Partida Rol por web

Ñame lo tenía claro, él llegaría la bebé y se lo llevaría a las cuevas. El tierno, dulce y rollizo bebé... Caramelizado, a la miel y mostaza, asado, frito y estofado. No parecen importarle mucho las trampas. Aquello eran cosas para ratones, no para kobolds. ¡Claro que no hacían nada sobre los kobolds, menuda estupidez! 

Ñame no era un cobarde (Vor odia a los cobardes). Él era un super kobold, curtido y preparado. Llegaría ágil y grácilmente hasta el bebé, solo para demostrar que podía. No es que temiera hacerse daño por esas dolorosas, tortuosas y triquinosas trampas. ¡No, por Vor! Ñame sólo quería probar sus capacidades.

Así que Ñame, sin tomar carrerilla antes y muy seguro de que no la necesitaba. Y salta y espera caer sobre la aquella jaula mullidita donde esos humanos guardaban sus bebés.

-¡Ehhh, ezo ez tdaición!-dijo Parko mirando al dueño de la escoba con enfado.-¡Te vaz a entedad!

Armado con su martillo, Parko se echó sobre el aldeano dispuesto a darlo todo.

Ik Nhutil no quería recurrir a aquello, era siempre su última opción pero... serviría para distraer a aquellos estúpidos humanos y ¡HABÍA UN BEBÉ EN SU JUGO! ¡O EN JUEGO! ¿QUÉ MAS DABA? ¡¡¡AL RICO BEBEEEEEEE!!!

Bajó sus manos a su abdomen en un movimiento muy ensayado, inclinó su cabeza hacia arriba, arqueó las comisuras de sus labios hacia abajo y abrió los ojos lo máximo posible. Dando así la opción a dos visiones muy opuestas de su aspecto.

Solo podía rezar a Vor porque no les diera por abrazarle. Solo tenían que quedarse quietos ante su ridículo adorable indefenso aspecto hasta que sus compañeros se lanzaran de nuevo al ataque. Y si llegaban a achucharle... Grrrrrrr..... Todo dependería de la reacción de sus compañeros...

Tzuk continúa con su vómito tras el patadón del aldeano, que le manda 'apoculo. Su estrategia tendría que pasar por usar la técnica de la "Croqueta de Troya", para infiltrarse en los hogares de los humanos: Vomita y vomita mientras rueda por el suelo, camino abajo, hacia las minas, dejándose envolver de tierra gracias a su pegajosa espiral de juguitos gastricos kobolds.

¡Rueeeda, pequeño kobold, rueeedaa!

Es como las bolas de paja del oeste, pero un poco más asqueroso. Mientras se aleja tan rápido como puede de la trifulca, comienza a lamerse y a pensar en recuperar ese cartel del Rey Torg que habían dejado atrás. ¡Era un kobold valiente! ¡Se preparaba para ir él solito a recuperarlo! ¡Por Vor!

Veis como Tzuk utiliza una táctica y rastrera ¡HUIR! de una pelea, pero seguro que Vor le dará su merecido cuando le llegue la hora. Por supuesto desaparece de la vista, sin duda para lamerse las heridas. Algo que jamás pensaría un Kobold honrado. En tanto Ik Nuthil utiliza su monería innata para conseguir que los humanos dejen en paz a sus compañeros, pero no contaba con la borrachera del tipejo, que solo ve una bola de pelo y media con aviesas intenciones. Eso sí, no consigue golpear al Ik quedando en el suelo tirado completamente dormido. Padko intenta golpear al hombre, pero apunto está de pegarse el mismo en la cabezota. Y cuando parecia que vuestros problemas habían terminado Ik recibe un golpe de escoba de la aldeana que chilla de una manera ensordecedora.

Ya para colmo de males, os llega un olorcillo bueno de Kobold herido, tanto de Ik como de Ñame que se encuentra en el interior de la casa. Esto es demasiado para unos pobres Kobolds...

