Partida Rol por web

No las tenía todas conmigo ya que nadar por alguna especie de túnel submarino sin saber en qué momentos podrías salir a la superficie a respirar me daba bastante miedo, pero si todos iban yo no sería menos. Por suerte no había sido tan difícil como me había temido y, mientras buceaba, no dejaba de pensar en lo fácil que le había resultado a Lex encontrar esa salida y que en cambio Sadie no la había visto en años... Aquello seguía sin cuadrarme demasiado.

Pero no era el momento de pensar en esas cosas ya que, una vez en la superficie, me quedé sorprendida al comprobar que teníamos el faro justo sobre nosotros. Eso sólo podía significar que lo habíamos conseguido. Nos íbamos a salvar y toda aquella peligrosa aventura se acabaría de una vez por todas.

Sin embargo, mi inicial alegría se fue al traste cuando sentí la primera ola que me arrastraba con fuerza hacia las afiladas rocas. Braceé todo lo que pude contracorriente para no verme aplastada pero más olas enfurecidas seguían empeñadas en que me estampara contra las rocas. Seguí esforzándome, intentando no caer rendida mientras veía con estupor como algunos tenían tantos o más problemas que yo.

Nadé, nadé con todas mis fuerzas y me dio la impresión de que lo estaba consiguiendo, o por lo menos escuchaba más cerca los gritos de ánimo de los que ya habían alcanzado la orilla.

El oleaje se oponía con fuerza a dejarnos llegar a tierra y mi pobre prima que había venido a salvarme ahora se encontraba en problemas-¡Lex, joder, aguanta!- grité escupiendo agua salada. Desconocía de dónde pero ver a mi prima en apuros a punto de ahogarse me otorgó fuerzas renovadas y sujetándola con fuerza de la mano tiré con fuerza de ella hasta que al fin, llegamos a tierra, escupiendo y tosiendo.

-¡Lex! ¿Cómo estás?-le aparté el pelo empapado de la cara esperando ver sus vivaces ojos abiertos mirándome como siempre.

Uno a uno los chicos iban consiguiendo regresar a tierra firme. Scott estaba pletórico, pues había superado una nueva dificultad. Así como se iban acercando a las rocas les iba tendiendo la mano para ayudarles a subir. Él se había raspado la barriga contra la roca en el momento en que la ola le elevó hasta el dique natural que allí se había formado. Le escocía un poco y no quería que eso les pasara a sus amigos, y sobre todo a sus amigas.

Estaba especialmente contento por haber abandonado las cuevas y estar junto al faro. Eso le acercaba más a casa. Les acercaba a todos a casa y era en ese momento lo único que importaba. Una vez regresaran a los muelles de Goon, iba a tener mucho que explicarle a sus padres y pese a que fueron goonies en el pasado, dificilmente iban a creeles. Tendrían que acabar inventándose algo muy diferente para que les dejaran en paz.

- ¿Dónde está Sadie? - Preguntó entonces Scott. Había visto salir a todos sus amigos uno a uno, pero a quien no veía por ninguna parte era a la hija de Willy. - ¿Alguien la ha visto? - Preguntó.

Sadie emergió entre las aguas, pero una ola la empujó bastante más lejos que el resto. Cuando por fin pudo mirar en dónde se encontraba, se dio cuenta de que la corriente la había alejado del grupo y tuvo que empezar a nadar todo lo que pudo. Desde luego, no le iba a resultar nada fácil llegar a la orilla.

Finalmente, logrando mantenerse a flote a duras penas, logró llegar a las rocas. Vio que los chicos estaban un poco más lejos y sujetándose a las rocas, fue acercándose poco a poco a ellos.

¿Dónde está Sadie? ¿Alguien la ha visto?

¡Aquí! -respondió, escupiendo agua -. ¡Estoy aquí!

- ¡Sadie! - Exclamó Scott contento al verla. - ¡Pensaba que te habíamos perdido! - Sonrió al verla. - ¿Has estado alguna vez en el faro? ¡Oye! ¿Cuantos años tienes y cuanto tiempo llevabas en la cueva?

Ciertamente no le cuadraba que Sadie no hubiera probado antes de introducirse a través de aquel túnel. Si llevaba tanto tiempo encerrada en la caverna tendría que haber sabido de aquella salida. ¿Les estaría ocultando algo? Era complicado saberlo, pero su cara angelical de no haber roto un plato le indicaba a Scott que había sido del todo sincera. Podía ser perfectamente que tuviera algún tipo de defecto visual o... quien sabe que...

Sadie se agarró a una de las rocas y miró con sorpresa a Scott. ¿Se lo parecía a ella o estaba intentando ligar? Lo cierto es que el muchacho era guapo y hacía tanto tiempo que no estaba con alguien de su edad...

-No sé cuánto tiempo llevo en la cueva, pero yo tengo diecisiete. Estuve en el faro hace tiempo, pero la verdad es que mi padre no me dejó quedarme demasiado tiempo. No sé por qué.

