Partida Rol por web

Aaron se frustró al ver que su fuego no era suficiente para deshacer aquel hielo... - Esto es más grave de lo que me imaginaba... - pensó el caballero al ver que sus esfuerzos se quedaban en nada... Acto seguido Altavius les comentó que protegería a la matriarca mientras iba a rescatar a Belmont... y a Aaron no le quedó más remedio que aceptar a regañadientes... puesto que Altavius ahora no parecía la persona más de fiar...

Mientras marchaba, intentó contactar con Malthael para averiguar si sabía algo al respecto...

Fue entonces cuando el caballero avanzando lo más raudo posible a través de aquella gélida pesadilla, por fin encontró a Belmont, frente al gran árbol Plateado... y hablando para si mismo mientras parecía mantener un aura mágica para protegerse del hechizo... - ¡Lord Belmont! ¡Debe venir conmigo enseguida... la matriarca y Altavius están esperando en el otro extremo de la ciudad... debemos reunirnos con ellos para ver como podemos salvar la ciudad!... - el caballero hablaba a Belmont pero este parecía ignorarlo... como si sus pensamientos no estuviesen realmente en este lugar...

El caballero al verse ignorado se acerco a su superior y puso su mano sobre el hombro de Lord Belmont... - Mi señor... debemos regresar con la matriarca y el Cuervo Negro... o nos arriesgamos a perderlo todo... - dijo con más severidad... y es que la situación era apremiante... o se daban prisa en averiguar como revertir la situación... o todo estaría perdido para ilfly...

 Aunque ciertamente no fuese el tipo de favor que acostumbrabas a pedir a la diosa de la tierra, ¿o era el dios?, bien era sabido que se trataba de una de las deidades más humildes y caritativas, siendo que aquellos rezos harían crecer alrededor de tu padre unas plantas con propiedades curativas, las cuales serian bien aprovechadas por el hombre.

 -Ya no pierdas más tiempo, ve... -te indicó mientras él mismo iba tomando las plantas para poder tratarse la herida.

 Una vez en la habitación donde habías dejado a Alice, al abrir la puerta encontrarías a la niña arrinconada en el fondo con el rostro lleno de lágrimas, las cuales se intensificarían al verte.

 -¡Senca! -gritó asustada, con una especie de luz mágica saliendo de la palma de sus manos. -. ¡T-Tú padre...! ¡N-No quise hacerle daño! ¡E-Ella me obligó...! -se veía asustada, desesperada, y esos ojos no mentían al decir que no quiso hacer lo que hizo. -. ¡N-No te acerques, no q-quiero dañarte!

 Si mirabas más detenidamente la habitación, encontrarías que habían algunos agujeros en las paredes y techo, como si algo los hubiese atravesado limpiamente hace poco.

 Por más que lo intentase, Malthael no parecía entender la naturaleza de aquel ataque: claramente estaba conectado al elemento de hielo, el cual a su vez era una extensión del elemento de agua, pero pocas o ninguna magia tenía un efecto tan poderoso como ese.

 Tus palabras pasarían inadvertidas para Belmont, quién hasta que te acercases para darle la vuelta no te prestaría mayor atención, dedicándote entonces una profunda mirada vacía, comparable con la de una persona que acababa de perderlo todo y ahora no le quedaba nada.

 -Muy bien... -y sin dar mayor resistencia, empezaría a emprender el camino de vuelta a la entrada de la ciudad, esperando reunirse así con su hermana y el consejero.

 Tanto Altavius como la matriarca, así como las personas que habían escapado de la nevada, se habían apartado un poco de la ciudad para evitar estar cerca si el efecto se extendía, pero no tardarías en reunirte nuevamente con ellos, aunque no de la manera en la que te hubiera gustado.

 Las personas se notaban sorprendidas, dudosas, susurrando cosas entre ellos mientras observaban a Altavius y la matriarca.

 -No puede ser... ¡No puedes estar hablando enserio! -le gritaba la matriarca al elfo oscuro, visiblemente alterada.

 -Esa es la verdad, matriarca, y solo podremos cambiarla si coopera... -aseguró Altavius con las manos tras la espalda.

 -Tienes claras tus prioridades, ¿no? -comentó la niña al escuchar como tus preguntas quedaban en segundo plano cuando ella hizo su pregunta sobre tus intenciones de querer salvar a Salmos. -. También tienes un corazón puro, él siempre fue bueno con esas cosas... -añadió, sin que supieses exactamente a quién se refería con "él". -. Atenderé a tu llamado, y haré qué tu voz pueda ser escuchada por el chico, pero a cambio me deberás un favor...

 Entonces, las aguas anteriormente calmadas empezaron a removerse, y repentinamente fuiste incapaz de quedarte en pie sobre el agua provocando que te cayeses hacia las profundidades, pues aunque podías intentar nadar era como si las aguas te estuvieran tirando hacia abajo.

