Partida Rol por web

Recorristeis los más de 300 Km en menos de 6 horas, una muestra más del continuo progreso científico del hombre. El viaje en segunda clase fue bastante cómodo, en cada estación subían y bajaban nuevos pasajeros hablando de sus cosas, que si habían vendido toda la cosecha a muy buen precio, que necesitaban un pantalón nuevo para el niño y que tendría que comprar tela urgentemente, y algunos de comentarios sobre el devenir de la guerra, que según parecía acabaría en breve. A las dos en punto, Sor Madeleine sacó unas empanadillas de su equipaje que compartió con todos vosotros y había traido de la cocina del hospital.

Eran algo menos de las cuatro de la tarde cuando el tren paró en vuestra estación de destino y descendisteis.

Los soldados la recordaban perfectamente, al igual que el resto del pueblo, pues era la estación a la que habían llegado en cuanto los destinaron a su primer destino en Francia y habían trabajado en ella durante las semanas de descanso rotativo de las trincheras del frente haciendo labores de intendencia, pero para la monja y la enfermera esta era su primera visita a este pueblo y les sorprendió el ajetréo que había en ella.

Trasportistas se ocupaban de descargar los suministros que habían llegado en el tren y serían llevados al frente lo antes posible.

En cuanto vajáis un grupo de militares americanos os ve y se acerca hacia vosotros.

En cuanto se acercó lo suficiente lo reconocisteis, era el teniente McCarthy y dos de sus hombres Josep y Henri.

Son miembros de la otra compañía con la que os turnabais los periodes de primera línea y reserva; ellos estaban en reserva el día que perdisteis la memoria y desaparecisteis, son soldados con los que os lleváis bastante bien, habiendo compartido incluso algunas noches de permiso en el Café Brasserie Gambrinus de Frouard.

¡Buenas tardes Harry!- le dice al teniente mientras le estrecha la mano.- ¡Chicos! - os saluda después inclinando la cabeza al resto de soldados e ignorando completamente a las dos mujeres.

Tenéis buen aspecto, ¿Os han tratado bien por París?Sí, ya veo que sí.- Añade con una sonrisa.-¿Que tal el viaje, chicos? ¿Cómodo?- Quiere saber bastante alegre al encontrarse con unos amigos a los que creía muertos.-Tengo ordenes de llevarós a las trincheras, hay un camión esperando fuera de la estación.

¿Habéis colgado las botas para dedicaros a hacer de guías turísticos?- pregunta señalando a la enfermera y la monja como si se diera cuenta de que estaban allí en lugar de saber como sabía que vendrían con ellos.

Thomas se alegró de ver al teniente McCarthy y a sus chicos... pero a su manera. Al llebar cerca de él, el sargento se cuadró y saludó marcialmete al teniente, con la vista al frente y una mana en la en la ceja y firmes como el palo de una escoba, mientras decia.- Teniente, MaCarthy- Luego pasó de la posición de descansen... al mode del sargento, claro.

Escuchó atento lo que éste les decía y cuando mencionó lo de llevarlos a las trincheras, no puedo contenerse en hacer una mueca parecida a una sonrisa. Estaba claro que el sargento había nacido para la lucha y eso le alegraba más que ver a su amada madre.

Mientras tanto Derek había saludado a los soldados con la mano desde lejos, y ahora se entretenía pateando piedritas al costado de la vía.

Converso a un lado con los soldados, quejándonos de la misma mierda de siempre, puta guerra, malditas botas que se han agotado el número 42 hace meses, que ganas tengo de pillar a una francesa para que nos agradezca nuestro trabajo... Golpes de codo y chanzas incluidas.

Me pongo más serio cuando me comentan que van a las trincheras. Vamos no me jodas. Si tenemos que ir a otro sitio, que coño está hablando de volver a las trincheras.

- Sabía que era demasiado bueno pensar escaquearnos de las trincheras el resto de la guerra- me quejo- y yo que pensaba que eramos una especie de equipo de élite de..., o algo así- iba a añadir de Alá, pero me lo guardo a tiempo.

