Partida Rol por web

Traspasamos el portal y llegamos al verdadero Avalon. La cosa había cambiado. No es que estuviera en ruinas como la isla paralela de la que habían llegado, pero estaba bastante deteriorada. Por lo menos aquí se podía ver la niebla, la misma que no dejaba ver las orillas del lago en el que en su centro se encontraba la isla.

Mordred y yo seguimos adelante, ignorando algo que hizo Galeas. Miraba curiosa los alrededores. Entramos en el templo, y yo me dirigí a las estancias a buscar algo de ropa para no andar medio desnuda.

-¿Hola? -llamaba pero sólo me respondí el eco que hacían las paredes de mármol.-Lilyan mira si encuentras algo de ropa para ti también, si quieres cambiarte. -Miré a los chicos- No creo que por aquí haya ropa de hombre, a no ser que queráis llevar ropa de sacerdotisa.-bromeé por primera vez en mucho tiempo.- De todas formas estaremos encantadas de veros sacar la ropa- es decir, desnudos.

Empecé a rebuscar y encontré algo de mi talla. Pero en todo el lugar seguían sin haber señales de vida.

Tan pronto elizabeth se levanto todos empezaron a correr de una manera frenetica en direccion a la cascada,galeas se quedo un poco rezagado pero era dificil saber si lo hacia para vigilar la retaguardia o para disfrutar de la vista que resultaba la pobre eli trepando con apenas una camisa para cubrirla.El mismo mordred tenia que hacer un esfuerzo sobrenatural para no girar la cabeza pues sabia que en el momento que clavara sus ojos en el cuerpo de su amiga quedaria totalmente enbobado y no seria capaz de desviar la vista o avanzar un centimetro mas.

Incluso con todas las precauciones no pudo evitar que sus ojos giraran un par de veces para captar una breve imagen de su prescioso cuerpo,no entendia porque aquello lo afectaba tanto pero desde que se habian dado aquel beso su relacion definitabamente habia caido del lado 'amantes' de la cerca donde siempre se habian estado balanceando ellos dos pero por alguna extraña razon aquella situacion definida no le ayudaba en lo absoluto a pensar menos tiempo en ella.Luego de lo que parecieron horas luchando contra el ascenso y su propia lujuria los aventureros finalmente llegaron a las ruinas que se alzaban en la cima de la cascada,ahora que podia verlo con mas detalle se dio cuenta que en efecto la forma de la construccion era la de algun arcaico portal,durante el ascenso no eran pocas las veces que se le habian crispado los nervios al pensar en el dragon atacandolos desde aquella posicion tan vulnerable pero al girar la cabeza confirmo una vez mas que la bestia se habia marchado fuera cual fuera su razon para descistir de intentar samparselos-al parecer si es asi de facil-dijo el en un tono incredulo mientras veia como lilyan atravesaba el portico solo para desaparecer en el mismo segundo que alcanzaba el otro extremo.Mordred y elizabeth pasaron tomados de la mano y suponian que galeas habia pasado al ultimo,tan pronto llegaron al otro lado se hizo muy obvio que se encontraban en el verdadero avalon,mordred movio los dedos y las chispas saltaron en el aire con la gran concentracion de magia que existia en aquel lugar-lo siento pero tendras que esperar para poder tener ese espectaculo-dijo mordred tambien sonriendo mientras abrazaba a elizabeth por la cintura cuando la escucho insinuar que debian quitarse la ropa,con algo de suerte la madre de galeas podria ayudarlos a regresar a camelot y quizas incluso prestarles alguno de los incontables objetos magicos que se forjaban en la isla.

Sin pensármelo dos veces traspasé el portal para encontrarme caminando por una estancia que, a pesar de no estar en ruinas, se veía desde hace tiempo abandonada. Nadie contestó al saludo de Elizabeth, nadie salió a recibirnos, parecía tan solitario como el lugar de donde veníamos. Asentí ante la propuesta de mi amiga y me puse a rebuscar entre los ropajes de un arcón. Mi propia ropa, la misma que llevaba en la fiesta en Camelot hacía ya lo que me parecía una eternidad, se veía rota y sucia. Encontré una cómoda túnica que, aunque un poco grande, conseguí ajustar con un cinturón.

