Partida Rol por web

No hubo tiempo de más. Pa cuando nos dimos cuenta, un pitío y es que los mengues ya habían pisao las Tres Mil. Estaban reventando a los milicos, pero a mi los milicos me importaban una mierda.

- Papa, er tanque pa nusotroh - le digo al papa.

Tenía la mochila lista, y la pistola en mano. Aquellas cosas eran mu feas, entre el chupacabras, los chiquiticos con los ojos saltones, y los grandotes de cagarse que parecía alguna maruja obesa y fea de las que luego pasaban por el mercaíllo.

- ¿Dihparamoh dehde aquín? Noh dejan er piso como un colaor, la vihen. O lasemo una lluvia de cruhcampo- viendo las pistolas esas tan raras, solo tenía que apunta y soltar el chorrazo, una lluvia de cruzcando pa ellos - Esah pihtoa tamién pa nusotroh, arriquitaun.

Pero pregunta pa na, porque el Kevin ya tiró un par de globos. Bueno, de perdidos al río.

El Kevin se puso a acribillar a todo mengue que tenía a tiro.

-¡Toma ioputa! ¡Shupate esa! ¡Pa ti mi polla gohda! ¡Ira cómo te guhta que te foien bien foiao!

Yo no iba a ser menos. Asín que a través de una ventana les hice una buena lluvia dorada, de cruzcampo, no con la chirla. Malpensaos.

- !Suh vaih a cagá, degrasiaoh! !A mamahla!

Qué cosa más fea los mengue, cojone. Los grandullone eran cosa fina, tanques con pata. Pa cagarse. Pero no pa unos gachí acostumbraos a los videojuego de tiros.

-Los sordao se lastán llevando fina -comentó haciéndose sitio a codazos con el Kevin. Los mengues estaban a tiro y ahora tocaba soltar lastre. Lo de todos los días, por otro lado, porque así se saca la basura en las 3000: por la ventana. Y también así se reciben a las visitas: tirándoles cosas desde arriba a los basureros, la pasma, los bomberos o los piriodistas. Y a los mengue.

Había tanta morralla alienígena que no hacía falta casi ni apuntar. Empezó con un bombardeo de botellines de servesa, y luego asomó la puntita y psssssss, a chorrear al personal.

-¡Cabroneeeee!

Los primeros mengues cayeron por efecto de la cruzcampo. Era admirable de ver como los chupacabras aquellos se disolvían en contacto con la cerveza como si fueran una aspirina bayern y les tiraran chorreones de agua encima. Los vecinos y gitanos del barrio se sumaron a la refriega, lanzando globos desde los balcones, usando sus pistolicas de agua y mierdas diversas. Las criaturas chillaban horriblemente al ser alcanzadas, se retorcían, se disolvían mientras trataban de escapar. Era casi cómico.

El enemigo no se esperaba un ataque tan efectivo, y hubo unos momentos de confusión. De matanza gratuita e indiscriminada. De rock&roll.

Cayetano subió a la terraza, ayudado por el Chacho, instalaron la pistola de agua a presión. Ahora les iban a joder vivos a lo grande.

ANDARCHAAACHO, ¿ANDISTAAABAS? Questao con los putos críos de la Heredia qui nu dijaban di dal pol culo mintras tisperaba en la puelta de tu caaasa... - mi mosqueo era evidente, pero más que por echarle nada en cara, simplemente era por desahogarme por haber estado cerca de perder los DNIs. Mientras le voy echando la bronca le voy pasando las pistolas de agua que había pillao pa él.

Una vez en la azotea y con tol pifostio montao, me asomo con cuidado a ver dónde estaban los mengues mengues, los de verdad, los que pegaban pepinazos de los buenos.

Tin cuidau Chacho, qui nu ti vean. Amos a po los shiquitillus cabisones... lus qui andan bien, tien pinta de sé los listos.

Me quedo asomao al bordillo de la azotea de tal manera que solamente se me vean los ojos, la frente, y si me ven y tienen buena vista, algún piojo saltando. En cuanto los mengues de las pistolas láser o de lo que coño sean están a tiro, les disparo en plan lluvia a todos, a máxima potencia con la pistola de agua a presión para que llegue la cruzcampo bien lejos y se esparza sobre los mengues aprovechando la altura a la que me encuentro y la brisa del aire.

