Partida Rol por web

Se ha abierto una nueva salida de LAS CUEVAS. El lugar donde viven todos los Kobolds (más bien sobreviven, muchos terminan siendo un plato fino para sus congéneres) Por supuesto no deja más que ser una enorme cueva que cada vez se amplia más en busca de comida para una población siempre en auge y violenta.

Los humanos que ya conocen de las trastadas de los Kobolds, desean acabar de una vez con esas criaturas (Por mucho que sepan bien, no hacen mucho bien precisamente) Por lo que han puesto carteles con el rostro del ¡REY TORG! Para que todos los héroes se sientan tentados a cazar a vuestro rey. ¡Eso no podéis permitirlo! Por eso hay que hacer algo con esos carteles, darle una lección al alcalde del pueblo que ha perpetrado tal estupidez y por supuesto, recoger todos los bebes de la aldea. Pues con el enfado el ¡REY TORG! está bastante más hambriento que de constumbre y quiere hacer una parrillada de bebes a la plancha...

Ahora mismo estáis a las afueras de LAS CUEVAS y solo a medio km del pueblo que no sabe lo que les viene encima...

Ante semejante tropelía Ik Nhutil no podía quedarse de brazos cruzados. 

- ¡Que osadía!

Repetía, incrédulo. 

- Los humanos no saben con quien juegan. El gran Ik Nhutil se encargará de dejarles las cosas claras, de enseñarles quien manda. - continuó, fanfarroneando. - Otra hazaña más que sumar a su larga lista. Como aquella ocasión donde el gran Ik Nhutil devoró un caimán vivo, o cuando cazó un troll de las cavernas con la única ayuda de un tirachinas seminuevo. - sonrió a sus compañeros. - El gran Ik Nhutil no dudará en invitaros al festín de la victoria donde festejaremos la derrota de los humanos degustando sus tiernos bebés. ¡Larga vida al Rey Torg!-

Adoptó una pose triunfal y señalo hacia el pueblo.

- Adelante compañeros, demosles una lección. - 

Entonces, solo después de mantener aquella ridícula postura durante casi un minuto, como si esperara el flash que confirmara que el momento había sido capturado, comenzó a avanzar. 

-¡Larga vida al rey Torg!- alza Ñame el puño eufórico. Nadie se metía con el rey Torg y pagarían por ello.- ¡Larga vida al rey Torg! ¡Larga vi... ¿has dicho bebés?- Ñame se relame, pasando su lengua sonrosada por sus enormes y puntiagudos dientes.- ¿Bebés dónde? Ñame querer bebés...- mira a Ik Nuthil con ojos de ilusión y brillantes. Y sobre ese brillo la imagen de un bebé rollizo, dorado al horno y con una deliciosa manzana en la boca.

-¡Vamos por sus bebés! ¡Asar a sus bebés! ¡Freírlos, tostarlos y marinarlos con especias!- la boca de Ñame se ha hecho agua y babea profusamente por el suelo, mojando sus peludos pies incluso.- ¡Por Vor, que les haremos pagar por la afrenta! ¡Viva Vor! ¡Larga vida al rey Torg!

Y sin esperar mucho más, Ñame echó a andar al pueblo. Vor odiaba a los cobardes y Ñame no lo era. Aunque su minúsculo cerebro no llegaba a entender que la unión hace la fuerza.

- El gran Ik Nuthil, sí -dice Tzuk con sorna, mientras apoya su codo en el hombro de Ik Nhutil al comenzar su pose triunfal. Y aprovecha para rascarse la cabeza con ese brazo. Y hurgarse la nariz con la otra mano. Y rascarse las pelotillas con el pie izquierdo. Joer, qué a gustico se estaba apoyado.

Por más que sincronizaba los movimientos circulares de frote de huevera con los triangulares de rascamiento de cabeza y el movimiento de pistón de la prospección nasal, no se le iluminaba la vela. Quería llamarle... cómo era esto... esto de que tú vas y te metes con los trolls, pero con los Ñame no. Que te metes con los trolls, pero con Padko no. Que te metes con los trolls, pero con el Rey Torg...

- ¡Larga vida al rey Torg!

.. con el Rey Torg...

- ¡Larga vida al rey Torg!

... esteeem... Con el rey tampoco. Le iba más rápida la boca que la cabeza al muy kobold. Se dio cuenta de que Ik Nuthil empezaba a caminar cuando casi se cae al suelo al perder el apoyo, ¡tenía que decir algo rápido! Aunque no le salía la palabra en kobold...

- ¡Tú lo que eres es un dónde! -le espeta a Ik, mientras recobra el equilibrio perdido.

Que aunque Tzuk era kobold, también tenía su corazoncito de troll. Decían que incluso de humano y de hiena. Por eso era tan grande y rápido... y tan... esto tan... cómo se dice... cuando te das un golpe en la cabeza y... ¿Había oído bebés? ¡Pa'lante a por los bebés, detrás de Ñame!

