Partida Rol por web

Claro, el lugar del gato es la casa, su función es protegerla. Aunque es raro que prefiera quedarse en casa a salir a cazar, en su ciudad siempre que tenían ocasión salían.

Parece que no hay nada que le resulte de utilidad en esos libros. Los paisajes de los poblados que se muestran son muy grisáceos y se caracterizan por esas altas construcciones, parece que hay de esos por todos lados. Ojalá entendiera lo que ponía bajo aquellas fotos. Cierra el último de los libros que estaba ojeando y rasca al gato, mientras escucha lo que le dice - ¿El médico de los gatos te entiende? Eso me ayudaría mucho.

-No, no me entiende. Aunque me comprende mejor que mi dueña - Después de pensar en las palabras del gato, decide salir a la calle, pero para ello necesita algo con qué abrir la puerta.

Nefertaret rebusca por los armarios de la sala y encuentra algunos objetos largos y aplanados para intentar abrir la puerta. Prueba con varios de ellos, pero no dan resultado. La puerta está cerrada totalmente y parece maciza. Por mucha fuerza que aplicase sobre ella no iba a conseguir nada.

Se aproxima a la pared de cristal y, tras varios intentos, consigue que la puerta de cristal se deslice, abriéndose y permitiéndola salir a una especie de sala exterior que estaba enrejada a todo su largo. Probablemente como protección o para tener una forma de asirse para observar lo que había en el poblado sin precipitarse al vacío. La joven reina-faraón se asoma y mira la panorámica intentando ver algo que le dé una pista de hacia dónde debería dirigirse en cuanto consiga salir de casa.

Vuelve hacia dentro con el gato y le explica quién fue en un pasado – Soy Nefertaret y soy..bueno, fui la reina-faraón de Egipto hace muchos años. No sé como ocurrió exactamente pero alguien quería ocupar el puesto del faraón. Tal fue la ambición de esa o esas personas que asesinaron a mi esposo y a mi hijo, al igual que hicieron conmigo, me envenenaron, o almenos eso es lo que sospecho - Se sienta con él y lo acaricia lentamente mientras prosigue el relato - La respuesta a que ahora esté viva no la sé del cierto, pero supongo que los rituales que se llevaban a cabo en nuestras pirámides funcionan y me han permitido tener una nueva vida. Ahora simplemente quiero recuperar las cosas que me pertenecieron y que deberían estar en el sarcófa... en la caja en la que metieron mi cuerpo, en Menfis - Suspira y echa la cabeza hacia atrás - Ahora no tengo familia y sólo tú me entiendes. Necesito recuperar mis pertenencias, es lo único que me queda. Sabes – dice mirando a Miw con expresión melancólica – mi hijo era un gran amante de los gatos y siempre jugaba y traía a casa todos los que encontraba. Sé que no has salido mucho, pero ¿Conoces a algún gato callejero? – Nefertaret vuelve a las estanterías a buscar algún otro libro que tenga alguna imagen que le resulte conocida, pues los que ha dejado sobre la mesa no contienen nada de utilidad. Pero todos los libros que hay en el salón son de la misma temática: edificios, pueblos y telas de colores.

Cansada de buscar y no encontrar nada le pregunta al gato si hay alguna otra salida de la casa a parte de la que la chica ha cerrado con llave.

El gato bosteza e incluso se va duermiendo mientras hablas, crees que rascándole llamarás su atención pero no parece importarle nada tu relato - No conozco gatos de la calle - Miw se aparta de ti y a un lado del sofá empieza a lamer su pelaje para asearse - No hay otra salida, los humanos solo entran y salen por esa puerta

¿Para qué quieres tus cosas? Seguramente esté todo roto o se les habrán terminado las pilas si hace tanto tiempo que las enterraron, y por cierto, si lo que quieres es encontrar algo que está enterrado, deberías preguntar a un perro, no a un gato- Miw da un nuevo salto del sofá y con la cola erguida se dirige por la cocina a un rincón de la casa cuando se escucha un terrible y agónico maullido - MIAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAW

Vas hacia él y te lo encuentras sentado frente a su cajón de arena, visiblemente dolido por la terrible profanación - Esto es humillante.... - Miw furioso te conduce hasta el cuarto de baño en el que te señala un trono, aquí todo el mobiliario parece marfil, pero al tacto resulta más duro y frío, alguna nueva clase de mineral (si lo llegaras a romper reconocerías la evolución de la arcilla)

   Señalando el primer trono con sus bigotes te indica - Alzando esa cubierta hay un hoyo, en él haceis los humanos vuestras necesidades, después apretais algo en la parte trasera y todo desaparece en una cascada- Por supuesto Nefertaret no iba a sentarse en un lugar tan frío, pero si Miw decía que era esa la letrina... habría que hacerle caso. Lo tendría en cuenta para la próxima vez. Miw conoce bien el baño y de preguntarle podría dar varias indicaciones sobre para qué sirve cada cosa y como se activan con las vistosas y brillantes palancas metálicas. Ha estado aquí con su dueña un millar de veces observándola

Si los humanos tampoco te entienden vas a tener un gran problema ahí fuera - Miw tenía razón, leer se había revelado como algo totalmente imposible, pero la televisión podía serle de gran ayuda para entender el idioma

Al gato no parece importarle ni una palabra de lo que le cuenta, pero le da algunas respuestas útiles. Parece que en cuanto consiga salir de allí deberá apañárselas ella misma para encontrar algún gato más espabilado con el que hablar y conseguir ayuda. Pero el problema principal ahora era salir de allí.

¿Qué para qué quiero mis cosas? Pues… No importa para qué las quiero. Son mías y conmigo han de estar. Ahora mismo no poseo nada de valor, necesito mis bienes. Necesito mis joyas y amuletos. Necesito mis armas, mis ropas y mis ushebtis. Sí, ellos deberán servirme y protegerme. No creo que se hayan roto ni se le hayan gastado las pilas… ¿las pilas?¿Qué es eso? Además quiero comprobar algo, necesito ver mi antiguo cuerpo - Observa como el gato estira las patas delanteras, bajando la cabeza y alzando el culo, estira su musculatura y rápidamente sale de la sala. Nefertaret piensa en la sugerencia de buscar a un perro, pero iba a tener el mismo problema, no la iba a entender.

