Partida Rol por web

Aquello no era tan complicao, no comprendía cómo las bandas del este tenían que ir tantos para luego acabar robando cosas de mierda. Esa gente no tenía ni idea, seguro que habían huido todos con el rabo entre las piernas, mira que el Brandon que los admiraba porque eran tipos duros. Esos entran en el barrio y salen sin calzones, duros mis cojones, no te jode. 

Sin soltar la radial, echó un ojo alrededor a ver que podían tomar prestado. -Lu pimero una tilivisió pal yayo... Luego amo ande las chuche- al fin y al cabo seguía siendo un niño y no le amargaba un dulce, menos si podía robarse una caja llena de regalices con pica pica.

Cuando el Brandon dice de comer algo, acabó asintiendo. -Ta güeno eso, amo a come, a come y depué una tilivisió desa con güifli pal yayo. Y aquí no vamo a venino to, que luego los payo viene con lo pitufo a desalojá. Lo que amo a hacé e' llevano un poco de to y echa otro viaje, ioputa, que no tiés ni idea- le soltó otro sopapo gratuito al hermano, mientras miraba los dibujitos de los carteles pa buscar los bares, porque leer na de na. Pero leer era más que pa los payos que se aburrían en casa y se ponían con las letras esas aburrías, con lo bien que estaba jugar en la calle o ver la tele.

-Iremo a viví onde me salga a mí de loh güevo tentera? ¡A que te meto! Pero plimiero a comé de rico.

Detrás del vivero había una especie de restaurante, ahora cerrado. "Freiduría/Asador", decía. Saltaron los cristales con un par de buenos mochazos y entraron a inspeccionar. Como habían apagado la electricidad, no se podía cocinar allí, y lo de las neveras se iba a echar a perder. Pero había unos helados del copón, tarta al whisky y copas de chocolate y nata. Todavía tenían cosas fritas del último día, un poquico duras y frías, pero se podían comer tranquilamente. Y muchos vinos y licores allí en estanterías, y algunas cosas de conservas para hacer los platos.

Tenían también un horno de leña que ya apenas usaban, para alguno de los platos más caros. Eso si lo podían manejar sin electricidad, por que había culetones, lomo, entrecots, pechugas de pollo y toda clase de carne en las neveras, que se echaría a perder en pocas horas.

El Chacho giró la fragoneta y embocó puerto abajo, en busca de uno de los pequeños puentes Guadalquivir abajo. En el puente, a sus espaldas, hubo un gran destello de luz, que estuvo a punto de cegarles aún estando de espaldas a la escena. Y luego, cesaron los disparos y sonó un silencio antinatural.

Solo ellos circulando a toda hostia, sin saber muy bien que coño había pasao. Los nervios se pusieron a prueba cuando se les cruzó un coche de la autoridad portuaria circulando a toda hostia. Solo el frenazo del primo evitó la colisión.

-¿¿¿Que coño está pasando premo??? -estaba to loco emparanoyao.

La Choni la cogió de los pelos y ella protestó. No estaba acostumbrada a esa violencia, salvo cuando se follaba a sus amantes. Entonces se montaba ella encima y daba unos golpes de cintura que sonaban como gofetás.

-Ahhhhhh. ¡Ten cuidado, joder!

Abrieron el maletero y ella la miró como flipando.

-Osea, yo no me voy a meter ahí. Huele rancio.

El fogonazo me hizo cerrar los ojos fuertemente y apartar la mirada, pero el repentino frenazo hizo que me diera un coscorrón contra la ventanilla que hizo que me cagara en la puta de oros, menos mal que tenía la costumbre de llevar el cinturón para que los polis no diesen por culo con eso.

¡Nu sé premo...! - le respondo con la respiración algo acelerada - ha habío una lú mu fuehte y ya no hay disparo ni ná. Tú tira palante que ya taviso yo si veo argo. - A partir de entonces, me paso todo el camino mirando por las ventanillas y los retrovisores, al igual que a veces bajo mi ventanilla para alzar la mirada al cielo por si veo algo sospechoso.

Un buen jalón de pelos. Porque por mucho Pantene, mascarilla maravillosa, o la lefa de tres elefantes africanos criados a caviar que te eches en el pelo...A la hora de la verdad, nadie te libra de un buen moñeo. Y en esa tesitura, tos los pelos salen a tirones cual fruta madura.

