Partida Rol por web

Los chicos escucharon la lengua utilizada y acto seguido miraron a Sigrid con las facciones encendidas por la sorpresa. La mujer que ahora se había acercado les hizo una seña y con celeridad sobrenatural se escabulleron formando movimientos serpentiles desde el suelo hasta el árbol más cercano, por el que subieron hasta desaparecer. Sin duda solo alguien que hubiese estado atento podría haberse dado cuenta y por la reacción general parecía que ningún humano había sido consciente siquiera de lo que había pasado.

La chica seguía mirando a los dos hombres y acto seguido se dió la vuelta para empezar a correr a gran velocidad, si decidían seguirla era probable que les costase alcanzarla.

Allá arriba, Fred pareció levantarse y alejarse después de haber estado hablando con el hombre que había decidido suicidarse sobre el tejado al llegar ellos. Nada tenía sentido.

Al mirar el suelo, marcas de azufre quemaban el césped en el lugar donde habían estado los chicos.

El hombre escuchaba a Fred mientras éste hablaba, pero algo parecía llamar su atención ahí abajo. Con los ojos desencajados señaló instintivamente.

- Son ellos, van a venir a por mí.

Miraba fijamente al lugar donde se encontraban Michael y Sigrid, que parecían estar hablando con dos niños y una chica. Sin dar tiempo a más puso una mano sobre la cabeza del profesor que acto seguido comenzó a ver pasar imágenes a la vez que escuchaba una voz interna.

El rostro que había visto era sin duda el hombre al que buscaban, el que ahora tenía delante muriendo a su lado. Su rostro salía una y otra vez en diferentes escenas, algunas de excesiva crueldad y otras junto a extraños individuos a los que entregaba cosas, objetos extraños de apariencia antigua.

La voz le hablaba.

- Veo que compartes mi naturaleza, ambos somos siervos de Dios... pero tienes que saber que los nuestros están corruptos. Me persiguen, poseo algo que podría acabar con toda la fé. Esos de ahí abajo son ángeles, vine a pedir su ayuda y me han traicionado. Trafican con almas, almas humanas, almas especiales, de las que obtienen poder. No sé cómo han descubierto el modo de hacerlo pero lo que consiguen supera todo lo que conocemos, el poder que nos da el Altísimo.

- Hay tres almas puras que valen más que ninguna, solo unos pocos sabemos donde están y nos están dando caza. Por favor, no dejes que lleguen a ellas. Estás en peligro, no confíes en nadie, no compartas esto con nadie, van a ir a por ti. Te ocurrirá lo mismo que a mí, dirán que eres un traidor y enviarán a otros como nosotros a acabar contigo.

- Por favor, no dejes que los dañen.- Decía esto ya entre lágrimas.- Guarda esto.

Acto seguido apartó la mano y las imágenes cesaron y el hombre volvió a usar el cuchillo desgarrándose la piel para seccionar un gran trozo, tendiéndotelo.

- Es un mapa. Por favor, escucha a tu corazón y sabrás que no te miento.

El esfuerzo fue demasiado, su cuerpo mortal no pudo soportarlo y los ojos quedaron sin vida, inertes, mientras sus miembros perdían cualquier fuerza para sostenerse.

Fred mantenía el cadaver inerte entre sus manos, sujetando la cabeza mientras miraba de nuevo hacía abajo para ver que sus compañeros volvían a estar solos. El trozo de piel que tenía entre sus manos estaba ensangrentado y nada parecía haber en él salvo trozos de carne adheridos y cortes.

El horror de lo vivido comenzó a apoderarse de él.

Michael observó, atónito, como ocurría todo. Se aseguró de quedarse con las caras de ese trío, pues en el futuro no dudaba de que volverían a encontrarse, pero no hizo ni un solo movimiento, ni un intento por darles caza. Ya la habían cagado suficiente. Furioso, se giró hacia Sigrid.

