Partida Rol por web

tienes 2 turnos de invisibilidad y te has hecho con la mochila. Tiene cosas, lo notas al peso.

Todo ocurrió muy rápido. El resto de tributos había intentado coger lo que consideraba más útil o tenía a mano.
La sangre brotó rápidamente tiñiendo el suelo de rojo.
Vi la oportunidad de hacerme con una de las espadas y lo hice sin dudarlo.
Mi siguiente reacción fue huir, rápidamente. No estoy hecho para el combate cerrado. "Que se maten entre ellos" pensé.

Los gritos se clavaban en mi cabeza como agujas. Me dio tiempo a pensar que habría sido una buena ida hacerse con una mochila.... no importa, ya haré una, estoy vivo, es lo importante.

Seguí corriendo y me aleje de la violenta escena.

Recuento de posiciones, empezando por el norte:
En el norte, la mas alejada del tiovivo- cornucopia: Ivy y Lyan 
en el norte detrás de Ivy y Lyan: Leah
Al Este: Elle
En el sureste: James, Sarabeth, Briar, lily (muerta), Ruiko (moribundo)
Al Oeste: Kyra a punto de desaparecer en la oscuridad. 
Thais, Desaparecida
Los demás, dentro del tiovivo.
 

Habia sido realmente facil hacerme con el abrigo, y parecia que tambien lo seria ir por mi segundo objetivo. Lamentablemente no vi venir el ataque e incluso tras el fuerte golpe de la espada me cuesta comprender que es lo que ha ocurrido. Entonces al voltear y ver a Scott espada en mano y la sangre manando de mi miembro cercenado, el dolor me acuchilla como un segundo ataque. Como una descarga electrica azota cada uno de mis nervios, embotandolos por su potencia.
La adrenalina se dispara en todo mi cuerpo y siento el terror como jamas lo habia experimentado. Mi vida estaba apunto de extinguirse y mi cerebro no lograba hacer nada para evitarlo. 
Amargamente una frase vino acudio fugazmente: "...lo unico que persiste es el cambio..." 

Briar se había adentrado en el tiovivo hasta casi su centro. Había avanzado con un cuidado impropio de la situación, pero por fin había llegado a donde quería. Desde allí, quieta y con tan sólo mirar al frente, el movimiento del tiovivo le ofrecía una visión de trescientos sesenta grados. Algunos tributos luchaban por coger víveres y Briar los observaba, intentando recordar sus rostros; otros luchaban y a sus oídos llegaban sonidos de angustia y sonidos agónicos que nunca había escuchado antes; el olor de la sangre flotaba en al aire y era vomitivo. El carrusel giraba y vio a algunos tributos huir lejos de la masacre en diferentes direcciones. Briar tomó una profunda bocanada de aire. Veinticuatro tributos y un sólo billete de salida. Un billete de salida que no sería para ella.

Es justo, pensó sacudiendo la cabeza ligeramente para apartarse el flequillo de los ojos. Es justo.

Todo empieza y yo tengo claro mi objetivo. Tengo que coger la espada y tengo que matar a tantos como sea posible. Mi semblante es serio. No quiero pensar en lo que voy a hacer, solo quiero hacerlo cuanto antes. Tras arracar la espada me dirijo a por mi primera víctima. Un joven chico que no ha llegado a coger ninguna arma. No le mires a la cara.

Me acerco a él y bajo mi espada con fuerza antes de que él pueda siquiera reaccionar. Escucho el hueso partiéndose y algo de sangre me salpica el rostro. Quedo momentáneamente asustado por el extraño líquido caliente, pero en seguida me recompongo. Tengo que seguir. Uno más y mis probabilidades de ganar aumentarán considerablemente.

Entonces miro el rostro horrorizado del niño y siento lástima. Tanto por él como por mí. Por él porque va a morir y es consciente de ello, pero no podrá hacer nada por evitarlo. Por mí porque ni siquiera puedo reconocer en lo que me han obligado a convertirme. -Lo siento... Yo no soy así. Pero tengo que hacerlo. Mi vida y la de Briar dependen de esto. Le susurro, casi en un suspiro. Le miro a los ojos, intentando disculparme con la mirada también. Yo no quiero esto y espero que sea capaz de perdonarme alguna vez.

Me giro, incapaz de seguir mirando el niño que acabo de matar y respiro hondo para recuperar la serenidad. Mi rostro vuelve a ser serio cuando identifico a mi próxima víctima. Tú. Tú me darás mis posibilidades de ganar.