 Según ibas descendiendo todo se iba volviendo más oscuro, y casi que podías sentir que empezabas a perder las fuerzas, pero entre toda esa oscuridad una luz se hizo presente pocos metros más debajo de ti, tratándose de una figura que se encontraba tumbada sobre el suelo que había en las profundidades de aquel mar. Aunque tal vez hubieses esperado encontrar a Salmos, en su lugar solo encontrarías que aquella fuente de luz era una especie de lobo que se encontraba enrollado en el suelo, cual animal que intentaba descansar o conservar el poco calor que pudiese tener bajo esas aguas.

 Naia...

 Escuchaste la voz de Salmos provenir de aquel animal: no sabrías como decirlo, pero sentías que ahora estabas más cerca que nunca del interior de Salmos, y si tenías alguna oportunidad para cambiar su destino era ahora.

Aaron se quedó de piedra al ver a Belmont tan sumamente perdido... se notaba que lo que hubiera pàsado, había sido lo suficientemente traumático como para dejar a alguien de la talla de lord Belmont en ese estado de shock... quedando el caballero pensando en las palabras de Belmont... "¿Qué querría decir con que se imaginaba que habría algo más...?"

Malthael tampoco sabía nada sobre lo sucedido... - No... no había visto nada a esta escala... no tengo pistas sobre que ha podido suceder... lo siento... - dijo su alter ego mientras Aaron trataba de encontrar algún tipo de pista o respuesta... pero la desolación era total... la inmensa mayoría de los ciudadanos habían quedado atrapados bajo el hielo... pero era pronto aún para darse por vencidos... quizás hubiese alguna forma de liberarlos...

Luego, Belmont y él llegaron al lugar al que se habían apartado los supervivientes... pero lejos de ver un panorama de depresión, se encontró uno de debate... la matriarca y Altavius se encontnraban discutiendo sobre algo... que por lo visto no cuenta con el apoyo de la matriarca...

- ¿Qué sucede aquí? - dijo el caballero acercándose a Lethía mientras Altavius trataba de explicarla algo... - ¿Qué es lo que sabemos sobre lo sucedido? Lord Belmont ha sobrevivido... pero está en un cambiado, como si hubiese visto a un fantasma... - dijo visiblemente preocupado por el estado de lord Belmont...

En cualquier caso Aaron se colocaría al lado de Lethía, esperando recibir algo de información sobre lo sucedido... esperado que sus motivos para dudar de Altavius se disipasen... aunque por como hablaba Lethía, nno parecía que ese fuese a ser el caso...

Asentí inmediatamente y con energía ante su pregunta. No había nada que me preocupase más en ese momento. No podía permitir que Salmos volviese a sucumbir. Sentía que, si ocurría de nuevo, lo perdería para siempre.

—¿Qué…? ¿Él? —Entorné los ojos, sin comprender a quién o a qué se refería. No obstante, a continuación dijo algo mucho más importante, ante lo que yo asentí rápidamente—. Sí, por favor. Lo que sea —dije, sin parar a pensar en qué clase de favor podría querer.

No pude hablar más con ella, pues las aguas empezaron a revolverse. Yo me asusté mirando preocupada a mi alrededor, creyendo que algo iba mal. De pronto, sentí que el agua me engullía, y me hundí, gritando de miedo.

Agité mis brazos y mis piernas, tratando de resistirme al empuje del agua, pero era inútil: me precipitaba inexorablemente hacia las profundidades. La luz iba volviéndose cada vez más escasa. Tenía miedo.

No sé cuánto tiempo estuve cayendo, pero, finalmente, vi una luz en el fondo de aquel abismo. Y resultó que era emitida por una especie de lobo…

—¿Salmos…? ¿Eres tú? —Me sentí contenta por poder hablar con él, pero también estaba triste y preocupada por ver su aspecto tan débil y trágico—. Salmos, ¿por qué lo has hecho? ¿Por qué has destruido la lámpara? Sabías lo que te pasaría si lo hacías… —El enfado y la tristeza se reflejaban en mis ojos, y fueron confirmados con mis lágrimas—. Salmos… No puedes dejar que la bestia se apodere de ti. No quiero perderte. Tienes que luchar contra ella. Ya lo has hecho antes: Puedes hacerlo de nuevo. —Me acerqué al lobo y lo rodeé con mis brazos, apretándolo contra mi pecho—. Por favor, tienes que resistir.

 -¡Aaron! -se sobresaltó de inmediato la matriarca con tu llegada, acercándose velozmente hacia ti para explicarte la situación, más serias más rápido al mencionar el estado de Belmoth lo que haría que la elfa se preocupase por su hermano. -. Belmoth, ¿sucede algo?

 Contrario a como sucedería en cualquier otra situación, aquel espadachín guardaría silencio ante las preocupaciones de su hermana, lo cual solo serviría para aumentar las dudas de está, y a su vez el espanto que se formaría en su rostro al percatarse de algo.

 -N-No puede ser... -se negó la mujer.