—¿Es qué te has vuelto loca? —siseó—. ¿Qué parte no entendiste de no delatarte y no llamar la atención? Mierda, ha sido un error que te encargaran esta misión, reza porque esto no se nos vuelva completamente en contra —gruñó, descargando tensión. Tuvo que coger y soltar el aire hasta tres veces para calmarse un poco—. ¿Por qué no te vas a mirar lo que has sacado de las cámaras, tengo que seguir haciendo mi trabajo aquí.

Acabó por reconocer al tipo, justo a quien buscaban y de nuevo muerto, no se había atrevido a darle su nombre angelical. Ahora había recibido unas revelaciones terribles que le dejaron helado, una facción corrupta entre las filas de los siervos de dios, se trataba de una amenaza para el equilibrio de la guerra, pues de algún modo creía que debilitaría a los suyos permitiendo el ascenso de los demonios.

Podía plegar el trozo de piel para dejarlo bajo el pantalón, en el lado derecho de su cuerpo tratando de que no fuera visible y que no dejara un rastro de sangre. Lo siguiente era intentar no dejar pistas, por eso hizo el arriesgado intento de sanar la piel que el hombre se había arrancado. Aún muerto, si lograba recuperarle la parte faltante evitaría levantar sospechas en esos niños sobre los que había sido advertido. Justo esos niños andaban cerca de Michael y bien podían ser los agentes de la corrupción.

"Horrible."

La maldad tomando la forma más inocente, solo habría esperado algo como eso de las criaturas más oscuras.

Tras el incidente, Fred volvió a aparecer por una de las puertas. La gente seguía nerviosa pero la situación empezaba a estar controlada aunque aún quedaban focos por sofocar.

El profesor se acercó a Michael y Sigrid para indicarles que las escaleras estaban en mejor estado de lo que parecían pero por su nerviosismo parecía que tenía que revelarles mucho más.

Fred ya había llamado mucho la atención, por eso bajó de modo disimulado queriendo retirarse si era posible. La policía acabaría por llegar y quizás tuviera que dar explicaciones, con las dificultades que implicaba. Viendo a sus dos compañeros lo único que hizo fue dirigir unas miradas que semejaban casuales pero que hacían entender que querría hablar con ellos, en un entorno lejos de oídos curiosos.

No podía permitirse que esas noticias llegaran a mortales o a inmortales, como sabía que había ángeles en alguna parte tenía los sentidos alerta aunque disimulara. Primero miró hacia alguna máquina de bebidas con la intención de acercarse y refrescarse la boca, solo que tampoco era un lugar protegido, así que esperaría hasta que pudieran estar a solas.

El caos por fin dio paso a la calma, las labores de extinción dieron su fruto y tras unas horas censando a los estudiantes y a todo el personal del edificio se pudo controlar quiénes habían sido los heridos y quiénes los muertos. La triste labor de anunciárselo a sus padres sería dura.

Ya en el despacho del rector pudieron hacer balance. Una investigación previa constataba que el fuego se había iniciado en una habitación del primer piso, pertenecía a un estudiante indio de intercambio llamado Amal Summers, de ascendencia inglesa. Su expediente arrojaba poca luz, ningún incidente, notas excelentes y según constaba llevaba un mes fuera del país gracias a un permiso para visitar a su familia tras la muerte de su madre por larga enfermedad.

Sin embargo algunos estudiantes habían dicho que los días previos habían visto luz en el cuarto a altas horas de la noche.

Del hombre que había subido al tejado no quedaba ni rastro, la policía seguía buscando el cuerpo tras interrogar a varios testigos. Por suerte nadie había reconocido a Fred, el humo y la lejanía le hicieron pasar desapercibido entre el desorden general.

Por fin tenían tiempo para poner sobre la mesa cualquier pista y tratar de dilucidar qué había pasado.

Había esperado con paciencia a que pudieran reunirse con secretismo. Fred era un ángel que no estaba acostumbrado a sentir esta sensación de tener el peligro alrededor.

