Partida Rol por web

-Shhh....- me limito a musitar dejando claro que estoy de acuerdo con el razonamiento de Claudia. Creo que hubiera sido mejor si lo hubiera explicado sin gritar ella misma pero ahora ya no hay mucho que hacer al respecto así que me limito a rodear a mi hermana con un brazo mientras con la otra mano aprieto la empuñadura del cuchillo.

En realidad sería inútil incluso teniendo ametralladoras, son demasiados, en caso de que realmente empiecen a entrar habrá que correr todo lo posible...

Inconscientemente tapo mi boca con las manos.

"¿Chille? Pensé que susurraba" pienso para mí, pero parece que la situación consigue que no me de cuenta ni de lo que hago.

Mis ojos siguen enfocando a esos seres que aprecen querer venir a por nosotros y sigo pensando que nos descubriran. Aún así me amntengo en silencio y espero paciente como hacen los demás, aunque tengo la sensación de que mi corazón desbocado nos delatará en cualquier momento.

 Un grito agudo se escucha en el piso de arriba. Todos se despiertan y algunos, reaccionando rapidamente, van hacia el foco del ruido. La habitacion del doctor... Abren la puerta y una escena aterradora. La niña se encuentra gritando, tratando de empujar al doctor mientras este muerde el brazo de la pobre niña. La ropa y la cara de la niña asi como la del doctor estan manchadas de sangre. Y por las sabanas se escurre el rojo liquido.

Desde las ventanas se puede ver como los zombis que hay ahi fuera empiezan a caminar hacia la casa mientras un gemido constante sale de su garganta helandoos la sangre.

-Joder, demasiado tarde- espeto entre frustrada y malhumorada cuando el grito de la niña rompe la calma de la noche. Está claro que ahora ya nos han descubierto porque aunque parezcan idiotas no están sordos. Lo que me pregunto es porque Claudia habrá gritado...

-Todos arriba- ya lo habíamos hablado antes así que no creo que haya mucha discusión al respecto. Me aseguro de que Nidia me siga de cerca y subimos las escaleras con zancadas largas y rápidas, procurando no matarnos en el intento.

Una vez arriba observo a ambos lados del pasillo, con el pulso acelerado y nerviosa, procurando enterarme de porqué ha pasado esto.

Estoy sumida en mis pensamientos cuando el grito de Claudia me saca de mi ensoñación. LA mano de Ruth me agarra y subimos todos arriba después de fijarnos que esos seres o zombies o lo que quiera Dios que sea ya vienen hacia la casa.

-Mierda, ¿qué habrá pasado?-susurro sin saber muy bien por qué lo hago ya que definitivamente nos han descubierto.

Ya arriba el grotesco espectáculo me sorprende. El doctor está tranquilamente mordiendo a su hija mientras ésta quiere quitárselo de encima.

-Al final se convirtió en uno de ellos.... definitivamente es contagioso... así que... la niña...-consigo decir-. Vámonos de aquí, encerremonos en una habitación a solas, todos juntos. La casa se va a llenar de esas cosas. Igual tenemos tiempo hemos tapiado puertas y ventanas-digo bajito y muy deprisa a mi hermana que es la que más cerca tengo.

La gente me dice que sueño cosas raras, que lo mío no es normal. Insisten en que sí, que todos tenemos sueños desconcertantes, pero que lo mío llega al límite. A mí me parece que no tienen razón. Creo que lo que de verdad les pasa es que tienen envidia porque mis sueños son mucho más chulos y entretenidos. Hoy, sin ir más lejos, en medio de toda esta mierda que nos rodea, estaba soñando que era alga. Sí, me olvidaba de todo, incluso de moverme. Solo tenía que estirar los brazos y dejar que la corriente me llevara. A mi alrededor no había gritos, muerte y desolación, tan solo el sonido envolvente del mar y la sensación de estar flotando en la ingravidez del agua. ¿Fantástico, verdad?

Pues no, porque entonces un grito me saca de mi ensoñación. En un primer momento, todavía dormido, me viene a la cabeza mi madre.

-Sean, Sean, que mamá grita -balbuceo como borracho con los ojos a medio abrir y los pelos de aquella manera. La verdad es que, a pesar de las circunstancias, he dormido como si me hubieran dado un mazazo en la cabeza. Pero al incorporarme, el dolor de la espalda me recuerda que no estoy en casa. Me paso el dorso de la mano por la boca para limpiar el rastro de babilla que había escapado en mi descanso y vuelvo a oír el grito una vez más, esta vez poniéndome en pie.