Una vez vestida me dediqué a recorrer la estancia, el sonido de nuestros pasos parecían más sonoros en aquel silencio. Sin lugar a dudas nos encontrábamos en Avalon porque hasta yo misma sentí el cosquilleo de la magia recorriendo mis venas. me volví hacia Galeas.

- ¿Tu madre estará por aquí? ¿Crees que nos ayudará a llegar a Camelot?

Cuando Galeas traspasó el portal, algo dentro de él se agitó. Ahora lo tenía más que claro, estaba en Avalon. Es como si siempre hubiera estado allí, la conociera de antes de su vida, más sin embargo nunca aparecía la isla en sus sueños. ¿O quizás si, pero tenía un aspecto más... ¿vivo? ¿antiguo? Al menos estaba lo suficientemente seguro que se atrevió a girarse, y no vio dragón alguno que siguiera amenazándoles.

Elizabeth fue la primera en avanzar una vez todos se percataron donde estábamos al fin, e hizo mención a nuestros ropajes. Galeas se miró a él y a Mondred, y a Eli y a Lilyan vestidas como si fueran sacerdotisas. Yo creo que vamos adecuados para presentarnos delante de cualquiera en esta isla - dijo entre risas. Luego ante la pregunta de Lilyan se la quedó mirando Oye, cuando encontremos a mi madre vigila lo que dices, no me gustaría que interpretara lo que no es entre nosotros. - dijo intentando parecer serio - Aunque lo de ir vestida como una de ellas te hará ganar puntos, pero tampoco habría que pasarse...

Entregué la camisa de Mordred a su dueño mientras recolocaba la túnica para sentirme cómoda. Observé a Lilyan como se cambiaba, deleitándome con su cuerpo musculoso, con sus curvas, con sus senos , sus cabellos resbalaban por sus hombros suavemente a cada movimiento. Sacudí la cabeza para sacar de mi mente su cuerpo pecaminoso y sonreí tontamente, ahora me parecía Galeas.

Y cuando volvimos con los chicos, al acabar con nuestros comentarios siempre pícaros. Sentí como respiraba magia, como recorría mi cuerpo y se nutría de mí con delicadeza. Sonreí me sentía bien.
-Me gusta este lugar-comenté con dulzura.

-Pero Avalon no te acepta-dijo una voz detrás de nosotros. Una sombra apareció en la oscuridad, caminaba hacia nosotros. La dama del lago me miraba altiva-Eres una abobinación-declaró taciturna. Se volvió para mirar a su hijo y le sonrió suavemente mientras alzaba sus barazos hacia su retoño-¡Mi niño querido!-exclamó

Mordred recibio su camisa de regreso y elizabeth parecio agradecerle el favor dejandole ver su cuerpo desnudo por unos segundos antes de que la tunica envolviera su cuerpo.Lilyan parecia otro muchacho mas cambiandose alli a plena vista sin que pareciera importarle mucho el echo,suponia que como eran amigos de toda la vida para ella ya era como cambiarse delante de un hermano pero aun asi no podia dejar de preocuparse un poco al ver con que naturalidad lo habia echo y las miradas que le dirigia elizabeth no ayudaban a que se sintiera mejor-si sigues mirando asi vas a hacer que galeas y yo empezemos a tener ideas raras sobre vosotros-dijo mientras la envolvia en sus brazos y le mordisqueaba la oreja por detras pero sin impedir que ella continuara con la mirada clavada en lilyan con tal intensidad que por un segundo penso que iba a correr para besarla alli mismo,ya fuera por las palabras de mordred o su propia conciencia al final eli aparto la mirada mientras hablaba sobre avalon como si su pequeña escena nunca hubiera ocurrido,sin duda el reino de la magia era uno de los lugares mas maravillosos del mundo pero aquella era una tierra para las hadas y los heroes caidos y ellos aun tenian demasiados asuntos en el reino de los mortales como para quedarse alli a disfrutar del idilio que era aquel santuario de las antiguas costumbres.

