Partida Rol por web

Iniciativas:

Gorka 21
Justo 21
Pol 19
Yosef 18
Soldados 17
Ekaitz
Aingeru 13
Alex 12
Juana 9

Vamos a declarar acciones (no hace falta órden), eso sí: hagáis lo que hagáis, tiraréis previamente por Esquivar (AGI) (recordad ese bonus del sacerdote...), para que no os golpeen las piedras. Si no la superáis, vuestras tiradas (de AGI, HAB y FUE) se reducen un 20%. También podéis huir como la otra vez, aunque con un pequeño detalle con lo de las piedras (os lo pongo en notas).

A duras penas Alex logró oir sobre el ulular de las piedras girando en torno a él la voz de Ekaitz instándoles a dirigirse al dolmen. ¿Entrar en semejante lugar pagano? Y sin embargo, era el único refugio que podría acogerles...De otra forma, lo únic que les recibiría con agrado sería el frío acer o la dura piedra que aquellos extraños parecían esgrimir con intenciones bastante funestas para todos ellos. Señor, perdóname por aquello que me veo obligado a hacer... musitó para sí con la mano en la cruz, mientras se preparaba para lanzarse de cabeza al dolmen. Si el Señor consideraba que era aún digno de su compañía, sería más fuerte que aquel lugar pagano... y ya tendría tiempo de pedirle explicaciones a Ekaitz. Sin duda la batalla por su alma era importante, pero más perentoría y necesaria para asistir a aquella era la batalla por su vida.

Al ver que el padre Alex se tiraba hacia el dolmen sin pensarlo, Pol resolvió hacer lo mismo; entre confiar en los desconocidos que tan hostilmente les recibían y hacerlo en un posible mentiroso como Ekaitz, lo menos malo era la segunda opción. Así que dio la espalda a los atacantes y corrió con todas sus fuerzas hacia el lugar indicado por Ekaitz, aunque no sabía si serviría para algo.

El brujo quería que me internara en suelo pagano, quién podría imaginar qué planes tendría el malvado que pretendía llevarnos allí. Pero yo no flaquearía, son momentos como aquel en los que nuestra fe se pone a prueba y no fallaría a mi señor como los demás. Dios me protegerá de quienes me desean daño y si la voluntad de Dios es la de ver a su servidor en el paraíso entonces que así fuera.

Me mantengo de pie, con la cruz en alto, cantando un salmo como única protección. Apenas me muevo a los lados para evitar las piedras y a quienes quieran matar.

Mi cuerpo puede morir, pero no mancillaré mi alma.

Las piedras siguierón golpeandome, escuché las palabras de Ekaitz, tal vez dentro del dolmen no nos golpearían las piedras, pero a quien de verdad buscaban era a él no a mi.

No pensaba ir con un brujo ni un momento más, me quedaría y si los soldados me atacaban a mi en lugar de ir por Ekatiz, me defendería y contratacaría con mi cuchillo.

Juana tampoco se lo pensó, fuese ángel o demonio, tenía demasiado miedo al acero como para no obedecer.

Desgraciadamente estaba demasiado gruesa para correr como es debido. Una idea absurda pasó por su mente: le daba igual que a los hombres le gustasen las mujeres con carnes, iba a adelgazar. Pilar, la muchacha que atendía el puesto de verduras, habría corrido más que aquellos hombres cuando la habían sorprendido volviendo con la noche ya caída. Ella también quería poder correr así, en estos momentos le habría venido muy bien.

PNJOTIZADO.

Sin duda que ahora me acordaba de mi malogrado perro, y me alegré de que muriera días antes, pues presenciar este horror.... ¡Santo Señor!

Preparo huida (2ª opción)

Sin convencerme muchos las razones de Ekaitz (¿Cómo que correr hasta el dólmen?) preparé mi hacha para embestir a los dos que nos hostigaban.

Gorka ataca y Esquiva

Enemigos atacan y esquivan.

Intenté luchar, pero las piedras me golpeaban y golpeaban sin cesar evitando que pudiese lanzar ni una sola cuchillada bien.