Tanta tecnología, tanta tecnología...!Pos moríos hijoputas! Seguí aprentando el gatillo de mi pistola de plástico como si no hubiera un mañana. De forma indiscriminada, sobre los chupacabras, los gordos o los pequeños. No había distinción, todos debían morir como garrapatas. De esas que se pegaban cuando eramos críos y jugábamos al descampao a matar gatos a pedrás. Pues asín.

Y cuando reventó aquellos mengues a globazos de agua, la risa del Kevin era delirante. Ver como se deshacían, como si se tratara de la nancy vestida de militar que había encima de la tele con su tapete, que se derretía con el alcohol de quemar que habían robado del botiquín del colegio, porque pensaban que se podía beber aquello. Que buen día pasaron aquella mañana, casi se replantearon volver al colegio al día siguiente y to... De no ser porque luego pensaron que robar carteras por el centro a punta de navaja era mucho más divertido.

-¡Paium! ¡Paium! ¡Mengueh mariconeh!- dijo disparando con una pistola de los chinos en cada mano, como si aquello fuera el mismísimo calof diuti. -Toma poia, toma poia, toma poia*- comenzó a decir como un autómata, soltando chorrazos con la pistola y un movimiento correspondiente de cadera.

Qué ascazo daba verlos disolverse asín dejando una pasta burbujeante en el suelo, que parecía como cuando la tita Choni ponía mal la lavadora y se quedaba una plasta de detelgente Elena pegá en el cubilete.

Pero el Brandon de Dios no se iba a poner a lo payo llorón por algo así. Los gemelos había visto suficientes yonkis espumajeando por la sobredosis tiraos en los callejones. Eso era ley de vida: naces, creces, te envenenas, te babeas entre estertores, mueres. Por eso se subió de hombros, dijo ¡bah chacho! y se disparó un chorrazo de arma-X en la boca, pa quitá la sé.

-Una pa mí, una pa tí, una pa mí, una pa tí -se puso a beber así, manchandose todo. Luego acercó a la ventana unas cajas de reparto y empezó a tirar botellines, que el quería disolver mengues, sí, pero hacerles daño a cristalazos tamién que si se puede hay que ser más cabrón.

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El ataque pilló totalmente por sorpresa a las criaturas. La cerveza cayó sobre los chupacabras como si fuera una manguera, les roció. Los chillidos se multiplicaban, era como si cundiera el pánico entre ellos. Ya no era tan divertido cuando te masacraban a ti.

Una de esas criaturas gigantes se acercó al bloque dispuesta a aporrear la puerta hasta abrirla. Entonces Cayetano le chorreó con la pistola de agua a presión desde el balcón, y comenzó a gemir, desesperado. Sea lo que fuere, todas las criaturas del espacio estaban hechas de un material similar, de algún componente orgánico que reaccionaba mal con la Cruzcampo.

La criatura aporreó la puerta antes de morir disuelta, rompiendo los cristales. Decenas de chupacabras habían entrado en el bloque y buscaban a los gitanos puerta por puerta. Mientras, Cayetano y su primo hicieron frente a los primeros disparos de los aliens pequeños. Disparos que arrancaban trozos de fachada. Era cuestión de que solo les atinaran una vez para que pasaran a la historia.

El Chacho se pegó contra la pared, pero luego cuando un cacho de pared reventó pensó que no era tan buena idea. Estaba cagao vivo.

-Primo, rosía a los bishejos. ¡O nos matan!

Los cabrones ya no solo estaban en las calles y empezaban a querer meterse en el keli. ¡Y una mielda pa ellos! El Brandon recargó su metralleta y se puso a llenar globos a cascoporro.

-Illo, amo a prepará unoh globo pa darles un bañio güeno a esos joputas questán subiendo. Y vamo a llená el cubo de la flegona con servesa. Y lo vamo a tirá tó po las ehcalera pabajo pa salpicahlos y pa tené tol suelo lleno servesa que esos cabrone no usan sapato. Pa que se quemen al subí ¿tamo chacho? Hasme caso que tú no sabe.

Se dirigió a la tita.

-Tita Choni, tú que ere muhé ¿porqué no te va llenando er cubo´laflegona?

Asintió a su hermano, tenía más razón que un santo. Se puso a llenar globos como si se estuviera acercando la pasma al barrio y preparar munición para ellos. Y lleno más y más globos.

-Eso tita, llena er cubo de fregah... Podíamos tirah uno poh el hueco lah ehcalerah...

-Aro, a bañahlo a esos cabrone. Cubetás pabajo que se van a de cagal. Amo a dahnos presa, chacho.