Como si respondiera a las preguntas de todos la dama del lago se materializo frente a ellos tan misteriosa como siempre,igual que hacia la gente pequeña nimue tenia la costumbre de hablar con palabras cripticas y acertijos aunque en aquella ocasion sus palabras fueron directas y tan duras como la piedra,de forma instintiva mordred apreto a elizabeth con fuerza contra su cuerpo aun cuando sabia que no podia ofrecerle ninguna proteccion si acaso la dama del lago descidia matarlos,se limito a seguirla con una mirada fria mientras ella se dirigia hacia su hijo con evidente alegria en su voz-de que demonios esta hablando-le susurro a elizabeth teniendo la mala sensacion de que aquello tenia algo que ver con el echo de que pudiera sobrevivir al fuego de los dragones.

Sentía las miradas de Elizabeth mientras nos cambiábamos pero prefería ignorarlas, después de todo lo que habíamos pasado y lo que, seguramente, nos faltaba por padecer sentirme molesta o iniciar una discusión no me parecía lo más apropiado. Ni siquiera fui capaz de sonreír ante el comentario de Mordred, qué más quisieran ellos que vernos ahora mismo a las dos retozando entre nosotras para su deleite, pero eso jamás ocurriría.

Una vez listos y dispuestos para explorar tranquilamente el lugar buscando la salida hacia Camelot, un nuevo acontecimiento impidió nuestro propósito. Una voz de mujer rompió el silencio con palabras hirientes hacia Eli y con palabras amorosas hacia Galeas, no podía ser otra que Vivian, la Dama del Lago.

Estuve a punto de saltar hacia ella al oír el trato que le dedicaba a mi amiga aunque sabía por qué lo decía y era consciente de que frente a esa mujer yo no podía hacer nada. Aún así avancé un paso y ahí me quedé, expectante, mordiéndome el labio hasta notar la sangre que resbalaba por mi boca para no gritarle a Vivian todo lo que me apetecía decirle. Pero ella sí amaba a su hijo, ella sí velaba por él... o eso era lo que nos quería hacer creer.

Galeas olvidó todo lo demás cuando por fin vio a su madre. Vivian. La dama del Lago. Mamá... El rostro que sólo había visto en retratos, dibujos, cuadros sobre la historia de Camelot, que se le aparecía en sueños... nada le hacía justicia. O quizás era la magia de Avalon, en cualquier caso le sorprendía que pudiera haber nacido de una mujer tan bella. Galeas respondió al ofrecimiento de un abrazo y sus cuerpos se fundieron en uno. Aunque sólo fue un instante, para el joven de pelo plateado fue una eternidad. Pero ya había aprendido en la otra isla (o parte de la misma) que eso era algo fugaz, así que intentando contener sus lágrimas volvió a mirar a su madre mientras se pasaba la manga sucia por los ojos para secarlos.

Luego, miró a sus amigos y volvió a mirar a su madre. Posiblemente sepas quienes me acompañan, pero déjame presentártelos. Galeas se puso entre su madre y Lilyan. Ella es Lilyan, la única nacida de un amor verdadero, y por ello su corazón es indomable. - luego dio un par de pasos para ponerse ahora con Mondred - Mondred es el hijo de la oscuridad que fue y de la oscuridad que es, más sin embargo brilla con toda la luz que carecieron y carecen sus progenitores, para reinar en Camelot con más justicia de la que hubo jamás. - finalmente se pone entre su madre y Eli. - Y ella es Elisabeth, hija de Merlín. Y no es ninguna abominación como si acaso su padre, ella es la salvadora de todos nosotros. Y más importante, al igual que Mondred y Lilyan...  - Galeas se pone enfrente de su madre delante de sus amigos - ... son también mi familia.