- Voy a contaros lo que ha sucedido. Pude ver al hombre que se ha suicidado, se clavó su arma y murió. Primero sospechaba que era un demonio causando caos pero luego se refirió al Señor varias veces pidiendo perdón por haber fallado. Pensando que se trataba de un ángel logré salvarlo de la muerte, entonces me confesó sus miedos pero siendo demasiado para él, volvió a morir, ahora irremediablemente. Su cadáver desapareció, por lo que las autoridades nunca lo encontrarán. Por suerte parece que no me han relacionado o no lo han hecho todavía.

Esa era una descripción de los hechos bastante aproximada, todavía faltaban cosas por contar.

- Era el rey Malik Mujtaba, reconocí su rostro de las fotografías. Por lo que tendremos que presentar un informe e indicar que la misión principal ha fallado, aunque yo creo que algo más está sucediendo pues el incendio no debió ser provocado por él. No sabría decir cómo encaja exactamente, pudo haberlo provocado huyendo.

Fred no había terminado de hablar, solo que ahora venía la parte más difícil de expresar.

- O quizás no deberíamos de presentar ningún informe sobre su muerte para que se alargue su búsqueda. Lo que me contó es terrible y afecta a toda la comunidad celestial, una amenaza que me obliga a moverme. Necesito vuestra ayuda, esto es muy grande, significa entrar en una nueva guerra en la que necesitaremos aliados poderosos pero no antes de comprobar que sus palabras son ciertas y salvar a personas que corren peligro.

Se habían reunido en su despacho de nuevo, igual que unas horas antes, pero con mayores preocupaciones en mete. Había cerrado los ojos y estaba sentado muy recto en su sillón, con los codos apoyados en los reposabrazos, las manos juntas y los dedos entrelazadas, de una forma que parecía estar rezando, aunque nada más lejos de la realidad. Cogía y soltaba el aire con calma, esperando serenarse antes de que ninguno empezara a hablar; la tensión a su alrededor podía cortarse con un cuchillo, y es que estaba cabreado. Las cosas podían haber salido mucho peor, pero no habían salido ni medianamente bien, dadas las circunstancias.

Fred se había mostrado en público, sobre una azotea, para enfrentarse a un terrorista que bien podría haber sido un sobrenatural. Como explicaría más tarde, la verdadera identidad del hombre conllevaba problemas mucho más profundos que un simple caído, pero aún así, el acto del profesor no dejaba de ser temerario, por decirlo de una manera suave; se había delatado a la primera de cambio, atrayendo atenciones no deseadas y arriesgando la misión y sus vidas. Puede que la policía y la mayoría de los mortales no hubieran reconocido al maestro, pero no le cabía la menor duda de que los demonios que observaban todo si que lo habían hecho, o al menos que serían capaces de hacerlo si le volvían a ver. Era lo que ocurría por actuar precipitadamente y sin pensar en las consecuencias. Era, más o menos, lo mismo que había hecho la tercera integrante del grupo, solo que ella muchísimo peor.

Si uno había puesto el foco sobre si mismo, Sigrid directamente se había prendido fuego y gritado que les miraran. No solo a ella, sino a los dos. Aún seguía enfadado con ella, y se planteaba seriamente pedir a sus superiores que le desasignaran de ese caso y se buscaran a otro. ¿A quién coño se le ocurría hablar en enoquiano así como así? ¡Y delante de más que obvios seres provenientes de los pisos de abajo! De un plumazo había delatado su condición angelical a tres enemigos, de una manera torpe, por no decir estúpida, además de hacerles huir cuando ya les tenía en su red. Todo, claro, delante de decenas de personas ajenas al conflicto, con lo que podría haber supuesto. Estaba claro que, desde el segundo despertar, algunos ángeles habían perdido la cabeza por completo, y a él le habría dado igual, si no fuera porque su majadería le había puesto en riesgo también.