Te abalanzas hacía la cuna y por tan solo un momento, un glorioso e irrepetible momento crees que vas a llegar a agarrar la barandilla de la cuna. Pero como todo Kobold sabe, la gravedad les odia. Por lo que pronto empiezas a descender a un pequeño universo de dolor provocado por las trampas de ratón con tan mala fortuna que al rodar te llevas todas las del lado más cercano de la ventana.

[Animación flash]

Ñame sobrevuela las trampas... Durante milésimas de segundo. Un salto nada calculado hace que ruede por todas ellas. Puesto que lo hace con la boca abierta, expectante de saborear el delicioso bebé, una de las trampas queda en su lengua. No le queda más remedio que dejarla de fuera e ir con la boca abierta, pues por mucho que tire aquella cosa atrapalenguas no quiere salir.

Ñame se encoge de hombros, es un mal menor.

-¡Dod Dodd! ¡Dida ed dey Dod!- proclama encaramándose a la jaula mullida para bebés. 

Una vez ha conseguido acercarse, huele el cabello del bebé y suspira con el dulce olor de la victoria. Sin remedio babea al bebé. Ñame está que ducha todo gratis hoy, oferta.

-Dido dido dedé...

Coge al bebé y busca una salida. No puede encaramarse a la ventana con ese manjar en brazos y no lo iba a soltar.

Parko sale corriendo por piernas. En su rostro se dibuja un rictus de horror.

-¡Zocoddooooo...tiene una ezcoba!

Padko intenta escribir hasta por lo menos 4 lineas please.

Parko se queda mirando horrorizado a la aldeana que enarbolaba en sus manos un terrible arma por todos los Kobolds odiada y temida a partes iguales: una gigantesca escoba. La impresión fue tal que recorrió su cuerpo de punta a punta congelándole el alma. La cara furibunda de la mujer se le antojaba como la de una bestia legendaria; grande, imponente y decidida a barrerlos literalmente de este plano de la existencia.

Cuando consiguió vencer el terror que le embargaba, puso todo su esfuerzo en poner espacio de por medio. Echó a correr. Sus pies lo llevaron ligero lejos de tan amenazante arma levantando una polvareda tras de sí. Bueno, quizá ligero es decir mucho, pues a punto estuvo de caer por el camino al tropezar con una piedra.

Mientras sus pequeños pulmones hacían acopio de todo el aire que podían abergar, gritaba de puro terror. El resultado fue un giro ahogado, agudo y lleno de gallos.

-¡Zocorrooooo...tiene una ezcoba!

Sale rodando por el escobazo recibido, sin explicarse como su truco había fallado. ¿Ya habían escuchado las historias del Gran Ik Nhutil, tan suave como un peluche y tan fiero como un dragón? Seguro que sí, por eso no se habían dejado embaucar. Si... tenían que haber carteles con su cara junto a la del Rey Torg. ¡LARGA VIDA AL REY TORG! Pues aquella temible escoba no sería suficiente para aterrorizar al gran Ik Nhutil.

- ¡Ale Hop! - Gritó, intentando levantarse de una pirueta con la que casi se deja el espinazo.- ¡Auch! - Acabó levantándose renqueante y torpe, apoyándose en una mano en el suelo y otra sosteniendo los puntos doloridos. 

Miró a los lados para comprobar que estaba solo. No había problema, distraería a aquella ama de casa hasta que sus compañeros tomaran posiciones. Porque iban a volver ¿no? Si, Vor no permitiría kobolds cobardes. 

-¡Por Vor! ¡Viva el Rey Torg!

Y danzó con la maestría de un epiléptico en pleno ataque, intentando mantenerse a la distancia prudencial que lo alejaría de aquel arma infernal que empuñaba la sucia humana. Su mirada rebuscaba el suelo en busca de piedras para su honda, pero por el momento no parecía que le fueran a dar un respiro para agacharse a por ellas. 

