Partida Rol por web

Williamson, Quarter, Jones, Gianna hacia el oeste.

Al poco de comenzar la huida a hombros de Quarter, Gianna recupera la sesera y comienza a asimilar lo que está sucediendo. Una huida desesperada, una escapada sin control. Detenerse un solo momento podía suponer la muerte.

Quarter no quiso saber nada sobre pararse un segundo para que la cantante se bajase. No quería detenerse, no quería permitir que el humo los alcanzase. Corría y corría como un loco, sin pensar, todo su cuerpo y su mente centrado en la única tarea que en aquel momento debía realizar: huir, proteger sus vidas, escapar del horror.

Por fin, minutos más tarde, se detuvo. No por gusto, ya que por él habría seguido corriendo todo el día, lo que hiciera falta para poner kilómetros de por medio con tan abrumadora y horripilante criatura. Pero más adelante se topó con el resto del grupo, ya descansando, exhaustos tras la espectaculat huida.

Ante sí tenía a una jadeante Denise Williamson, abanicándose con su sombrero de exploradora, y sudando a chorros. El viejo Jones estaba apoyado contra un árbol con la mano en el pecho. Su enrojecido rostro mostraba lo terrible que había resultado para él realizar tan colérica carrera.

Del resto del grupo no había señales. Parecía que se habían desperdigado por ahí, entre la densa vegetación. O quizás, solamente quizás, les había dado caza el humo...

Incertidumbre. Incertidumbre y miedo. Esos eran los dos sentimientos que corroían las entrañas del reducido grupo. Ninguno de ellos se había encontrado con la muerte tan de frente, ni nunca ésta había parecido tan deseosa y tan capaz de darles jaque mate en una sola jugada. Ahora restaba conocer si el resto de la expedición había salvado la partida o si, para ellos, ésta había llegado a su fin.

Allan había corrido como alma que llevaba el demonio. Luego de parar dejo caer a la mujer, que se movía nerviosa, seguramente aquella carrera sobre el hombre del cazador la hubiera molido como si la hubieran apaleado.

Se tomo unos segundos más que necesarios para regular su respiración al tiempo que buscaba mirando atrás, signos de que hubiera que correr de nuevo. Luego tras un momento de descanso, y viendo que los demás estaban completamente des hechos, tomo la iniciativa.

Bien, hay que comprobar si los demás están vivos. Y olvidarnos de lo demás por ahora. No quiero teorías o respuestas sobre lo que acabamos de ver, necesito centrarme en algo útil.

Lo primero será movernos de aquí, buscar un lugar alto, hacer una fogata, tener vigilada la zona de ese maldito zigurat.

Si hay mas supervivientes, y por los dioses, que los demás habrán de haber salido vivos, verán el fuego y será un faro para ellos.

Si alguien tiene alguna duda, alguna queja, o alguna sugerencia este y no otro es el momento de decirlo.

Se quedo allí, respirando como podía después del discurso, con los brazos en jarras esperando la respuesta de los demás, en especial de Denise, porque suponía que querría encontrar a su padre lo antes posible, y más después de lo ocurrido, pero no podían dejar a los demás tirados, sin al menos intentar algo.

Y eso era lo primero, lo segundo, lo segundo era encontrar al mal nacido de Gordon. Ese hombre iba a encontrarse el puño de Quarter en su cara tan pronto lo viera.

El señor Quater había terminado de hablar pero yo seguía apoyados en el árbol, incapaz de moverme y temeroso de que el corazón o los pulmones se me salieran de la boca debido al esfuerzo de la carrera. Definitivamente ya no tenía edad para la investigación de campo y estar tantos años sentado tras el mostrador de mi tienda no ayudaba a mantener una gran forma física.

Al cabo de unos minutos conseguí por fin recuperar el aliento lo suficiente como para ser capaz de moverme y hablar hágame caso si le digo que sería imposible buscar una explicación racional a lo que hemos visto aunque no tuviéramos nada más de lo que preocuparnos.

En cuanto al plan, usted es el especialista en supervivencia, así que si eso es lo que opina que es el mejor curso de acción tiene mi voto a favor. Aún así la señorita Williamson sigue siendo la jefa de la expedición, así que ella tiene la última palabra.

