Partida Rol por web

Shem miró como sus compañeros se hacían con material improvisado para defenderse o quizá canalizar su poder. A aquellas alturas, el sacerdote de Thoth estaba bastante agotado, no sólo por la paliza recibida, sino porque prácticamente había agotado la mayoría de sus recursos por el bien del grupo... aunque aún le faltaba algún as bajo la manga. Estuvo tentado de coger una de las antorchas, pero mientras hubiera hachadas encendidas no sería necesario.

Al acercarse a la puerta, escuchó lo que sus compañeros dijeron. No pudo más que asentir a lo dicho por Madsul.

-Lamentablemente es así -comentó el sacerdote a las palabras de su amigo- No podemos seguir aqui o plantar batalla en este lugar, so pena de despertar a la criatura que Jotnar ha descrito. Debemos seguir adelante como podamos con el objetivo de recuperar nuestros objetos y dejar este lugar atrás lo antes posible. -suspiró- Es una situación adversa, no hay duda, pero no veo cómo poner las cosas de forma más favorable mientras estemos en este lugar.

Kefera con su cuchillo improvisado tensionó la puerta para que Amuin tuviese todo bien colocado para intentar abrirla

Con los hierros retorcidos que Amuir había usado para abrir la celda, repitió la operación con la ayuda de Kéfera y hurgó en la cerradura. Cuando abrió la puerta, con mucho cuidado abrió una rendija para cruzar al otro lado y se envolvió el sombras para avanzar y estudiar en terreno.

Amuir abrió la puerta con la inestimable ayuda de Kéfera. Con sumo cuidado, la abrió en completo silencio. Desapareció de vuestra vista con una de las técnicas secretas de la Hermandad de Osiris y se internó en una sala rectangular. Había media docena de losas de piedra de medio metro de alto. Sobre cada una de ellas había una criatura no muerta vestida con las armaduras de cuero como las que llevaban los rufianes de la Mano Serpentina. Blandían largos cuchillos curvos, y sus macabros rostros estaban girados en dirección a la puerta ahora abierta. Gemían, gruñían, barboteaban. Estaban pendientes de la puerta, pero no se movían. De momento.

Antes de regresar con sus compañeros, Amuir tomó nota de que había dos salidas de aquella estancia. Ambas conducían a sendas escaleras. Las del norte, descendían; las del sur, ascendían.

Hay seis criaturas como la representada en C3. Hay una en cada uno de los rectángulos representados en el plano. Recordad que en el plano de situación 1 casilla = 10 pies.

Amuir: 28/35 (Hijo de las sombras)
Nathifa: 9/13, no letal 4
Jotnar:  38/55
Kéfera: 32/32, no letal 5
Madsul: 12/20
Shem: 28/32, no letal 25

Amuir resopló un par de veces, no por molestia alguna, sino para relajarse. No había forma de salir sin pelear, pero él podía hacerlo sin enfrentarse a esos muertos vivientes.

-Volveré a salir -anunció a sus compañeros-. No podemos pelear en estas condiciones, quiero creer que existe una forma de deshabilitar a esos muertos vivientes para que los guardias puedan entrar y salir sin ser atacados. La alternativa es que exista un nigromante que los esté controlando y no me gusta nada. Esperad dos minutos. Si no he vuelto para entonces, seguid esperando.

El asesino de Osiris se armó con un cuchillo y también con una de las patas de la cama que habían arrancado. Solo por precaución, por si tenía que pelear, hacerlo en las mejores condiciones posibles, que no eran demasiadas. Se envolvió de nuevo en sombras y desapareció de la vista de todos.

Avanzó por el pasillo ignorando a los muertos vivientes y bajó las escaleras que estaban al norte en completo silencio.

Misma técnica, Hijo de las sombras en combinación con Capa del engaño. 60' hasta la habitación norte y echo un vistazo.

Amuir pasó por delante de los muertos vivientes, invisible y en completo silencio. Las criaturas no reaccionaron de ningún modo, con sus ojos perdidos en la puerta. El asesino descendió por las escaleras y se volvió a materializar en una estancia presidida por un ataúd de piedra abierto. De él colgaba una criatura no muerta de dientes afilados, ¡un vampiro!