El tremendo y agónico maullido de Miw hace que Nefertaret acuda de inmediato a su lado. No ve a nadie ni nada que pueda haber causado daño alguno en el gato. Simplemente lo ves mirando la letrina, parecía ofendido - ¿Qué sucede? – Con desprecio y enfado el gato la guía hacia la sala blanca de la casa. Le señala uno de los tronos y le indica que ese es el lugar que ella debe usar. Lo mira atónita, quizás se ha molestado por qué la caja aquella es única y exclusivamente para Miw. Se disculpa modestamente y acciona el botón. El agua cae pero parece que solo por allí adentro, sin mojar nada del resto de la estancia - ¿Hacia dónde va?- le pregunta con curiosidad – ¿Para qué sirve eso? ¿Y eso otro? ¿Y qué es esa vitrina? – dice por último señalando a la mampara. No tenía muy claro el usar esa letrina, era de un material frío, parecía fayenza, solo que era de un color blanco reluciente. Además era extraño tener un espejo en esa sala, ¿para qué quería verse uno haciendo sus propias necesidades? Aunque suponía que tendría que acabar acostumbrándose a su nueva vida y a todo lo que la rodeaba.

Las últimas palabras de Miw, vuelven a bajar su ánimo. Pues era cierto que estaba en u mundo nuevo para ella, en el que había descubierto cosas muy útiles, como por ejemplo la letrina con cascada que le acababa de enseñar el gato, pero no saber el idioma suponía un gran inconveniente. Pensando en otro de los objetos nuevos descubiertos, se dirigió hacia el trono-cama y se estiró de lado para seguir aprendiendo todo lo que pudiera de la placa mágica.

Buscas a Bukanan entre los canales, pero no aparece por ningún lado, Miw marcha hacia la cama y se queda dormido mientras tú sigues en el sofá viendo la televisión. Todos hablan mucho y usan sonidos incomprensibles, esto va a ser imposible sin nadie que te enseñe. Como por arte de magia, tus deseos parecen ser escuchados

El canal se ha detenido mientras piensas una alternativa, unos sacerdotes disfrazados de sus dioses paganos bailan con los niños alrededor de los hogares, empiezan a bailar y a cantar de forma inteligible.

Pero... algunas palabras empiezan a tener sentido.

Un tipo disfrazado de un monstruo azul empieza a sacar cartulinas de colores, repitiendo el nombre del color. Esto ya era más interesante. Lo repite una y otra vez ROJO-AZUL-AMARILLO-VERDE-NARANJA-MORADO Otra vez ROJO-AZUL-AMARILLO-VERDE-NARANJA-MORADO - Enseña las targetas y entonces las enseña a unos niños que mientras el monstruo las señala, ellos repiten obedientes ROJO-AZUL-AMARILLO-VERDE-NARANJA-MORADO. Las enseña una vez más en pantalla y te echas tan hacia adelante que podrías caerte de morros ROJO-AZUL-AMARILLO-VERDE-NARANJA-MORADO.

El monstruo es muy feo, pero te da la certeza del significado de muchas palabras, aunque no sabrás si las recordarás todas, enseña una manzana roja y repite: LA MANZANA ES ROJA - interpretas fácil que manzana es la fruta y Rojo sigue siendo el color. Sigue con varios ejemplos que los niños repiten una y otra vez. Esto es exáctamente lo que buscabas, haces un par de preguntas al profesor, pero entonces recuerdas que la televisión solo da imágenes... lástima... deberías encontrar a ese monstruo azul por todos los medios.

Cuando éste desaparece de pantalla vuelven otros de otros colores, que cantan o hacen cosas diferentes, consigues entender en alguna ocasión alguna palabra que has oído del monstruo azul. Parece que el monstruo azul representa al Dios del Conocimiento.... muy diferente al Tot al que tú veneras, pero muy útil por ahora.

Cuando el programa termina, al igual que con Bukanan, le buscas por todos los canales sin éxito, hay canales de todos los gustos: de pelea, de animales, de médicos, gente hablando, gente hablando, gente hablando, dios a la gente de este tiempo les encanta hablar....  . Es tarde y te ruge el estómago, necesitas comer, y mucho, serías capaz de comerte una vaca entera, aunque no será el caso, tendrás que encontrar algo más nutritivo que esos cereales

Bastante decepcionada por  sólo poder ver gente que sólo hace que hablar y hablar  en un idioma que no entiende y encima no poder encontrar a Bukanan, se empieza a concienciar que la ardua tarea de poder aprender va a ser más difícil de lo deseado. Pero entonces parece que aún hay esperanzas para ella. Una especie de monstruos peludos y cantarines, quizás eran los sacerdotes disfrazados de los  dioses de estos nuevos pueblos haciendo rituales, parece que quieren compartir su sabiduría con todos los niños y aquellos que los observen.

El tipo de las cartulinas habla más despacio que la gente en los otros canales, sobre todo cuando parece querer remarcar algo, repitiendo el nombre y señalando o mostrando lo que dice. Es lo que ella más necesita ahora, es perfecto. Esa tarde el sacerdote de azul, pensó que sería un equivalente menos poderoso pero no por ello menos sabio que su adorado Tot, le había enseñado a nombrar los colores y algún que otro alimento u objeto común. También había aprendido el nombre de algunos de esos dioses a los que representaban, el que más le gustaba era el enorme dios de los pinchos –Espinete es rosa – dice en voz alta y sonriendo por haber identificado un color.

Después aparece otro un poco más siniestro vestido de oscuro al que le faltan casi todos los dientes y al que parece gustarle las flores aunque le hagan estornudar.

No se lo puede creer, este ser con sólo colmillos también enseñaba. Le mostró la numeración tanto escita como hablada. Nefertaret mira el mando de la tele y descubre que ya reconoce aquellos raros símbolos tan intelegibles para ella hace apenas unos instantes, son números.

