Partida Rol por web

Destinatarios (ruego respetarlos):

POL, ALEX  y JUANA por un lado.

El resto para sí mismos.

Las piedras seguían golpeándome sin parar y para colmo de mis males el encapuchado de negro había clavado ahora sus ojos en mi, me dijo unas palabras acerca de huir pero segundos después, sin tiempo de hacer o decir nada, estaba volando por los aires cual trozo de tela llevado por el viento.

Juana obedeció, instintivamente, como todo lo que hacía últimamente... corriendo todo lo que podía fue a buscar el cuerpo de Gorka para llevarlo hacia aquella inmensa piedra.

Volaste hacia las copas de los árboles, te enganchaste entre las ramas enormes del bosque y caíste hasta el suelo, pero no directamente ni con un severo golpe, sino apoyado y acolchado por cada vez ramas más pequeñas, hasta caer en una zona de arbustos y pocas peñas. Pura suerte (o gracia divina).

Se me olvido narrarte cómo caiste:

Volaste hacia las copas de los árboles, te enganchaste entre las ramas enormes del bosque y caíste hasta el suelo, pero no directamente ni con un severo golpe, sino apoyado y acolchado por cada vez ramas más pequeñas, hasta caer en una zona de arbustos y pocas peñas. Pura suerte (o gracia divina).

Pol dudó, sobre todo al ver a la mujer salir en ayuda de Gorka; incluso hizo ademán de seguirla, pero... ¿y si Ekaitz dejaba de controlar la situación? Podrían quedar totalmente expuestos a las pedradas, y no le apetecía nada morir de la más extraña de las lapidaciones. Así que huyó lo más rápido que pudo, maldiciendo para sus adentros su cobardía, pues el banderizo merecía toda su ayuda; pero al menos podría curarle si al final lo ponían a salvo.

¿Qué ha pasado? - Temeroso, sobresaltado y con mi corazón a punto de saltar fuera de mi pecho comprobé si estaba entero. No daba crédito a lo que acababa de vivir.

Mientras volaba, empujado por el hechizo de aquel brujo vestido de negro, pensé que mi final estaba a punto de llegar, que mi cabeza se partiría como un melón al chocar contra un árbol o mi cuello se doblaría al caer al suelo, pero nada de eso había ocurrido, parecía que Dios me había milagrosamente salvado, dándome otra oportunidad.

Recordé en ese momento al monje cristiano, él también se había enfrentado al brujo, demostrando una determinación que no sabía que tuviese, y había corrido la misma suerte que yo.

Por mi mente pasó una imagen del hombre inmóvil, tirado en el suelo a los pies de un árbol con los miembros doblados en extraña posición. Deseando que mi intuición no fuese cierta, lo busqué entre la espesura del bosque, tratando de encontrar donde había caído.

Aunque sabia que no lo encontraria Justo siguio su instinto y busco al monje que habia salido volando. Quizás tenga suerte y lo encuentre

PNJOTIZADO.

¡Santo Dios, Juana! -no era santo de su devocion el tal Ekaitz, pero tampoco quería dejar al pobre de Gorka, que todo el tiempo les habían protegido, en mitad de la marisma entre aquellos seres-. Tras la duda interior, corrió a ayuar a Juana a llevar a Gorka al Dólmen.

¡Aingeru! ¡Allí estaba ese monje!, a varias varas de distancia en la dirección que salísteis disparado, ofuscado todo él en su visión por la densa niebla, la cual, a ti, te dejó verle bien. Estaba de pie, mirando al cielo y a la negrura del bosque, como para orientarse, pero sin éxito.

Parecía no muy herido, pues al menos se aguantaba en pie sin ayuda. No estaba muy lejos de mí, pero parecía no verme- ¡Aingeru!¡Por aquí, Angieru! ¡Hemos de volver a ayudar al resto!- le gritaba mientras me acercaba para comprobar como estaba y regresar con el resto.

Pese a la oscuridad de la noche, oís algo a unos metros de vosotros:

¡Aingeru!¡Por aquí, Angieru! ¡Hemos de volver a ayudar al resto!

¡Parecía Yosef!

En esos momentos Yosef consiguió acercarse a Aingeru... ¡Menos mal! Parecían que los dos estaban bien. El judío había logrado encontrar al monje en medio de la nublosa oscuridad y se había acercado a él. Ya se habían encontrado con la vista.

Alex de Oleti parecía haaber encontrado la fuerza en su interior, y no sólo de voluntad, sino física, para tirar del portento que era Gorka. Juana no pudo hacer nada, sino tirar vagamente de sus ropas y ayudar arrastrarlo con dificultad hacia el dólmen. el de Labastida, que había corrido hacia el dólmen, veía la escena de ambos aproximándose, y en breve tiempo lo arrastraron bajo las lascas de aquella construcción milenaria. Ahora, la mujer, el médico y el padre veían a tres criaturas enfrentándose entre sí: notábais vuestro corazón agitándose indebidamente, cómo las piedras del lugar, que ya habían caído vibraban en el suelo, y cómo las copas de los árboles cercanos se mecían y no precisamente por el viento... ¡Un choque de fuerzas estaba aconteciendo delante de vuestros ojos!

Ekaitz y los dos asaltante, se encaramaban hacia delante, como enviando más poderío hacia su enemigo, cada vez de forma más brutal. Algo extraño, entonces, comenzó a acompañar a la luminosidad que salía de los cuerpos de los tres tipos luchando entre sí: parecía como si su piel brillara tanto como el refulgir de amanecer y un sonido empezó a reverberar... ¡qué maldad! ¡qué agonía!

- Qué sucedió? Dónde están los demás? Qué ha sido de esas criaturas del malvado? - pregunto al ver aparecer a Yosef para correr en su dirección - Vamos, el señor me ha salvado de los poderes demoníacos de esa criatura y no permitirá que me dañe.