Partida Rol por web

El patriarca se preparó. Había estado ausente por que había estado preparando algo. Era una de esas máquinas que pulverizaban agua para regar los campos o echar pesticidas u otros productos. La tenía en casa por que unos primos tenían unos olivos en Estepa, y cuando los vendieron el material se quedó to tirao. "Pa mis rosales", pensó. Ahora lo usaría para matar.

Así que se ajustó la mochila y se acercó al salón. Ruidos al otro lado de la puerta. Comenzaron a golpearla. No tenían una puerta de seguridad ni mierdas de esas. Era de madera pelá y mondá, con sus cierres y punto pelota. Una jauría de mierdas justo detrás.

-Prepararsus...

La puerta iba cediendo. No les cabía un cañamón por el culo. Detrás se escuchaba a ciento y su puta madre. Los niños se pegaron a la pared, dispararon a través de los trozos rotos de madera. Eso cabreó a los de por detrás. Un zumbido siniestro, un haz de luz. La explosión reventó la puerta, derribando al patriarca que estaba justo delante. No le mató, pero si le pegó un buen viaje.

Entonces, Cristo comenzó a tirar cubos. El primero cayó sobre tres bichos que se abalanzaron hacia dentro. Pero detrás venían ciento y la madre. Decenas. Y él solo tenía tres cubos de cruzcampo.

El pulverizador de agua estaba ya en las últimas. No tenía un depósito muy grande, por que estaba pensado para enchufarlo a una manguera, y dicha manguera al agua corriente. El primo comenzó a tirar globos de agua a las escaleras, pues las criaturas querían subir, mientras él regó la calle.

Con la fortuna de que en ese momento, un alienígena mucho más alto, un jerarca, se había asomado para dirigir a sus subordinados. El chorro de cruzcampo le deshizo la cara como si estuviera hecha de moco. Cundió la frustración y la desorganización en el bando enemigo. Agotó la carga del aparato y cogió la pistola de agua, cubriendo a su primo. Una decena de chupacabras, cabreados, subían escaleras arriba.

Me quedo un poco pillao al ver al larguirucho. Era el único de su tipo de entre todos los mengues de la zona, y parecía bastante tranquilo ahí atrás rascándose los cojones, hasta que pareció que se le acabó la paciencia y empezó a dar órdenes, o ésa es la impresión que me dio.

Jamematen... isu tié pinta di sel el patriarca di los mengue... - y ya sea por pura coña, habilidad o ambas, le lavé la cara con cruzcampo. Por un momento me acojoné, pues me imaginé al patriarca cabreao y las consecuencias de ello, pero coño, que ése no era mi patriarca, cojones, era el patriarca de los malos, de los malos más malos que los payos y to - ¡Placa! - hago un corte de manga antes de dejar la pistola en el suelo, ya sin munición.

Los chillidos de los mengues escuchimizaos pero rápidos como un cabrón se escuchaban cada vez más cerca, y el eco que provocaba el pasillo y escaleras para subir arriba dejaba más claro que habían unos cuantos dentro del edificio.

Chacho, ya himus acabao aquín... - le digo dando un par de golpecitos al barril vacío, para que viese a lo que me refería - amus a priparalnos, qui vamos a enseñal-les a istus mengue a bailal flamenquillo.

Me puse a la espalda mi mochila de plástico cutre llena de cruzcampo y, mientras sujetaba la pistola que conectaba con ella, por primera vez eché en falta tener un puro en la boca, como esos que se fuma todo el rato el patriarca. Bueno, da igual, me sentía ahora como un puto cazafantasmas, en versión cazamengues. La pistola pequeña me la guardé para cuando se me acabara la cruzcampo de la mochila, en plan emergencia, que esperaba que fuese más tarde que pronto.

Entrando lentamente de nuevo al edificio, ando con cuidado hasta llegar a la zona más cercana que estuviese más encharcada de la cruzcampo que había tirado hace ná el Chacho.

Tal y como los espartanos en las Termópilas, esperando a luchar contra un ejército que nos superaba en número, esperé junto al Chacho al final de las escaleras: ahí los chupacabras no podrían subir más rápido que de uno en uno, a lo sumo de dos en dos si no se querían estorbar entre ellos.

RUUUUUBIOS - grito a grito pelao, retumbando por las escaleras del edificio - SUBIL YA DUNA VÉ, QUI TINEMUS CRUSCAMPO EN OFELTA NAMÁS QUI PA VOSOOTROS, QUI NUSLAQUITAN DE LAS MAAANOS - me cago en la puta, se me estaba empezando a ir la pinza.