Eeeee, no, no os vayáis. Tenéis que enseñarme más cosas – Nefertaret que se ha acercado a la pantalla a casi menos de dos palmos para ver el programa educativo, se retira de nuevo, para buscarlos. Le interesa casi más que el guapo y valiente Bukanan pero la búsqueda no surge efecto. De todos los programas que ve se queda observando el de los animales variados y otro en el que dos tipos enmascarados están encerrados en un cuadrado luchando entre ellos, recibiendo golpes de puñetazos, patadas e incluso algún que otro ataque con saltos. Parece que se están haciendo mucho daño, pero lo curioso es que no llegan a tocarse. Cuando acaba empieza un programa de gente seria y charlata sentada tras una mesa hablándole directamente a ella. Parece que en todos los canales están haciendo lo mismo, solo que diferentes hombres o mujeres son los que ocupan la silla tras la mesa. Cuando no entiendes algo, todo empieza a parecer aburrido y el aburrimiento lleva al hambre.

Su estómago ruge ferozmente. Se levanta del sofá y se dirige a la cocina, ve que Miw está dormido. No se había dado cuenta ni de que se había ido de su lado de lo concentrada que estaba en aprender. Una vez en la cocina busca por los armarios, pero no quiere más semillas dulces ni frutas, ella quiere carne. Necesita algo consistente, algo que la sacie de verdad. Abre la nevera y empieza a rebuscar. De lo que ve lo que más le apetece es el ave rechoncha que ya han desplumado previamente. Mira a su alrededor, pues parece que hacer un fuego ahí va aser complicado...Pero entones recordó al tipo del sombrero blanco y en cómo había hecho él su suculento plato.

Primero busca un cuchillo para abrir el pollo. En un cajón encuentra muchos, pero son demasiado pequeños. Rebusca por toda la cocina y finalmente se da cuenta de que lo que buscaba lo ha tenido delante de sus narices todo el rao. Se acerca a la encimera de al lado del fregadero y de un soporte de madera coge un gran cuchillo de cocina. Lo observa al trasluz, está muy afilado, aunque está claro que no es obsidiana. Abre el pollo y de la nevera coje al igual que había hecho el cocinero de la tele una cuña de queso, la trocea y mete los dados de queso en el pollo. También coge una naranja y hace lo mismo. Solo que está vez, primero comprueba que sea fruta de verdad y no como la del cuenco de la otra sala. Le parece que con eso no será suficiente, así que también coge un calabacín y un pimiento y los hace tiras sin quitarle la piel. Ya estaba casi todo listo. Solo tenía que meterlo en el armario de tapa de cristal y ya estaría listo. Nefertaret abre el horno, coge el pollo con las manos y lo pone sobre la bandeja. También con las manos y dando un par de viajes mete todas las verduras cortadas y las coloca alrededor del pollo. Cierra el horno y apreta el botón. Se enciende una luz de dentro. Ahora solo habría que esperar a que el aparato hiciera su magia.

Tras cinco minutos, Nefertaret comprueba si su comida está hecha y ve que no es así, aunque al abrir la puerta nota como hay calor ahí dentro. Vuelve a cerrar la puerta y mientras aquel lento aparato mágico cocinaba para ella coge el cartón de la leche que ha descubierto antes y se llena un vaso. ¿Acaso en este nuevo mundo no tenían cerveza o vino? Tendría que conformarse de momento con ello. Después de una larga y ansiada espera para ella, la carne ya parecía haber cogido color y las verduras también. Nefertaret introdujo la mano en el armario del calor y la sacó al instante. Necesitaría algo para sacar su comida de ahí sin quemarse. Era extraño y misterioso, era como un fuego invisible. Nefertaret cogió uno de los trapos que había colgados en la puerta del horno y sacó la bandeja. La situó sobre la encimera y se sentó en unas de los taburetes que había allí, dispuesta a deborar su plato. Estaba un poco soso, pero podía comerse. Era una carne tierna y con el hambre que tenía le pareció una delicia.

Cansada y agotada tras tu primer día en este nuevo mundo vuelves al enorme camastro del que te levantaste la primera vez, Miw descansa en él en un rincón y tú te tumbas en él a descansar sin darte cuenta que cada segundo que pasa y posicionas tu cuerpo para echarte en el jergón te hundes más y más en el agotamiento entregándose al mundo onírico.

El calor te despierta, abres los ojos en el camastro blanco rodeado de velos de seda, en la enorme sala adornada de vasijas de oriente y estatuas de oro. El calor es abrasante y tu piel está cubierta de diminutas gotitas de microsudoración. Tus pies se posan sobre la alfombra de mil nudos por pulgada siendo éstos masajeados por la más exquisita calidad del mejor tejedor que arabia pudo presentar.

Tus pies descalzos pasean por el suelo de piedra de tu palacio al sonido del arruyo del agua en el jardín cercano a tu cuarto, al llegar a las columnas, separado por varias telas para separarte del calor se encuentran los verdes jardines de palacio, unas sirvientas recogen el agua directamente de allí y se inclinan al verte asomarte.

Detrás tuyo el sonido de unos pasos firmes...

07.00am

Te despiertas creyendo haber oído algo, la luz de Ra se filtra poderosa por el ventanal, te sientes descansada más la reminiscencia de tus sueños te hace anhelar los recuerdos de lo que para ti, fueron el día anterior. Miw ha cambiado de lugar y posición, se encuentra acurrucado frente a tus piernas y no se ha inmutado cuando te has semiincorporado somnolienta para mirar a tu alrededor

Escuchas claramente como alguien manipula la cerradura de la puerta principal, te levantas con cautela y te acercas a mirar, la chica de ayer ha vuelto, con un par de bolsas que deja sobre la mesa del comedor. Solo unos metros te separa de ella, se ajusta las gafas y se dirige hacia el cuarto con movimientos firmes, seguros y calculados.

Sabe que solo es un sueño, sabe que ahora ya no puede disfrutar de los placeres de palacio, ni de su gente, ni de sus paseos por los jardines con su fiel consejero. Pero la hace sentir tan viva como lo estaba en aquellos tiempos y el encuentro que no acaba de tener lugar parece tan real… querría seguir soñando pero un ruido la ha despertado.