 -Como le he dicho, ya he hablado esto con su hermano antes que con usted, matriarca, y tal como puede ver él sabe que estoy en lo correcto -declaró Altavius, antes de fijarse en ti con las manos en la espalda de manera formal. Incluso en una situación de crisis, el elfo oscuro buscaba imponer, algo que para bien o para mal se le daba excelente. -. Escuchame, Aaron, porqué de ti dependerá de hacer todo esto más sencillo para la matriarca... -comentó con ese tono frío que tanto le caracterizaba. -. He descubierto la verdad sobre los orígenes de Terra, y debo decir que todos y cada uno de dioses, y los ángeles, son los verdaderos enemigos.

 -¡Mentiras! -gritó entonces un rabioso Uriel, quién era sujetado entre varios hombres de los espectadores para que el pequeño ángel no intentase nada, mientras su compañero Yu solo era sujetado por uno porqué... bueno, no era muy fuerte.

 -¡Para, Uriel! -se suplicó su compañero entre lágrimas.

 -¡Es que es mentira! -se excusó el aprendiz del primer arcángel. -. ¡Ya se los explicamos! ¡Solo los ángeles adultos fueron victima de la corrupción de El Coloso, los más jóvenes estamos cuerdos, y el resto de dioses ni siquiera se han involucrado!

 -¿Y si te dijera que la corrupción de El Coloso precisamente funciona dando a la victima una ilusión de libre pensamiento...? -encaró el elfo al pequeño ángel, provocando que se callase de inmediato.

 -Es una estupidez, ¡ni siquiera un Dios podría crear una magia así! -opinó Malthael sin creer las declaraciones del elfo.

 -Veras, Aaron: no hablo por pruebas en libros alterados generación tras generación; no hablo por creencias pasadas de padres a hijos sin siquiera ellos mismos saber qué significaban; hablo basándome en que ya he vivido todo esto... -agachando ligeramente la vista, el elfo oscuro proseguiría. -. Ya he olvidado como comenzó, pero desde que tengo memoria recuerdo el final de Terra: una guerra inminente protagonizada por los tres clanes y los dioses, y todas han acabado en lo mismo, el fin de Terra -nuevamente alzaría la vista hacia ti. -. Belmoth está en este estado porqué le enseñé lo que he vivido: lamentablemente no puedo hacerlo con nadie más en esta... "ruta" -declaró antes de dirigir su mirada hacia la ciudad. -. La llegada de los dioses se debe a los fragmentos que están repartidos por todo Terra, y en la ciudad justo ahora se encuentran tres: Naia, uno de los dos fragmentos de Aqua; Salmos, uno de los tres fragmentos de Hares; y por último, el caballero responsable de la nevada, qué es el segundo de tres fragmentos de El Coloso. Si queremos tener oportunidad contra los dioses, debemos destruir sus fragmentos mientras aún no han sido despertados: llevó desde hace mucho preparando un hechizo destructor por toda la ciudad, y solo necesito la colaboración de la matriarca para activarlo y borrar todo rastro de lo que haya dentro. No tengo seguridad de ser capaz de matar al fragmento de El Coloso, pero al menos habrán uno menos de Aqua y Hares...

 -¡No puedes destruir la ciudad! ¡Es el hogar de todos aquí! ¡Salmos y Naia morirían! -era obvio el porqué la matriarca no quería aprobar nada, y es que podrías asegurar que aquel era el plan más extremista y repentino del elfo oscuro: y lo peor de todo, es que no tenías ejemplos de planes de Altavius que no hubiesen acabado significativamente bien...

 -Él, ya sabes: alto, pelo blanco, cuernos... -intentó hacer una descripción vaga de "él", pero rápidamente hizo un gesto de desinterés. -. Da igual, no tienes que preocuparte por eso ahora. Si estás tan dispuesta a hacerlo... Entonces te ayudaré.

 Luego de ser engullida por aquellas aguas, y alcanzadas sus profundidades, aquel lobo no te daría respuesta, y ni siquiera alzaría la cabeza a dedicarte la mirada, permaneciendo en posición de descanso mientras te acercabas. Tus palabras llegaban a él, pero el lobo no respondía, dejando que le abrazases y sintieses su suave pelaje que incluso debajo de aquellas aguas permanecía seco y lacio, y transmitía una calidez que iría aumentando según mantenías el contacto con él.

 Delante de ambos, una luz celeste aparecería desde el horizonte, como una pared de llamas azules que oscurecían una silueta que miraba hacia ustedes: un hombre de cabello flamante en cuyo hombro descansaba un pequeño gato, y junto a él permanecía parado un perro. Desde el lobo que abrazabas saldría un clon de esté mismo que caminaría hacia las siluetas, y tras darse la vuelta para dedicarte una única mirada volvería su atención hacia las siluetas y terminaría uniéndose a ellas mientras la luz del fondo se intensificaba.

 La pared de llamas se apagó, y regresó la oscuridad de las profundidades, hasta que pequeñas luces marinas empezaron a surgir del suelo en forma de plantas brillantes, revelando que ahora no te encontrabas abrazando a un lobo, sino a un descansado Salmos.

Naia...