Al ver aquel pegote de mengues golpeando la puerta se cagó y mucho, no era normal esa cantidad de bichos. Se tuvo que aguantar las ganas de hacerse pipí encima y llorar a su madre, como cualquier niño de su edad. Porque ninguno de los gemeliers era como cualquier niño de su edad, ya fuera con sus sueños de jefe pandillero o de patriarca, ambos tenían un par de cojones para tocar los ajenos. Y ahora para matar mengues.

El Kevin se santiguó, entregándose al cristo de los gitanos y empezó a tirar globos de agua como si no hubiera mañana. -Enga a vuehtra casa, ioputah, ira que oh pinsho en un ojo y oh vaih a enterah.

Los mostros llegaron a la puerta antes de poder chorrearlos desde las alturas en la escalera. Cabrones. La puerta empezó a temblequear con los golpes y saltaron astillas y peazos de maera. Un niño payo ya estaría en pleno proceso de diarrea. Pero un gitano no. Y menos uno de los Heredia. Y má meno entovía los gemeliers. ¡Vamo hombre!

Aprovecharon los primeros bujeros en la puerta para mojar los trozos de alien que se veían a través. Entonces empezó a globazos mano a mano con el Kevin. Ahí se iba a montar la de cristo. Que también, porque el tito Cristo estaba muy por medio y arriesgando los huevos como el que más.

Anda que si, no entraban aquín ni los mengues de normal, y van a entrar los mengues del espacio...Se iban cagar. No sabían lo que habían hecho. Esto era territorio gitano, y lo íbamos a defender aunque la vida se nos fuera en ello. Llegan finalmente a nuestra puerta, y mientras le dan un recibimiento en lo que intentan joderme la puerta...!Mi puerta, dehgrasiao! Yo lleno cubos, los más posibles.

Esos cabrones vuelcan al papa. !Ay el papa! Y mi Cristo sale a hacerles frente y tira el primer calderazo. Tras el suyo, yo tiro el mio, o un par.

- !Preparahsu pa sentí, ioputah!

Volaron los cubos de agua. Aquello quitaba lo más gordo, sin duda alguna, pero allí había bichos para aburrir. Los cubazos de agua se follaron a una decena de criaturas, que ahora huían o se retorcían en el suelo con unos chillidos asquerosos mientras se deshacían. Los niños dispararon a la puerta, justo cuando uno de esos pequeños cabrones aliens con sus cabezas grandes entraba con el arma por delante. Él no chilló, por que no chillaban, pero si les llegó una especie de telepatía chunga que se les metió en la cabeza. Una telepatía que reflejaba el estado de la criatura: agonía, incomprensión... miedo.

Y se vinieron arriba. Los bichos les tenían miedo. Les habían pillado por sorpresa, les estaban dando pal pelo. Se suponía que ellos eran los conquistadores interplanetarios y los humanos la raza inferior. Con aquel pensamiento, el pasillo bulló de actividad, pero en sentido inverso. Ahora bajaban las escaleras a toda hostia, dirigiéndose a la calle. ¿Huían o se reagrupaban? A saber que coño que estaban pensando aquellos bichos.

El pequeño cabezón terminó de descomponerse en el pasillo, y tras de si dejó su extraña arma en la mano. Era como un fáser de esos de star trek, una pistola pequeñita y rara.

El patriarca se incorporó finalmente, con una brecha en la cabeza. Miró la que habían liado y se asomó al pasillo, todavía con el equilibrio impreciso. Dispuesto a rociar. Le echó la birra encima a un chupacabras acorralado que bajaba del piso de arriba, haciéndolo tabaco.

-¿Que pollah pasa, es que huyen?

Vaya par de héroes. O de motivaos, según se viera. Rociaron las escaleras con pistoletazos de cruzcampo, tiraron globos. Los bichos trataban de subir, pero se tropezaban con los que tenían delante, con los que se estaban descomponiendo entre grandes alaridos.

Dispararon, dispararon, dispararon. Hubo un momento en el que parecía que los bichos iban a llegar, que les iban a superar. Pero entonces Cayetano, agotada la munición de la aqua master, sacó las pistolillas de agua, se levantó y gatilleó como un pro, sembrando la muerte y la cruzcampo.

Los bichos comenzaron a huir, se retiraban escalera abajo.

-Somo la polla -dijo el Chacho.

