Partida Rol por web

¡Hombre! ¡Vamos! ¡Hay que reponerse! Le digo al Magistrado mientras lo cojo de ambos hombros con mis manos. Caerse y levantarse, caerse y levantarse.

Después, le doy un par de palmaditas en ambos hombros, sin dejar de sonreir.

Vale. Parece que ahora tendré que hacer de niñera.

Illianna se dedicó por completo a cuidar las heridas de Kody. Con la ayuda de las dos mujeres lavaron su cuerpo maltrecho y limpiaron cortes y rozaduras. Su estado general era pésimo, pero una vez limpio quedó patente que era mayor la espectacularidad que la gravedad. La gran mayoría eran contusiones y golpes superficiales, sin demasiada importancia. Lo habían vapuleado a base de bien, mas no corría peligro.

La única herida verdaderamente grave era la del brazo. Una herida profunda y de desagradable aspecto que llegaba hasta el hueso. A diferencia del resto de golpes había sido provocada por un arma cortante. Illianna la limpió a conciencia, la desinfectó y la vendó con cuidado.

Aquella herida necesitaría atenciones constantes y tardaría muchos días en sanar.

Con la ayuda de una infusión finalmente Kody recuperó la conciencia y la lucidez.

Kody se despertó sobresaltado, había mujeres a su alrededor, y no acostumbraba a despertar casi desnudo y con mujeres a su alrededor.

Por el olor llego a la conclusión de que lo habían estado sanando. El brazo le dolía horrores y cuando ladeo la cabeza se acordó de porque. El golpe de aquellos seres, que antes habían sido personas fue brutal. Pero no era aquello lo que le preocupaba más. Tenía que dar aviso de lo que había visto al bajar la montaña.

Señoras, señoras, las montañas han explotado, no sé cómo, pero un volcán a entrado en erupción, por el momento la lava ardiente corre en sentido contrario a Conira pero no puedo asegurar que no vierta lava en esta dirección.

Su palabras sonaban presurosas y alarmadas, no era la mejor manera de conseguir calma y atención, pero era lo único que se le ocurría.

Luego miro a la mujer que estaba más pendiente, una joven hermosa y con cara de preocupación. Se dijo para sí mismo que le sonaba la cara aunque no fuera capaz de recordar el nombre.

Soy Kody Blake, el carpintero de la montaña, venía a vender ciertas mercancías cuando la explosión me lanzo por los aires. Por favor señora, avisad al pueblo.

Cayó en la cama, necesita algo más de reposo, y sobre todo poner sus ideas en orden, tenía mucho que asumir, muchas cosas que entender y ver cuál era la situación. Desde que salió de su casa dejando atrás aquel extraño monje todo se había vuelto una locura.

-Shhhh, shhhh! Cálmate, Kody. No hables, y, sobre todo, no te muevas. Ahora estás muy confundido, y ni tan sólo me reconoces... No importa. Soy Illianna Sondrent, ¿me recuerdas? La hermana de Brúnil... los huérfanos del Valle Nevado, los criadores de caballos. Nos hemos visto en algunas ocasiones, aquí mismo, en Conira. Soy hábil con las yerbas y los emplastos, te hemos limpiado las heridas a fondo, y ahora mismo lo que necesitas es descanso, así tardarás menos en recuperarte.

La muchacha le sonríe, con la cabeza ladeada, parece ir a añadir algo, titubea, se muerde el labio, y calla. Pero finalmente susurra queda, en el momento en el que las mujeres no pueden oirla:

-Sé todo lo que has visto. Todo, algunos de nosotros lo sabemos, incluso el por qué. Pero no te intranquilices. Estamos dispuestos a luchar para que no siga adelante ese mal que azota nuestra tierra. No quiero asustar a esas mujeres, ya bastante han visto, bastante ha sufrido la gente de Conira, han resistido el asalto de... bien, un ejército del que ya te hablaré cuando tu conciencia regrese por completo. Sólo déjame añadir que no estás sólo en esto. No, somos ya un buen grupo de personas que la suerte, o quizá los dioses, han juntado...

El sonido de una voz masculina dentro de la casa del Magistrado les dio aviso a los de fuera de que Kody había despertado.

¿Esa voz? ¡Por todos los Dioses! ¿Es posible que sea...? ¿Kody? Digo mientras comienzo a notar el claro nerviosismo que aparece en mi cuerpo.

¡Magistrado! ¡Parece que ha despertado! Continúo al mismo tiempo que entro a la casa nuevamente para comprobar fehacientemente que mi buen amigo está bien.