No quería generar un conflicto ahí, en caliente, así que suspiró, se quitó las gafas y se masajeó el puente de la nariz antes de volver a ponerse los cristales y abrir los ojos para mirar a ambos, parándose en su compañero de la universidad.

—¿Qué querías decirnos? —preguntó fríamente. Y el otro echó a hablar.

Tras explicar lo averiguado, su mente ya empezaba a trabajar en posibles causas y efectos, aunque ya se iban formando algunas hipótesis en su mente que era mejor compartir; en cualquier caso, había que ponerle al tanto de lo sucedido mientras él jugaba a ser un Assassin por los tejados.

—Abajo había, al menos, tres demonios. Me di cuenta porque dos de ellos estaban en cuerpos de niños que no pintaban nada allí, y me acerqué a investigar; gracias a mis... Habilidades, es difícil que me vean como algo más que como un humano normal muy pío. El caso, me dijeron que su padre había entrado poco antes del incendio, al primer piso. Pensé que el terrorista podía ser un hombre cualquiera poseído que había provocado todo, y que ellos eran dos simples inocentes, así que me los quise llevar, y entonces apareció otra estudiante que parecía que los conocía, y los tres comenzaron a mostrar síntomas de no ser lo que aparentaban. Los habría llevado a una trampa, pues no parecían sospechar de mi, solo estaban nerviosos, hasta que aquí la señorita decidió ponerles en aviso gritando en nuestra lengua que eran caídos. Huyeron, por supuesto, y encima ahora conocen nuestras caras, y puede que la tuya —explicó. Luego miró a la inventora—. ¿Algo que añadir? Si no, creo que si tendríamos que informar. Puede que nos quiten a nosotros de este caso, al fin y al cabo, estamos comprometidos —añadió, mordaz.

Lo de las palabras en la lengua antigua había sido un acto extraño, Sigrid tendría que ser más cuidadosa la próxima vez. Estaban ahora enredados en un asunto muy complicado que había que desgranar.

- Al rey no le perseguían demonios, sino ángeles. Me dijo que sus perseguidores estaban abajo así que bien podían ser ellos, los niños de los que habláis, si es así no van a venir directamente a por nosotros aunque se complicarán las cosas, ahora veréis.

Esa era la conclusión a la que se podía llegar, salvo que ambas fuerzas estuvieran implicadas.

- El problema es éste, según su confesión parte de la comunidad angelical se ha corrompido fruto de un descubrimiento que permite obtener poder directamente de algunas almas humanas, "almas puras" con las que están traficando. Ya con esto no podemos saber si al rey lo buscaban nuestros superiores por la información que tenía. Él dijo exactamente que los nuestros se han corrompido y no podía confiar en nadie, pero espero de verdad que solo sea una parte, quizás los que están más arriba. Si se enteran de que sabemos algo nos harán como a él, nos marcarán como traidores y nos cazarán otros ángeles. Así que guardemos el secreto por lo menos hasta saber más, hemos de hacer como que seguimos buscando a Malik Mujtaba.

Extrajo entonces un amasijo que había escondido en su cintura, lo que estaba desplegando sobre la mesa era piel humana.

- Se arrancó esta parte de su cuerpo, este fue el esfuerzo que terminó por matarlo, y me dijo que era un mapa para llegar a las tres almas más puras, las que los corruptos están buscando por encima de todo y que hay que proteger, pues solo unos pocos las están protegiendo. Me advirtió de que el poder que estos corruptos obtienen de las almas es enorme. La piel se ve normal, pero debe haber una manera de leer esa información que ha guardado.

Con eso, Fred tocó la piel ahora extendida y aplicó su energía con el deseo de activar algún tipo de magia. Miró a Michael y Sigrid, con la idea de que entre los tres podrían saber más.

- Sigrid, lo más seguro es que tengas que analizarla, ¿lo harías?