¿A rancio?

- Ransio tu coño moreno, paya mierda...- y le doy una guanta pa bajarle esos humos de pija que tenía. Esta no se había enterao todavía quien mandaba, ni que el papa le iba meter to el cantimpalo hasta las orejas.

Cayetano indicó a su primo que frenara, por que vió algo que salió a la carretera y que atropellarían si no lo hacía. Pegó un nuevo frenazo, poniendo a prueba la furgoneta, que tenía más años que la tos. Pero lo había visto a tiempo. Era un soldado con su uniforme de combate, casco, chaleco antibalas, fusil colgando y toda la pesca. Iba como desorientado, saliendo de unos edificios, pero no parecía herido. Al menos no con heridos sangrantes.

El primo tocó el cláxon y el soldado se giró. Y donde debería tener los ojos, solo tenía dos cuencas vacías sangrantes. Y donde debería tener dientes y lengua, solo el vacío de la boca chorreando sangre.

Intentó meterla en el maletero, pero ella se resistió. No había huevos, era terca como una puta mula. Se revolvía, tratando de liberarse del agarrón de pelos.

-¡Sueltáme sucia gitana!

Mucho tirón y mucha hostia pero allí nadie conseguía nada. Era como un debate en el congreso o una discusión de bar típica.

JOHTIA - por un momento el militar me recordó a los listillos de las 3000 que no pagaban la coca - premo premo, asércate y para a su lao, pero ten priparau el pie nel aseleradó.

Una vez que nos acercamos, bajo la ventanilla e intento hablar con el soldado - PAYO, ¿catapasau criatura? ¿Pués hablal?

A esto que miro a Perico a ver cómo reacciona, si estaba asustado, nervioso, indiferente...

El soldado se acercó a su ventana, desesperado. No veía, no podía hablar. Solo podía escuchar. Palpó la chapa de la furgoneta y se apoyó en la ventanilla. El perro se asustó un poco, por que el tío estaba herido, y por que le pasaba algo raro. No podía hablar, no podía comunicarse, pero se le notaba nervioso, casi desesperado.

Entonces, vió algo moverse detrás del soldado, saliendo de la casa a gran velocidad. Una criatura no natural de éste planeta, muy ágil y rápida, que se echó sobre la espalda del soldado dispuesto a rematarle con sus fauces y una lengua capaz de atravesar la piel con la precisión de un bisturí. Los americanos conocían bien a esa criatura, y la habían bautizado como Chupacabras.

¡¡ iiiiiiIIIIIYYYEEEEeeehhh !! - en cuanto vi al bicho me salió el gritó más raro de mi vida, una mezcla rara entre sorpresa, espanto y asco, aunque el Chacho tampoco era mucho más guapo.

Aprovechando que está el militar apoyado en la ventana, como si fuera por instinto, le agarro el fusil y disparo como puedo al mengue, o mascota de mengue, o lo que coño sea - ASELERAA PREMO, ASELERA QUE NOH COME ESO, ASELERAAAA - le grito mientras disparo; si bien intento no herir al soldado, tampoco me preocupo si me lo cargo en el intento, mejor que muera de un par de tiros que a bocaos.

De igual manera, aprovechando que la furgoneta debería estar ya quemando rueda, sujeto el fusil con todas mis fuerzas para arrancarlo de la correa que lo sujeta al militar.

El Chacho pisó a fondo, mientras él luchaba por liberar el fusil del cuerpo del soldado. Pero la correa era fuerte, fuerte como su puta madre, y apenas tenía ángulo para disparar con el arma de aquella manera. Gastó nueve balas, por que la criatura le esquivaba, hasta que finalmente el cuerpo del soldado se desenganchó.

Respiró más tranquilo, pensando que no lo había logrado, y entonces sintió los pasos sobre el techo de la furgoneta y disparó a ellos. Ésta vez si dió, por que por los agujeros de bala resbalaba un moco de color marrón claro, que debía ser la sangre del bicho. Estaba herido, pero no muerto.

El primo iba to cagao. Cogió la pistola con una mano y no la soltó, a pesar de que conducía. La valentía que tenía con los payos se iba por el váter con aquella cosa. Aquella cosa que no era de éste puto mundo.