-Si, vayamos a ver... - Brúnil acompañó a Mélegat y al resto de los hombres al interior de la casa del Magistrado - ¡Cielos! ¡Estás despierto y tan feo como siempre! ¡Como me alegro de volver a escucharte parlotear como una verdulera, Kody!

Kody nunca había parloteado como una verdulera, no al menos desde que dejo el ejercito años atrás.
De hecho todos en ese pueblo pensaban que era un ermitaño y quizás un comedor de niños o alguna majadería por el estilo.

Pero sabía reconocer los intentos de aquel hombre por animarlo.
Cosa que los comentarios de la joven no habían conseguido.

La miro a los ojos, quizás intentando encontrar una respuesta a todas sus preguntas, quizás buscando algo más.

En las montañas ha explotado un volcán, la lava corre por la ladera con prisa, pero por el momento hacia el lado contrario a donde esta Conira.

Su voz ronca dejo caer la frase, esta vez sin desesperación por lo que había visto.
Se recuesta en la cama, el brazo le molesta bastante y sin querer hace una mueca cerrando un ojo.
Se coloca lo mejor que puede y se queda callado, de repente se siente inmensamente incomodo.

No solo está en una casa que no es la suya, sino que esta medio desnudo, en presencia de mujeres. Postrado en presencia de hombres, y además se siente débil y desconcertado. No le gusta la situación, se volvió a las montañas para evitar el contacto humano, y ahora lo tenía demasiado encima.

¡Hombre! Digo entrando al sitio donde esta Kody con los brazos abiertos de par en par y una sonrisa que me recorre toda la cara de oreja a oreja.

¡Bienvenido al mundo de los vivos otra vez, amigo! ¡Ja, ja, ja, ja, ja! Grito a los cuatro vientos mientras avanzo hacia él aplaudiendo como una foca.

Aún así, mi rostro se hiela cuando escucho las palabras de mi amigo...

Un volcán... en erupción...

¿Cómo te encuentras? ¿Son tan feas esas heridas como aparentan, amigo?

Deron se había quedado contemplando la llanura caldeada por el viento de la guerra y enfriada por el de las montañas, como si de un irreal paisaje onírico se tratase. Una parte del bastardo pasaba por las últimas horas de la vida como si no fuera él mismo. No era el horror de la batalla lo que lo atería, pues incontables veces había visto caer incluso a sus propios hombres en servicio; era... algo más.

Los hombres ya se habían llevado al que llamaban Kody al interior de la casa de la alcaldía, donde posiblemente intentaban que no cayera por el borde del abismo de la muerte en que sin duda se encontraba. Cuando descendió, mnegras sombras habían cubierto el rostro de los presentes; tal vez de todos excepto de Melegat. Parecía que la fuerza del gigante no estaba solo en sus brazos:

-Sería un segundo al mando increible en un escuadrón.- pensó la voz del militar, tratando de paliar la insostenible situación de la puerta contigua de su psique.

Entonces el recién llegado habló, habiendo despertado ya de su velatorio, y Deron temió encontrarse con un nuevo engendro de aquellos que había estado despedazando durante toda la noche. Sin embargo, cuando entraron en la estancia de olor ya acre y recargado, pudieron ver a un Blake bastante recuperado y lúcido, que hablaba de una erupción cercana. A pesar de no haber contemplado ninguna directamente, Deron había escuchado las lindezas de la sabiduría popular sobre aquellos ominosos fenómenos. Los animales se volvían locos días antes, poblaciones enteras podían sucumbir o nubes de gas tóxico...

-Claro, esto lo explica todo. Quien quiera que nos atacó, sabía de las extrañas propiedades de los vapores de esa montaña infernal. Vuelven loca a la gente y... y de algún modo él puede guiar su rabia descontrolada, similar a la de un perro baboso.- dijo para sí mismo, refugiándose en la primera chispa de realidad que pudo ver en la oscuridad de la noche.

Así, sus siguientes palabras, revelaron las conclusiones de su razonamiento:

-Eso quiere decir que la base de quienes nos atacaron tiene que estar en la ladera de ese maldito lugar. Puede que sea hacia allí hacia donde se estén replegando, incluso ahora mismo.- explicó el guerrero -Hay dos razones pues para acercarnos a ese lugar, si fuese posible: asegurarnos de que Conira no llegue a estar en peligro y tratar de encontrar a aquel que dirigía el ataque, para decirle un par de cosas a su cuello que impidan que esto vuelva a suceder, ni aquí ni en ninguna otra parte de la región.- sugirió el explorador -Señor,- continuó dirigiéndose a Meliant -Me presento voluntario para tal labor si cree que pueden prescindir de mi presencia y le parece lo más indicado.- dijo Deron solícito, ávido de más estabilidad, aferrado a aquel delgado hilo de posibilidad pragmática.