Gemí de dolor cuando sentí como Mordred me apretaba con tanta fuerza contra él que me hacia daño, oí lo que me susurraba pero no respondí. Observé como Lilyan daba un paso decidida hacia delante, estaban tensa pero silenciosa, sabía lo que pensaba pero el único que se atrevió a reaccionar y hablar fue Galeas, quizás el más indicado para este ocasión, pues era su momento, su madre. Y todas sus palabras provocaron en mí, una dicha sin igual. Porque ellos eran mis hermanos, y eso era yo por ellos, ¿hasta que descubriesen la verdad?

Me desembaracé de Mordred y di un paso hacia delante posando mi mano suavemente sobre el hombro de Lilyan.
-Tranquilízate -le susurré amorosamente al oído.- Vivian os podría matar a los tres con un simple movimiento de sus dedos. -Me volví para mirar a Mordred-Es mejor no provocarla.-les dije.No podré volver a salvaros, no tengo fuerzas. Avalon se nutría de mí salvajemente como había pasado momentos antes de la batalla en Camelot.

Avancé otro paso hasta quedar junto a Galeas, hombro con hombro. Somos más fuertes si permanecemos juntos.
-Sólo queremos saber qué ocurrió.-Dije por todos ellos.- Y cuando nos muestres la salida, seré la primera en comenzar la marcha
Vivian sonreía mirándome altiva. Para ella no era más que un ser insignificante sin valor.
-Por la amistad que tengo con Merlín, no te mato aquí y ahora -me amenazó con tanta sutileza que pareció un halago. Aunque Avalon lo haría en horas.- Han pasado cinco años -empezó a decir mientras miraba a Mordred y Lilyan- Vuestra "amiga" -siseó al referirse a mí- utilizó vuestra magia para atacarnos, a vuestros padres. Merlín, Morgana y yo, decidimos utilizar ese magia para sacaros de Camelot- Entonces, al final, ¿les había atacado? Me dolía la cabeza.

Avanzó otro paso y se puso cara a cara con nosotros.
-Lilyan y Galeas se quedarán en Avalon, así lo hemos decidido -proclamó.- Mordred cumple tu destino en Camelot, -dijo mirándolo.- Elizabeth, aléjate de tus amigos, de Camelot, de Avalon y de toda tu vida pasada-sonó amenazante- busca al Dragón Dorado, te está esperando.
Dicho esto, alzó su túnica y despareció con Lilyan y Galeas, un camino luminoso apareció frente a nosotros, indicándonos la salida de Avalon.

Grité.
-¡¡LILYYAAAN!! ¡¡GALEEAASSS!!-los llamaba desesperada mientras las lágrimas descendían por mis mejillas, cada vez más debilitada.- ¡Debemos encontrarlos!-le dije a Mordred

Miró a sus jóvenes pupilos mientras se adentraban por una cueva en medio de la isla.
-¡Vamos! ¡No os quedéis atrás! -les apremió.- No encontraréis la salida sin mi ayuda -les advirtió.

La magia y la humedad de la isla parecía concentrarse en ese lugar a medida que avanzaban.
-Bien, -les dijo mientras seguían caminando con paso decidido- He hablado con Lancelot -decía sin volverse- y me ha ofrecido a Lilyan como futura Dama del lago, ya que es mi sobrina, yo la acepto -dijo con prisas.-Y Galeas, hijo mío, te encargarás de custodiar la espada de Excalibur que se encuentra justo ahí -Dijo al llegar frente a una gran bola de magia de la cual surgía un extraño resplandor, era la propia espada, de la que nunca se separaba Arturo.

Habían llegado al centro de la isla, donde la magia era mucho más poderosa, tanto que hasta dolía, y ahora, por alguna razón parecía estar rabiosa.