-Levanta que ha pasado algo -insisto azuzando a mi hermano y dirigiéndome al lugar del que provienen los gritos. 

La escena me golpea como un coche a toda velocidad. Me cuesta reaccionar, no puedo apartar la mirada del dantesco espectáculo que se nos presenta.

-Maldito hijo de la grandísima puta -musito con la sangre convertida en escarcha por el espanto.

Me quedo con los ojos desencajados mientras oigo a mi hermana de fondo.
-No. Encerrarnos no va a servir de nada, es demasiado arriesgado. Tendremos que salir por las ventanas y rezar para no rompernos las piernas al aterrizar en el jardín- respondo algo ausente recordándole lo que en realidad ya habíamos hablado antes lo que pasa es que mantener la coherencia y la lógica cuando te estás cagando de miedo resulta bastante complicado.

-¡Que alguien se lo quite de encima!- acabo por gritar acercándome yo misma al ex-doctor para pegarle una patada que al menos le haga retroceder o caerse de culo para que Claudia pueda apartarse. Puede que ya esté sentenciada pero ahora mismo mi cerebro no quiere procesar esa información...

Se despierta de golpe con el grito, aunque no está del todo convencida de haber dormido en ningún momento. El nudo en la boca del estómago que tenía ante de irse a dormir sigue ahí, retorciéndose como si fueran cuchillas. Se levanta lo más deprisa que puede, fusil en mano, y sigue a la gente sin pararse ni a preguntar. Unos segundos después es consciente de el caos que les rodea: el doctor, la niña y la masa de fuera que se acerca cada vez más.

- ¿Qué? ¿Cómo? - pregunta aún atontada al escuchar la conversación de las hermanas - ¿Quieres salir ahí fuera? - pregunta horrorizada - ¡No vamos a poder correr más que todos ellos!

Mira a su alrededor, esperando la opinión del resto, sobre todo de los dos cojos del grupo. Pero la visión del doctor acapara toda su atención. Se queda helada, sin saber qué hacer.

- Si disparo puede que dé a la niña... - dice dubitatiba.

La reacción de Ruth le hace activarse de nuevo, se adelanta y arremete igual que ella contra el doctor.

Trato de pensar con coherencia, pero no lo consigo y cuando veo que mi hermana sale corriendo y trata de quitarle al doctor de encima a esa pequeña me quedo congelada, pero al ver que Caroline también va me enderezo y corro a ayudarlas.

-¡Maldito asqueroso, quítala las manos de encima!-le chillo mientras trato de darle una patada al medicucho que por otra parte me caía bastante mal y casi no me conlleva ningún esfuerzo correr y tratar de darle una patada aunque ésta no sale tan fuerte como yo quisiera.

Roy se despertó con el escándalo. Al parecer se había quedado dormido sentado en la silla en la que se había recostado a descansar.

- ¿Que coño pasa? Dijo mientras intentaba incorporarse, dejando de lado las punzadas tenues de dolor de su pierna. Buscó el bate con la mirada, para descubrirlo agarrado fuertemente por su diestra.

Con paso algo vacilante, debido más al entumecimiento que a la precaución, se aproximó hacia donde estaban todos. Algo no iba muy bien, de eso estaba seguro, pero la imagen que vio fue más desagradable de lo que esperaba.

 Las dos mujeres apartaron al doctor, tirandolo de la cama y alejandolo de la pequeña. Claudia, gritaba y lloraba sobre la cama, mientras se agarraba el brazo. Las sabanas se teñian de rojo, y se enrrollaban a través del cuerpo del doctor. Todos sabían que aquello podía ocurrir en cualquier momento pero solo hacia 24 horas que el mundo había cambiado y sus mentes no aceptaban esa nueva y oscura realidad.

Pero algo atrapó sus pensamientos. Los infectados, los "zombies" que caminaban junto a la casa. Sin duda habrían escuchado todo aquello. Pero no podian parar a pensar, pues el doctor se empezaba a incorporar quitandose las sabanas a tirones.

Aquello era un caos y la niña gritando le empieza a poner de los nervios. Da un suave empujón a esta, intentando que no sea demasiado brusco, para apartarla de la cama.

- Que alguien le mire la herida - dice con tono distraído, como si no hubiera caído en lo que pasaría dentro de unas horas.