Un vampiro con el cráneo hecho pedazos. Sobre él estaba, cubierto de sangre y vísceras, Cocotilio. O al menos Amuir pensaba que era él. Se había calado un casco con pinchos, enarbolaba una clava y se había pintado la superficie de la cara con una estremecedora pintura de guerra. Por el rabillo del ojo, Amuir comprobó que sus captores habían almacenado su equipo y el de sus compañeros de desventuras allí. Seguro, creían, bajo la protección del vampiro. Pero no habían contado con la furia bersérker del coquito enloquecido.

Y es que Cocotilio estaba fuera de sí. Presa del frenesí bélico, Cocotilio no reconoció a Amuir como aliado. Avanzó a él con ademán amenazador, dispuesto a saltar sobre Amuir y esparcir sus sesos por toda la habitación.

Si Amuir no retrocede inmediatamente (aún no ha tenido tiempo de recuperar Capa del Engaño), debe tirar iniciativa porque Cocotilio irá a por él.

Amuir: 28/35 (Hijo de las sombras)
Nathifa: 9/13, no letal 4
Jotnar:  38/55
Kéfera: 32/32, no letal 5
Madsul: 12/20
Shem: 28/32, no letal 25

-No puede ser...

Amuir contempló al coco salvaje y el coco salvaje lo contempló a él con aspecto de querer trincharlo. Y, la verdad, el aspecto de un coco con pintura de guerra daba más miedo incluso que los chacales. Comprobó que el equipo de sus compañeros estaba allí, a su alcance, pero no podía hacerle frente a la criatura sin llamar la atención de puñado de muertos vivientes.

-No sé si me entiendes, que creo que sí, pero Jotnar esta en aquella dirección. ¡Sígueme!

Sin más opciones, Amuir se encomendó a Osiris y volvió con sus compañeros a la carrera atravesando un pasillo lleno de no-muertos. 

Con Hijo de las sombras activado y la maniobra Zancada del viento como rápida, regreso con mis compañeros. Son 80' de movimiento total.

Un Amuir aterrorizado de un coco bersérker, y con las canillas peludas al aire, pasó como una exhalación por delante de las criaturas no muertas sin que estas se inmutaran ni un ápice. Si las órdenes de los muertos vivientes eran otras, o querían comprensiblemente proteger su cordura ante la delirante situación, era difícil de discernir en sus semblantes cadavéricos. El caso es que Amuir regresó junto a sus compañeros a la sala del pozo. Sano y salvo, pero sin haber podido recuperar ninguna pieza de equipo. Al menos ahora sabía dónde habían guardado sus cosas.

Desde allí, vio los malévolos agujeros de la corteza de Cocotilio observarlo desde el borde de las escaleras, acechando, vigilándolo. Aun captando el aroma de su dulce sangre en el aire. Antes de que Jotnar pudiera llamar su atención, se dio la vuelta y regresó escaleras abajo. Debió decidir que no quería probar suerte con los muertos vivientes, o que tal vez eran demasiados para un coquito solo, por muy enfadado que este estuviera. Y es que todo el mundo sabía que las plantas y los zombis eran enemigos irreconciliables.

Tras ver retornar a un azorado Amuir, Madsul sonrió y le dio una palmada en la espalda, animándole a recobrar el aliento y contarles cuanto había visto. Una vez lo supo, suspiró resignado.

- Los dioses quieren que nos midamos con esos muertos andantes, pues de ese modo probaremos nuestra valía tras nuestro fracaso. - alzó la mirada al cielo, aunque solo vio el techo - Nuestras armas son torpes, pero nuestros espíritus son valerosos. El diestro Amuir nos ha mostrado el camino. Debemos abrirnos paso hasta nuestras armas para poder proseguir nuestro camino.

Sonrió, mirando a sus improvisados compañeros. El poderoso Jotnar, la bella Nathifa, el venerable Shem, el diestro Amuir, la furiosa Kéfera. Todos ellos librarían su última batalla a ojos de los dioses. Ellos, y el oscuro ser que habitaba en su interior.

Acercadlos. - le decía a Madsul - Mis llamas los incinerarán.

El sacerdote de Thoth vio el resultado de la "escapada" de Amuir con cautela.

Asintió a la sugerencia de su amigo Madsul, pero luego pareció quedarse pensativo, para finalmente susurrar:

-Mi querido amigo, estaría de acuerdo si al invocar tus llamas lo hicieras de forma silenciosa. -hizo un cabeceo hacia el pozo- recuerda a la criatura de la que nos ha advertido el bueno de Jotnar. Sigue dormida.... por el momento. Yo pediría cautela -algo casi intrínseco en él- si no es posible el silencio, entonces hagamos lo posible por enfrentar a esos seres de la forma más rápida*.