Pronto veis el primer edificio del pueblo. Con un gran cartel en el que se ve unas verduras y un pollo entre ellas. Por supuesto con esas extrañas garrapatos que hacen los humanos, sin duda síntoma de su idiotez. A través de sus ventanas se pueden ver un montón de cajas que sin duda guardaran muchos tesoros que ratear. Solo custodiados por dos humanos que hablan en su jerga, en tanto que se puede ver el brillo del oro pasando de una mano a otra y empieza a recoger una de las cajas, en tanto quien recibe el dinero, poco más que un anciano de mirada aviesa, guarda el dinero detrás de la mesa. 

No parece que os hayan visto, por lo que podriais atacar sin que se den cuenta. En tanto más alla de este edificio se ve un gran granero y al otro lado se ve una pequeña casa, desde aqui se puede oler un posible bebé en ella y se os hace la boca agua.

¿Un que? - Ik Nhutil se detuvo y alzó el puño en alto, amenazante. - ¡Cuida tu lengua si no quieres que el Gran Ik Nhutil te la devore! - Dio un paso hacia Tzuk, pero por el rabillo del ojo vio como Ñame seguía avanzando. No podía ir a su zaga ¿acaso era un cobarde? Se giró y echó a correr para alcanzarle, incluso un poco más para forzarse a avanzar por delante. 

Al llegar al pueblo se frotó las manos. 

- Dejar que el Gran Ik Nhutil piense. - siguió dando rienda suelta a su verborrea a pesar de que la mayoría de veces no sabía ni que estaba diciendo. - se ha encontrado con situaciones parecidas y sabe como superarlas. - se rascó el mentón apenas dos segundos. - Pasaremos por encima de los humanos y alcanzaremos al rico bebé. ¡Rico bebé! - se agachó para armarse de piedras. - Lo cocinaremos con zanahoria, perejil, ojo de dríada, garra de unicornio y sangre de marsupial. ¡Si! Todo al vapor. Ik Nhutil sabe lo que se hace...- babeó. - Sabe lo que se hace. -

Colocó la piedra en la honda dispuesto a atacar sin esperar a sus compañeros pero ¿acaso eran unos cobardes? ¡Atacarían!

Ik Nhutil parecía muy valiente sacando su arma, pero Ñame huele a bebé. Un rollizo bebé, con su piel suave... y sus carrillos rechonchos para hacer en salsa... Y esos pequeños jamones para asar al fuego de leña... Y la boca de Ñame, abierta de par en par, babea profusamente de nuevo. Su lengua sonrosada se arrastra por el suelo, llenándose de tierra y porquería. Y Ñame se relame con los restos del suelo pensando que son arenosos sesos de bebé. Que los sesos no son arenosos, pero la imaginación de Ñame es así de limitada.

Ñame saca su martillo y lo alza, como si estuviera dando coraje a unas tropas imaginarias para ir al ataque.

-¡A por ese bebé! ¡Por Vor!- blande el martillo de un lado a otro en ciega euforia.- ¡Viva el rey Torg! ¡Viva el rey Torg!

Tan rápido como le permiten sus pies, se encamina a la casa. Casi flota al olor del dulce bebé. No ha escuchado nada de la berborrea de Ik. Los bebés son lo más importante y delicioso ahora. Aunque un Ik Nuthil asado... Puede estar correoso, pero sabroso.

Parko avanzaba afilando su cuchillo trinchacarneros con una piedra de río con escaso éxito. No servía de mucho pero le divertía ver las pequeñas chispas que se creaban con la fricción. Distraído en esta tarea, se despiosta y casi pasa de largo cuando sus compañeros se detuvieron a observar el pueblo.

-¿Ya llegamoz?

Las palabras de Ik Nuthil y Ñame le llegaron como respuesta.

-¿Pazadlez pod encima?¿zin matadloz? Ezo no tiene mucho zentido. Yo digo de matadloz pdimedo y comednoz al niño dezpuez. Podemoz atacadloz con pieddraz pdimedo, luego dematadloz a cuchillo...

Entonces e como Ik coge piedras y Ñame avanza con el martillo en mano.

-¡Bueno, ezo!

Parko enfundó su cuchillo y cogió un par de buenas piedras, irregulares y con sus aristas peligrosas. Con una en cada mano se acercó hasta que estuvo a distancia suficiente, que no era mucha, dispuesto a apedrear al primeros de los hombres. 

Tzuk abrió su pestilente hocico como toda respuesta a Ik Nhutil, enroscando su lengua para luego desenroscarla y lanzar unas ácidas babas al cucharón que coronaba la punta de su lanza. Estaba a puntito de volcarlas sobre la cabeza del kobold charlatán (¡Vor bien lo sabe!), pero entonces olió...