La luz que atraviesa los resquicios de la persiana hace notar que ya ha amanecido. Se siente descansada, recuperada. Al incorporarse advierte la presencia de Miw frente a sus pies, dormido. Si el gato estaba ahí, el ruido lo había causado otra persona.

Nefertaret se acerca sigilosamente a la entrada de la habitación para ver que podría haber sido y rápidamente comprende que el ruido era el de la llave abriendo la puerta. Observa como la chica rubia que la visitó el día anterior atraviesa el umbral y deja sobre la mesa dos especies de sacos pequeños y poco abultados. Si esa era su casa, ¿por qué entraba y salía cuando le entraba en gana? Era inadmisible.

La chica se va acercando cada vez más a la puerta. Duda si esconderse en el armario o mostrarse ante ella. En pocos segundos la joven ya está casi en la puerta de su habitación y ella ni se ha movido, por lo que esconderse ya era inviable. Se vuelve a la cama y se tumba junto a Miw haciéndose la dormida. Nefertaret escucha los pasos alejarse. No la ha intentado despertar, parece que su estartegia ha funcionado. Entreabre uno de sus ojos y, en efecto, la chica ya no está allí. Desafortunadamente aún no se ha ido de su casa. Se escucha un ruido en la cocina, seguramente esté sacando las cosas que traía en las bolsas. Nefertaret tiene la esperanza de que acabe rápido lo que quiera que esté haciendo y se marche de una vez. Si hoy vuelve a hablarle en su idioma pensará que está loca o que algo va mal. No quiere que la descubra, no sabría cómo explicar lo que ha sucedido.

Empieza a murmurar algo desde la cocina y Miw se despereza poco a poco ronroneando, mientras la chica va aumentando el volumen de su voz Miw se pasea por la cama sentándose de espaldas a ti paseando su cola y su trasero por tu cara. Te echas hacia atrás y el gato se gira para volver a la carga contra ti. Estás a punto de usar tu magia para decirle que te intentas hacer la dormida cuando los pasos se escuchan inesperadamente cerca.

La chica irrumpe en la habitación y cierras los ojos rápidamente, tras unos segundos de meditabundo silencio la chica empieza a vociferar con tono calmado apartando a Miw suavemente, acompañándole para que baje de la cama de un salto y dando un tirón de tus sábanas. No puedes evitar entreabrir los ojos para ver como Miw emprende la huida de la habitación mientras la mujer mueve unos pequeños pergaminos amarillos garabateados frente a ti.

Miw maulla desde el otro rincón de la casa, algo totalmente irrelevante para la chica que pega el dorso de su mano a tu frente y frunce los morros volviendo a levantarse, estirando los brazos hacia ti y haciendote un ademán de cabeza hacia el salón.

La chica empieza a hablar desde la cocina, despierta a Miw. Pero la chica parece que vuelve a venir rápidamente sin dejarle la oportunidad de decirle al gato su plan, una lástima. Cuando la chica vuelve a entrar en la habitación sigue haciéndose la dormida. Ojalá vuelva a funcionar.

Pero no, parece que no. Primero saca al gato de su lado y luego empieza con ella. Entreabre muy ligeramente los ojos y la chica no deja pasar la oportunidad para enseñarle los pequeños pergaminos amarillos. Parece que la mujer que era antes de ocupar ese cuerpo tenía algo que hacer y la chica lo estaba tomando por un olvido. Insiste sobremanera en que la siga al salón. Nefertaret suspira y la sigue hasta allí.

Mientras se dirige al salón echa un buen vistazo a todas las superficies en que la chica hubiera podido dejar las llaves. No tiene del cierto que sean esas que acaba de ver, pero muy probablemente sí. Unas llaves asoman por el bolsillo de la americana que la chica de gafas ha dejado colgada cerca de la puerta. Está bien saberlo, no le gusta que la encierren y menos que una desconocida para ella coja sus pertenencias.

Se acomodan en el sofá. No está entendiendo nada de lo que le dice. Pero bueno, que si ella comenzara a hablar le pasaría exactamente lo mismo. Así que lo único que podía hacer es quedarse atenta a cada uno de sus movimientos y gestos para captar alguno de ellos e intentar interpretar lo que esta chica quiere de ella.

Eres lista y paciente, y le sigues con sumisión sin tener muy claro qué puede querer de ti, pero sí, parece que tenías algo que hacer con los papiros amarillos y por supuesto no lo has hecho, al fin y al cabo debes estar en el cuerpo de una ciudadana más. Te detienes a reparar en ella, lleva un vestido no muy diferente del tuyo, de colores oscuros, y aparte de las gafas va engalanada con pendientes y un par de anillos de oro y una pulsera metálica. Las modas no cambian tanto al fin y al cabo, quizá lo más distinto sea el calzado, unos zapatos de tacón alto, no parecen difíciles de llevar, pero sí un poco feos.

Tus ojos vuelven a subir por sus largas piernas, en sus manos ahora tiene una cartera de la que empieza a sacar tarjetas y fotos que te enseña, esperando que digas alguna palabra acerca de ellas, pero obvio de tu boca tan solo puede salir - no te entiendo - en el Alto Egipcio tan reservado a la clase alta de los más ricos dirigentes del imperio más poderoso del mundo

La chica se levanta y se pasea por el salón. Busca en tu estantería y saca unos papiros que ojea antes de dirigirse al teléfono y marcar un número, tras decir varias palabras cuelga el teléfono y vuelve a marcar, la operación se sucede durante un rato

No puede dejar de intentar descifrar lo que le está diciendo la joven de las gafas, pero no hay manera. Por lo menos ha sabido guardar bien las apariencias durante un rato y parece que no sospecha que no es quien realmente parece ser. Aunque cuando le empieza a hacer preguntas sus esperanzas de que la dejara en paz y se fuera se ven mermadas. Responda lo que responda, no la va a entender y las pocas palabras que ha aprendido no tendrían sentido alguno para explicar su situación.

