Partida Rol por web

Año de Nuestro señor de 1399.
Tierras de Burgos.

Hombres de paso o de buen olfato, hombres curtidos en tierras lejanas, hombres que han visto mucho. Quiso la casualidad juntaros a todos vosotros en el amplio valle de Mena, en las Tierras de Burgos. ¿Quién mejor para viajar que hombres con extrañas historias o tal vez corrientes pero dispares? Os encontráis atravesándolas de cabo a rabo, en su parte norte, concretamente viajando en el camino que une las aldeas de Campillo y Arceo. El terreno está compuesto de numerosas lomas y varios riachuelos. Todo, absolutamente todo, está cubierto de nieve, y cuando anochezca... hará frío.

Empezaba a estar exhausto de tanto caminar, la bolsa que aunque ligera al comienzo del camino ahora se me hacía pesada. Hacía frío, pero nada que no pudiera soportar. Llevaba esa capa que tanto me gustaba y tanto abrigaba, pero sabía que al llegar la noche ese abrigo no bastaría para calmar el frío de una noche nevada.
-Debiéramos darnos prisa, se acerca la noche y con ella el frío. Esperemos que cerca encontremos refugio

Roldán asintió, iba más abrigado, con gruesas ropas de lana. No llama demasiado la atención, excepto por un escudo pavés a su espalda, del que se queja a casi cada legua.

Sí, por muy abrigados que estemos dormir en la nieve no es agradable.
 

Keosk caminaba arrebujado con sus pieles de oveja con la mirada perdida en el suelo. 

De soslayo miró sus compañeros. El viento helado arreciaba golpeando sus cuerpos ateridos y gastados por el cansancio. 

Acostumbrado dese niño a dormir al raso  en las estribaciones montañosas, pensó en proponerles un receso  hasta que el frío amainase.

Un par de murciélagos pasó cerca de ellos y una idea cobró forma en su mente...

Si hay murciélagos cerca...puede  que también haya cuevas...-Murmuró entre dientes.

Y renovando el paso esperó a que otro "más" alumbrado que él tomara una decisión.

Andrés se recolocó el saco donde llevaba sus pertenencias por enésima vez, golpeó el suelo para hacer entrar en calor sus cada vez más fríos pies y maldijo por lo bajo su mal criterio a la hora de elegir en qué gastar los maravedíes. En el último pueblo había estado a punto de comprar unas preciosas ropas gruesas que le hubieran venido de lujo para esta jornada y las que se avecinaban, pero se había decantado por gastar sus ahorros en un balandrán nuevo con el que fingir mejor ser lo que nunca sería.

Sus tres compañeros de camino sugirieron una parada que estaba más que justificada, dado el estado actual del camino y las malas temperaturas. Uno de ellos, el mercenario, sugirió la posibilidad de que por allí cerca hubiese una cueva.

-Necesitaremos algo más que una cueva para pasar esta noche y no despertar con varios dedos de menos, maese Keosk. Sin una buena hoguera nos congelaremos vivos esta noche, y toda la madera a nuestro alrededor está nevada y húmeda. Confío en encontrar alguna posada o granja en el camino con gentes más previsoras que nosotros y una buena lar en la que calentarse, o de lo contrario pararnos a hacer noche lo encontraría peor idea incluso que seguir andando toda la noche.

Pareciera que la Divina Providencia, algún Ángel bondadoso del Altísimo o el mismísimo Diablo estuviera escuchando vuestros anhelos, todos ellos impregnados en nieve; que a un lado del camino, casi habiéndose ido ya la luz del sol, encontrásteis un gran hueco en una estribación rocosa y alta, casi como una casa. En su interior todo era oscuridad y aquello era sin duda un hueco realmente propicio para pasar aquella ventisca. El espacio no iba a ser un gran problema...

Una vez dentro Andrés no encontró a nadie, pero al menos se mantuvo contento por encontrar aquello. Una hoguera no tardó en amenizar aquel sitio con un vaivén de llamas que fefulgían en la roca interior. Veíais la nieve caer ahí afuera, pero vosotros estábais secos.

Et que en estando ya un par de horas allí, habiendo probado algunso bocados y aguardando a que viniera el día, que observásteis a través de la entrada, en las montañas del Mena más allá del camino por el que veíais, como el brillo de una antorcha. Parecía estar a muchas varas de altura, como a medio monte, y fue realmente fácil ver la pequeña luminaria en ambiente tan desolador y nevado del raso. La nieve, sin embargo caía más y más...

Gonzalo intentose acomodar pues se era imposible, aquellas rocas de la cueva, le eran bastante incomodas pero nada que ver que pasar un rato mas entre la ventisca de afuera.
Una vez se hubo acomodado, todo lo que era lo posible, diviso el quemar de una antorcha a lo lejos.
-¡Mirad allá! a la altura de la montaña, ¿a cuanto estará de aquí?

-Si esto no es una cueva , es que se ha abierto la boca del infierno, si es así ,como será estar en el cielo- masculló mientras se frotaba las manos a la luz de la hoguera.

Keosk se congratuló con aquel descubrimiento. Despues de todo "su mollera" era  todo lo lúcida que cabía  esperar  cuando las circunstancias lo requerían o al menos eso quiso pensar , pues lo de los murciélagos resultó ser algo más  que el producto de su imaginación.

