Partida Rol por web

Con tono amable, intervine:

La señorita Trace tiene razón. Deberíamos dejarnos de charlas y ponernos en camino. Hay personas que necesitan ayuda, y aquí parados no hacemos nada. Si los expertos opinan que ese es el camino a seguir, creo que deberíamos fiarnos de su criterio y hacer lo que dicen, pues para algo los han traído a esta expedición, ¿no?

Mi voz era amable, pero lo cierto es que me estaba hartando de tanta palabrería y tan poca acción, y de ver cómo Quarter y la señorita Stasi parecían perder más el tiempo con flirteos que trabajando en lo que nos había traído hasta allí. 

Gianna estuvo a punto de pedir que la llamaran por su nombre de pila. 

Puede que más a delante...

No puedo estar más de acuerdo. Denise...

Dijo Gianna a modo de pregunta a su amiga. Quizás cuando estuvieran en medio de la selva la cosa se apaciguara, aunque lo dudaba bastante. Según pasaba el tiempo y cuantas más palabras se intercambiaban, más tenso se volvía el ambiente.

Al menos en cuanto empecemos a caminar, las conversaciones se harán menos necesarias...

Por fin el grupo se puso en camino, tras la larga aunque pacífica discusión sobre la mejor ruta a seguir.

El cielo no prometía lluvia, pero había más humedad de la deseada. También habíais notado que hacía más calor del esperado. La sensación de aquel calor tan rematadamente húmedo era ciertamente desagradable y molesta.

Allan se puso en marcha, en realidad solo habían hablado durante un par de minutos, pero más de uno se lo llevo a lo personal, y vio en aquel intercambio de palabras, días o semanas de debatir para ponerse en marcha.

Se notaba que hacía mucho que no tenían una confrontación de verdad con gente que quería hacerte mal, como matarte, porque entonces verían las cosas de otra manera.

Allan se puso a la cabeza y allí se mantuvo. No hacía falta decir nada más, es más, parecía que las palabras molestaban.

Cuando llevaran dos días en la selva, seguro que necesitarían hablar de cualquier cosa, para recordar que estaban en sociedad. La selva tenia la propiedad de hacerte sentir insignificante a todos por igual, y hacerte sentir fuera de la civilización, el había vivido toda su vida entre plantas y animales, pero los seres urbanitas. Eso, era otra historia.

Por fin se desplazaban! No es que Gloria deseara penetrar aquella profunda y peligrosa jungla, pero estaba convencida que sus nervios se calmarían al poder caminar unos kilómetros.

Era mujer de actos, más que de pensamientos, y eso le había repercutido negativamente en algunas facetas de su vida. Pero en otras le había salvado el pellejo... y daba más importancia a estas últimas!

Caminando se sentía más segura, con ganas de averiguar qué demonios había sucedido con la expedición, viva a cada paso que daba. Y, porqué no decirlo: cuando se caminaba, la gente no acostumbraba a hablar. Y en pocas horas, ya se habia hartado de tanta cháchara de cerebritos y de aventureros de ego revalorizado.

Pero, ahora no era el momento de quejarse, si no de estar alerta por si descubrían alguna cosa esclarecedora sobre lo ocurrido.

Gianna agradeció que el camino callara las bocas y aunque el ambiente no era el ideal, también agradeció el ejercicio para liberar tensiones. Mientras caminaban en silencio, repasaba lo sucedido desde que todos se encontraran y observaba a Quarter, no dejaba de estar intrigada por ese ser seudosalvaje. Pero estaba segura de que ya se le pasaría...

Trato de estar pendiente a los alrededores del camino que seguían. Sabía que no era probable que fuera precisamente ella quien encontrara una pista de la expedición perdida, pero estaba allí para ayudar a Denise y eso es lo que haría.

¿Qué era aquello?

Te agachaste para observar detalladamente lo que parecía un rastro en un matorral. Era un minúsculo fragmento de tela de color caqui, semejante a la de cualquier pantalón de explorador. La expedición había pasado claramente por allí, y no menos evidente resultaba que uno de ellos había enganchado una pernera en el matorral, dejando aquel rastro, lo más seguro, por tirar bruscamente para desasir el pantalón de la rama.

Las dos caminabais tranquilamente al lado de Devlin, que parecía más atento a vosotras que al camino. Miguel os seguía silbando animadamente.

Al cabo de un instante, os fijasteis en que Miguel centraba la mirada al frente, a lo lejos, hacia un claro, absorto en lo que estaba presenciando. El hombre no había dicho nada aún.

Era inevitable no mirar. Allan Quarter se había agachado un poco más adelante de vosotras, mientras observaba un arbusto. Como a 50 metros de él se veían restos de lo que podría haber sido un campamento. ¡Habíais acertado con la ruta, sin duda alguna!

Allan se paró un momento, y pensó. Que prisa podían tener los anteriores exploradores, para no gastar unos pocos segundos es sacar la pierna de aquel brezal, sin rasgar la tela.