Nefertaret observa en perspectiva desde el sofá cómo la chica se levanta y rebusca en las estanterías para sacar unos papiros.  La ropa que lleva no es muy diferente a la suya a excepción de los lúgubres colores que viste y ese extraño calzado que parece tan incómodo de llevar. Se fija en que la chica lleva oro y otras piedras preciosas en sus orejas. Se plantea que pueda ser miembro de la actual familia real, aunque en la placa mágica muchos llevaban oro y collares con abalorios y piedras preciosas. Le daba la sensación que ya no era un bien de prestigio como antaño.

La chica que empieza a apretar los botones del aparato de voces, habla con alguien. Por lo que parece ha hablado con diferentes personas, y sigue haciendo lo mismo. A Nefertaret se le está empezando a agotar la paciencia que ha tenido durante toda la visita de la chica, quiere saber qué está haciendo, con quién está hablando y qué le está diciendo y preguntando. Y  es por eso que aprovecha la ocasión para coger la fotos y notas amarillas y preguntarle al gato - ¿Sabes algo de esta chica y qué quiere que haga con estas notas amarillas? ¿Conoces algo o alguien de estas imágenes? - Empezaba a estar un poco desesperada y no sabía bien bien qué hacer, así que aprovechó la distracción de la chica para acercarse a la puerta, e intentando no hacer ruido, sacar las llaves que había visto antes asomando por el bolsillo y esconderlas debajo de la almohada de su habitación y volviendo rápidamente hacia la sala en la que la chica aún hablaba por el misterioso aparato de voces.

Tras tu pregunta Miw acerca el hocico a algunos de los post-its que ha dejado la chica sobre la mesa del comedor y maulla molesto mientras tú te escabulles y rescatas las llaves para meterlas bajo la almohada, cuando vuelves se empieza a lamer el pelaje - No tengo ni idea, no presto atención cuando intercambiais papeles - Parece que ni siquiera él se ha percatado de tu breve incursión por el comedor, o no le ha dado ninguna importancia.

La chica aparece de forma súbita sobresaltandoos a ambos, te coge de la barbilla de forma agresiva para mirarte a los ojos y la apartas de un manotazo, responde algo muy molesta, Miw encara las orejas hacia ella poniendo sus patas traseras en tensión, la chica definitivamente abandona la estancia recogiendo sus cosas y marchándose por la puerta.

¿Qué ha pasado? - Preguntas a Miw

He notado peligro - Miw vuelve a lamerse el pelaje con total normalidad. Por supuesto, es un gato del hogar, y su deber es proteger esta casa. Algo ha estado a punto de ocurrir. La casa se queda en silencio y echas un vistazo a la puerta del dormitorio, sintiendo la presencia de las llaves como una llamada a la libertad al mundo que hay ahí fuera. Pasaste el día anterior encerrada y estás bastante agobiada, pero por otro lado, la llamada de la razón, la necesidad de seguir buscando en la caja de voces, la necesidad de tener algunas palabras más... para no estar perdida.

En la cocina, cuando decidas entrar a por algo de comer, te esperan dos sandwitches vegetales ya preparados sobre un plato junto a un enorme vaso de zumo de naranja, sin duda, preparados por la chica mientras te hacías la dormida.

Coges el mando a distancia entre tus manos, no sabes bien que hacer, tienes la posibilidad de salir pero te da miedo la certeza de no saber comunicarte y la posibilidad de ni siquiera poder volver al piso franco. Miw se sienta en el suelo frente a ti observándote, toqueteas el mando y das a un par de botones, aún pensando en qué hacer y tu mente queda totalmente en pausa ante tu programa favorito.

BayWatch

En el episodio de hoy parece que Buchannan persigue a unos tipos para quitarles algo, Mike un tipo también fornido con un bigote rescata mientras a un niño del mar – Debes perderte un trozo muy a tu pesar para poder apaciguar tus rugientes tripas e ir a la cocina en busca de algo de comer, donde con sorpresa y satisfacción encuentras los sándwiches y el  zumo preparados.

El pan de molde es muy tierno, y la mayonesa está en un punto justo para que no se pueda derramar ni una gota. El zumo sigue teniendo un sabor peculiar. Los comes rápidamente y vuelves al sofá –

Al capítulo le sigue otro en el que las chicas se engalanan para ir a una fiesta. Los vestidos largos los ves iguales que el tuyo, pero con muchos estampados así que deduces que no hay un estilo definido para las mujeres, sin embargo los hombres sí van todos de traje y pajarita o corbata, así que se adivina que es la vestimenta para fiestas. La fiesta en la playa es estupenda, y todos se acercan a una barra gritando: ¡Un mojito!;  para recibir la bebida que parece gustar a todos. Con expresión bobalicona señalas algunas cosas intentando recordar palabras - Roho... azzul, verde,

Vuelve a terminar, esta vez no les buscas por varios canales, sabes que no les encontrarás de nuevo. No quedas más de un minuto buscando, al fin y al cabo, la televisión no es divertida, no entiendes qué dice y tienes que mirar constantemente elucubrando el contenido o la finalidad de las imágenes.

Te levantas del sofá y te diriges a la puerta, tomas aire, detrás de ti Miw se levanta mirándote, maulla, no le entiendes pero la magia ha perdido su efecto y no parece ser nada importante. Posas la mano sobre la puerta y la abres.

Hay un pasillo largo, cierras la puerta tras de ti y avanzas por él, hay varias puertas cinco de madera y dos dobles metálicas, unas anchas escaleras descienden hasta el infinito y el silencio es completamente sepulcral

¿Peligro? – pregunta viendo como el gato pasa de estar tenso  a relajado con total normalidad. No le da mayor importancia al asunto. Imagina que la chica debe pensar que está enferma o que ha sucumbido a los encantos de las bebidas ceremoniales, bebidas que echaba en falta. La chic se marcha de la casa desistiendo y dejándola tranquila de nuevo, pero está demasiado tranquila, más que tranquila aburrida y la posibilidad de salir a un nuevo mundo exterior completamente desconocido para ella es muy tentador, pero el hecho de conocer el idioma y las costumbres la repelen por completo y la devuelven a la realidad en la que lo primero que debe centrar sus esfuerzos es en aprender, aunque tenga que ser con la extraña caja de voces e imágenes.