Oyó el llamamiento de su compañero y miró fuera...

-La ventisca confunde la distancia, pero diría que a tiro de piedra...-se hechó la mano al cinto y giró el cordel de la honda- si quereis le mando un mensaje, a ver si se da por aludido, después de todo , quien sea, se va a helar de frío hay fuera como siga este temporal-Dijo con gesto sañudo mientras se agacha a coger un canto.

-No sería de desagradecidos compartir esta suerte de refugio en una noche como ésta -respondió Andrés al comentario de Keosk acerca de atraer al desafortunado que estuviese ahí afuera-. Me preocuparía si fuera una comitiva mayor, pero veo una sola luz, por lo que no corremos peligro de ser emboscados si descubrimos nuestra posición.

Normalmente Andrés sería más rehacio a compartir nada con extraños, pero la suerte de haber podido haber encendido una hoguera en las condiciones en que estaba el clima le había animado y convencido de que esta noche era propicia para él y sus acompañantes, y que cualquier sorpresa que pudiese acarrearles esta velada sería afortunada.

Un buen cristiano compartiría refugio y pan de ser necesario. Ante el comentario de Andrés negó con la cabeza.

Los bandidos són demasiado vagos como para moverse con este tiempo. Deberíamos salir a buscarles y compartir nuestro fuego. Roldán se levantó y tendió la mano a Andrés para ayudarle a alzarse.

Mientras debatíais acerca de acudir o no, dar señales de vida o no, perdíais un tiempo precioso en poder actuar. Aún calentándoos junto al fuego, vísteis que la luminaria cesó, o más bien desapareció lentamente, moviéndose, como si se marchara de allí. Ya no veíais tal antorcha en la lejanía. La nieve seguía cayendo violentamente.

-Creo que saldríamos en vano, pues la antorcha ya no se ve y salir a ciegas con esta ventisca sería una auténtica locura, sólo espero que sepa donde va y se ponga pronto a salvo
Dice Gonzalo señalando hacía fuera

Roldán agudizó la vista para intentar discernir la luz o a alguien, pero ya había pasado su oportunidad. Como de costumbre, era lento de reflejos.

Bueno, seguramente ha visto la fogata y ha decidido continuar, si nosotros le hemos visto con un fuego más pequeño. Pero necesitaremos más leña para la noche, vamos a salir un poco a recogerla ahora y tal vez volvamos a ver movimiento.

Esperando a alguien más, se preparó y estiró para salir de nuevo al frío, llevando sus ropas, un par de hachas y el escudo para usarlo de transporte para la leña.

Queosk refunfuñó. No le gustaba la idea de acomodarse y esperar a que las cosas sucedieran por sí solas.

Pensó para sus adentros... si la luz se apagó fue porque al  portador ya no le hacía falta o encontró un sitio dónde meterse , de lo contrario sería un suicida o un aparecido.

-Soy homme hecho a las inclemencias del tiempo y me arriesgo a una helada, pero esto no se queda así, sin que algo sea lo que yo haga.

dicho esto cogió sus cosas y salió en pos de la luz nocturna ante los ojos atónitos de sus compañeros.

-El que quiera , que me siga. Con uno es suficiente... si llego os haré una señal como esa que hemos visto.-

Andrés se levantó aprovechando la mano que le tendía Roldán. Pero la llama que antes habían visto parecía haberse extinguido, fuera por el motivo que fuese.

Entonces varios de los presentes decidieron salir en pos de hacer algo productivo. Roldán se ofreció a salir a buscar leña y a explorar la zona, mientras que Keosk parecía haber decidido investigar lo que fuera que hubiese pasado con la luz desaparecida.

-Déjame acompañarte, Keosk -dijo Andrés cuando éste ya se alejaba de la cueva-. Quien sabe si la luz desaparecida procede de un desdichado viajero que haya tenido un incidente.

Y salió en pos de Keosk, atrapándolo al poco rato, para ir a investigar el suceso de la llama junto a él.

Al menos los tres teníais ropa de abrigo o manta. Salir ahi fuera era de todo menos apacible. Sin embargo, Roldán, Andrés y Keosk se aventuraron al exterior, mientras el joven cazador se aguardaba de lo que valía un peino, que en sus años de cazador sabía que ninguna pieza valía un buen resfriado... Eso sí, se quedó manteniendo el fuego cuanto pudo. Ojalá encontraran leña.

Una vez fuera, os encaminásteis cruzando perpendicularmente el camino. Encender cualquier antorcha era imposible, pues el cortante frío casi helado os impactaba en manos y rostro, haciendo tambalear vuestro ánimo. Los copos os caían encima y, de estar mucho rato quieto, quién sabe si os taparían por completo.

Te habían dejado sólo. Otra vez estabas tú contra la naturaleza, el cazador... contra el frío. Tras haberse marchado tus compañeros, vístes cómo el fuego poco a poco iba desapareciendo, esfumándose y convirtiéndose todo en brasas. La nieve caía y al mirar al horizonte no había de nuevo rastro de aquellas luminarias. Encender ahora un fuego bajo esa ventisca era prácticamente imposible.