Resumen turno 1:

Pol de Labastida, Alex de Oleti, y Juana de Bestea echaron instantáneamente a correr. las piedras golpeaban sus cuerpos, suerte Dios que algunas eran pequeñas y su cuerpo las paraba sin mucha dificultad. Aun corriendo éstos se pusieron a merced de los asaltantes en caso de ser atacados por ellos. El padre Justo, sin embargo, preparaba la huida, osea, miraba a un lado y a otro antes de echar a correr por el sitio más indicado...

El que sí que parecía ahora tener los ojos bien abiertos era el monje Aingeru, que sorteaba las piedras como por arte de ... por la gracia divina seguramente. Ekáitz seguía andando hacia el dólmen, con las manos y dedos estirados y puestos en sus sienes, mientras repelía piedras que giraban para así protegerse... ¿Sería de verdad uno de esos "gentiles" tal y como le había acusado de ello Pol instantes antes? En esos momentos Gorka alanceó su espada y cargo contra uno de los dos hombres que parecían controlar aquella neblina densa y rocosa... Su tremenda espada barrió la pierna izquierda de un enemigo:

Daño: 9 (+5 de daño) / 2 por pierna (-1 de ropas gruesas): 7 - 1: 6 puntos de daño.

Fue entonces cuando, herido severamente de una pierna, el tipo contraatacó, y su compañero igual, contra Gorka. Ambos tenían una hermosa espada, parecida a la de Gorka, y la levantaban en alto contra el banderizo. Tan sólo el que estaba de una pieza consiguió llegar a confrontar con éste, pero Gorka se zafó incluso de su ataque.

Fue entonces cuando Aingeru comenzó a realizar un ritual (confrontación). Se aferró fuertemente a su cruz y enseguida comenzó a exhortar al lugar como si allí estuviera, ocultro entre las mismas piedras o linde del bosque, el mismísimo Lucifer*.

¡¡¡EKAIIITTTZZZZ!!! -volvió a gritar la voz desde la linde del bosque-, ¡¡DAME MI BOTÓN!! ¡¡DÁMELO!! ¡¡Y PREPARATE PARA MORIR!!

En esos momentos irrumpió de entre el linde del pequeño claro hacia el interior una figura de pequeña estatura, ropas negras y capucha. Sus ojos, al contrario, si eran claros, muy brillantes, casi fogosos, ¡flamígeros! Era el tipo que gritaba a Ekaitz. Un miedo interno os recorrió. Avanzaba junto con los dos asaltantes de espadas de la misma forma, haciendo que le rebotasen las piedras sobre su cuerpo, pero ahora las piedras se dispersaban con mucha más fuerza a su paso... ¿Quién diantres era? ¿¡ERA EL MAL!? ¿¡¡LO ERA!!? ¿¿¡¡tan cuantiosos pecados habían cometido todos esos hombres como para presencial aquel demoníaco espectáculo, aún habiendo tres clérigos entre los susodichos!!??

¡¡EKAITTZZZ!! -y su voz hacía temblar las propias piedras-. Entonces el que entró en escena extendió su mano, apretó sus dientes y arrugó su cara, en un gesto de ira hacia el muchacho de pelos semirrubios. ¡¡Dame lo que es mio!! luego... ¡¡MUERE!!

Ekaitz dejó de apretarse las sienes, ya era capaz de controlar el reflujo de piedras sobre el aire sin que le rozase alguna. Su cara "embobeció", casi babeó, miró fijamente y con los ojos algo entrecerrados al nuevo tipo...

¿¿"Arri"?? -llegó a decir refiriéndose a aquel que le llamaba a gritos-.

Las pequeñas y molestas piedras no dejarón de golpearme, ralentizando y entorpeciendo mis movimientos, pero seguí en mi empeño, si hoy era el día de morir intentaría que uno de esos hombres me acompañara al infierno.

Me centré en el herido y le lancé una estocada con mi cuchillo directa al abdomen del espadachín.