Rápidamente cae bajo la hipnosis de la placa mágica, Buchanan y sus amigos están en ella ahora. Después de haber repuesto fuerzas con la comida que le ha preparado la chica de las gafas y en cuanto desaparecen de la pantalla esa gente tan atarctiva se decide a conocer algo más allá de esas paredes.

Ante ella hay un largo corredor con puertas similares a la que acaba de cerrar tras de sí. Se pregunta si le pertenecerán o bien serán otras casa como la suya pero de otra gente. Al fondo hay unas escaleras pero lo que más llama su atención son las altas puertas metálicas que hay en la pared de enfrente. Se acerca a ellas y las toca, no tienen pomo y no se corren aplicando una fuerza normal. Observando con detenimiento cerca del marco de esa doble puerta hay un botón. Lo aprieta y adquiere un tono luminoso - Verde - dice intentando recordar el nombre del color. No pasa nada, ahí no había nada que poder ver. Dirige su mirada hacia las escaleras cuando oye un campaneo leve. Se gira de nuevo hacia las puertas metálicas y ve como se abren lentamente hacia los laterales. Da un paso hacia delante y echa un ojo al interior. Paredes de espejo, suelo negro, y en un lateral más botones, pera más. Repentinamente las puertas empiezan a cerrarse solas. Antes de que se cierren echa un paso atrás y con su cuerpo bloquea la entrada impidiendo que estan se cierren. Las puertas vuelven a brirse y Nefertaret puede salir de esa extraña y diminuta sala.

No le ha gustado nada que las puertas la intentaran dejar encerrada, se aleja de ellas y se decide a subir por las escaleras. Son amplias y tienes una barra metálica al lado, curioso, aquello era muy útil para descansar el peso y ayudarse a subir. Tras subir dos tramos de escaleras vuelve a encontar un pasillo idéntico al de la planta superior, con la misma cantidad de puertas de madera y las puertas metálicas en la misma disposición. Sube otros dos tramos de escalera y lo mismo. Todo aquello le parecía irreal, ¿cuantas plantas tendría aquella construcción? No tenía ni idea, pero lo mejor sería deshacer el camino subido. Una vez en la planta de origen decidió ir hacia abajo. La construcción estaba elevada pero teniendo en cuenta la altura de los techos, no habría más de 6 dobles tramos de escalera hasta abajo, así que decidió bajar. Durante el trayecto no oyó ni vio a nadie excepto cuando llegó abajo. Esta zona era diferente al resto de plantas y en el centro había un hombre alto y de tez morena vestido con una camisa blanca y otra prenda sin mangas encima, le recordaba a la indumentaria de los que servían las bebidas en la placa mágica. Asomó su cabeza tras la esquina de la pared intentando no ser vista y echó un vistazo a lo que tenía delante.
 

Una sala con butacas y pequeñas mesitas frente al receptáculo de madera tras el que se encontraba agachado el hombre buscando algo, y unos cajones de madera con plaquitas metálicas que tenían alguna inscripción y contenían papiros o eso parecía. Al fondo había otra puerta, pero esta vez de cristal, parecía que el uso del cristal era algo común en las edificaciones de esta época. A través de ella se podía ver el exterior, la calle, pero no se atrevía a salir teniendo a ese hombre vigilando y yendo descalza. Se volvió hacia atrás y subió corriendo los 6 pisos que había bajado para volver a entrar en su casa. Pero la puerta no se abría. La aporreó intentando que la escuchara Miw y la ayudara abrirla.

6 - No sabes bien el significado, te recordaba al símbolo de la cría de la rana, aunque deducías que no significaba lo mismo aquí. Subiendo seis veces, encontrabas muchos dibujitos: 1A2B3C4EXIT. Pero este era el tuyo. Lograste fijarte antes de salir por la puerta, y solo lo habías visto aquí, por lo que pudiste conocer la puerta de tu alcoba fácilmente

#$sDºº SADFHSAK AKSDFH - La voz te hace girarte sobre ti misma. Detrás de ti hay un muchacho oriental, o tal vez morisco.. del este en cualquier caso. Llegaban por las puertas de egipto con las mejores telas y juguetes, exótica comida y raros instrumentos, sus caravanas no se detenían dirigiéndose a las zonas comerciales, pero aún en marcha, sus vendedores atendían a los egipcios que se acercaban a regatear con ellos.

Sonríe enseñando sus dientes ligeramente amarillentos. Va completamente vestido de azul y mantiene las manos en su espalda con actitud relajada, servil.

Desde el otro lado de la puerta escuchas un ronroneo, intentando adivinar quien hay al otro lado de la puerta aporreándola. Sin remilgos le pides que te abra la puerta. La voz de Miw responde tranquilamente, sin siquiera haberlo intentado - No te había reconocido desde aquí. Esta puerta es demasiado grande, no puedo abrirla -

%Y&SDF$ %$# - El tipo ofrece su mano derecha- %$&@ llave $%aDAS%&- Su mano izquierda ofrece las escaleras de bajada. El chico sonríe una vez más afable. Cedes ante él, y le acompañas, él baja las escaleras frente a ti levantando tu mano en alto, para él... como una reina, para ti... como si fuera tu amo, por lo que das un respingo desasiéndote de él a lo que responde - V75~%&

Descendeis las seis plantas hasta abajo con paso más despacio que el que tú misma llevabas anteriormente. Abajo el tipo de tez morena frunce sus gruesos labios y se dirige a un mostrador cercano, empiezan a hablar entre ellos y finalmente el tipo de tez morena desaparece, y cuando reaparece SORPRESA. ¿¡¿¡ Tiene tus llaves !?!?!

Te mantienes tan solo observando, prudente, dejando al chico oriental coger las llaves y señalándote el camino de vuelta. Esta vez se detiene frente a la doble puerta metálica y aprieta el botón. La luz verde, reprimes el decir el color en voz alta y las puertas se abren con un tintineo.

Él entra sin temor y te observa desde dentro...
parece que va a hacer algo....
negativo...
le sucede exáctamente igual que a ti...