 El cuerpo del chico estalló en llamas celestes que volaron a tu alrededor, y tras cerrar los ojos momentáneamente volverías a la realidad. Las llamas se disipaban y regresaban a la boca de Salmos, siendo tragadas por él como un simple aperitivo mientras te sujetaba en sus brazos. Al darle un vistazo, te encontrarías al chico relativamente cambiado, con un aspecto más alto y sus rasgos de lobo más notables, pero sin perder su apariencia humana en lo absoluto.

 -Naia -te dedicó la palabra de inmediato, acercándote más a él para poder darte un profundo y apasionado beso que se extendería varios segundos antes de separarse, momento en el que te dedicaría su más agradable sonrisa. -. Gracias.

 Por supuesto, el caballero continuaba delante de ustedes, y al ver el cambio de Salmos no pensaba contenerse más en cuanto a los trucos que podía hacer con esa espada, siendo que al clavarla en el suelo toda la habitación se cubriría por una gruesa capa de hielo, obligando a Salmos a dar un pequeño salto para aterrizar sobre el suelo gélido y que esté no congelase sus pies mientras se extendía.

 -¿Podrías cantar algo para mi? -te pidió.

Alice! No te preocupes, dije corriendo hacia ella con cuidado de no tocar la luz, con que podría tapar aquello, si bien parecía que ya no hacía todos esos agujeros quien sabía cuando volvería a hacerlos. 

Sin más me senté al lado suyo y puse una mano sobre su cabeza, quién te obligó? Dije con un tono amable, ¿quien podía hacerle algo así a una niña?, no era un buen momento con la ciudad en ese estado, aunque esto no iba a acabar bien en ninguna de las dos situaciones. No te preocupes pequeña Alice, dime quien te obligó y vayamos a solucionarlo.

¿Viste como al final eres poderosa?, solo tienes que usar eso como tú quieras hacerlo. 

Miré a la chiquilla con cara totalmente inexpresiva. Intenté recordar a alguien que encajara con esa descripción, pero no se me ocurría nadie. Seguía sin tener la menor idea de a quién se refería. De todas formas, como bien dijo ella misma, eso no era lo más importante en ese momento.

Luego, en las profundidades, sentí mucho miedo al ver que Salmos no respondía. ¿Acaso no oía mi voz? Lo abracé con fuerza, lo zarandeé y le hablé, ansiosa de recibir una respuesta.

—¡Salmos, por favor, responde! —imploré, angustiada.

Antes de que llegase a mostrar alguna reacción, ocurrió algo sumamente extraño: un hombre que yo no conocía de nada apareció, junto con un gato y un perro. Entonces, el lobo que representaba a Salmos se duplicaría y se uniría a ellos, ante mi atónita mirada.

—¿Qué…? ¿Quién es… usted?

Sin dar una respuesta, todos desaparecieron. Y me di cuenta de que ya no estaba abrazada a un lobo, sino a Salmos.

—¡Salmos! ¡Estás bien! —exclamé a la vez que lo abrazaba con todas mis fuerzas.

Sin embargo, no tuvimos tiempo de hablar, porque inmediatamente nos veríamos transportados de vuelta a la mansión. Estaba envuelta en sus brazos, segura.

—No podía dejar que la bestia te consumiera —contesté al chico, después del beso, sonriendo y abrazándolo—. Salmos… Has cambiado —susurré, sorprendida. Tenía un aspecto algo diferente, pero estaba claro que era el mismo de siempre, y además parecía mantener el control perfectamente.

Estaba tan contenta por haberlo visto recuperarse que me había olvidado del hombre que estaba allí con nosotros. No tardaría en recordarnos su presencia, utilizando su poder para cubrir nuevamente todo de hielo. Afortunadamente, Salmos fue lo bastante ágil y rápido para evitar ser congelado. Todavía debíamos librarnos de él, pero sentía fuerzas renovadas: Salmos estaba conmigo. Él me protegería de todo mal y vencería al caballero. Lo sabía.

—Por supuesto, Salmos —afirmé, con una cálida sonrisa.

Me mantuve abrazada a su cuerpo y comencé a cantar una canción que le diera energías. Una canción que mostrara todo mi amor y confianza hacia él y que le diera fuerzas para luchar hasta el final. La preciosa melodía resonó por las paredes congeladas de la estancia, reverberando por toda la habitación.

La reacción de Lethía al ver el estado de su hermano era más que natural... Belmoth se encontraba en un estado que era casi alienigena para los que lo conocían bien... Aaron todavía se preguntaba que podría haber visto para quedar así... aunque esa explicación no tardaría en llegar... - Lo siento Lady Lethía... su hermano ya se encontraba en este estado cuando lo encontré... - dijo a la matriarca al ser recibido...

Fue Altavius el que se acercó al caballero para explicarle... y menudo relato... que no solo sonaba descabellado, sino que sonaba a que Altavius ya había vivido esto una y otra vez... lo cual hacía que las sospechas de Aaron se acrecentaran... Los ángeles, por supuesto estaban también en shock por lo que estaban escuchando... Incluso Malthael, que no tardó en afirmar que todo aquello no podía ser verdad... - ¿Estás seguro de ello? Si es así... entonces está claro que nuestro enemigo no son los dioses, sino el propio Altavius... - pregunto en su mundo interno a su alter ego, esperando algun tipo de respuesta más esclarecedora...

