Partida Rol por web

- bien, solo lo dire una vez, suelta uno de esos cubos y largate y los dos viviremos un poco mas-

Mientras dice esto Ernest avanza hacia Antwoine con la lanza apuntandole y cara de determinacion

Antwoine observó al chico. Luego a la lanza. Sonrió.

¿También entras así a las tías? Debes de ser el terror de las nenas de tu pueblo- comentó, riendo.

Vale, adelante. Llevatelo si lo quieres. Te será más útil que ese palo en el bosque, donde no hay espacio para blandirlo. Allí veremos de qué pasta estás hecho realmente.

Antwoine dejó un cubo en el suelo, se dio la vuelta y salió corriendo. El plan de atajar al resto de tributos impidiéndoles recoger agua no había salido tan bien como esperaba, pero no merecía la pena enfrentarse desarmado al otro chico por él. Como ya había dicho, en la montaña, con árboles y riscos separándoles y piedras en el suelo, ya se vería quien de los dos era mejor.

Ernest recogio el cubo mientras veia a Antwoine alejarse, igual deberia haberle atacado, ahora tenia ventaja, las dudas acabarian matandolo

"¿y a este quien le habra dicho que hay un bosque?"

sacudio la cabeza y dejo de soñar despierto, igual habia bosque o igual no y igual volvia a ver a Antowoine o igual no, ahora tenia mucho que hacer

mi intencion es dar un pequeño rodeo y volver sigilosamente a la cornucopia a vigilar que hacen los demas.

Dijiste que habian colinas suaves asi que en principio me tumbaria a media distancia aprovechando algun arbusto o algo junto al cambio de rasante, tampoco espero que esten vigilando a lo lejos precisamente

Mientras dejo que el agua de la botella se vaya vaciando lentamente, sin saber si quedara vacía del todo antes de que los dos tributos lleguen a mi lado, tiro la mochila y salto intentando que el peso de mi cuerpo destruya su contenido.
Pero mi impotencia y me certeza de mi cercana muerte hace que los pies no caigan en el sitio correcto y sólo consigo teñir de barro el amarillo de la tela.
Una parte de mí quiere salir corriendo, y otra tiene la certeza de que da igual que huya o no, porque los dos van a seguirme y no puedo escapar de ambos a la vez. Un rinconcito aislado de mi mente piensa que oportunidad ha perdido de manera estúpida el de la lanza para atacar a Hans por la espalda y quitarse de enmedio uno de los tributos que mayor amenaza puede generar en los Juegos.
Las piernas mojadas me tiemblan. El corazón acelerado lo noto paplpitando en mi sien. Los ojos me escuecen del llanto. Me tiemblan las manos mientras veo a los dos muchachos acercarse...

Hans apretó la mandíbula. Estaba desperdiciando agua... Agua. Lo único que allí faltaba de verdad. Por un segundo la sangre le hirvió. Estaría acojonado y meándose, pero seguía teniendo cojones para vaciar una botella de agua e intentar cargarse lo que hay en su mochila. Aún se atrevía a intentar joderles algo que ya de por si era jodido...

No, ni por lo más remoto. El rubio volvió a descargar ambas hachuelas contra el cuerpo del indonesio, ahora verdaderamente molesto por lo que había hecho.

Dane había bloqueado todo. Todo lo que pudiera sentir salvo la adrenialina y la lanza entre las manos, y resultó ser más fácil de lo que había pensado. Pero el chico se le había escapado. Soltó un grito de rabia y frustración y se volvió a lanzar contra él.

Pronto descubrió que matar no era tan fácil como había parecido.

Una vez me he hecho con una de las pocas mochilas que aún quedaban me paro un momento observando a mi alrededor, calculando mis probabilidades... Ya llevaba unas cuantas cosas pero me las apañaba bien para cargar con todas ellas pues ninguna pesaba en exceso, así que, antes de salir corriendo de la Cornucopia me acerco a coger un par de paquetes de fruta seca y guardándome las espaldas ya que no me fío, sobre todo, de los dos chicos que están acabando con la vida del niño del Distrito 7 de semejante manera.

La rabia de presenciar algo tan terrible me da ganas de lanzarle una flecha a cada uno entre sus ojos, pero me contengo, especialmente por pensar en mi propio bien, que no es el dedicarme a disparar flechas a diestro y siniestro. No sin razón aparente, y de momento los Juegos no me han cambiado el chip respecto a eso, aún.