Las puertas se cierran y él intenta detenerlas apresuradamente, las puertas correderas ceden y se vuelven a abrir - Ven - Crees haber entendido la palabra, crees que te ha pedido que vayas con él, no es que confíes en él, sino que quieres verificar el significado de la palabra, por lo que entras con él. Efectivamente, su reacción es asertiva. "Ven" significa Ven conmigo. No está mal, te sientes satisfecha de ti misma, pero esto no te distrae de observar como pulsa otro de los botones en el interior de la cabina. No debe ser coincidencia que pulse el -6-

La puerta doble va a cerrarse de nuevo, y cuando intentas detenerla, él te lo impide, tras un leve forcejeo... más bien unas palmaditas entre vosotros, observas impotente como se cierran las puertas y todo empieza a temblar, sientes una sensación horrible, tu cuerpo parece descomponerse y te mueves de un lado a otro de la cabina, por suerte para ti la sensación no dura mucho y la puerta doble se abre. Asomas la cabeza prudente observando que estás en uno de los pasillos... el -6-. Tu puerta. Sales repentinamente y te coges a la pared.

El chico oriental sale meneando la cabeza -TARE@#$ AF%&$S - Se dirige a tu puerta y la abre con la llave que el tipo de tez morena le entregó. Miw sale para recibirte, ronroneando un par de segundos, frotando sus morros contra tus pies, y volviendo a entrar en el piso.

Entras tras Miw y cuando sujetas la puerta ves como, de forma displicente, el tipo oriental parece querer entrar contigo- TR$%& %&@ - Cuando te detienes frente a él encarándole, él te señala repetidamente y con mucha tranquilidad el interior de la casa

El despiste de cerrar la puerta le ha jugado una mala pasada y le ha costado haber sido vista. Miw se escucha a través de la puerta, pero sus esperanzas de que le abra la puerta se ven frustradas en el mismo instante en que le dice que no puede abrirla. El chico empieza a hablar gesticulizando, pero como era de esperar también habla como los demás, de forma incomprensible para ella y de todo lo que dice consigue entender algunas palabras sueltas. ¿Llave? se queda pensando en que jamás volvería a salir de su casa sin cogerlas antes. Lo ha observado y no ha visto nada fuera de lo normal en él, no sabe qué espera de ella pero lo sigue escaleras abajo. No le ha gustado nada que le sostenga el brazo de esa forma, es inadmisible que un siervo como él la trate así, y retira con sus manos, la mano de éste.

Una vez abajo el hombre de tez morena que ha visto minutos antes le da una llave al chico. No se podía creer que tuviera sus llaves.  Al volver se detiene ante las puertas metálicas que uno segundos después de apretar el botón luminoso se abren para ellos. Entra con él y después de aceptar forzosamente tener que quedarse allí encerrada y ver la relación de los números en las paredes con los de los botones, el temblor de la estancia la marea ligeramente y la hace sentir extraña, como si levitara parte de su cuerpo pese no haber perdido el contacto con el suelo. Ese tipo de magia es un tanto extraña aunque muy útil.  Cuando acaba de recomponerse la puerta de casa ya está abierta y Miw se está resobeteando entre sus piernas. Al ir a cerrar la puerta tras entrar se encuentra al chico con expresión de esperar una invitación a entrar, incluso le hace el gesto. Antes de precipitarse pregunta – Miw, ¿quién es este tipo? ¿Lo conozco? – A lo que el ronroneante felino responde con un escaso – No lo he visto antes – y se marcha hacia el salón. Nefertaret mira a los ojos azabaches del chico oriental y cierra rápidamente la puerta.

Segundos después es consciente de que las llaves se han quedado fuera, así que podría entrar. Va corriendo hacia la habitación para coger las llaves que había ocultado bajo la almohada pero antes de llegar a la habitación, el chico ya estaba dentro, había cerrado la puerta y al ver la expresión de miedo o rechazo de Nefertaret, con los brazos en alto. Ella lo ignora y va hacia la cocina, el chico la sigue y se queda de lado apoyado en el marco de la puerta.

-¿Quién eres y qué quieres?
- G#tyf6d atl7e&gh9 hds@t0?lo
- No sé quién eres ni que quieres. No te entiendo.

El chico que parecía haber entendido su problema. Se señaló a sí mismo y dijo su nombre - Edward - Hace un gesto señalando a Nefertaret para que ella también se presente. Imitando el gesto que previamente había hecho el chico, se tocó el pecho con la mano y dijo su nombre real - Nefertaret - El chico soltó un par de carcajadas y continuó hablando sin parar durante un rato, incluso por el tono de su voz parecía que estaba preguntándole por algo. A ella no le hizo la menor gracia que se riera de ella y muchísimo menos que sabiendo que no la entendía, no parara de hablar.

El chico se levanta y tal y como había hecho la chica de las gafas coge uno de los libros de su estantería, lo abre, y busca en una página y empieza a señalarle una imagen..Cada vez señala una zona diferente de la imagen y la mira a ella buscando su aprobación para algo, al ver que ella no decía ni hacía nada, iba cambiando de zona de imagen en la que señalar. Nefertaret no tiene la más remota idea de lo que es un mapa mundi, por lo que para ella esa imagen no tiene el más mínimo sentido. Lo ha estado observando y físicamente es más acorde al tipo de hombre que está acostumbrada a ver y no como esos que aparecían en la caja de voces. Cansada del chico le retira la mano del libro, y le hace un gesto de negación con la cabeza. El chico la mira, alza una ceja y se va por donde ha entrado.

Necesitaba aprender el idioma de una vez por todas. No podía aguantar más el tener que escuchar a alguien y no saber qué es lo que está diciendo, ni por qué lo está diciendo e incluso no saber quién es la persona que lo está diciendo. Nefertaret se levanta y guarda el libro en el hueco vacío de la estantería. Va hacia el sofá y enciende el televisor para buscar el programa de los imitadores de dioses que enseñaban conocimientos. Por suerte lo encontró, y aunque supuestamente ya llevaba un rato, desde el primer instante en que salió el monstruo azul, no desvió su atención. Se pasó toda la tarde viendo la caja mágica y se dio cuenta de que empezaba a aprender y recordar algunas palabras.

