Partida Rol por web

Mientras la drow, ni mucho menos tan desconfiada como el resto, se sirve un buen pedazo de carne y come con satisfacción, Ugluk no duda más que un instante en beberse el azulado e insulso líquido que el tiende Meepo, tras lo cual suspira y abre los ojos, como si esperase que el efecto fuera inmediato, pero para su desagrado, no siente nada, ni siquiera una mejoría.

Al ver como ambos guerreros parecen reacios a comer, Meepo se encoge de hombros y, siguiendo el ejemplo de la drow, se apodera de otro trozo de carne, del cual come con avidez antes de beber de la jarra de agua que también ha traído.

Estar buena, y ser mejor que comida de viaje. - opina, entre bocado y bocado, mientras la grasa, mezclada con su saliva, gotea por la comisura de sus labios.

Y bien? - le pregunto a la drow, mientras desvío la mirada del trasgo, el cual está logrando revolverme el estómago. - ¿Algo que comentar? - agrego, alzando una ceja a la espera de que la drow de una respuesta, aunque imagino, por su rostro tranquilo, que la comida no parece estar provocándole ningún tipo de dolor.

Miro a Lucius ante su pregunta y le sonrío, la carne esta buena, Meepo tiene razón es mejor que las raciones de viaje, no obstante hay muchas clases de hierbas y a lo mejor es de efectos retardados, quien sabe, le guiño un ojo a modo de complicidad.

Mientras continuo comiendo hasta saciar mi apetito y mi sed.

HAy !,me temo que los trasgos no destacan por sus medicinas,hay!,tomo un sorbo de agua,si es que es agua,para sacarme el asqueroso sabor del brebaje.

Bueno si tengo que vivir enfermo que así...¡cof!,sea.Sonrio ante el guiño de la clériga,Meepo,hay herreros en la aldea,me gustaeía conserguir un buen arco,le digo sonriente,aunque mi rostro sea el de un enfermo.

El guerrero se encoge de hombros, su estomago tiene ya algún rato llamando su atención y no parece tener intención de dejar que Zenram le olvide, el olor de la comida no hace sino empeorar todo, por lo que al final incluso el guerrero se sienta cómodamente con su daga a su costado y toma un pedazo de carne del plato de Meepo. Espero no te moleste si cambio mi comida por la tuya ¿verdad? Dice al tiempo que se lleva el pedazo de carne con gran gusto a su boca.

Ante la respuesta de la drow, arrugo mis labios, contrariado y quizás algo molesto, por lo que me dispongo a negar la comida cuando Zenram decide hacer lo contrario.

Ahora si, parece que... - moviendo la cabeza negativamente, y sin decir una plabra, me hago con un pedazo de carne, y con marcado desagrado, muerdo un buen trozo. - Jodidos trasgo, parece que saben cocinar la carne, han logrado hasta disimular el sabor del veneno.

Eeeh, no, no, no molestar. - responde Meepo, aunque su sorpresa y posterior expresión deja bien claro que sus palabras no dicen la verdad, y al parecer el gesto del guerrero no parece haberle gustado. - Yo coger otro, no pasar nada. - agrega, intentando disimular su desagrado a la vez que agarra otro pedazo de carne, el cual muerde con avidez.

Con todos comiendo, los minutos se suceden con rápidez y cuando la carne se agota, asi como el agua, vuestros estomagos están saciados y satisfechos, y el de Meepo a punto de reventar, pues es el que más a zampado todo y su tamaño más pequeño.

Con el hambre superado, vuestros cuerpo se relajan como hacia tiempo, y todo y que el suelo de la casa no es especialemnte comodo, si lo es comparado con el suelo del camino, por lo que acomodais lo mejor posible, agradeciendo el descanso, al menos físico.

Fuera, todo anda en silencio desde hace rato, pues al parecer el resto de trasgo pemanece escondido en sus casas, y tan solo el leve brillo de las telarañas penetra por vuestra ventana, colaborando con la lámpara de aceite para alumbrar el lugar.

Meepo tan solo tarda unos pocos minutos en caer dormido, profiriendo agudos, aunque leves, ronquidos que así lo demuestran...

Bueno, tampoco estaba tan mala la comida, no?, comento en voz alta para nadie en particular, creo que imitaré a Meepo y me tomaré un pequeño descanso, a mis piernas le vendrá bien, me acomodo nuevamente apoyada en la pared bajo el ventanuco, pero sin cerrar los ojos, observando divertida la situación, Por Aelyn, vaya dos.

El guerrero se haya mucho mas relajado que cuando llegaron gracias a la comida y bebida, por lo que luego de llenar previsoramente su pellejo con abundante agua, Zenram se acerca a la drow y toma asiento a su lado aun que guardando una distancia prudente para mantener el respeto que su rango merecía, sobre todo debido a que no sabia como pudieran tomar aquello sus anfitriones. Mejor es no dormir aquí, cerca quizás, pero no aquí...Murmura a la drow...

Con el estomago medio lleno, pues no he comido todo lo que habría deseado, observo y escucho como el pequeño trasgo cae en un sonoro sueño, y como el guerrero toma asiento cerca de la drow, aunque manteniendo una distancia que no guardó la vez anterior. De nuevo molesto, me acomodo yo también, en la pared contraria, y al igual que ellos, no cierro los ojos, dispuesto tan solo a relajar mis músculos pero no mi mente.

Con la infección gripal,que tengo,no tardo en echarme,imitando al bueno de Meepo.Creo que me vendrá bien un sueñecito...espero despertar mejor....zzz... zzz.no tardo demasiado en dormirme.

