Partida Rol por web

El muchacho acepta dócilmente que le peinéis y adecentéis un poco, luego Blarc lo acompaña a la calle. Allí siguen los dos guardias apoyados en la pared, que se ponen firmes al ver los que salen.

- Sin novedad aquí... - No ha terminado de decirlo cuando un alarido de agonía rompe la calma del atardecer. Es un grito horrible mezclado con el rugido de alguna bestia. Myles salta hacia atrás de puro pavor, tropieza con el umbral y cae al suelo mientras se arrastra hacia dentro de la casa.
- Es el! ¡El monstruo! ¡El monstruo!

El grito ha sonado como a unas calles de distancia.

- NO es tan tarde, es cuando cierro el negocio y me voy a casa, me venía de paso.Vivo en la calle de...

No termina la frase porque la interrumpe un grito de dolor. Un aullido de muerte que no parece humano y que resuena por las calles.

- ¡Piadosa Selune!- exclama Autre asustada.

¿Pude encontrar los papeles que estába buscando antes de que se oigan esos gritos con mi tirada anterior?

El grito de Myles interrumpió a Wymar cuando se disponía a entrar en la última habitación. Olvidó todo lo que estaba haciendo y corrio hacia la puerta.
-Blarc, a él-Le dijo a su compañero de trabajo mientras salía. Luego, al ver al "monstruo" le dió la vos de alto.
-Detente ahí- Le dijo esperando su reacción para perseguirlo si es necesario

Zook revisa los papeles sin parar, mirando y comprobando los papeles como un loco, all estaba la respuesta, o se le escaparia entre los dedos???

pero aquello era una locura y no habia manera de encontrar nada, cuando escucho un grito ... algo pasaba.

No habían caminado demasiado, cuando oyeron el grito inhumano. Rebás descolgó el escudo sin perder tiempo, y con la mano libre tomó a Autre del brazo, mirándola a los ojos.

-Quédese en la taberna. Volveré por usted en cuanto descubra qué sucedió- le dijo aprovechando que no se habían alejado demasiado -No salga-

Y acto seguido, comenzó a correr hacia donde le había parecido que había sido el grito. Parpadeando levemente deshizo el hechizo de protección que había estado rodeando a Autre. No quería que nada lo desconcentrara. Ese grito había sido muy extraño.

El alarido inmediatamente llama toda su atención, e instintivamente su mano derecha se coloca sobre la empuñadora de su enorme espada a sus espaldas. Entonces escucha nuevamente al muchacho, viendo su estado de susto. Hablarle acerca de su responsabilidad ahora mismo sería inútil, y si llegaban a cazar al asesino ahora, quizás hasta innecesario. Aún así, le hablaría luego.

- Quédense aquí. Vigilen al muchacho. - Fue su directiva hacia la pareja de guardias, que seguramente eran lo suficiente novatos como para enfrentarse a un engendro de este tipo. Cubrir al muchacho y la escena debía ser una tarea más fácil.

Asintió de inmediato a su compañero, y a paso rápido pero pesado se dirigió junto al detective a cazar a la bestia. Sus ojos decididos buscaban en cada esquina y puerta a medida que atravesaban las calles, en busca del peludo asesino. Si las palabras de Myles demostraban ser ciertas, no tenía piedad que mostrar ante tal monstruosidad.

el muchacho se esconde tras una mesa temblando violentamente (no entra en la habitación que le prohibes).

Salís corriendo por las oscuras calles, con vuestras botas resonando en el empedrado o en los charcos. Se oye a lo lejos el sonido casi fantasmagórico del templo de Umberlee. No hay un alma salvo algunas ratas que se adentran en la oscuridad a vuestro paso. Tras unos centenares de pasos a la carrera, llegáis a la calle del Salmonete, donde en mitad de una hilera de casitas de pescadores hay un hombre retorciéndose en un charco de su propia sangre. Le han desgarrado la garganta y tiene la mitad de sus tripas por el suelo. Algunos de los vecinos se están asomando a ver qué ha pasado...

Zook era el mas lento y por tanto llego el ultimo vendo como la getne comenzaba a llegar, malsición, esto no era bueno, parecia que era lo mismo, degollando el cuello de la victima, no hacia falta ni ser medico para ver eso ... seria seguramente la misma criatura ....