Sin notarlo mordred apretó con fuerza el delicado cuerpo de elizabeth, sus manos tensas como estaban dejaron marcas en sus nacarados hombros e incluso tuvo que llegar a gemir para que el notara que le estaba haciendo daño y aflojara su agarre. Las palabras que galeas dijo sobre cada uno de ellos hizo que sonriera con cierta pena e incluso se habría ruborizado de no ser porque lo consideraba algo indigno de el "idiota que intentas hacer con palabras tan grandes" pensó en decirle pero se limito a permanecer allí parado mientras esperaban que nimue diera su veredicto, en cierto sentido las palabras de galeas eran la verdad en un sentido mucho mas amplio de lo que podian pensar, sus amigos habían estado juntos incluso en las peores de las situaciones y mientras se mantuvieran así podian superarlo todo.
La dama del lago sin embargo parecía tener una opinión diferente pues le dio a cada uno de ellos una tarea individual mientras les decia que su pequeño descanso había sido no menos de cinco años en el mundo mortal, no sabia de que destino hablaba pero no pensaba dejar a los demás atrás sin dar pelea. Pero antes de que pudiera decir o hacer algo nimue desapareció tan misteriosamente como había aparecido llevándose a lilyan y galeas con ella mientras elizabeth gritaba sus nombres-aunque debamos buscar bajo cada roca de esta isla-dijo como toda respuesta mientras tomaba a elizabeth de la mano y le daba la espalda al camino de regreso a camelot, incluso el reino que tanto había ansiado era un precio demasiado alto si debía perder a sus amigos para lograrlo- los encontraremos así tengamos que arrancarcelos a nimue- dijo mientras aceleraba el paso sabiendo que no pasaría mucho antes que la dama notara que no se habían marchado.

¿Cinco años? ¿En un pestañeo han pasado 5 años? Nada de esto parecía real, y habían pasado muchas cosas últimamente para ser capaz aún de poder decir tal expresión. Y entonces, como hechizado por su madre la siguió dándole la espalda a dos de sus amigos...

Su mente no se recompuso de todo lo que su madre dijo hasta que vio a Excalibur, y entonces salió de su shock. O quizás era que podía sentir tanto la magia que le rasgaba la mente que no podía hacer otra cosa que sentir todo lo que le rodeaba. No... No. - afirmó finalmente sin titubeos. Esto no estaba bien, nada de esto tenía sentido. Galeas retrocedió un par de pasos y clavó su mirada en su madre. ¿Como...? ¿Porque...? ¿Qué...? ¿Cuando...? ¿Quien...?

Demasiadas respuestas sin saber y era incapaz de formular una pregunta completa. Quizás porque de sus entrañas lo único que quería decirle era "Me alegro mucho de verte mamá, pero por encima de mi cadáver seguiremos siendo peones de los estúpidos juegos de nuestros padres. Vais a ofrecernos un destino, pero no vais a obligarnos a cumplirlo, seremos nosotros quienes decidiremos". Si no lo hacía en voz alta, era por varios motivos. Una parte de él quería conocer todas las respuestas primero, otra parte de él tenía cada una de esas respuestas. Y luego estaba Lilyan. Galeas desvía su mirada hacia ella mientras piensa que lo último que desea era hablar por ella. Quizás su madre podía acabar con ellos con más rapidez y letalidad, pero conocía lo suficiente a Lilyan como para no ponerse por delante de ella...

Aquello tenía que ser un sueño, no podía estar pasando, sólo había pasado una noche pero... Avalon, la terrible, mágica y sorprendente Avalon...

- Pero yo no me quiero quedar aquí, quiero volver a Camelot, a mi casa... -supliqué tontamente sin saber que mi destino, al igual que el de mis amigos, ya estaba decidido.

Cuando quise mirar atrás, pedir ayuda a Mordred y a Eli, estos habían desaparecido junto con todo lo que les rodeaba. Gruesas lágrimas resbalaron por mi rostro.

Me estremecí al recorrer la cueva a la que nos había llevado Vivian, caminé detrás de ella en silencio, mordiéndome la rabia y la frustración que sentía.