Jotnar arqueó las cejas anecdóticamente cuando vio de la guisa de la que volvía Amuir.

—Lo que yo decía, que andaba haciendo de las suyas sin mí—comentó como si lo que acababa de suceder fuera totalmente normal—. Hum... no te falta ningún trozo, ¿no, chico?

Le dio unas palmaditas de consolación en la espalda al aterrorizado pícaro mientras éste les explicaba lo que había pasado. O igual era por comprobar que no se le caía ninguna extremidad.

Al menos había podido localizar dónde estaba el equipo de todo el mundo, eso era bueno.

—Digo yo... ¿no será que esos zombis han ignorado a Amuir porque sólo atacan a lo que sale y no a lo que entra?—añadió rascándose la barba cual filósofo ponderando algo sumamente trascendental. De ser cierto, daban ganas de salir caminando hacia atrás sólo por sembrar la confusión—. O igual el nigromante era ese vampiro. O están todos ciegos y sordos y estamos aquí haciendo el canelo. ¿Os imagináis? Eso sí que tendría gracia.

Suspiró mentalmente al oír a Madsul. Por lo que a él respectaba los dioses de Mulhorand le podían chupar un pie si su concepto de "diversión" o lo que fuera era aquello. Bueno, salvo Hathor. Esa le caía bien. Pero no dijo nada en voz alta; tanta altisonancia eclesiástica le daba dolor de cabeza y tenía suficiente con eso como para encima arriesgarse a causar más.

—Bueno, no se ha despertado con las curas de antes. Podemos comprobar si atacan a lo que sale o no atacan a nada, o intentar achicharrarlos a todos de golpe—aportó a lo dicho por Shem. Luego se encogió de hombros—. Depende de lo que estéis dispuestos a hacer en nombre de la ciencia.

La situación era desesperada. Pero eso no cambiaba mucho respecto a como estaba antes. Excepto por la adición del mundo de los muertos y del vegetal entre los que se unían a ponerse en su contra. La parte buena es que habían obtenido más información. Incluido donde estaba su equipo. Y ahora tocaba trazar un plan.

Nathifa cogió una astilla alargada de entre las vigas destrozadas, y en la suciedad del suelo dibujó un esquema simple de lo que Amuir les había contrado que había visto. La habitación tras la puerta, las tumbas, las escaleras, la habitación con sus cosas.

-Poco tenemos a nuestro favor, tendremos que coordinarnos bien para salir bien de lo que emprendamos. Las armas que tenemos, si se pueden llamar así, no resistirán muchos golpes contra hueso, arma y armadura. Y la magia, aunque poderosa, va a servir de poco si llegan a la distancia de usar sus cuchillos sobre los que la usan. Y si vencemos, ¿entonces qué?-Miró a Jotnar, que era el único de allí que conocía algo de la misteriosa e irascible fruta-¿Se calmará Cocotilio si puede verte?¿Podrá reconocerte?

—A veces—respondió Jotnar a lo de si Cocotilio le reconocería. Tras tres segundos de silencio cayó en la cuenta de que aquella respuesta no era muy tranquilizadora así que esgrimió un dedo y añadió:—. Si no, conozco un método infalible para calmarlo. No os preocupéis por eso. Lo principal ahora es evitar tener problemas con estos zombis.

Amuir descansó un momento mientras recobraba aliento. Había salido de situaciones peores, así que podía salir de esta también. ¿Qué otra alternativa había entre pelear contra un coco vivo o un puñado de no-muertos? Se presionó el puente de la nariz, vaya situación en la que se encontraban. Finalmente se puso en pie y volvió a suspirar; era lo único que hacía últimamente, suspirar para descargar tensión. Tenía que ayudar a sus compañeros a salir de este apestoso lugar; con vida, preferiblemente.

-Bien, pues vamos a probar en nombre de la ciencia -contestó a Jotnar armándose con un palo y un cuchillo sin filo-. Voy a salir a comprobar si esas cosas se mueven. Estad preparados para correr o para luchar. Madsul, no tengas miedo a tirar fuego ahí dentro, podré esquivarlo. Espero -añadió con humor-. Allá vamos.

Antes de salir, preparo maniobras:

*Golpe de las sombras persistentes
*Floreo cegador
*Zancada en el viento
*Capa del engaño

Salgo con la postura Hijo de las sombras. Muevo 30' hasta la mitad de la sala. Si veo que los zombis no se mueven, muevo los 30' restantes visible hacia los brazos de Cocotilio. Si se mueven, como acción rápida me hago invisible con Capa del engaño y vuelvo con los compañeros.