- ¡Diecisiete! - Exclamó sorprendido Scott. Creía que era algo más joven, pero no pasaba nada. - Tú padre es un cretino... - Afirmó rotundamente. - Ya dejando de lado el hecho de que nos quiera bien muertos... - Resopló a la vez que alzaba las cejas. - ¡Tenerte allí encerrada! ¿Qué se ha pensado? - Scott no entendía como un padre le podía hacer eso a su hija. Eso era sin duda maltrato infantil. - Pero bueno... tú sabrás mejor que yo como es Willy. ¿Sabes si hay vigilancia en el faro?

El faro estaba sobre vosotros, y la luz giraba 360º iluminando hasta el último punto del horizonte. Un pequeño muro de rocas os separaban del camino principal que llevaba al interior del faro, así que solo teníais que subir por él. El único problema fue que al asomaros, pudisteis daros cuenta de que no estabais solos. Sadie no tuvo tiempo de responderte, ni tampoco hizo falta.

Un par de piratas parecían estar hablando entre ellos.

-Willy está enfadado de verdad -dijo uno.

-Se ha asomado por el agujero y su hija no estaba, así que imagínate -comentó el otro -. El pobre Smiley ha recibido un tajo en la garganta solo por decírselo.

Los dos piratas se echaron a reír.

Sadie escuchó hablar a los dos piratas y después miró a Scott. ¿Qué si había vigilancia? Pues iba a ser que sí. Descendió unos metros entre las rocas y habló en voz baja.

-Sí, hay vigilancia. Y no sé porque, así que no me preguntes. ¿Pero a qué viene tanto interés en ese faro? No hay nada en él, yo lo he visto.

- Tenemos que escondernos... - Dijo en un susurro buscando algún recodo en la pared de rocas donde pudieran camuflarse y escapar de la vista de aquellos piratas. - ¿Qué hacemos? - Preguntó.

Enfrentarse a los piratas no iba a ser buena idea. Scott había perdido la espada real que le entregó Anne y también la de atrezzo tras darle una buena estocada en el ojo al kraken. Armados iba a ser complicado plantarles cara, pero desarmados casi un imposible.

- No creo que se estén quietos aquí todo el tiempo. - Susurró. - Podemos esperar a que comiencen a caminar y entonces salir uno a uno sigilosamente o esperar a que sea más de noche...

Ahora fue el profesor el que se metió en la conversación.

Hijo, aquí no hay noche. Esto no es la realidad. Es un mundo ficticio creado con magia, por Willy. Hay lo que vemos, lo que él quiso que hubiese, y no tenía ningún sentido que existiera día y noche. No, si queremos entrar ahí, solo tenemos dos opciones. O los dejamos fuera de combate, o los distraemos y aprovechamos el momento para entrar.

El faro se encontraba próximo, pero, por desgracia para nosotros, permanecía vigilado por piratas. Mal asunto, sobre todo porque éramos un puñado de niños y un viejo profesor contra un par de piratas armados.

-Yo voto por diztraerloz -dije, sin dejar de observar la dirección en la que se hallaban los piratas-. Podemoz aparecer varios de nozotroz, llamar zu atención y llevarloz corriendo hazta donde eztén loz demáz. Entre todoz podemoz tirarlez piedraz o atacarlez con puñetazos hazta dejarloz inconscientes. Yo soy fuerte y podría hacerlo, no zé zi oz he contado alguna vez que me dió clases de defenza perzonal Jean Claude Van Damme...

- ¿Corres más que las balas, Caleb? - Le dijo Scott al rechoncho hijo de Gordie. - Si la respuesta es negativa, es mejor que no te expongas a esos peligros... - Miró al suelo y agarró una piedra. - ¿Lanzamos una piedra en dirección opuesta al faro cuando no nos vean? Es sencillo, pero si escuchan un ruido extraño, lo lógico sería que fueran a comprobar que ha sucedido. Son vigilantes y lo más importante... no tienen nada mejor que hacer... - Dijo ésto esperó a ver si al resto le parecía bien.

Antes de que podáis decidiros, escucháis una voz que no lográis identificar y desde las rocas veis que los dos piratas se miran entre sí y empiezan a caminar deprisa por el camino, dejando el faro completamente libre. 

Mirad. Los piratas se van -dijo Emiko, señalando al camino para que todos pudieran verlo. Si de verdad querían entrar en el faro, ahora era el momento porque no sabían cuándo volverían.

Ufff, qué ganas tengo de volver al museo. Jamás había querido estar en uno tanto como ahora mismo- pensó, agotada física y mentalmente.

- ¡Así es! - Dijo Scott cogiendo de la mano a Emiko. - Tú vienes conmigo... - Le dijo con la clara intención de salir al camino y comenzar a correr hacia el faro como si no hubiera un mañana.

Se podían decir de Scott muchas cosas... que no pensaba demasiado, que se precipitaba, que metía la pata en muchas ocasiones, que estaba teniendo suerte, que se arrimaba a toda chica que pasaba por su lado y que era valiente cuando tenía que serlo y todas ellas eran ciertas. Y en ese momento hizo un cómputo de casi todas aquellas habilidades. Tiró de la mano de Emiko y salió de su escondite camino del faro tratando de llegar lo más rápido posible pero haciendo el menor ruido al maldito faro, para poder regresar a casa de un vez por todas.

- ¡Vamos Emiko, no te quedes atrás! - Le susurró tirando de ella.