A Gianna todavía le faltaba el aliento, le habían pasado cosas horribles en su vida pero lo que ha tenido la desgracia de ver ahora mismo solo es comparable a su muerte, y es que en ese momento temió por ella, por su muerte.

Estaba algo cansada después de que Quarter la dejara en el suelo, pero estaba más cansada spíquicamente pero tenían que seguir, Quarter tenía razón, había que asegurarse de que estaban todos bien antes de seguir con la expedición de rescate...tenía gracia...casi necesitaban ser rescatados ellos también.

Todo sea por ayudar a Denise, todavía podía con la expedición.

Por supuesto, yo estoy a favor de cualquier opinión experta como siempre.

-No crea que no había pensado ya en la posibilidad de hacer una hoguera. Es lo más sensato. Si la ven, acudirán a nuestro lado. Y espero que la vean, tanto como ansío que el resto del grupo no haya quedado demasiado desligado. Que el grupo se fragmente es malo, pero solamente el pensar que haya podido quedar alguien aislado, solo... Esperemos que todos estén bien y que se reúnan lo más pronto posible con nosotros.

Denise se sentó sobre una gran piedra del camino y echó un buen trago de agua.  Estaba agotada por la experiencia sufrida. Su mente práctica no quiso ni pensar en la posibilidad de que su padre y el resto hubiesen muerto a manos del humo. No era el momento. Mientras nada indicase lo contrario, prefería creer que aún seguían con vida, quizás escondidos en entre la espesura, o quizás buscándose unos a otros. Podían haberse separado, como habían hecho en este segundo grupo de rescate, quizás estaban heridos y se limitaban a aguardar por una recuperación lenta y costosa, con el fin de recobrar energías y salir de aquel maldito bosque...

Pero no podía permitirse el lujo de pensar en su padre. Lo primero era localizar a los demás miembros del grupo y asegurarse de que todos estaban bien. Afortunadamente ninguno de los presentes se encontraba herido, así que sus servicios como doctora no resultaban necesarios.

Allan  entendió que aquellas palabras de Denisse le daban derecho a proceder como le gustara, y así lo hizo.

Como ya todos sabían, iban a buscar un promontorio antes de hacer un fuego, uno que fuera más o menos visible en la distancia, aunque la selva, tupida como era, le dificultaría la visión a cualquiera.

Contaba con las ganas de sobrevivir del resto de la expedición para localizarlos.

Tras un par de minutos orientándose, pues tras la carrera, casi no sabía dónde se encontraba, empezó a buscar un lugar. La orientación del suelo no ayudaba mucho, pero lo cierto era que había una loma unos metros más atrás.

Se movió solo, durante unos diez minutos para volver donde estaba el resto e indicarles que le siguieran, había encontrado una buena zona para montar un campamento improvisado.

Durante todo aquel tiempo, se limito a callar, pues no quería abrir una línea de conversación, que no sabría cerrar, o siquiera considerar, y era la del humo negro. Aquella idea, se le metía en la cabeza cada tanto, pero la sacudía para sacar sus visiones de allí.

Cansado como aún estaba dejé que fuera el señor Quarter el que buscará un promontorio o elevación que pudiera servir para nuestros fines. Al fin y al cabo me encontraba muy lejos de mi habitat, total y completamente perdido acostumbrado como estaba a las antigüedades y a las estanterías repletas de polvo, mientras que a el señor Quarter se le veía cómodo en este tipo de situaciones. Además de que pese a que mi respiración ya no estaba tan agitada, mi corazón seguía latiendo a altas frecuencias, y dudaba de tener energias suficientes como para dar más de tres pasos sin perder el aliento.

Buscar unas cuantas ramas caídas para hacer un fuego llevó unos minutos. Apenas un cuarto de hora después el grupo había logrado preparar una estupenda cantidad de ramaje para crear una hoguera que pudiera atraer al resto. Solamente quedaba encenderla...

Una vez que la hoguera estuvo prendida, Jones se sentó cerca del fuego a observar las llamas. Cerró los ojos durante unos instantes, recreándose en el calor que emanaba de la pequeña pira ardiente. Luego se quedó en el más absoluto de los silencios, escuchando el crepitar de las llamas y contemplando vagamente el suave ondear del fuego.