Asintió, elucubrando de nuevo. Eso complicaba bastante las cosas y, efectivamente, no podían informar sin arriesgarse a convertirse en objetivos; lucharían solos, sin ningún aliado, y eso era un problema, especialmente si esos ángeles corruptos eran tan poderosos. Además, ¿serían ángeles lo que había visto abajo? No era la impresión que le habían dado, pero a lo mejor se equivocaba. En cualquier caso, enfrentarse a los suyos iba a ser complicado, sobre todo cuando no sabían por donde empezar. Michael se quedó mirando aquél trozo de piel, que no mostraba nada, y frunció el ceño.

Las palabras de Fred indicaban que los niños eran ¿ángeles? Al menos la entidad que buscaban así los había reconocido. Pero era imposible, sus poderes, ninguno de los Elegidos aceptaría algo así, no era un regalo, era la marca de la serpiente lo que portaban.

El profesor tendió el trozo de piel a Sigrid, la sangre manchaba toda la superficie pero bajo ella solo se podía ver el tono oscuro, algo quemado que carecía de superficie o cualquier marca escrita, ¿y él decía que era un mapa? Cualquier criatura sobrenatural desaparecía de este mundo al caer pero esto se mantenía aún aquí.

La chica recordaba algún método para restaurar el cuero, especialmente si este era delicado, quizá eso funcionase. Pero iba a ser una tarea costosa y necesitarían equipo.

Quizá el equipo que le podría proporcionar una universidad.

Sigrid se había quedado pensativa, ya fuera dándole vueltas a lo que le había dicho, a lo que había contado el profesor o al trozo de piel que tenía delante; lo que fuera, empezaba a alargarse.

—Si necesitas algo, la Universidad puede proporcionarlo. Se que tendrás tus propios equipos, pero será mejor que nos mantengamos unidos por ahora, y Fred y yo tenemos que estar por aquí. ¿Y bien? —preguntó, algo impaciente.

Cuando Michael terminó de hablar sonó el interfono. La voz de Clarence, su secretaria, se escuchó al instante.

- Señor Morte, aquí hay dos individuos que quieren hablar con usted. Dicen que los conoce pero no me han dado sus nombres, aunque ya les he dicho que sin presentación no pueden hacerlo.- La mujer bajó el tono, quizá para no ser oída.- Ambos llevan traje y gafas de sol, yo diría que son del Gobierno, como aquella vez con el caso de aquellos chicos que al final resultaron ser refugiados.

Llevaba con él ya casi cuatro años y antes había trabajado en diversos departamentos de la universidad. Al otro lado se escuchaban voces masculinas en tono acalorado y a ella discutiendo con ambos.

Era muy previsible que no pudiera contenerlos mucho tiempo.

Al escuchar aquella novedad supo que tenía que recoger el trozo de piel y la suciedad que hubiera quedado, a toda prisa pues aquellos posibles ángeles no iban a ser retenidos demasiado tiempo por una humana.

- Ponla en un cajón. Hay que colocar carpetas sobre las manchas que haya dejado. Si no basta limpiaré con la manga de mi camisa y me pondré la chaqueta.

Era un plan sencillo, Fred esperó a que levantara la piel para colocar algo que impidiera la visión de las pequeñas gotas de sangre.

- Espero que no me hayan visto, si es así podemos asegurar que no sabemos nada y que nuestra intención es investigar lo sucedido en cuanto podamos.

Al escuchar aquello, frunció el ceño; las cosas ya empezaban a complicarse.

—Puede que sean federales que vengan a preguntar por lo sucedido. En ese caso a lo mejor tenéis que mancharos; guárdate el trozo de piel y, si es así, llévate a la señorita Brown al laboratorio de la Universidad. Lo que necesite, encárgate.

Aclarado eso, y una vez guardado el objeto y escondidas las pruebas, se recompuso y pulsó el botón del comunicador.

—No te preocupes Clarence, déjales pasar.

La secretaria dejó pasar al par de individuos que aparecieron bajo el marco de la puerta mientras Michael despedía a sus dos compañeros. Al hacerlo, uno de los hombres se bajó levemente las gafas de sol mirándolos.