Los mengues gigantes eran acojonantes, pero al Brandon de Dios le daban más canguelo aquellos cabrones enanos. Uno de esas mierdas casi le arranca la garganta. Eso no se olvida. Tampoco lo confesaría, la verdad.

-Que no suban, illo, amo a darles pal pelo.

Se estaban cagando esos hijoputa del espacio, y yo apretaba el gatillo de aquella pistola de mentira como si no hubiera un mañana. Como en un frenesí de gustico, una especie de cachondez por la paliza que le empezamos a dar a esos cabrones. Pero uno de los gordo rompe la puerta del bloque y los chupacabras empiezan a entrar en manada.

Ioputa el niño...Pero sí, puede tener razón con eso de que a calderazos de cruzcampo puede ir bien...Son unos desgraciaos, pero a veces dicen algo con razón, o eso creo...

- Venga, Encahna, ayudame la ohtia...Tu tu tamién paya...- a la paya, que vaya tela. Se le estará apretando er coño del miedo. Pero aquín hay que pencar igual.

Comienzo a llenar cubos.

Menos mal que estaban los gemelos ahí pa organizar la defensa, y sobre todo para organizar a las mujeres. Que las gitanas son muy diligentes cuando saben lo que tienen que hacer y ya estaba ahí la tita Choni y la mama metidas en harina. Que en el keli no faltaban cubos, que esa casa era de las limpias y decentes. ¡No se daban curro ni na la mama y la tita para tener todo brillante y reluciente! Que una cosa es que alguien, algún cabrón, pos se robe los interrutore de la lus de la escalera, o los marcos de aluminio de las ventanas que dan al patio de luces, o que la basura no se saque, sino que se tire desde la ventana del salón a la calle... pero ¿de puertas pa dentro? De puertas padentro esa casa era que ni la Moncloa. Menuíta son las gitana güena. Que los Heredia hace mucho que dejaron la miseria del Vacie y las casas de chatarra. Que son gente mu humilde y mu pobre pero mu digna y con tele de plasma y muchos oros. Y tener esa limpieza y al mismo tiempos las mejores uñas de gel de toa Sevilla tiene mérito. Ole que ole las gitana salerosa.

-Mu bien tita, tú sabe -le dijo. Le guiñó un ojo al Kevin mientras ataba otro globito-. Menomal que tamo asquí chacho... que ni el yayo sestanterando de un pijo.

Mikiwiiiindiéeeee - no me salía gritar, los hijoputas ya nos habían pipeao y estaban reventando la pared que nos cubría - Chacho, CHACHO CHACHO, éte patrás, vihila qui nu vienen darriba ni di lus laos, y tate lehos der bordillo, qui casi nus jarrancan er cabehón.

Mientras instruyo al Chacho, me tumbo en el suelo y voy yo también echándome para atrás poco a poco, con tal de alejarme del alcance de los disparos; además, la gravedad jugaba a nuestro favor así que no dejé en ningún momento de apretar el gatillo, disparando a la libanesa hasta dejar de escuchar gritos de mengue.

Aún así, habiendo escuchado la rotura de cristales del portal y que estaban entrando los chupacabras con sus característicos chilliditos de loca histérica, apunto con la pistola a la puerta y la empapo, hasta que queda encharcado el suelo y comienza a gotear por las escaleras - Chacho, tate atento, qui nu suban - quién lo diría, el gilipollas del Caye mandando; parecía yo el puto patriarca dando órdenes y medianamente manteniendo la templanza en una situación extrema.

Tras ello vuelvo a disparar a la calle a la libanesa mientras estoy tumbado en el suelo, pero ya no sólo en dirección a los mengues de las pistolas, sino que ya disparo para cualquier lado mientras la cruzcampo caiga en la calle; no tengo ni puta idea de cómo se han movido tras este rato, así que por lo menos que la calle quede mojaita de cruzcampo.

El maridísimo se puso en la puerta y comenzó a llenar unos cubos de los que se usaban para fregar, pero con cruzcampo. La idea era tirarlos sobre los bichos si conseguían pasar la puerta. También se guardó dos pistolas de agua pequeñas, de esas que parecían una pistola de verdad.

Se escuchaba meneo en la escalera y miró a su churri. Ya mismo les tocaría a ellos.

La madre cogió a la paya de la mano y se la llevó al balcón. Tocaba tirar globos llenos de birra. No se iba a escaquear.

-Que no pasen de la puelta niños. Tené cuidao.