El caballero se quedó pensativo... no así Lethía, que como era comprensible, la resultaba imposible tomar semejante decisión... sacrificar a muchos para salvar a unos pocos... aquel tipo de decisiones eran normales en tiempos de guerra... pero el relato resultaba tan increíble, que al caballero le costaba aún creer todo aquello y entonces preguntó... - Con todos mis respetos Lord Altavius... ¿por qué ha esperado al último momento para revelarlo? Si de verdad quisiera cambiar ese destino que afirma haber vivido una y otra vez... ¿por qué no haber eliminado a Naia y Salmos cuando más fácil era? Habríamos evitado sacrificar a la ciudad... si es que ese no es el verdadero objetivo... - las ultimas palabras sonaron con un tono acusador intencionado... Altavius tuvo mil y una ocasiones para acabar con la vida de aquellas amenazas, pero solo decide hacerlo ahora, sacrificando a casi toda Ilfly... El caballero empezaba a sospechar que el verdadero manipulador era el Cuervo Negro... - Quizás seáis vos el agente de los dioses y busquéis debilitar a nuestro clan... ¿o tenéis alguna prueba de que eso sea imposible? - dijo tratando de obligar a Altavius a mostrar más pruebas de su relato o a delatarse...

- Además, mi puesto no es el de aconsejar a la matriarca... si Lady Lethía no quiere sacrificar a su gente, esa es su voluntad... y me encargaré personalmente de que esa voluntad se respete... - dijo agarrando con fuerza la empuñadura de su espada, listo para cualquier falso movimiento de Altavius... habían sucedido muchas cosas extrañas en los ultimos días... lo cual lo habia enseñado a no fiarse de nadie ya...

 -¡E-Era... Luz! -fue lo que pudo responder desesperada la niña luego de que le preguntases sobre el responsable de su descontrol, momento en el que desde sus manos empezaría a intensificarse aquella luz, siendo que a pesar de que bien podrías cubrirlas con algún trapo o algo más duro aquella luz parecía siempre buscar la manera de traspasarlo, hasta que finalmente está explotó y toda la habitación se ilumino, cegandote completamente durante unos segundos.

 Habrías escuchado los escombros caer, el grito de Alice y los quejidos de tu padre, así como las llamas de la forja ardiendo descontroladamente. Al poder abrir los ojos, y sintiendo el cuerpo apaleado, te verías tirado en el suelo en lo que podrías describir como los restos de tu casa. Tu padre estaba tirado junto a un árbol cercano, aparentemente respirando pero inconsciente, y más adelante de ti, asomada bajo unos escombros que si bien no le destrozaron el cuerpo si que le habrían hecho daño, Alice, también inconsciente y emitiendo ahora solo una suave luz.

 A los pocos segundos de moverte, tu máscara se partiría, y sentirías que lo mismo pasaría con el resto de tu cuerpo en los próximos instantes, siendo que por más que intentases arrastrarte hacia la pequeña tus ojos empezarían a fallar, y a solo centímetros de poder tomar su mano estos se cerrarían, haciéndote caer en una espesa oscuridad.

 Entonces, desde las sombras de tu consciencia, una nueva luz emergería en forma de ser alado. Su cuerpo era similar al de una persona, pero no eras capaz de describirlo con detalle: te costaba verle fijamente, y su sola presencia causaba una inquietud en tu cuerpo que si bien no era de temor o preocupación, te advertía que era algo completamente desconocido para ti. Si bien tu primera idea fue compararle con los ángeles, algo en tu interior te decía que era algo muy por encima de ellos, algo que no podías explicar ni entender.

Abre tu mente, viajero, porque has sido tocado por la gracia de aquellos que vivieron antes que tú...

 Varias voces resonaban en tu cabeza, como una misma voz femenina que se repetía en distintos tonos provenientes desde todas partes.

¿Qué es lo que deseas...?

¿Qué es lo que puedes ofrecer...?

 Si bien tus palabras habrían parecido ser escuchadas por aquel hombre, este no te dedico más que una mirada con sus azulados ojos antes de que el lobo se uniese en su caminata junto a aquel par de animales, momento tras el cual Salmos regresaría a tus brazos.

 De vuelta en la mansión, el chico lobo te dedicaría su mejo sonrisa antes de mirarse a si mismo, algo sorprendido ahora que paraba a pensar en el cambio.

 -Supongo que sí, aunque sigo siendo el mismo de siempre -aseguró mostrando otra sonrisa, antes de encarar a aquel rubio que amenazaba con continuar con el combate.

 Con su confianza dejada en ti y tu preciosa voz, Salmos se lanzaría a por el caballero contigo en brazos, saltando sobre el hielo que cubría la habitación mientras su objetivo hacia lo mismo para acortar distancias. Bastándose con un brazo para sujetarte, usaría la otra mano para detener la espada de su rival en uno de sus ataques, dedicándole una afilada mirada antes de ambos separarse y volver a arremeter.