- Señor Stone, Señorita Brown, será mejor que estén ustedes presentes.

El tono sonaba autoritario mientras su compañero registraba con la mirada el resto de la habitación. El primero de los hombres les indicó con un gesto que pasaran de nuevo mientras cerraba la puerta.

- Venimos de "arriba", creo que ha habido avances en su misión. El incidente de esta mañana es, digamos incómodo para todos nosotros, no habíamos previsto nada así y tendremos que lidiar con las autoridades.

- Pero creemos que ha sido productivo. Según algunos testigos consiguieron hablar con el objetivo antes de su desaparición, por supuesto esperaremos al informe pero nos ahorraremos tiempo si nos dicen qué les ha dicho... o entregado.

Esta última frase sonó amenazadora.

El inicio de la charla, así como la forma en la que actuaban aquellos dos, no presagiaba nada bueno. ¿Tendría razón Fred? A medida que aquellos dos "agentes" hablaban, más sospechaba que si. Y eso era malo, muy malo. Si el profesor había acertado con sus presuposiciones, no podían confiar en sus superiores, solo se tenían ellos tres.

—Me temo que les han informado mal, agentes... ¿Cómo han dicho que se llaman? —Hizo un ademán con la mano, restándole importancia—. No importa. Fred subió a la azotea para intentar parar al terrorista, pero no hizo falta, se apuñaló a sí mismo y murió en brazos de mi compañero antes de poder hacer nada. Creemos que, por como hablaba, era un ángel, y farfullaba cosas sobre que no le cogerían antes de morir; tiene sentido, abajo la señorita Brown y yo nos topamos con tres caídos, que no perdían detalle de lo que sucedía. Nuestra hipótesis fue que uno de los caídos provocó el incendio para hacer salir al ángel y capturarle o matarle, pero aún no sabemos cómo ni por qué. Sigrid quería intentar recuperar las imágenes de las cámaras de seguridad del edificio, con lo que cuando obtengamos algo podemos averiguar más cosas, o si nuestro hermano había escondido algo en su huida. —Decidió pasar al "ataque", para no convertir aquello en un interrogatorio de un solo lado—. ¿Pueden decirnos que debemos buscar? Nos ayudaría con nuestra investigación. ¿Y saben quién podría ser el ángel que ha muerto, o los caídos que le perseguían?

Verdad y mentira. Entremezclar ambas era la mejor manera de crear un engaño convincente. Casi todo ahí era cierto, incluso se había cuidado de no decir demonios, para que sus dudas de si lo eran traicionaban su voz; caídos, en cambio, servía tanto para el bando infernal como para los celestiales traidores. También era cierto que buscaban capturar o matar, que el otro se había suicidado (y lo que había dicho, simplemente había omitido el final), que Fred había subido a detenerle y que Sigrid tenía las imágenes de las cámaras. En otras palabras, entre tanta verdad solo había colado una pequeña mentira, y es que si sabían el motivo. Todo lo demás era paja para desviar la conversación, y más valía que funcionara o tendrían un problema.

Habría admirado la efectividad de los suyos, en poco tiempo se habían puesto en marcha, solo que lo que pretendían era interrogarles, incluso podría pensar que torturarles o matarles. Los ángeles habían dejado de ser fiar.

- El objetivo ha muerto, se ha matado. Estaba en un estado de locura, de paranoia, que le inducía a repetir que no lo cogerían. No llevaba nada consigo salvo el arma, su cuerpo desapareció sin dejar nada atrás. Él sugería con sus palabras que servía al Señor y se empeñó en morir, es algo desconcertante.

Aquello era decir la verdad pero también ocultar una gran parte, eso lo convertía en una artimaña de ángel a ángel, no había tenido que recurrir nunca a algo como eso.

- Todo esto lo reportaré siguiendo nuestros procedimientos. No nos han dicho nada de un objeto, ¿de qué se trata? necesitamos información para poder empezar su búsqueda, por lo que puedo ver el asunto es urgente.