Se asomaron al balcón y vieron que los primos, los vecinos y toda la calle les estaba dando pal pelo, con cruzcampo o sin ella. Tiros de AK, explosiones de granadas, cubos de cruzcampo en caída libre desde los balcones. Los alienígenas se volvían a todo correr por la calle, en dirección a la autovía.

Victoria.

Sin pensarlo corrió a coger aquel cachivache, sobre todo para que el Brandon no lo cogiera, ya le veía las ideas. Una pistola, era lo que quería. Así que, sin contestar a lo que dijo el yayo, se asomo a la ventana y disparó a los mengues que salían del portal con su propia arma. Lo mismo no valía pa na, pero oye, un tiro al blanco pa ver cómo chuscaba aquello. Disparar siempre molaba, fuera una pistola de balines o una de verdad.

El acontecimiento del puto año. Del siglo. Del milenio. No, no era la invasión mengue. Era ver caer esa pistola del futuro. Verla caer a cámara lenta, y en cámara lenta ver al HI-JO-DE-PU-TA del Kevin Jesú salir corriendo a por ella. El Brandon se tiró palante pero pegó un mínimo resbalón que le hizo caer con una rodilla en tierra, y allí mismo se quedó gritándole al cielo con los puños en alto.

-NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!!!! JOPUTAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!!!! QUE TÚ NO SABEEEEEEEEEEEEEEEEEEEHHHHHHHHHHHHH!!!!!!

Y venga cubo, y venga cubo. Era cuando el premo Gabirel le prendieron fuego unos hijoputas, y hubo apagarlo a calderazos. Pero ahora el objetivo era el contrario. Matal, matal, matal...Yo ya estaba en ese frenesí, muy venida arriba. Y pasa algo mu raro. ¿Huyen?

- Ay ¿pero cómo que se van? - me asomo a la ventana para mirar - San cagao, papa...

No entendía. Si estaban to dispuestos. Es cuando escucho un grito desgarrador, que parece que a alguien le han arrancao las tripas. Luego resulta que es el Brandon porque el ioputa der Kevin la quitao antes la pistola mengue.

- Chacho, quitáhle esa mierda ar ioputa que aún la lía y noh revienta la cabesa...- a mi Cristo.

El marido se asomó con cautela, la pistola de agua en la mano. Luego se agachó al lado del cadáver del extraterrestre y le quitó la pistola de la mano. Tenían el tacto un poco rugoso los aliens. Le dió con el pie, no pesaba mucho. Era como un niño.

-Ya lo tengo.

La examinó un momento, tratando de imaginar como coño funcionaba aquello. Apuntó al final del pasillo, y trató de apretar. Pero apretando aquello no funcionaba.

-Hmmm...

Pensó en disparar y el arma se disparó sola, abriendo un boquete en la pared. Todo perdido de yeso y porquería de alien deshecho.

-Jojojojo. Se dispara con la cabesa. Pensando, cari. Ehto é la polla.

El Kevin miró de reojo al principio el grito del Brandon y luego tuvo que despollarse en su cara.

-Ereh tonto poia- le soltó enseñándole el resto de cadáveres de mengues. -Ji hay mah, coge la que quierah, seguro que s'han dejao lah ehcalerah llena de pihtolah d'esah.

El Brandon se levantó del suelo con cara bobalicona y salió a toda velocidad al rellano, a ver si era verdad que entre toda esa pasta burbujeante que lo inundaba todo había más pistolas mengues. Era necesario tener una pa fardar.

-¿Onde? ¿Onde? -se movió como un perrillo buscando; a lo mejor quedaba una mano moribunda saliendo de entre la espuma de mengue agarrando un arma-. ¿Onde, chacho? ¡Quiero un arma joputa!

Una vez le preguntaron que qué quería ser de mayor. Un trabajo de verdad, le dijeron. Él dijo que abogao, y si no podía ser po guardia gitano pa las contrussione. La parecía que ser vigilante gitano era lo más parecido a ser un defensor de la justicia, un hombre hecho y derecho. Un campeón. Llegas a una obra, te presentas al capatás, te ofreces para vigilar de noche, él te dice que no, esa noche le robas toa la maquinaria, al día siguiente vuerves, te contrata tembloroso, y luego pones un cartelito en la obra. Y NO HAY COJONE DE ENTRÁ A DE ROBÁ.

Pues eso mismo, pero con una pistola láser, ya sería la puta polla.

Bueno, y ya eso mismo y ser un forajido... pa cagalse premo.