 Aquel chico cortaba, disparaba, congelaba, y Salmos demostraba una gran mejora en sus capacidades al desviar o apartarse de todo ataque, buscando aberturas desde las cuales poder acercarse para propinarle zarpazos o patadas, ambos claramente dándolo todo por herir a su oponente, siendo que en una ocasión Salmos fue capaz de dar tal golpe al caballero que le mandó volando contra la puerta congelada de la mansión, siguiéndole hacia el patio donde podrían contemplar que su poder no se había limitado a la mansión: toda la ciudad parecía estar bajo una nevada que congelaba el suelo y las paredes.

 Salmos había logrado igualar a aquel caballero, en comparación a las situaciones anteriores, aquel rubio seguía lleno de sorpresas, siendo que nada más pisar la nieve que cubría el jardín ambos podrían ver como una capa de hielo empezaba a subir por los pies de Salmos, obligándole a saltar para romperla y aterrizar en otra parte, también cubierta por hielo. Así mismo, la nieve que caía se sentía pesada, como si todo el ambiente intentase llevarlos a su segura congelación...

 Lethía se preocuparía por tu confirmación del estado de su hermano, buscando examinarlo para encontrar alguna reacción, pero en aquel momento el elfo parecía desinteresado a cualquier cosa. En todo caso, Altavius parecería manejar temas más pesados que el estado de Belmoth.

 -Bueno... Seguro seguro... -el arcángel no parecía convencido. Igual había sacado conclusiones muy pronto...

 Dadas tus dudas, Altavius te dedicaría una de sus miradas más inexpresivas y penetrantes, respondiendo sin ninguna duda de por medio.

 -Porqué ya lo he hecho antes, y no ha cambiado nada -declaró. -. He repetido la misma historia haciendo distintas cosas, y todas acaban igual más o menos rápido. En todo caso, no son Salmos ni Naia quienes me preocupan: Hares y Aqua son dioses elementales que, haciendo otras cosas, se pueden derrotar, pero El Coloso es un ser que, al igual que el Rey Divino, no se puede dejar a la ligera: cualquier oportunidad para debilitarlo ha de ser aprovechada -aseguró, antes de enarcar una ceja con cierta molestia ante tus acusaciones. -. A diferencia de ti, quien no puedes asegurar que ese ex-arcángel que reside en tu interior no es un enemigo que ha cambiado tu percepción de las cosas, yo tengo a Belmoth: como dije, le he enseñado gran parte de mis... viajes, y sabe que estoy en lo correcto.

 Tras aquellas palabras, Lethía dirigiría una mirada a su hermano, quién asentiría lentamente a modo de afirmación por parte del elfo oscuro.

 Tus palabras serian respetadas por el elfo oscuro, quién dirigiría nuevamente su mirada hacia la matriarca en busca de su decisión, siendo que la chica claramente estaba abrumada por todo el asunto, pero antes de poder decidir nada se escucharía una explosión viniendo del bosque cercano a la ciudad, seguido de un rayo de luz que se perdería antes de alcanzar el cielo.

 -¿P-Por allá no queda la casa de Senca? -preguntó la matriarca.

 -No tenemos tiempo para esto -concluyó Altavius, empezando a emanar un aura mágica de su cuerpo antes de conjurar un gran circulo mágico bajo todo el grupo, incluyendo a las personas de la ciudad que huyeron. -. ¿No quieren la salida fácil? Okey, probemos mi plan B: acabar con él nosotros mismos -declaró, segundos antes de que todos fuesen protegidos por un aura mágica que podían deducir evitaba el congelamiento. -. ¡Pueblo de Ilfly, su clan pide sus servicios para defender lo que aman! ¡No permitan que se les arrebate lo que es suyo, por lo que han luchado toda su vida! -gritó a la multitud, la cual luego de algunas dudas empezaría a avanzar hacia él: era innegable el don del elfo oscuro para motivar a las personas, y es que más allá de las palabras que usase su tono era de alguien que ganaba. -. La mitad que venga con nosotros, el resto permanezca aquí y vigile a los ángeles...

 Con Altavius avanzando de vuelta a la ciudad, siendo seguido por Belmoth y la mitad más competente de la ciudad, Lethía te dedicaría una mirada antes de asentir, colocándose detrás de ti dispuesta a seguirte a enfrentar a quién Altavius decía era el mayor enemigo...

 Justo entonces, Aaron llegaría al jardín congelado de la mansión escoltando a la matriarca Lethía, siendo acompañados también por un Belmoth cuya expresión parecía apagada y por Altavius, quién guiaba detrás de él a una numerosa multitud de personas de la ciudad, siendo que todos estaban bañados por alguna especie de hechizo protector contra la nevada. En ese momento, el grupo no solo encontraría a Naia en brazos de Salmos, sino que podrían apreciar un notable cambio en el físico del lobo. Así mismo, a algunos metros de ellos, un caballero rubio con una resplandeciente armadura gélida como su espada cristalina, cuyo rostro presentaba algunas quemaduras recientes.