Los minutos se suceden de forma imparable mientras Meepo y Ugluk duermen plácidamente arropados en las mantas que os han cedido los trasgos. Lucius se mantiene en silencio, y aunque tiene los ojos cerrados la mayor parte del tiempo, estos se abren de vez en cuando, demostrando así que no ha caido en el sueño. Daenerys y Zenram, uno sentado junto al otro bajo la única ventana de la casa, permanecen también despiertos, aunque, como el guerrero, su mente descansa de las tensiones de los ultimos dias, y sus musculos, cansados, se han relajado hasta al punto que hormiguean suavemente, como si lo agradeciesen.

Todo es calma y silencio, paz y descanso, hasta que....

Una reconocida y temida sensación de miedo se abalanza sobre vuestras mentes de repente, con semejante intensidad que Meepo nos es capaz de evitar el alarido de pánico que surge de su interior. El miedo se adentra en vuestros cuerpos logrando que vuestros músculos, relajados, se tensen con tanta fuerza que un abrasador dolor los recorra de cabo a rabo, sin excepción.

Alarmados, y reconociendo la sensación que ya habeis vivido en una sola ocasión, abris los ojos como platos, enfocados, sin poder evitarlo, en la puerta que da acceso a la casa. Lucius, sentado cerca de ella, parece tener más fuerza de voluntad que vosotros, pues a diferencia que el resto, logra moverse, pero esta nace de la simple e instintiva necesidad de alejarse, y no de su fuerza interior. A duras penas, y con un mar de lágrimas derramandose de sus ojos, como os sucede a todos, logra alcanzar la posición de la drow y Zenram, donde se acomoda, uniéndo sus rodillas y rodeándolas con sus brazos, como si así pudiera protegerse de aquello que os espera.

Entonces el pavor que os tiene inmovilizado se convierte en la desagradable urgencia de huir, de correr a cualquier otro lugar que no sea ese, pero como ya ocurrió la vez anterior, vuestros cuerpos no responden a vuestras órdenes, y simplemente tiemblan y se estremecen en el lugar donde están.

Y en ese momento la puerta se abre, sin más, como si una ráfaga de aire la empujara de forma lenta pero constante, y cuando por fin la madera se pierde de vista, oculta tras el muro, la indiscutible figura de Solkan hace acto de presencia. Su mera visión incrementa vuestro miedo hasta limites insospechados y, sin poder evitarlo, os encogeis todo lo que podeis, agrupandoos hasta que vuestros cuerpos parecen formar uno solo, Incluso Ugluk, algo alejado, lograr arrastrarse hasta Lucius.

Y finalmente llega la última sensación, la peor de todas, aquella con la cual soñais con no volver a sentir jamás. La muerte, vuestra muerte. Deseais, como nunca lo habeis hecho, el poder acabar con vuestras miserables vidas en ese instante, de cualquier forma, como sea con tal de no seguir en presencia del humano, o lo que sea, que avanza, sonriente, hasta la puerta.

El general e Inmortal rey de Azerandos, camina hasta alcanzar la puerta, y una vez en ella alza sus dos brazos, mostrando los cuerpos que carga en cada una de sus manos. Estos han estado ahi desde el primer momento, pero es solo ahora cuando vuestra mirada logra desviarse y percatarse de ellos. Sin duda son dos muertos, y vuestras mentes no logran reconocerlos pues ambos están en un estado lamentable, ya que a excepción de la zona de sus ojos, el resto de la piel de sus rostros ha sido arrancada, dejando al decubierto los musculos y huesos que la componen. Su bocas, semiabiertas, muestras los restos de sus lenguas, apenas unos colgajos de carne, y sus cuerpos, cubiertos por los pocos restos de unas túnicas, han sido parcialmente devorados, y a uno y a otro les faltan grandes pedazos de carne.

Conteniendo las arcadas, y aún sin ser capaces de parpadear, luchais ferozmente con vuestra miradas, pero no obteneis éxito alguno, y esta se dedican a recorrer los cadáveres una y otra vez, agravando el asco y el temor hasta el extremo que sacais, sin saber como, suficientes fuerzas como para alzar las manos y tapar vuestros ojos.

Saludos, Tercera de las hijas de la casa Durtarh, decimo séptima en Menzoberranzan. - su voz, tan mortalmente fría como recordais, parece romper el silencio de forma tan angustiosa que os parece sentir como las paredes tiemblan a causa de la cantidad de horror que se desprenden de sus palabras. - Zenram Devilhand, y Lucius Von Draco, saludos a vosotros también. Y por supuesto a Ugluk Amarie, hermano de Rasguz, último en unirse a esta humilde fiesta de fracasados. A todos, os presento a aquellos que habeis perdido en el camino, Asterot y Avam.

Con sus frias pero regocijantes palabras, Solkan os lanza ambos cuerpos, los cuales ruedan por el suelo hasta quedar a apenas un metro de vosotros. - Aelyn os envia sus saludos, y por alguna razón que aún no entiendo, no me permite que acabe con vuestras vidas aquí y ahora, y para mi desagrado, os otorga, de forma excepcional, una segunda oportunidad. Si fracasais, tal y como yo deseo, será un placer para mi hacer con vuestros cuerpo lo mismo que con ellos. - con una temible sonrisa de sinceridad y deseo, Solkan señala ambos cadáveres a la vez que os muestra todos sus blancos y radientes dientes.

Cuidado, está aquí!! - la voz, que reconoces como aquella que nace de la daga, resuena en tu mente con una dureza irreconocible, e instintivamente, desvias tu mirad hacia el arma a tiempo de ver como esta pierde todo su brillo y belleza, transformandose en una fea y común daga como otra cualquiera. Cuando, sorprendido y alertado intentas pensar en lo que puede estar sucediendo, la reconocida y temida sensación de miedo se abalanza sobre tu mente...