Se acerca, fusil en mano, hacia el doctor y apoya el arma directamente en su cuerpo, aprovechando que éste aún está medio caído y el cañón pone cierta distancia entre los dos. Dispara de forma casi automática, sin pararse a pensar si hace lo correcto.

Las patadas le llueven al cabronazo del Dr. Who y no podría alegrarme más, la verdad. ¡El muy mamón! ¡Podríamos estar todos contagiados y hala, como si nada! Si tiene una hija, por Dios... Hija que, al parecer, no tardará en ponerse enfermísima también.

¿Y los de fuera? ¿No se darán cuenta esos enfermísimos que intentan entrar de que algo pasa aquí dentro?

-Tenemos que irnos, ya no hay nada que hacer aquí -digo en medio de toda la algarabía. Sí, claro que podemos mirarle la herida a la niña, pero siendo conscientes de que puede que le pase exactamente lo mismo que al padre.

Me aparto para que entre la chica nueva y atienda a la niña. Ahí en medio no hago más que estorbar, y no seré yo el que se interponga entre Xena y Dr. Who cuando ella está armada con una escopeta. 

"Piensa, piensa, piensa, maldito hijoputa, piensa en cómo salir...", me digo a mí mismo.

Y poco a poco, en el interior de esta maravillosa cabecita loca de bicha puta que va perdiendo la cordura a pasos agigantados, empieza a perfilarse un plan.

Conseguimos apartar al medico de su hija y Caroline sin más preámbulos le pega un tiro. Todo está demasiado descontrolado y si los gritos no han sido suficiente para que esos seres nos oigan lo habrán hecho al escuchar el disparo.

Me acerco a la niña y miro su herida.

-No te preocupes, no es nada-le digo a la niña tratándo de tranquilizarla, aunque sé lo que pasará después.

Me acerco a mi hermana.

-¿Qué hacemos Ruth? Ya sabes qué pasará con la niña... y esos enfermos habrán oído todo y vendrán para acá...-le susurro a mi hermana lo evidente, pero es lo único que se me ocurre, pues mi mente está agarrotada y se niega a darme ideas con las que salir de ese embrollo.

-Ya sabéis que no podemos salir por la puerta como si nada, a mí sólo se me ocurre recurrir a la ventanas que estén más cerca del porche, saltar hasta él y de ahí a la furgoneta...- niego con la cabeza irremediablemente, pues sé que suena a locura total y seguro que alguien se acaba haciendo daño o incluso rompiendo algo, por no mencionar a Roy, pero personalmente es la única vía que se me ha ocurrido aunque puede que alguien piense una opción mejor.

-De momento nos centraremos en salir de aquí- digo a mi hermana mientras ambas miramos de reojo a la niña ayudada por Maria y finalmente opto por ayudar a ésta última aunque la medicina no es mi punto fuerte.

Roy aprendió por las malas, que intentar ayudar a alguien que sostiene un arma de fuego, no es la mejor idea. Casi de forma automática se, llevó la mano a la pierna. No, sería mejor no volver a meterse en la trayectoria de un cañón. Y Caroline podía ser tan "buena" como Nidia. Ya estaba escarmentado.

- Reducir al doctor de una maldita vez!! Fue lo único que se le ocurrió gritar a los que se encontraban dentro de la habitación. Ya tendrían tiempo de afrontar como salir de ahí. Había que solucionar las crisis por orden. Porque ahora, lo que menos le apetecía era saltar por las ventanas, joder como le dolía la herida.

-Pues haremos ruido -les digo a Simon y Garfunkel, aunque en realidad va para todos-. Los enfermísimos van hacia donde está el ruido, ¿no? Pues solo hay que abrir una de las ventanas en el piso superior en el lado contrario a la puerta y hacer ruido para atraer a todos los que rodean la casa. Con dos o tres personas basta. Mientras, el resto baja y, cuando todo esté despejado, salen y entran en la furgoneta. Ese será el momento de que los demás bajen echando leches, suban y pongamos pies en polvorosa.

Me encojo de hombros. No es un plan magistral, pero al menos es algo que nos puede dar una oportunidad para salir de aquí. Hemos dejado la ciudad, sí, pero no estamos en absoluto seguros. Montarnos en la furgoneta no nos garantiza llegar lejos y, a pesar de eso, es la mejor opción que tenemos. A menos que alguno proponga de repente quedarse con Dr. Who, en cuyo caso ya no diré nada y les dejaré hacer.