Lyan no lo duda, hace un gesto para bajarse e los hombros de su compañera y decide correr para alejarse de allí lo máximo posible. 

Sin embargo, antes de alejarse no duda en gritar: ¡James, síguenos!

James huye en dirección sureste, dejando la cornucopia atrás, saliendo de la zona iluminada por el tiovivo. 

Ivi sigue corriendo tirando del brazo de Lyan. Este también corre. Como un terremoto escuchan los pasos de Leah a su espalda que se tira sobre ellos y caen al suelo, los tres con la profesional encima. 

Marcus se tapa las heridas ejerciendo presion para evitar el sangrado, se gira hacia Adele que sostiene la javalina con las dos manos con intención de atravesarle por última vez. ¡Para!¡Puedo seros útil! Adele con la mirada fija en el juego de cuchillos atraviesa el cuerpo de Marcus hundiendo la javalina por el hueco de la clavícula atravesando sus pulmones y sus órganos internos.

Greir ataca a Demian, la espada traza un arco ascendente y se desvia ligeramente al chocar contra antebrazo del guantelete, igual mente le hace otro corte profundo del que sangra profusamente.

Scott mueve con precisión su hoja, introduciéndosela por el costado a Isaac hasta que la punta de metal asoma por el corte anterior, arrebatándole la vida.

Daniel sube al tiovivo y ataca a Christian con la espada larga. La espada atraviesa la carne, el hueso y el tendon como si fuera mantequilla, la espada con la fuerza de Daniel se desliza entre dos de los discos intervertebrales partiendo por la mitad al joven Adonis. Abigail se lleva las manos a la cabeza y aúlla de dolor, mientras se hace un ovillo gimoteante en el suelo. Sarabeth pone fin a su sufrimiento destrozando su cabeza con la lanza corta.

Briar permanece sentada en el suelo con expresión neutra.

Elle salta en el sitio para recoger una de las mochilas y huye hacia la casa de los espejos.

Demian y Gen se enzarzan en una pelea. Demian, debilitado por las heridas, no es oponente para Gen, que termina a horcajadas sobre el, mientras sus sangres se mezclan. 

Ethan ve que su objetivo, Christian ha muerto. Mira alrededor, confuso. Vivian aprovecha, para taparse la herida según saca la javalina y echa a correr. Se queda a la altura a la que pasan las mochilas en el Noroeste

Ruiko se desangra junto al cadaver de Lily, y muere.

Te alejas del campo de batalla. Tu diras para donde

Su segundo objetivo, Kyra, se había escapado, tras dejar como tontos a los profesionales que seguían en el carrusel. Sarabeth la siguió con la mirada mientras se alejaba, con la mandíbula tensa, furiosa.

- Corre, corre, ratoncito. Pronto te alcanzarán las garras del halcón -murmuró por lo bajo.

De un salto, subió a la Cornucópia giratória y se encaminó hacia la pareja del 8, que ahí seguían, cogiendo todo lo que podían cargar. La avaricia rompe el saco, que se suele decir... habían tenido tiempo de sobras de huir, pero ahí seguían. Menudo par de bobos. Sarah alzó la lanza, y se preparó para cargar contra ellos.

¿Pero contra cual? Hmmm... Contra ella, obviamente. No voy a dejar que esa zorrilla súcubo ponga ni siquiera los ojos sobre mi Daniel. No, debe morir. O por lo menos quedar desfigurada.

Pero antes de que pudiese echarse encima de ella, apareció su compañero de distrito, que había recuperado su arma y por fin hallaba fuerzas y pericia para usarla con efectividad. Dio un poderoso mandoblazo que partió a uno de los enamorados en dos.

- ¡Ese es mi Daniel! ¡Muy bien! Adivina quién se ha ganado un beso para luego - exclamó Sarabeth, exultante.

Como reaccionando a la muerte del íncubo, la que debía ser su presa soltó un grito desesperado. Pero no eran simples dolor y tristeza, era algo más profundo, porque quedó reducida a un bulto gimoteante que parecía incapaz de moverse. La tributo del 2 la miró y cabeceó. No tenía gracia matar a otro tributo en ese estado pero... eso eran los Juegos. No siempre matabas a otros en combate, o cazándolos mientras huían. A veces tocaba simplemente deshacerse de los deshechos.

- Pobrecita... -dijo acercándose. En realidad la comprendía. Ella no era tan débil como Abigail, pero podía entender su desesperación, su abandono -No te preocupes, ¿vale? No deberás seguir existiendo mucho más sin tu compañero. El destino ha querido que muráis a la vez... ¿qué más puedes pedir?