-¿Es que acaso ya no se me invita a las reuniones en las que se va a decidir el curso de acción a seguir? - una voz grave, profunda, y tremendamente familiar, desde la puerta de la vivienda les hizo a todos volverse en su dirección.

Allí, apoyado contra una de las vigas que formaban el umbral se encontraba con aspecto bastante maltrecho, aunque en pie, el Capitán DeValin. Su cabeza lucía un ostentoso vendaje que cubría la mayor parte de su larga cabellera, así como la mitad de su frente. Se aferraba con fuerza al vertical de madera y daba la sensación de que caería al suelo en caso de no tener dicho apoyo. A pesar de ello su mirada, su expresión y su voz, seguían manteniendo aquella carga de autoridad que siempre le había caracterizado.

-¿Tantas ganas teníais de libraros de mí que me dáis por muerto y me releváis por un simple golpe en la cabeza? - la reprimenda era todo menos eso. Su aparente enfado no conseguía ocultar del todo la alegría y la energía que se escondían en su interior - Si no recuerdo mal, era yo quien daba las órdenes por aquí, soldado.

La puerta se abría nuevamente, permitiendo el paso a aquellos que habían esperado fuera hasta saber el desenlace de la vida de aquel desconocido.
Cuando caminé hacia el interior de la casa, decidí finalmente enfundar las armas que aún pendían de mis manos. No lo hacía por considerar que el peligro hubiese pasado, sino por respeto al dueño de la vivienda, el cual se mostraba también bastante preocupado por los sucesos acaecidos en las últimas horas.

Dejando que otros, más allegados, se acercaran al hombre para expresarle su alegría por su insólita recuperación, me mantuve al margen para observar la escena desde un lateral. Claro que, con Illianna allí, ciertas cosas dejaban de ser insólitas para pasar a ser sucesos casi cotidianos.
Así lo hizo el pelirrojo Melegat, el cual parecía más proclive a mostrar sus sentimientos, ya fuesen de alegría, como en el momento actual, o de furia, como había demostrado en el campo de batalla.

El último en aparecer fue Deron, el cual comenzó a sacar conclusiones que mi mente no eran capaces de seguir. ¿Por qué tendría tan claro la ubicación del campamento enemigo?

No sé cómo puedes estar tan seguro del lugar donde se encuentran los que atacaron Conira - indiqué, haciéndome oir con voz queda - pero si allí estaba su campamento, seguro que se habrán alejado debido a la erupción que indica este hombre.

Quizá fuese a añadir algo más, pero una interrupción, en forma de hombre al que ya consideraba muerto, se produjo provocando que todas las miradas se dirigiesen hacia el reaparecido DeValin.
Sentí que mi espíritu se alegraba al saber que aquel hombre no había fenecido en la batalla. No cabía duda de que hubiese sido una gran pérdida, y en estos momento necesitábamos a hombres como él.

Como si la respuesta fuese obvia, Deron se giró hacia Ayron, evidenciando sus razonamientos:

-obviamente los hombres que atacaron Conira no estaban ni en sus cabales ni saludables... mucho me temo que lo único que realmente puede tener algo que ver con tal estado es el volcán. Además, yo mismo hallé a un monje, muy similar a aquel que nos atacaba con ellos, el otro día, precisamente en las inmediaciones de sus cañadas y dirigiéndose hacia la columna de humo que ya entonces brotaba de su cima, muy probablemente debida a los seísmos que hemos estado sufriendo. No digo que aquellos que nos atacaron no posean un conocimiento tiempo atrás olvidado; incluso algunas técnicas más allá de nuestra comprensión, como las de los alquimistas de la corte ibenia; pero desde luego que dichas artes necesitan "reactivos", y se me ocurren pocos mejores que los hallados en un volcán... más aún tras contemplar el estallido que se las arreglaron para hacer ante nuestras puertas.- expresó cada vez más seguro de sí mismo.

Entonces. reparando en la reincorporación de DeValin a la conversación, Nisha mostró una expresión de alivio y deferencia, mientras indicaba al oficial:

-Señor, si creéis que equivoco el rumbo, bien podéis indicármelo, pero me parece lo más sensato que he oído en estas últimas horas, la verdad...- dijo casi pidiendo permiso y secundación al guerrero.