- No... no quiero quedarme aquí, ya te lo he dicho. Y mucho menos quiero ser Dama del Lago y pudrirme aquí por toda la eternidad. Por mucho que lo haya dicho mi padre él hace tiempo que perdió sus derechos sobre mí. -Aquel anuncio me había dejado furiosa. Quiénes eran ellos para decidir de esa manera por mí, quiénes eran ellos para decidir mi destino sin contar conmigo.

El odio empezaba a crecer dentro de mí de manera peligrosa. Sabía que si me enfrentaba a Vivian tenía todas las de perder, pero prefería la muerte a pasarme toda la eternidad encerrada en aquella isla.

- Además yo no puedo ser Dama del Lago, no tengo la magia ni el poder necesario para ello. No me han educado en hechizos y sortilegios. Mi brazo está listo para la batalla no para encantamientos.

Caí al suelo de rodillas, las fuerzas me abandonaron. Volví la vista hacia el camino que parecía llamarnos.

-Yo... no puedo seguir, Mordred -confesé con lágrimas en los ojos.- Mientras siga en Avalon no tendré fuerzas para nadar-Gemí.- Deberán salvarse ellos mismos, nosotros tenemos nuestras propias cruzadas.

Alzó su mano, indicando el silencio a ambos. 

-Sois dos jóvenes prometedores, adultos y responsables. Ya habéis vivido vuestras aventuras, ahora os corresponder comprometeros -les informó solemne. Miró a ambos como si fuera una mentora regañando con cariño a sus mejores alumnos.- Queréis estar juntos, ¿verdad? -preguntó sabiendo la respuesta.- Fuera de Avalon deberéis permanecer solos y separados.-Los miró decidida.- Y bien ¿qué elegís, niños míos?

Madre, no me importaría quedarme aquí custodiando a Excalibur, siempre y cuando fuera libre de elegir una vez fuera entregada - empieza a hablar Galeas de forma serena, pero luego una sonrisa empieza a aparecer en su rostro - Porque no creo que pasen otros 5 años antes que tenga que entregársela a Mondred... o quizás a Lilyan.

Y ahora querida madre, nos vas a explicar que ocurrió cuando Elizabeth nos salvó - dijera lo que dijera, así es como ocurrió - de ese juego de peones que nos iba a consumir a todos vuestros hijos. Y luego... ya veremos.

Las palabras de Galeas me dejaron por unos instantes sorprendida e incluso anhelante. Excalibur en mis manos... sería maravilloso. Pero sabía que aquello sólo sería un sueño maravilloso... yo jamás empuñaría a Excalibur para combatir, lo único sería... como Dama del Lago. Aquel pensamiento me entristeció.

- ¿Juntos...? Yo... -no supe qué decir, sí quería estar a su lado pero sabía que él era un espíritu demasiado libre como para atarlo a un único corazón.- Yo... te repito que no puedo ser Dama del Lago, no tengo el poder necesario para ese menester, ni tengo conocimientos de magia, sólo sé luchar.

Escuché a Galeas y esperé que su madre se dignara a darnos la explicación que tanto queríamos conocer.

Vivan miraba a ambos jóvenes cordialmente, con un velo de misterio.
-¡Hijo mío!-exclamó como la madre amorosa que era o quería simular.-Excalibur está destinada a Mordred, no a hijas bastadas-dijo sin tratar de ofender, no era su estilo.- Excalibur-empezó a decir, alzó su mano y la espada salió despedida de la burbuja de magia. Galeas en un rápido e instintivo movimiento la cogió de la empuñadura mientras se dirigía a él a gran velocidad-es custodiada por La Dama del Lago pero yo no puedo...-carraspeó- seguir ejerciendo, por eso, aunque no conozcas la magia-le dijo a Lilyan-deberás ocupar mi lugar cuanto antes.-Proclamó.-Y la espada será custodiada por sangre de mi sangre, pues no obedecerá a nadie más, excepto a su compañero mortal.-Dijo refiriéndose a Mordred. Evitando constantemente aclarar lo que le habían preguntado.-El tiempo apremia.-Le dijo a Lilyan.-Te daré todo mi conocimiento y magia.