Cogiendo la lanza con ambas manos, la levantó y la dejó caer sobre la cabeza de la otra, atravesándola y destrozando el cerebro. Fue rápido. Y además no quedó ni rastro de esa cara bonita. Con expresión seria, la chica frotó la punta de la lanza contra las ropas de la difunta, intentando limpiar parte de la sangre, materia cerebral y fluido ocular que la impregnaban.

El inicio de la Cornucopia había sido un desastre para el arcano del Sol. Había cogido su espada larga pero casi lleva a vomitar en el proceso. Además, al intentar hacerle un pequeño trabajito a James la espada se le había escapado y había tenido que recuperarla. Para su suerte Sarabeth no había perdido el tiempo y estaba demostrando por qué todos debían temerles.

Al ver como los enamorados seguían en la Cornucopia se preguntó por qué nadie les había matado ya. Observó al adonis y alzó la espada. Con todas sus fuerzas la descargó en el cuerpo de Chris, que cedió al metal con mucha facilidad. Contuvo un grito de satisfacción y pronto observó como la cabeza de Abigail era destrozada por la lanza de Sarabeth. El tributo alzó la espada al cielo y sonrió ampliamente.

- ¡SANGRE! -

Allí al lado de Sarabeth, Daniel le sonrió por el buen trabajo que estaba haciendo. Llamó su atención con un gesto y se giró para mirar a la casa de los espejos, donde Elle estaba yendo en aquel momento.

- Aquí está todo vendido y no quedan muchos objetivos. Esa chica se está metiendo en una ratonera... y deberíamos aprovechar. ¿Te animas? - dijo, henchido de satisfacción

Estamos a punto de escapar, cuando siento que algo nos cae encima, y de pronto fuimos tacleados contra el suelo por la chica más pesada de toda la cornucopia. Se me va el aire, siento como me presiona el pecho contra el suelo, y para mi horror descubro que Lyan también cayó a mi lado. Aprieto los ojos, esta mujer en verdad le hace honor a su distrito.

- Es rápida, y dura, y demasiado fuerte... - me quejo, aun contra el pasto. - Solo que no... muy... inteligente...

Con el enemigo encima Lyan hace lo único que puede salvarle la vida, ponerse a la defensiva e intentar esquivar los golpes que le puedan llover. 

Ivy,  clava la espada en la espalda de Leah. Que le causa heridas superficiales.
Adele levanta la javalina y la lanza hacia Lyan, preparado para lo que va a ocurrir, empuja a la profesional que tiene encima con las piernas, haciendo que el proyectil se clave en la espalda de Leah.
Greir clava su espada en la nuca de Demian, decapitándolo, por la poca resistencia que ejerce, se diría que estaba casi muerto.
Scott sale corriendo detrás de Vivian espada en mano. Salta a su espalda y traza un arco horizontal hacia el frente para cortar solo algunos mechones de la chica, que se había agachado en el momento oportuno.
Haciendole un gesto a Sarabeth para que se acerque, Daniel corre hacia los distritos 12 y Leah, que son un bulto en movimiento donde termina la luz del carrusel.
Sarabeth entrecierra los ojos, buscando algo que parece que se ha escapado de su influencia, se da cuenta de que hay una mochila de menos, y que hay un sutil rastro de pisadas hacia el Sur.
Briar continua indiferente a lo que ocurre a su alrededor.

Gen suelta el cuerpo sin vida de Demian, y se acerca al botiquín para atender sus heridas. Encuentra un único bote de Medigel, que extiende por sus heridas.

Ethan mira a su alrededor, buscando el objetivo más cercano, y se lanza a la caza de Vivian, cayendo a su paso y acuchillando su vientre. Ethan se permite sonreír con suficiencia a Scott, mientras el cuerpo de Vivian perdía sangre entre ellos.
Leah, sin dejar de luchar, grita de dolor mientras una descarga de energía cubre su cuerpo, envolviéndola en electricidad.
 

Greir no se había permitido perder más tiempo. Había seleccionado su objetivo y se había concentrado en asesinarle. Corte tras corte. Golpe tras golpe. Era duro, muy duro. Mejor matarlo ahora que no tener que sufrirlo más tarde. Sangre y carne, carne y sangre. Las gotas salpicaron su rostro, por lo demás impertérrito. Todas las horas de entrenamiento. Todas las horas de lecciones. Los sueños. Las arengas. Y ahora...

¡TCHAK! 

La cabeza de Demian rodó por el suelo. La mano aún le vibraba por el rozamiento entre el acero y el hueso. Había sido más fácil que con aquel cerdo. Mucho más fácil. Y más heroico.