Teniente McCarthy soy el teniente Speirs-dijo presentándose- debe de haber una equivocación. Tenemos treinta días de permiso antes de volver a las trincheras-le respondió el teniente, que se moría de ganas por volver a las trincheras y reventar a esos cabrones alemanes pero debían antes aclarar lo que les había ocurrido.

Mientras Higwway se comporta como el perfecto militar que es, Derek prefiere quedarse un poco al margen y Samid habla con sus compañeros con total tranquilidad, contandose al últimas anecdotas del frente y haciendo las típicas bromas entre compañeros de fatigas.

El teniente Speris se presenta como si no hiciese menos de un mes que hubieran compartido una tarde de vinos en el Café Brasserie con el teniente McCarthy.

¡Descanse Highway!, descanse.

¡Joder Harry! Ya se que eres el maldito teniente Speirs - dice con una carcajada- Al final voy a tener que creerme lo que cuentan las malas lenguas sobre que habéis perdido la memoria.

Mira a las mujeres preguntándose si ha metido la pata y os pregunta a vosotros. Son de confianza, ¿Verdad?

Sor Madeleine asistió incrédula a la reunión de soldados ¿Volver a las trincheras? pero si todavía no le habían dado el alta...

-Disculpe señor... MCarty...-dijo tras leerle el nombre en la camisa-Pero las ordenes que yo tengo son otras, estos señores aún no están prepardos para volver a las trincheras, si el doctor ha dado su permiso ha sido para seguir un tratamiento específico centrado en conseguir querecuperen la memoria, pues presentan todos los sistomas de estar bajo los efectos de un shock traumático. Así que me temo que no voy a consentir que se los leve a las trincheras-declaró la monja plantándose en jarras delante del teniente.

Thomas miró a la monja con cara de pocos amigos. El sargento tenía ganas de acción y qué mejor sitio que las trincheras.

De todas formas también tenía ganas de limpiar su nombre, así que la decisión que tomara el teniente estaría bien sí o sí.

Pensando en todo esto Highway esperó a ver lo que acordaban los tenientes.

-Ya la oye-dijo con una leve sonrisa- parece que aún no somos aptos, y maldita sea quiero volver a las trincheras. Pero también quiero saber por que demonios hemos perdido la memoria...-dijo levemente como si el mismo entendiese que nadie se creería semejante estupidez. Pero allí estaban con un apagón de dos semanas.

Sí- dice el teniente con una sonrisa en la cara rodeando a la monja con los brazos en jarras- Ya veo que no solo son de confianza sino que también están a mando. No quise creerlo cuando lo leí en mis ordenes. - sacó un papel del bolsillo trasero de su pantalón- Aquí están, ordenes del estado mayor. Por recomendación expresa del Doctor Alexander Sciende, bla, bla, bla.

El teniente se vé alegre, exactamente como si acabará de comprobar con sus propios ojos que compañeros que creía muertos están vivos. - ¡Pero venga, no os paréis, que no tenemos todo el día!

Si, si no se preocupe tanto hermana, que vamos a cuidar muy bien de sus chicos.- le dice mientras coje suavemente del brazo a Madeleine y continua hablando de camino hacia la salida de la estación de tren.

¿Así que 30 días de permiso por no estar aptos, eh? ¡Menuda suerte! Como os he dicho, ayer por la tarde llegó un cable informando de vuestra llegada y comunicándonos ordenes para nosotros. Nos piden que os llevemos a la trinchera donde estabáis el 15 de Junio. -Os mira evaluando nuevamente vuestros rostros, sobre todo el de disgusto que pone la monja– Cambia esa cara de alegría Highway, y el resto dejar de preocuparos, ya no hay tiros que pegar desde allí.

No sabemos porque, pero los alemanes se retiraron un par de días después de vuestra desaparición y hemos avanzado la primera línea como algo más de un kilometro, hemos dejando de usar las antiguas trincheras de reserva y apoyo, y estamos gastando la antigua de primera línea como reserva desde entonces.