 -... -percatándose de inmediato de la llegada de los “refuerzos”, aquel caballero clavaría su espada delante de él, provocando que en cuestión de unos segundos enormes picos helados empezasen a salir en dirección a ellos: específicamente, hacia la matriarca.

 -Aaahh… -tomando entonces una bocanada de aire, Salmos inflaría su pecho segundos antes de liberar una enorme llamarada celeste de su boca en dirección a los picos de hielo, creando una muralla de fuego que acabaría chocando contra el ataque del caballero, haciéndole estallar e impidiendo que siguiera avanzando.

 -¡Si detenemos al caballero, acabaremos con el hechizo de la nevada! -declaró Altavius, sin mostrarse sorprendido por el poder del rubio o el cambio significativo en Salmos y su control sobre sus habilidades, como todo buen estratega. -. ¡Hagan lo que hagan, NO agarren su espada!

El caballero permaneció callado ante las explicaciones de Altavius... aun con todas sus explicaciones... quedaban muchos vacios y dudas sin responder... o evadidas con ambigüedades... ¿Qué Hares y Aqua no son tan importantes? El elfo oscuro hablaba de derrotar a dioses como si aquello fuese una tarea fácil... y tenía una malsana obsesión con el elegido de Coloso... y la respuesta de Malthael no ayudaba a arrojar luz sobre el asunto... aunque no le gustó el comentario que hizo sobre su lealtad... - Mi lealtad nunca ha vacilado... soy fiel a la matriarca y al Ilfly... y según su propio argumento... también podríamos pensar que alguien que ha sobrevivido a multitud de realidad alternativas posea la capacidad de influenciar a alguien como lord Belmoth... - pero no quiso continuar más aquella vana discusión...

Luego se fijo en la luz que se elevaba en el cielo... y luego escuchó el comentario de Lethía... era sorprendente que conociese tantos detalles sobre sus subditos... el caballero ignoraba donde vivía Senca... pero aquello le hizo sospechar que la pequeña Alice era otro objetivo de sus enemigos... pero aquella pequeña distracción sería sofocada rápidamente por Altavius y su discurso bélico para ir a acabar con el elegido de Coloso...

Tras ver como los guerreros se repartían en los dos grupos... el caballero asentió ante el gesto de su matriarca... - No dejaré que os pase nada, permaneced a mi lado... acabaremos con esta pesadilla y devolveremos a Ilfly a la normalidad... - dijo mientras dedicaba una ultima mirada a la luz que provenía de la casa de Senca y empezaba a avanzar junto con Altavius y Belmoth hacía su destino...

El caballero siguió la marcha hasta llegar al destino... allí, parecía que Salmos luchaba contra aquel caballero, que parecía presentar quemaduras provocadas por las llamas del joven... que había sufrido una metamorfosis... pareciendo más adulto que antes... y parecía seguir protegiendo a Naia...

Acto seguido el guerrero de la armadura gélida no perdió el tiempo, lanzando un rápido ataque contra la matriarca, que Aaron estaba seguro de poder detener, preparándose para rodear de llamas a su espada... pero fue Salmos el que con un aliento igneo los protegió... al parecer Salmos no había perdido su cordura en esta ocasión... - Altavius... dijiste que Salmos y Naia eran una amenaza... pero sus actos parecen demostrar lo contrario... -  comentó el caballero que tampoco quería perder tiempo... - Lady Lethia... no os expongáis al peligro innecesariamente... lidiare con este enemigo... - dijo tras prender de llamas su espada que no salió del todo bien... pero daba igual, rápidamente cargó contra el caballero Bestestal...

El ataque, quizás por influencia del hechizo fallido... o por alguna otra razón... tampoco salió como esperaba... pero ya no había marcha atrás... al chocar su arma contra la de su enemigo bramó... - ¿Qué es lo que pretendes ganar con todo esto? ¿Por qué atacáis a Ilfly? ¡¡RESPONDE!! - Aaron ignoró completamente a Salmos, dandole un voto de confianza y esperando que no fuese su enemigo sino otro aliado... - Salmos... si eres capaz de herirlo aprovecha ahora que lo tendré distraido... ¡¡NO TEMAS POR MI, ACABAR CON ÉL ES LA PRIORIDAD SI QUERÉIS SEGUIR VIVIENDO A SALVO AQUÍ!! - no importaba el como... pero aquel enemigo debía caer derrotado, si querían que su hogar volviese a la normalidad...

Salmos se dedicó a pelear contra el caballero, mientras yo hacía lo que podía por darle fuerzas para luchar. Él me sostenía con su brazo, por lo que me movía junto a él de un lado a otro a velocidades de vértigo. Pero yo me sentía segura. Sabía que mientras él me protegiera no me ocurriría nada malo.

Llegó un momento en que Salmos logró propinar un potente golpe a su adversario, mandándolo fuera de la mansión. Por unos momentos, pensé que ya lo había dejado fuera de combate, pero me decepcioné al ver que se levantaba.