- ¿Crees que podrás con el Gran Ik Nhutil, humana? Muaahahahahahahaha - estalló en una risotada mientras seguía bailando y saltando hacia atrás, cogiendo distancia cada vez que ella se acercaba. Necesitaba piedras...

Al otro lado de la habitación puedes ver una puerta, que seguramente de a otra estancia de la casa. No has visto que sea muy grande, por lo que si eres capaz de esquivar las trampas estarás solo a una carrera de escapar con tu botín. Quien sabe incluso puedes conseguirlo sin tener más heridas en tu cuerpo. Lo que echas más de menos es tu bonita capucha que ha quedado hecha un cisco por culpa de las trampas. El niño está dormido en tu regazo, mirando divertido, no sabe lo que le espera...

Has escapado de la batalla y puedes regenerarte lamiendo de tus heridas, tal como has aprendido tras muchos golpes. Volverás a por ese bebe y en plena forma ¡Que esos humanos se preparen! Y también tus compañeros por esos intentos de convertirte en un manjar Kobold. Detrás tuya puedes escuchar el habla humana, por el énfasis, parecen bastante enfadados.

Ik ve como su "fiel" compañero Padko tambien huye del lugar, quizás sea una buena idea, pero no una idea Kobold. Para desgracia de Ik Nhutil su rechoncho y fuerte cuerpo, no tiene la agilidad de sus compañeros y está recibiendo un escobazo tras otro. La mujer deja escapar a Padko, todavía no se ha dado cuenta de que Ñame ha entrado en la casa, quizás después de todo podríais llevaros un bebé. 

Ik recoge suficiente munición como para hacer caer a una vaca, pero la mujer no parece dispuesta a esperar el golpe. Por lo que golpea de nuevo al pobre Kobold que no puede esquivar el golpetazo. Que lo aleja cada vez más de la caseta.

Escapas como Kobold le llega el olor de una comida rica, y pronto la pelea con los dos humanos es un recuerdo doloroso del pasado. Te encuentras en lo que parece una herrería, incluso puedes ver armas (¡Mejores que las tuyas!) Colgadas por las paredes, y no parece que haya nadie vigilandolas. Aunque te parece ver el humo saliendo por la chimenea. Sobretodo te hace ilusión un cuchillo de aspecto feroz y hoja de sierra que cuelga solo a un salto de distancia...

Ñame ríe entre dientes y aspira el olor a bebé. Suspira extasiado levantando la cabeza de él. Camina, esquivando aquellos cepos endemoniados atrapalenguas y abre la puerta. Echa a andar por la sala contigua, buscando otra puerta.

-♫  Vamos a comer bebé asaaadooo ♫  Vamos a comer bebé estofaaaadooo ♫ - tararea Ñame, casi dando saltitos de alegría por el buen festín que le espera. Ha liberado al bebé de su prisión y ahora le iba a dar un buen final acorde, con unas hierbas quedaría marinado estupendamente. Y con un chorrito de rico bourbon. Aún tenía el olor a bourbon en su limitada cabeza. Seguro que si Ñame le hacía beber un poquito de bourbon antes de hornearlo, sabría mil veces mejor.

Abandonado a su suerte y sin nadie que retenga a la terrible mujer a distancia no le queda otra opción que correr. Aunque su intención no es huir, sino coger esa distancia suficiente como para no recibir otro escobazo. Entonces podrá atacar sin miedo a represalias si conseguía dejar atrás a aquella humana. O ir tras ese bebé... ¿No se lo estarán comiendo sin él? ¡BEBÉ! Rebuscó con la mirada los alrededores en busca de sus compañeros para saber a que se dedicaban. No le importaba seguir reteniendo a la mujer, pese a la cobardía que habían mostrado. ¡Vor se encargará de ellos! Siempre y cuando quedara algo de bebé para él, claro.