Pero poco importaba, el caso es que estaban sin duda en la dirección correcta. Aquellas pistas, rastros, vestigios eran la prueba evidente, de que por mucho que supieran los expertos universitarios, la selva era un terreno que les quedaba muy grande.

Eh, expedición. Vamos por buen camino. He encontrado un trozo de tela que indica que pasaron justo por esta senda. Sigamos adelante a buen ritmo.

No eran ordenes, ni sonaban como tales. Pretendían sonar como palabras lógicas y coherentes dichas por alguien que sabía de lo que hablaba.

Había podido notar que había mucha gente que se sobrevaloraba mucho. Y que a pesar de sus fingidas caras de consternación por la desaparición solo habían venido a darse el paseo, y con suerte, a aparecer en la prensa como salvadoras del primer grupo.

El tenia un único motivo para estar allí, y aunque le gustaba la pasta, ese no era el verdadero motivo. Aunque debía reconocer que ahora tenía más de un interés en aquella expedición.

-Mirad allí!- señaló Goria hacia la dirección donde se podían distinguir los restos de un campamento.

Aún y encontrarse algo desorientada en aquel entorno, el hecho de haber localizado pistas sobre el grupo desaparecido, pareció alegrar a la periodista. Una sonrisa apareció en su rostro... o pude que una alegria a su orgullo femenino, por el hecho de ser ella antes que los exploradores la que hubiera encontrado el antiguo campamento.

-Parece ser el campamento que buscábamos, no? Aquí podríamos encontrar algo significativo sobre lo que les pudiera haber ocurrido.

Y comenzó a inspeccionar todo aquello que le llamara la atención. Siempre sin tocar nada y analizando todo lo que su perspicaz sentido peridístico le ofrecía.

Y ese sentido, nunca fallaba...

Grace había corrido como una bala en dirección al campamento. Allan, por precaución, abandonó el arbusto que se encontraba examinando, aquel en el que había encontrado el trozo de tela de un pantalón de explorador, y salió corriendo tras la valiente pero un tanto temeraria periodista. Denise salió corriendo detrás, de Allan, emocionada ante la idea de localizar alguna pista.

Sin embargo, algo iba a interrumpir su marcha. Habían seguido a Trace por el camino, pero desplazados ligeramente a la izquierda con respecto a la ruta seguida por la periodista. Y allí, a la izquierda, de pronto, los pies de Denise y de Allan encontraron el vacío. ¿A dónde había ido el suelo?

Todo sucedió muy aprisa. El suelo cedió bajo ellos, despistados como se hallaban corriendo tras la corresponsal. Se trataba de una trampa para cazar animales de nada desdeñable tamaño, posiblemente olvidada por alguna tribu nativa de la zona. La trampa, el gran agujero cavado en el suelo y perfectamente disimulado con hierbas y matorrales, tendría un par de metros de profundidad.

-¡La madre de...!- toda la finura de Denise desapareció de golpe para dejar paso a la mujer práctica que había en ella. Aquello no era la gran ciudad, era la jungla, había que pensar aprisa y actuar aún más aprisa.

Impulsó su cuerpo hacia delante y se agarró como buenamente pudo al borde del agujero, logrando no caer en él. Quedó sujeta con ambas manos a la tierra mojada. Aunque se aferraba con furia, la tierra resbaladiza se deslizaba sobre sus finos dedos. Las piedrecillas del terreno rasgaban su blanca piel, provocando pequeños rasguños sangrantes en sus diestras manos.

-¡Ayuda, Socorrooooooo!- gritó, a pleno pulmón. Estaba casi en el borde, a punto de caer en la trampa.

Se giró asustada al escuchar el sonido de las cañas al quebrarse a causa del peso de algunos miembros del grupo. Aquella trampa de base de cañizar y camuflada con hojas secas, había pasado inavertida para Gloria. Podría haber caído ella...

Al ver como Denise se lanzaba al borde del precipicio para intentar no caer en el, Gloria actuó en acto reflejo y se lanzó hacia ella, con la seguridad que le ofrecia el terreno, para coger la mano de la mujer e intentar tirar de ella y ponerla a salvo.

-Coge mi mano, Denise!

-Rápido! Ayudadme...sola no podré con ella!- gritó Gloria intentando que sus manos no resvalaran con las de Denise. Pero lo que temía de verdad la periodista, era que cayera tras la muchacha en aquel agujero. Eso sería lo peor...

Cuando Denise cayó, a Gianna casi se le para el corazón. Después de haber pasado tanto tiempo sola, sentir por un segundo q perdía a su única familia hizo q sintiera q era ella quien caía en un profundo pozo...

En cuanto vió que había podido agarrarse y que Gloria corría hacia ella no dudo un segundo en ir a ayudarla, entre ambas la salvarían. Llegó al borde del agujero, la agarró de un brazo y tiró de ella como si la vida le fuera en ello.

¡Agarrate fuerte, Denise!