En el exterior, la devastación era terrible. El poder del caballero era enorme. ¡Había alcanzado a toda la ciudad! Incluso estuvo a punto de atrapar los pies de Salmos, quien, por fortuna, logró liberarse enseguida. Miré al rubio con temor. Parecía que, si no acabábamos con él pronto, acabaríamos congelados.

Entonces, vi cómo aparecía un grupo de personas, incluyendo a la Matriarca, Aaron y… ¡Altavius! ¿Dónde se había metido?

—¡Matriarca! —exclamé, interrumpiendo mi canción. Me alegraba de volver a verla. Seguro que a ella se le ocurriría alguna forma de vencer al caballero.

Justo entonces, el caballero lanzaría un ataque directo contra ella, lo que me hizo soltar un grito de alarma. Pero, por suerte, Salmos fue rápido y consiguió interceptar el ataque, tras lo que solté un suspiro de alivio.

Aaron se unió al combate. Seguro que entre los dos podrían con él. Por otro lado, éste hizo un comentario muy extraño. «¿Una amenaza…?». ¿Había oído bien? ¿Qué quería decir con eso? Eso me inquietaba pero no podía pararme a pensar en ello en ese momento. Estábamos en peligro.

—Creo que… Creo que ha venido a por mí —dije como respuesta a las preguntas de Aaron—. Se llevó a mi papá… Me secuestró… Y ahora ha vuelto para secuestrarme otra vez… —murmuré, con miedo y pesar—. ¡Por favor, no dejéis que me lleve! ¡Podéis vencerlo entre los dos! —supliqué finalmente.

Dicho eso, traté de ayudar de la única forma que se me ocurría: con una canción. Comencé a cantar nuevamente de forma enérgica, con una melodía que daría fuerzas a todo el que la escuchara. Quería dar ánimos a Salmos y a Aaron para que pudieran darlo todo en la lucha.

 -No cambies mis palabras, Aaron: Naia y Salmos son fragmentos de Aqua y Hares. Si bien sus propias intenciones pueden ser por Ilfly, tarde o temprano contribuirán al regreso de sus respectivos dioses, quieran o no -respondió Altavius sin inmutarse por el comentario del caballero albino.

 Luego de sus palabras, Lethía asentiría a Aaron y se resguardaría tras un grupo de caballeros, y con el propio Altavius, antes de que el hombre hiciese un llamado a Hares para encender las llamas de su espada, pero al contrario de lo esperado esto solo provocaría que las llamas se descontrolasen y alcanzasen al propio Aaron, causándole unas pequeñas quemaduras sin llegar a encender la espada. Aún así, esto no detendría al caballero, quién acompañado por Belmoth se uniría al combate contra el caballero gélido.

 Como ya Naia podría deducir, Aaron no conseguiría respuesta de aquel chico que chocaría espadas con él, siendo que la sirena tendría que hacerse cargo de explicar el posible motivo de su presencia. Por su parte, el chico rubio solo dedicaría una mirada penetrante a Aaron mientras le encaraba, segundo antes de que también Belmoth se uniese con su espada obligando al caballero a retroceder.

 Momentos antes de que Naia empezase a cantar, Salmos saltaría hacia el caballero con Aaron y Belmoth para atacar los tres a la vez al rubio, quién viéndose rodeado optó por clavar su espada en el suelo y provocar que varios picos helados surgiesen a su alrededor. El chico lobo fue capaz de apartarse sin haber llegado a alcanzar al caballero con una de sus patadas, priorizando al seguridad de Naia más que otra cosa, más la suerte no estaría del lado de Belmoth, quién seria  alcanzado por este ataque defensivo de su enemigo: aún así, bajo la protección de los dioses y el canto de Naia, el daño para él fue mínimo.

Solo luz? Pregunté antes de que todo comenzara a desplomarse, primero la casa, luego mi cuerpo. Alice tienes que despertar, mantente despierta! Dije aprovechando que estaba más cerca que padre, el cual parecía que sobreviviría, no sabía en qué estado. 

¿Por que esta niña? Preguntaba pensando mientras mis ojos se cerraban y un nuevo ser aparecía ante mí.

¿Un dios?, no parece un dios, aunque sin duda es como ellos. Susurraba entrecortado al recordar como prácticamente me hacía cachos hacia un mundo mucho menos agradable que el de Gaia.

Deseo el poder para salvar a Alice e Ilfly y ofrezco una vida de devoción a los dioses. 

Deseo el conocimiento para descubrir las verdades sobre lo que está ocurriendo, y ofrezco una vida de viaje para conseguirlos. 

Puedo empeñar mi vida en ambos deseos, ya que el poder y el conocimiento no llegan al momento, por lo que deseo que mi pequeña mañana Alice y padre, y mi manada más grande Ilfly con Dhijana incluida sobrevivan hasta que lo consiga, a cambio ofrezco mi vida al acabar el cometido. 

¿Que deseas tu? Pregunté con curiosidad, al fin y al cabo era ese ser el que apareció ante mi.