Una vez me he metido en los bolsillos el/los paquete/s de fruta seca que logro coger, salgo disparada en dirección al suroeste, como veo que ya han hecho unos cuantos tributos... algunos solos y otros en compañía.
Qué suertudos... ellos en compañía harán el doble de cosas que pueda hacer yo sola... pero qué se le va a hacer... pienso observándoles en silencio mientras corro todo lo que puedo.

-Si, el agua lo primero -dijo Abigail a Jake mientras corría a su lado-, y después buscar algún terreno que podamos usar a nuestro favor, uno elevado y cubierto, pero ahora mejor nos alejamos todo lo que podamos de la Cornucopia.

La chica se movía bastante bien por el terreno a pesar de cargar con el garrote.

El hacha de Hans se clavó en las costillas de Rufus. El chico era fuerte, pero no tenía apenas defensas contra el metal que tocaba sus pulmones. Tambaleándose, Rufus intentó esquivar a Dane, pero la torpeza de éste hizo que no fuese necesario.

Mientras, Walker cogió una hogaza de pan redonda y se la puso bajo el brazo para correr detrás del tributo del distrito 12, a quien Ernest ya no perseguía. Seema cogió dos paquetes de fruta seca y miró hacia las montañas del suroeste, comenzando a moverse en esa dirección sin quitar ojo de sus contrincantes.

Abigail y Jake corrieron codo con codo, alejándose del griterío de la Cornucopia y dirigiéndose al pequeño bosque del noroeste. Allí, a pesar de la sequedad del terreno, tal vez pudieran encontrar refugio y hasta comida. ¿Quién sabe?

Los dos niños eran capaces de caminar rápido a la misma velocidad, así que ninguno tuvo que esperar al otro. En cuestión de un par de horas llegaron al bosque gris. Los árboles, retorcidos y viejos, no albergaban apenas vida. Y, además, el bosque se acababa muy pronto en dirección norte. Después comenzaban las llanuras. Pero quizás fuese bueno descansar y mirar la mochila y hacer recuento de la comida que tenían. O quizás no.

Jake miró a Abigail, exhausto, mientras se paraba para coger aliento.

- Gail, ¿y si buscamos algún sitio para escondernos? Así miramos qué tiene la mochila, e intentamos buscar un pozo, un manantial o algo. No ví que nadie nos siguiera, así que tenemos un par de horas hasta que anochezca... Igual encontramos una arboleda muerta que sea suficientemente espesa...

Se apartó el flequillo de su frente repleta de sudor, y esperó a que le respondiese.

Sarah ya tenía lo que quería y confiaba en que sus compañeros pudiesen compartir parte de la comida con ella, así que corrió tras Walker.

Abigail asintió y se paró a la vez que Jake. Ya habían corrido lo suficiente como para decir que era hora de descansar.

-Mira, creo que ese puede ser un buen lugar por ahora, detrás de esas ramas -dijo señalando una zona en la que los árboles se arrejuntaban formando una especie de seto alto y marrón.

Ajustándose mejor el equipaje a la espalda, caminó hasta dar la vuelta a los árboles y se sentó en el suelo una vez comprobó que estaba bien cubierta. El garrote lo dejó a su lado, también en el suelo, y abrió la mochila para comprobar su contenido.

Apollo cogió un paquete de fruta seca.

Anta la imposibilidad de tomar una mochila y viendo que algunos de los otros jovenes ya habian empezado la carniceria, Spider como pudo, intentando esquivar los golpes de hacha que aunque no fueran para el... ya estaban pasando cerca, de un manotazo tomo algo de comida de la mesa y salio corriendo tras Seema.

No sabia era el mejor curso de accion, pero viendo como estaban las cosas lo mejor era juntarse con alguien a arriesgarse contra todos.

Seema, Sarah, Spider (que había conseguido un hogaza de pan), Antwoine, Ernest y Johnny Walker se habían ido en dirección a las montañas. Jake y Abigail, hacia el noroeste, al bosque más allá de las llanuras. Hans y Dane continuaban hostigando a Rufus, mientras que Apollo rapiñaba los restos de la Cornucopia.

Abigail abrió la mochila y se encontró lo siguiente: un saco de dormir, una botella de dos litros de agua (vacía), pastillas purificadoras, yesca y pedernal, y una navaja pequeña. No había ni comida ni agua y viendo que en donde se encontraban no había nada aprovechable, las iban a pasar canutas si no se movían.

Como te dije mi intencion es dar un pequeño rodeo y volver sigilosamente a la cornucopia, ocultarme a vigilar y esperar un buen momento para actuar.

Evito a los tributos que se marchan hacia las montañas todo lo que pueda