Miró en derredor. Confiaba en que las cámaras tomasen buena nota de su pelo pegado a la frente, las gotas de sangre en las mejillas, los ojos encendidos, el suave jadeo. Sus compañeros acababan el trabajo. Sí. Todo iba bien. Todo iba según lo previsto.

Todo habia terminado en apenas unos minutos, habia confiado en el instinto y este le habia fallado. Cegado por la ira no habia podido ver nada mas que si primer objetivo como si estubiera poseido, aun con los tajos que resibia en la espalda, parecia como si solo fuera un latigo que lo asusaba contra su presa, pero no lo era.

Su nombre estaba ya en la lista de muerte para aquel dia, solo que no tenia la hora. Nadie hablaria de coraje frente a la muerte, mucho menos de astucia. Dentro de unos minutos, el mundo se dividiria en dos: Aquellos que le conocieron antes de los juegos le llorarian y los que no sabian de el antes de estos...le olvidarian.

Quisa lo unico bueno para el, como un regalo de los dioses, era que habia sido tan rapido que no le permitio sentir mas dolor del que le extasiaba de placer para esos momentos y le dejo disfrutando de las sensaciones que mas habian gustado en vida: El sabor a sangre en la boca, el sudor en la piel mesclada con polvo, la adrenalina saturando su corazon y exigiendo el maximo , la tencion de cada musculo...eso era, al menos para el, el nirvana. El regalo de los dioses para un guerrero, morir haciendo lo que le gusta en lugar de envejecer como un esclavo.

La situación de Lyan es complicada, aunque se libro por la peor parte. Supo moverse con rapidez ante la lanza que se dirigía hacia él, logrando empujar a la mastodonte que tenía encima, la cual recibió todo la lanza en su cuerpo. Sin embargo, esta no cae, todo lo contrario. Su cuerpo comienza a imbuirse de una extraña electricidad.

Esto es malo- sabía que quedarse mas tiempo allí era sería su fin por lo que decidió salir de allí lo mas rápido posible. Claro que no podía darse la vuelta así porque si, eso sería su final. Tendría que alejarse unos cuantos metros intentando esquivar los posibles golpes que le lloviesen y cuando estuviera a una distancia prudencial, correr con todas sus fuerzas. 

Ivy consigue rodar y ponerse en pie.

Adele, se apropia de los ansiados cuchillos.

Greir se acerca y ordena a Lyam que ataque a Ivy. 

Scott, recoge la mochila de Isaac.

Daniel llega corriendo al tumulto, salta por encima de Leah y cae sobre Lyan, portando la espada larga como si fuera la de Damoclés, ejecutando la sentencia. La hoja atraviesa atraviesa el pecho del muchacho, con el sonido del acero raspando el hueso. Un esputo de sangre brota de sus labios mientras el suelo se mancha de rojo carmesí de la sangre que la espada hace manar por su alma.

Sarabeth con odio en la mirada, convencida de la traición de Adele, se acerca con intenciones belicosas. La atraviesa por la espalda con la lanza, según se incorpora con los cuchillos en la mano. La estrella sisea, "Traidora", antes de extraer el arma de nuevo, dejando el cuerpo convulso de Adele en el cuerpo.

Briar pasea alrededor del tiovivo, cuando emite otra descarga de energía.

Gen no encuentra más Medigel en el botiquín, pero busca aguja e hilo para comenzar a suturarse, cuando lo tiene en las manos y mientras el mundo da vueltas a su alrededor, con las manos ensangrentadas de haber extendido el Medigel comienza a coser sus heridas.

Ethan al ver que Scott ha tenido la misma idea que él, corre hacia Leah. Esta con un grito de rabia por sus esquivas presas, coge impulso con un brazo, y cae de nuevo sobre Ivy, apuñalando su vientre brutalmente, la sangre de ambas mana por doquier.

Estaba preparado, tan solo tenía que dar un par de pasos más hacia atrás para salir corriendo de allí. El combate se recrudecía por momentos y él no tenía ninguna posibilidad contra todos ellos. Quizás su atención estaba demasiado puesta delante de él, pero el caso fue que no estuvo demasiado atento a la aparición sorpresiva de uno de sus rivales que, en un abrir y cerrar de ojos estaba encima de él. 

No tuvo tiempo de reaccionar: la espada le atravesó el pecho... escupió sangre de sus labios mientras caía al suelo... no le dio tiempo a decir y hacer nada mas. Su última mirada fue hacia su compañera, esperando que tuviera mas suerte que él.