- Chicos, yo me quedo con el cuerpo, ir buscando huellas a ver si podemos encontrar a el atacante, si feura yo y me cogiera, seguramente acabara conmigo con gran facilidad ... -

Zook se agacha en el cuerpo e intenta ver si puede salvar al hombre, y ver si hay mas prueba o puede sacar información de quien es o quien le ha atacado ... pero estaba claro que nada podia hacer por el, su muerte era inevitable.

Es demasiado tarde para salvar al pobre hombre, que muere con el rostro desencajado de terror.

Cuando Rebás llegó al lugar de donde había surgido el grito de dolor, se encontró con Zook y Blarc, quienes llegaban agitados por la carrera: uno por su pesada armadura y cerrado yelmo; el otro por la falta de estado físico. Rebás resoplaba a su vez, aunque aliviado de que no tuviera que iniciar un combate en solitario con vaya a saber qué criatura nocturna.

-Qué bueno... encontrarlos...- dijo secándose el sudor de la frente, para luego dar un vistazo rápido al hombre herido de muerte... ya que estaba muerto -Blarc, ¿me acompañas?-

Acto seguido, comenzó a buscar huellas, pistas, indicios de hacia dónde se había alejado la criatura que había hecho semejantes heridas. Para que no les ganara la creciente oscuridad, Rebás tomó la luciérnaga envuelta en tela que llevaba entre los demás componentes de conjuro. Se colgó el escudo, y sacó la daga curva que llevaba al cinto.

-Fos- dijo acercando la luciérnaga a la tiza.

Inmediatamente después, una luz creciente, de un blanco brillante, comenzó a ser emanada desde la hoja de la daga, ayudando a observar los alrededores.

Al oír los gritos en la distancia la reacción instintiva de Destro fue salir en su auxilio, olvidándose de la búsqueda en la que estaba inmerso, pero Blarc lo detuvo en seco y le hizo entrar en razón con su lacónica razón. Era mejor que alguien capaz se encargara de aquello, Destro se quedaría en la casa con Myles para evitar que sufriera daños, y proseguiría en la búsqueda de los papeles, sabía que pronto podría encontrar algo de utilidad. Mira a Blarc y asiente. 

-Bueno Myles, me temo que aún no podrás ir a ver a tus padres, pero no temas, no tardaremos, además te quedas conmigo, que soy mucho más divertido que el bueno de Blarc. Además, mi poder es mucho mayor al de cualquiera de ellos.- Dice en tonalidad obviamente burlona, no como una aserción de datos reales, sino con una entonación que relata un cuento fantástico e irreal.- Así que estarás seguro conmigo. ¿Te gustaría ayudarnos en la investigación? Estoy rebuscando los papeles para ver  si encuentro algo que pueda ayudarnos a encontrar al malhechor.

Sus pesados pasos se detuvieron al encontrarse con el despedazo cuerpo. Un asesinato brutal, sólo digno de una verdadera degeneración de este mundo. Su puño se apretó, no sólo por no haber podido llegar a tiempo para detenerlo, sino por la misma idea de que tales cosas aún rondasen en estas calles. Era su deber, exterminarlas.

- No debe estar lejos... Puedo sentirlo... - Dijo con su voz llena de convicción, abstraído de la sorpresa de que ahora también Rebas se encontraba entre ellos, o de que el detective no lo hacía. Su concentración de encontraba en una sola cosa, y era en cazar al cazador. No era la primera vez ni la última, así que siguió lo que sus instintos y su experiencia le decían, buscando cualquier rastro que tal monstruosidad pudiese dejar a su paso para seguirla. Algo tan bestial y bruto, sólo podía dejar destrucción y miedo a su paso. Y eso era algo que sabía muy bien cómo reconocer.

A la tenue luz de la luna el agudo ojo de Blarc distingue un rastro de gotas de sangre ("sangre de un inocente" piensa, y eso le enfurece) y arranca a correr por un callejón al fondo se divisa los muelles y el mar. Y entre unos restos de basura cree ver una silueta deforme inclinada sobre un trozo de carne, del que arranca dentalladas. Antes que el paladín pueda esconderse o preparar alguna arma, la siniestra figura empieza a correr en dirección a los muelles a cuatro patas, con la carne goteando entre sus fauces.

Mientras

Autre, que había ido con Rebas, se queda hiperventilando e intentando contener la náusea ante la macabra escena.