- ¡Bebé! ¡Bebé! ¡·$"&%! ¡Aaah-auuuu! -exclamó en todos los idiomas que conocía. Aunque lo del hieno y el troll seguía sin colar mucho.

Sin perder un segundo, palanca en la mano izquierda y lanza con punta de cucharón en la otra mano izquierda, corrió todo lo que pudo hacia la casa donde provenía el olor. ¡Tenía que llegar antes que los demás al bebé! Quizás si encontraba una manera de colarse antes que ellos podría esconderlo en algún sitio para comérselo él solito...

Como un pulpo en una cacharreria avanzáis ¡Como no, Vor castiga a los cobardes! Por lo que pasáis al lado del almacén, del que os dais cuenta al pasar por la ventana que tiene uno de los carteles de ¡REY TORG! colgado. Pero os habéis olvidado de todo teniendo solamente una cosa en vuestra pequeña cabeza. ¡BEBÉS!

Efectivamente cuando llegáis a las proximidades de la casa podéis escuchar los lloros de una de esas sabrosas criaturas en su interior. La casita  de madera que solo tiene una planta y no debe de tener más que dos habitaciones, se encuentra custodiada por una hembra humana con una escoba con la que está barriendo la calle y por un humano que esta tomando el sol con una botella de licor en la mano, pero con tanto griterío os ven acercaros y empiezan a discutir entre ellos, Tzuk reconoce varias veces la palabra bebé en la discusión.

Tzuk levanta los oídos y entrecierra los ojos tratando de averiguar dónde se encuentra el bebé, buscando ventanas, gateras o cualquier otro acceso por el cual pudiera llegar antes a su ansiada presa. Con sus piernecitas de bebé... su cabecita de bebé... su salsa de caquita de bebé...

- *Slurrrp* -se relame. O dice algo en sus idiomas esos, vete tú a saber.

Ñame remueve a Tzuk, pues él sabe emitir ese sonido que hacen los humanos. Esos ruidos nauseabundos y gorgojeantes que salen de sus gargantas. Sus sonrosadas, aterciopeladas y sabrosas gargantas. Ñame vuelve a babear y mojarse los pies. Pareciera que Ñame estuviera condenado a vivir pisando un charco continuo.

-Tzuk hablar con humanos, Ñame robar bebé- zarandea peligrosamente el martillo de su mano. Casi amenaza a Tzuk con él, aunque el que se lleva un golpe desintencionado es el mismo Ñame. Que durante unos segundos se queda en blanco, viendo bebés bailar alrededor de su cabeza. Agita la cabeza exageradamente para volver en sí.

-¡Ñame robar bebé! ¡Por Vor!- grita y se encamina el primero hacia la casa, tratando de acercarse a una ventana y echar un ojo dentro.- ¡Viva el rey Torg! ¡Viva el rey Torg!- proclama por el camino.

-¡Miedda, noz han vizto! ¡A pod elloz!

Parko comienza a correr hacia ellos con ambas piedras en las manos y cuando está a distancia óptima de disparo, se dispone a apedrear a uno de los tipos.

¿Acaso querían el bebé solo para ellos? Ik Nhutil no pensaba quedarse sin probar el manjar y cesó su intención de atacar para correr con el resto en dirección al dulce olor. Eran capaces de comérselo crudo con tal de no compartir, seguro. 

- Novatos... novatos...- 

Se desahogó, en un vano intento por no quedar como un idiota. Todos habían pasado de su "elaborado" plan, de su "probada" experiencia y todo por perseguir a un bebé. Que... tras pensarlo un poco, demasiado poco, no era tan mala idea. Habían llegado hasta allí en nombre de su Rey Torg, larga vida al Rey Torg, y merecían una recompensa por su entrega y valor. ¿Y qué mejor manera que con forma de bebé? WAaaaraaaaazzz...... babeó profusamente. 

- ¡Por Vor! ¡Por el Rey Torg! ¡Viva el Rey Torg!-

Gritó, lanzándose a la batalla. Solo esperaba que no lo achucharan como en aquella embarazosa situación... algo de lo que nadie sabía nada porque había preferido comerse a sus compañeros antes de que difundieran la incómoda historia por las cuevas. Por eso esta vez había traído una honda, a esa distancia a esos asquerosos e imbéciles humanos no se les ocurriría ofenderle de la misma manera. 

Tzuk compite con Ñame en lo de buscar una manera de colarse en la casa antes que los demás kobolds, pero eso parece atraer a los sabrosos humanos hacia ellos. Cuando ve que el humano va a por él con su botella de licor... ¡no siente miedo! ¡El miedo es de perros, no de hienas!

Si le atiza con la botella de licor... tendrá licor para la salsa de bebé, bebé delicioso... ¡bebé suyo, suyo solo!