Los cadáveres animados aprestaron sus armas y se prepararon para atacar en cuanto Amuir emergió visible de la habitación del pozo. El valiente prudente asesino se volvió entonces invisible y regresó con sus compañeros. Los no muertos contemplaron confusos el vacío donde antes había estado el enemigo un momento antes de volver a dirigir su mirada de cuencas vacías a la puerta.

Madsul contempló la segunda llegada de Amuir con su sonrisa tranquila de siempre. Algo, sin embargo, se revolvió en su interior. Sus ojos se tornaron ígneos, y su voz pronunció palabras arcanas que hicieron materializarse una imagen, viva copia de Amuir, en el pasillo colindante con los cadáveres andantes.

- Abrid la puerta para que el engaño pueda salir. - dijo, imperativa, una voz grave que hablaba a través de Madsul - De ese modo podréis continuar vuestro camino.

Ciertamente, aquella voz casi nunca hablaba directamente a través del nómada, pero, en ocasiones, sus acciones requerían de mayor explicación. Los ojos permanecieron incandescentes, mientras el ser sombrío se ocupaba de dirigir aquella imagen nacida de la nada.

Madsul envió una copia ilusoria de Amuir corriendo, escaleras arriba. Los cadáveres, que no parecían muy inteligentes, mordieron el anzuelo. Gimiendo, barbotando, arrastrando los pies, siguieron al falso Amuir hacia arriba. La ilusión desapareció cuando Madsul la envió por el recodo que hacían las escaleras¹, pero vosotros ya habíais cruzado la estancia a la carrera y bajabais por las escaleras antes de que los muertos vivientes supieran qué había pasado realmente.

No obstante, había un último obstáculo entre vosotros y vuestro equipo. Un coquito muy enfadado que, a juzgar por su sombrío semblante, estaba más que dispuesto a reduciros a un montón de pulpa sanguinolenta con su clava de madera.

1: Necesitas línea de efecto para cualquier conjuro de área. No lo aclaré en el off porque la triquiñuela estaba bien pensada e iba a funcionar de todas formas para lo que queríais. Lo menciono de cara a futuro.

Amuir: 28/35 (Hijo de las sombras)
Nathifa: 9/13, no letal 4
Jotnar:  38/55
Kéfera: 32/32, no letal 5
Madsul: 12/20
Shem: 28/32, no letal 25

Jotnar aplaudió mentalmente que la estratagema funcionase y correteó junto al resto para bajar por las escaleras y llegar al fin adonde Amuir había dicho que se encontraba su equipo. Y en efecto allí estaba, junto a Cocotilio en pleno frenesí berserker. No era buena idea acercarse a Cocotilio en pleno frenesí berserker así que había que calmarlo y que cada uno cogiera rápidamente sus cosas.

Se rascó la barba subiendo ambas cejas al reparar en lo que había hecho con el vampiro.

—Eso le pasa por intentar bebérselo—concluyó como  si fuera un resultado totalmente lógico. Luego alzó un dedo en ademán erudito—. En fin, en casos como este sólo funciona una cosa.

Se quedó en aquella postura como si esperase que alguien respondiera lo que para él era obvio. Evidentemente nadie fue capaz de decir nada así que tras unos segundos de silencio terminó por encogerse de hombros, carraspeó para aclararse la garganta y contestó él mismo: se puso a cantarle una nana.

Una nana que no se parecía en nada a cualquier nana conocida, pues era una nana cuya letra hablaba de no dormirse. El cómo un coquito cabreado era capaz de apaciguarse con una nana que hablaba de no dormirse era un misterio cuya respuesta sólo él sabía. Y que el mundo probablemente no estaba preparado para conocer.

Los misterios de Cocotilio eran inescrutables.

Sí, Jotnar se las apaña para cantar en tono de nana con voz de tenor.

El coquito bersérker se sentó a escuchar a Jotnar, y sacó unos anteojos de a saber dónde para observarlo bien. Cuando Jotnar terminó, aplaudió unos instantes y, de pronto, se cayó de espaldas y quedó profundamente dormido. Rodó sobre su corteza de coco y se metió un dedo en la boca (que hacía un momento tampoco estaba allí) como un tierno bebé.

Cocotilio ha utilizado su único uso de furia bersérker y dormirá durante el resto del día.