La muchacha salía de la habitación en que yacía, reponiéndose, el maltrecho Kody. Éste explicaba su experiencia con el monte que había explotado, escupiendo fuego y tierra ardiente, tan similar a la que ellos mismos habían vivido, cuando alguien hizo su aparición inesperadamente.

-¡DeValin! ¡Vaya, cuánto me alegro de verte íntegro! Lo último que supimos de ti fue que te habían recogido, inconsciente y malherido, unos soldados, y que te habían llevado dentro. ¡Qué alivio saberte entero, y recuperado! Miró con agradecimiento a las mujeres que la habían ayudado con la cura de Kody. -Las mujeres de Conira tienen un don santo en sus manos, es evidente. Saben cómo sanar los cuerpos, y como reponer las mentes. Sin duda a ellas debemos que no haya habido más pérdidas.

Su sonrisa se apagó pronto, sin embargo. No había tiempo para mucho, y había que trazar un plan a seguir a continuación. Deron hablaba de ir hacia el volcán, y a Illianna eso la aterraba. Pero, lo cierto es que todo apuntaba a que quizá allí se encontraran respuestas. Y quizá, sólo quizá, el modo de atajar el mal que avanzaba deprisa. El modo de devolver a la Nada de donde habían surgido a esos Monjes de Tinieblas, el modo de cerrar esa Puerta a la Diosa del Mal, de clausurar para siempre esa tumba abierta...

-¿Qué dices enonces, DeValin? ¿Qué sabemos, qué deberíamos tener en cuenta, amigos...? ¿Hay más opciones, además de esa...? Tomar una decisión así no es fácil, y no hay tiempo para tomar la equivocada: será tarde para enmendarla.

-¡Capitán! ¡Esto si que es una sopresa! ¡Le dábamos por muerto! - la alegría de los hermanos Sondrent era totalmente sincera, al igual que lo sería la de cualquiera que conociese al oficial.

Melton DeValin era un hombre servero, serio y entregado, pero recubriendo esta imagen de dureza se encontraba un alma honrada, honesta y valiente.

-¡Capitán!... Capitán... Cap... - al Magistrado le falló la voz una vez más. Era la persona de Conira que mayor contacto había tenido con el oficial y entre ellos no se ocultaba una buena amistad. Con todo lo sucedido últimamente, al anciano ya no le quedaban fuerzas ni energías para más sorpresas.

Dos lágrimas inquietas recorrieron su rostro. El hombre comenzó a temblar como si fuera a caer allí mismo.

El sacerdote se acercó al recién llegado y colocó una mano sobre su hombro. Su mirada, sin embargo, estaba fija en Kody.

-No hay tragedia sin fin, ni dolor sin consuelo. Los Siete Dioses velan por aquellos justos de corazón. Esta noche hemos visto y hemos sentido mucho sufrimiento, y sin embargo aquí tenemos dos muestras de la bondad divina, dos motivos para el regocijo y la alegría.

-Deberíamos poner algo de orden sobre la mesa. Pienso que estamos todos demasiado confusos como para que el Capitán DeValin, o quien sea, pueda tomar una decisión basada en la lógica. ¿Qué está ocurriendo realmente? ¿Quien tiene una idea clara de lo que pasa? ¿Hay alguna otra teoría aparte de la de los gases volcánicos?

Illianna se adelantó.

-Henry, yo tengo la mía, como sabes, como he dicho hace un rato, antes de que llegara nuestro buen Kody. Creo que Ónemar también la comparte. Pero entiendo que mi visión de las cosas, mi... explicación... es cuando menos difícil de comprender... y no digamos ya, por tanto, de creer.

Se pasó la mano por el pelo, ahora ensortijado, revuelto y sucio. Necesitaba descanso, y dedicar algún tiempo a sí misma, era algo que saltaba a la vista. Pero, como todos, seguía en pie, ajena a sí misma, a su estado o a sus necesidades.

-Después de todo lo sucedido, sin embargo, no creo que a pesar de ello, a pesar de que en circunstancias normales nadie habría ni planteado la posibilidad de que lo que digo fuera remotamente cierto, ahora podamos dudar de que es verdad. El mal ha sido liberado, o lo está siendo. Un poder enorme, que compite con el de los mismos dioses del Bien, porque procede de otro como ellos. Otra, si lo que nos ha sido revelado es verdad. La diosa Oscura, Azethith...