Y el humo negro, ascendiendo hacia el cielo. Humo. Mucho humo...

Aunque Gianna había podido ayudar a preparar la hoguera, su cuerpo seguía sin recuperarse del todo, le faltaban fuerzas, no tenía ni por asomo la vitalidad con que empezó la expedición y escalaba estructuras varias sin pensarlo. 

Después de tener la hoguera encendida unos instantes ya notaba el calor sobre su piel, calor que poco a poco le fue invadiendo todo el cuerpo, empezaba a tener mucho calor, sentía que sudaba y que le faltaba el aire, había ya mucho hubo, o eso le parecía a ella, su ritmo cardíaco empezaba a agitarse y tenía la frente sudorosa, necesitaba espacio fresco.

Gianna, sin articular palabra alguna, pues tampoco estaba segura de poder hacerlo en ese momento, se alejó rápidamente de la hoguera caminando unos metros en dirección contraria al fuego, estaba alejada de todos pero no lo suficiente como para perder al grupo, escuchaba voces y cuando su cuerpo se fue estabilizando miró hacia atrás en un movimiento rápido de cabeza y allí estaban detrás de ella en la hoguera. Se sentó en aquel suelo, justo en la zona donde quedó y respiró con fuerza el aire que le faltaba hace unos instantes. 

Los minutos iban pasando. Nadie. Ni un alma se había aproximado todavía a la hoguera. Quizás aún era demasiado pronto. Quizás acababan de verlo y se habían alejado demasiado. Quizás...

Las esperas siempre eran lentas. Lentas y aburridas. Muy aburridas. Tediosas. Insoportables. Pero no quedaba otra. Había que permitir a los demás, desde donde demonios quisiera que estuviesen, disponer de tiempo suficiente para llegar hasta el punto de reencuentro.

Si es que habrían de llegar...

Había pasado un buen rato pero Gianna seguía apartada de la hoguera, lo suficiente para no notar ni el calor que desprendía el fuego. Yacía sentada con las rodillas pegadas a su pecho y los brazos abrazando su cuerpo para entrar en calor.

Los demás no habían aparecido y temía lo peor pero quizás...quizás solo estaban perdidos, o deshorientados...eso es habrán perdido el rumbo y ya no sabrán por done ir, y ni habrán visto el humo subir al cielo.

Habría que seguir esperando.

Era imposible que a todos lo vivido no les hubiera afectado, mientras el cazador tuvo algo entre manos, puedo evitar el silencio de su alma, pero con la hoguera crepitando, estaba desnudo frente a sus sentimientos. 

Unos sentimientos que por otro lado, era incapaz de ordenar o componer de alguna manera. 

Así, pasado un rato, decidió ponerse en pie, avivo un poco el fuego, y puso su mente a trabajar en alguna otra cosa. 

Se acerco hasta la joven con una taza caliente de cacao. Era una bebida facil de preparar al fuego, y era muy comun beberla a todas horas en aquellas latitudes. 

Decían que beberla en exceso podía hacer que perdieras la dentadura, pero seguro que eran cuentos de viejas. 

Tomate esto, te sentara bien, y seguramente te asiente el poco estomago que te pueda quedar. 

Para demostrar de lo que hablaba el hombre dio un sorbo con el que se quemo los labios, y puso una mueca. 

Luego le tendió a la joven la bebida y añadió. 

Sera mejor que soples antes de beber. 

Dado mi estado de fatiga me quede sentado mirando fijamente el suave crepitar de las llamas de la hoguera mientras esperábamos pacientemente a que algún miembro de la expedición alcanzara a ver la hoguera que habíamos encendido. Pero la que no descansaba era mi mente tratando de encontrar, ahora que teníamos un pequeño momento de calma, una explicación razonable a la atrocidad que habíamos presenciado recientemente. Incluso intente comprobar a ver si aquel humo horroroso aparecía en alguna antigua leyenda que pudiera conocer, o si vi algo parecido en alguno de lo miles de artículos que han pasado por la tienda me pregunto si serán capaces de ver el humo y distinguirlo del que nos ha atacado... comento en voz alta sin dirigirme a nadie en particular.