Mientras va dando estas explicaciónes váis caminando hasta salir de la estación. En la puerta véis un camión militar del ejercito americano un AC de la casa británica Marck- Señores, su carroza les espera. - Dice justo antes de subir de un salto a la parte trasera del mismo.

Por su parte, los otros dos soldados, que han recorrido el camino al lado de Samid preguntandole sobre los famosos cabarets parisinos se van a la parte delantera del camión, dispuestos a conducir. -¿Vienes con nosotros o con los jefes? - le preguntan al argelino

Mientras van de camino al camión, Derek pregunta a los soldados:

-A ver... nosotros quedamos fuera de combate aún no sabemos cómo... y los alemanes, en lugar a aprovecharlo van y se alejan un kilómetro! ¿Soy el único que piensa que vamos hacia una trampa?-

Sea una trampa o no, nos queda más remedio que ir...—Daisy evaluaba con la mirada al teniente McCarthy como intentando averiguar si podía confiar en él o no. Finalmente la joven acompañó a los soldados mientras lanzaba una mirada reprobadora al árabe con su conversación sobre mujeres frescas. No creo que si hubiese mucho peligro nos dejasen ir a Sor Madeleine y a mí

-Eso es lo que me preocupa... que probablemente haya un peligro y las grandes mentes militares no se hayan enterado.- responde Derek a al enfermera en un tono que denota más que preocupación una resignada pesadumbre

Harry estuvo a punto de besar al teniente McCarthy. ¡Por fin alguien le decía lo que quería saber! Por un momento se le pasó por la cabeza dejar aquella ridícula excursión al castillo y pedir que se le reasignara en el frente pero no podía hacer aquello. tenía que saber que es lo que había ocurrido y desentrañar todo aquel misterio que los rodeaba.

-Claypole, si fuera una trampa los solados hubieran caído ya en ella y les hubieran atacado por la retaguardia. Me parece a mi que esos krauts están cagados de miedo-respondió al soldado- bien, en marcha. No perdamos mas tiempo-dijo por fin recuperando su buen humor.

Samid subío a la parte delantera junto con Josep y Henri y el resto detrás con el teniente.

Una vez todos dentro, el camión arranca con un fuerte petardeo, se encamina hacía la línea del frente atravesando Frouard. A los soldados les trae viejos recuerdos, pués han pasado todos los días de permiso que han tenido durante la guerra en aquel pueblo y las ciudades cercanas. Pero para las mujeres recorrer las calles en el camión les causa un pequeño shock.

En la tranquilidad de los estados unidos o del agradable y elegante ambiente parisino la guerra se ve lejana, incluso para la gente cuya principal ocupación es curar las heridas provacadas por esa guerra, pero ahora a escasos kilometros del frente la realidad es completamente diferente, las calles del pueblo y su gente están sucios, mostrando algunos incluso sintomas de malnutrición. Las calles sin pavimentar tienen socabones que el conductor del camión evita sin preocuparse, pero que nadie se ocupa de arreglar, pues sus habitantes tienen cosas más importantes de las que ocuparse.

¿Quieres conducir? Tú eras taxista antes de todo esto, o eso contaste una vez ¿Verdad?- te pregunta, y se lo piensa durante unos segundos aún sin arrancar- No va a poder ser esta vez Samid, tal vez luego en el frente - te dice al fin- Llevamos personal civil, si Dios no lo quiera, se rompen una uña los del alto mando son capaces de abrirme un consejo de guerra.

El camino hacia el frente es pasa rápido mientras los dos soldados no paran de hacerte preguntas. ¿De verdad son las parisinas tan guapas como dicen?..... ¿Es mejor la comida del hospital que la bazofia que nos dan?....¿Has ido al Moulin Rouge?....¿Os tratan bien las enfermeras?...¿Como os escapasteis de los nazis?

De repente, los soldados se cayan y se produce un silencio incómodo,segundos después Henri continua hablando. El teniente DiCaprio ha estado por aquí. Capullo. Estuvo diciendo mentiras sobre vosotros, pero nosotros sabemos que no desertasteis. Ningún soldado americano haría una cosa así ¿Verdad?