-DIODIODIODIODIO. ¡No sa caío de la fragoneta primo, está por ahí arriba!

El perro olfateó el aire, se subió al compartimento de carga, encima de las montañas de cosas. Comenzaron a caerles encima cartones de huevos y bandejas de lomo.

Y ladró, rascando con las patas a un punto concreto de la chapa del techo. Buen chico.

Puta correa, suertate, ¡co...ho...ne...! - me estaba empezando a desesperar hasta que por fin se suelta la jodía.

ANDE VAS PERICO - me empiezo a cabrear con el perro hasta que veo que me está haciendo el trabajo sucio - je... wen shico... - sonrío con una mezcla de malicia y satisfacción mientras apunto a donde debería estar el bicho y le pego unos tiros al techo.

*BAM BAM BAM*

TIVIASÉ LA FLAGONETA IRODINAMICA PRIMO JEJEJEJE - comento con algo de guasa tras ver que había acertado con los disparos.

El Brandon se tiró de cabeza a por los helados. Algo fresquito y lleno de azúcar, la droga que necesita un niño desnutrío para tenerlo alterado por sobredosis. Se zampó un corneto mientras rebuscaba en el congelador unos flá congelao. Y luego una copa de chocolate mientras inspecionaba el sitio. Mucha comía güena a punto de mosca.

-Illo, amo a lleval cosas pa la mama. Que teniemo la nievera como tu culo: abierta y con eco -dijo, lamiendo el helado directamente de la copa, sin cuchara. Tenía to el morro lleno churretes.

Se había fijado que por ahí había un concesionario. A lo mejor había una fragoneta güena pa llenal, que el coche tuneao del Guapo no daba pa mucho. Si se lo montaban bien podrían volver a casa como putos amos. Lo que eran.

El Kevin se pilló la tarta al whisky, él ya iba haciendo su hígado a la vida de hombre y aquello de tarta al whisky le sonó a postre de hombres duros. Así que abrió la caja y se la comió casi a puñaos, manchándose boca, manos y camiseta. To pegajoso y buena dosis de azúcar pa su body.

-Amo, amo, to esa chicha güena- asintió a la idea del Brandon. Aquel gesto no era solo por llevar comida a casa y quedar como dios, sino porque no tenían ni puta idea de cocinar. Pegar fuego a las cosas era fácil con el mechero, cocinarlas de manera comestible no. Cargó una de las cajas con chuletones y toa la carne que pilló y que podía cargar. A pesar de ser un proyecto de ladrón de pro, tenía menos fuerza que un pedo tirao sin ganas. Y encima de la carne puso su tarta de helado a medio comer y derretir. -¿No ai uno vino tamié? Un vino ico pal yayo y un coñá...

Soltó la caja y se dispuso a buscar en modo saqueo. -¡Ira a ve si cojo un Rioja! Ya verá tú... ¿Y ete? Ete tamién, tos pa la casa...- añadió un par de botellas a su caja del saqueo, encima de la tarta y dejando churretones de nata por todos lados.

El Kevin Jesú iba de listo pero no valía pa una mierda. Ni fuerza ni na, le faltaba cacho de cuerpo.

-Trae pacá, que no tiés ni puta idea -le pegó un cate bien dao-.

Agarró una de las botellas al tuntún y la miró poniendo morritos de pensar. Rompió el cogote de la botella de un golpe contra la barra y lo olió.

-É güeno, chacho -se sirvió en un vaso de tubo asintiendo-. Amo a dale -y zas, lingotazo. El mejor destino posible para una botella de 50€. Que igual podría haber sido un cartón de Vino Cruzares.

Se rasco la cocorota donde había caído el cate.

-Ioputa... Tú si que no tié idea de esa- no tardo en buscarse un vaso largo para servirse del mismo vino que su hermano. Lo olió y luego le pegó un trago largo, como los hombres buenos. ¿Qué era eso de buscar taninos y aromas al alcohol? El alcohol era pa beber, ponerse ciego y pasarlo bien. -Ta güeno, ji...- asintió y acabó lo que quedaba de vaso de otro trago. -Eto y la tele... Y luego tapamo el güeco pa veni po má.