Una manzana roja, Dos manzanas rojas y ¡Tres manzanas rojas!

Seguías oyendo conversaciones entre los sacerdotes que parecían estar dados a la enseñanza: ¡Eh Espinete! ¡Las hojas del árbol están verdes! ¡Escuchad niños!... intentabas aprender las expresiones, pero seguía siendo difícil sin nadie que corroborara que tu comprensión era correcta o no.

Miw había pasado todo el día durmiendo, casi se ha hecho tarde, el cielo despunta con tonos rosados, no habías visto nunca nada igual, es precioso, y transmite una extraña sensación que aún no sabes si es positiva o negativa. Vuelves a quedarte frente al ventanal maravillada por la enorme ciudad que se extiende ahí abajo... necesitabas empezar a hablar con la gente, y a poner a prueba lo que aprendías si de verdad querías aprender.

Pero deben quedar pocas horas para la noche y tienes hambre, sin embargo es difícil saber si podrás conciliar el sueño después de tres días recluida en la misma habitación.

No podía decir que dominaba el idioma pero empezaba a reconocer algunos conceptos básicos cómo colores, números, alimentos y animales; además creía haber aprendido alguna que otra expresión útil por el contexto en qué se usaban.

La placa mágica ya no era distracción suficiente para ella. La luz rojiza del atardecer que atravesaba los ventanales eran como una invitación a visitar esa ciudad y descubrir todo su potencial. Se levantó del sofá hacia la cocina y fue hacia el armario de frío. Después de haber examinado toda la casa estaba segura de que allí era dónde más variedad de alimentos encontraría. Abrió la puerta y sacó una buena cantidad de carne roja, también sacó un huevo. Quizás el idioma no era el mismo, pero podía imitar gestos, posturas y actividades que allí realizaban. Cogió un cuchillo mediano del posa cuchillos y empezó a picar la carne finamente. Los trozos le estaban quedando más grandes de lo normal, así que fue recortándolos uno a uno hasta tenerla bien desmenuzada. Buscó entre los armarios el bote con la oliva dibujada y añadió un chorreón de aceite. Por último cogió una cuchara, cascó el huevo y separó la yema para ponerla sobre la carne. Le parecía un poco raro eso de comer carne cruda, pero el hombre del gorro blanco parecía ser un experto en cocinar así que decidió probar ese plato. Se metió un tenedor lleno en la boca y saboreó la carne. La escupió de golpe. Estaba sosa y además tenía un gusto desagradable. Quizás el cocinero ese no fuera tan bueno. Volvió a la nevera y esta vez sacó lo que sabía seguro que le gustaba y que no tenía que cocinar, fruta.

Quería dormir para estar más fresca al día siguiente, se desnudó y se tumbó en la cama. Dio muchas vueltas en la cama antes de poder conciliar el sueño y cuando por fin lo hizo, la despertó la pelusilla de la cola de Miw. Ya no lo soportaba más, tenía que salir de allí, tenía que explorar la ciudad. Del armario cogió otro de los largos vestidos blancos que había colgados, se lo puso, se calzó unas sandalias planas, cogió las llaves (no le iba a volver a pasar lo mismo) y salió.

En la entrada ya no estaba el hombre moreno, había otro algo menos agraciado. Pasó por delante de él decidida sin siquiera hablarle y salió a la calle. Se paró en seco de golpe. El ruido que había allí afuera, pese a ser de noche, era abrumador. Estaba bastante asustada, ver  los carros mágicos delante suyo imponían más que verlos en la placa mágica y además eran mucho más rápidos que los carros tirados por caballos. Había estelas luminosas y luces de todos los colores en las paredes de los edificios. Miró hacia la izquierda y luego a la derecha, se decidió a ir por la izquierda y caminó toda la calle hasta llegar a un cruce en el que se acababa el borde seguro, como ella decidió llamarlo. Siguió bordeando la calle y se dirigió a lo que más le llamaba la atención, la construcción más elevada que pudo ver en las cercanías y que además tenía luces. Era una especie de rueda enormemente grande y que daba vueltas sobre sí misma.

Las calles están relativamente poco transitadas de gente, aunque siempre hay algún peatón coincidiendo contigo. Habituada al clima del desierto…. Sientes muchísimo frío, pero la curiosidad te puede y ya te ocuparás del frío en tu siguiente excursión. El aire es seco y el cielo está vacío de estrellas, el resplandor de la luna llena puede adivinarse entre algunas nubes y toda la calle está alumbrada con farolas.

El suelo está lleno de papeles, recoges algunos: un plástico transparente, un periódico lleno de letras y fotos de gente, plásticos de colores chillones que la brisa nocturna arrastra a tus pies. Te acercas un momento a una papelera, pero aparte de otro periódico lleno de letras que examinas un momento, no ves nada más de interés.

Te percatas entonces que hay un hombre tirado en el suelo, cubierto con chaqueta y ropas de abrigo, está con el rostro algo abotargado, y los ojos entreabiertos escrutando las voluptuosas formas que el vestido, al cruzar vuestra mirada dice unas palabras que no entiendes - %&$@ #~O12 – No hace ademán de levantarse ni gesto alguno - *çQ8&%$ -

Cada rato que pasa la calle estará menos transitada de coches, suelen circular hasta pasada una hora después de medianoche, después la ciudad se sume en el silencio y la noche misma se convierte en su propia reina.

Unos mendigos aparecen con un camión y se detienen un par de veces por la calle, recogen todo lo que hay en las papeleras, no sabes porqué, vuelves a una de ellas y coges uno de los periódicos antes de que pasen y la vacíen, apenas cruzan una mirada contigo. Cuando se llevan todo lo que hay de unos cubos al otro lado de la calle escuchas un maullido y un par de gatos huyen en dirección a los rincones más oscuros.

€¬5Y&%OP- Dice una vez más el hombre que descansa en el suelo, esperando alguna respuesta mientras miras en derredor, sorprendida por lo extraño de esta ciudad, todo en ella te resulta tremendamente desconcertante.