar muy efectivo para ella, que está bastante bien acostumbrada a que se lo den todo incluso antes de pedirlo - Quiero agua - repite Nefertaret. Cuando Dalila le alcanza el vaso sonríe. Cuando tenga que pedir algo tiene que decir quiero y cuando la da tiene que decir ten. Había aprendido que era el agua, que era una silla, que era una casa y otras muchas palabras que esperaba no olvidar. Las fue repitiendo mentalmente durante un rato. Después lo intentaría de nuevo a ver cuantas de ellas recordaba.

Feria - repite por último cuando la joven le señala todo lo que tiene alrededor. Parecía una especie de mercado, pero era muy diferente a los de su tierra. Además no sentía que la gente fuera allí para aprovisionarse, parecía que estaban de fiesta. Quizás era la fiesta en adoración a alguno de esos dioses peludos de colores que había visto en la plca mágica.

Se encontraron con varias personas. De todas ellas la que más llamó su atención fue la muer de las espadas. Parecía una mercenaria o alguien de la guardia real, no lo tenía muy claro, aunque parecía no ser alguien a quién temer, parecía amistosa. Ojalá se hiciera ella con una de esas espadas. Tiró de las gasas vaporosas que formaban la vestimenta de su mentora y probó a decir unas palabras - Quiero espadas - dice señalando a las armas que lleva Marmath y haciendo el gesto de empuñar una.
 

Dalila parece traducir tus deseos a la chica de las espadas y después pone una mano entre tus pechos para hacerte retroceder un paso, un par de personas se colocan a vuestro lado a mirar como Marmath enseña una espada y la blande en el aire haciendo aquel sonido tan característico, después la levanta despacio y la invierte.... ¿Pretende suicidarse? Tu pulso se acelera cuando Marmath empieza a clavar la espada en su garganta, y no solo no sale sangre sino que la traga hasta la empuñadura para después hacer unos gestos con las manos

¡Uau... es un gran talento!

Marmath retira despacio la espada y saluda a la media docena de curiosos que aplauden a tu alrededor. Cuando se dispersan para seguir con los placeres de la feria y después de que Marmath y Dalila intercambien unas palabras te ceden una espada.  ¿Esperan que te la tragues?

La miras bien, no habías visto nunca una espada como aquella... a los beduínos del desierto aún le quedaban siglos para forjarlas cuando tus guerreros ya empuñaban el kopesh.