Partida Rol por web

Eeeeso no se lo esperaba. Que tendría que habérselo imaginado, Mika era así de genial y protectora de sus amigos, pero esperárselo como que no. ¡Ahora sí que iban a meterse en una buena pelea! Él habría preferido evitar el conflicto, que ya había sufrido en sus carnes lo fuerte que era esa tipa, pero...

El enorme muchacho se puso al lado de Mika, con los brazos cruzados sobre el pecho y su mejor cara de Yakuza-cabreado-chupando-limones. Por mucho que aquella petarda le intimidase, Hiroshi Tameyama no iba a dejar en la estacada a su mejor amiga. Ni por todo el ramen del mundo.

¡Cómo te atreves a hablar así del Sensei! Ahora sí que vas a morir.- Dijo ella mientras daba la orden a uno de sus gorilas para que atacara a Mika, el otro se encargaría de Hiroshi. La cosa se había puesto muy mal a causa de las provocaciones de Mika, así que se vaticinaban más bajas para el hospital.

Kenichi se acerca a la recepción, situada en el edificio principal. Al principio no ve a nadie, pues no se esperan más entradas de alumnos, pero al cabo de un rato un señor mayor y calvo aunque con un bigote prominente aparece.- ¿En qué puedo ayudarte chico?.- Dice mientras escucha tus palabras.- Entiendo, buscas unas flores y una carta para sorprender a alguien imagino, pero no debes de olvidar que esto es la recepción del campamento de verano, no una floristería. Te puedo ofrecer unas postales del lugar para rellenar aunque tengo también algunos folios a color que no estamos utilizando aquí en recepción.- Dice el hombre mientras se acicala el bigote y se apoya en el mostrador con ambos brazos cruzados.

Muchas gracias señor, una postal y dos hojas de papel rosa serviran, del mismo modo, si tiene una goma en barra, quedaré muy agradecido con Usted. - respondo haciendo una reverencia.

Tan pronto el hombre me facilita los materiales, me pongo a trabajar en mi postal para Mayurit y en un sobre improvisado en el cual ponerla, así como en una pequeña ave de origami para reemplazar las flores, con suerte Mayurit apreciaría mucho este pequeño detalle.

Es así que, luego de unos pocos minutos, ya tenía todo listo para llevarlo a su habitación.

Al regresar a la misma, llamo levemente a la puerta y si no recibo respuesta, espero un minuto antes de proceder a ingresar confiando en que Mayurit siguiera dormida.

Oh, oh... Las cosas se habían torcido de nuevo de repente. Que bueno, no le sorprendía en absoluto dada la provocación de Mika-san, pero también era cierto que unos guerreros de verdad no caerían tan fácilmente en un insulto como ese. Si querían una paliza, la tendrían.

Hiroshi adoptó rápidamente una postura de combate para encararse con el matón que se abalanzaba sobre él. No le costó mucho frenar su carga y tumbarlo en el suelo empleando una llave de sumo. Si su padre le viera, se sentiría orgulloso de él.

 -No te molestes en levantarte. No puedes ganar.

Quizás fuera porque el karma quería compensarle o porque un espíritu de las artes marciales se había apiadado de él, pero Hiroshi se sentía fuerte como nunca y más que capaz de enfrentarse a ese matón y a otros 20 como él.

El matón no hizo caso de la amenaza de Hiroshi, ya que volvió a ponerse en pie para intentar abalanzarse sobre el muchachote. Todos los presentes eran testigos de que Hiroshi Tameyama había jugado limpio y había sido considerado con su rival. Ya no tenía excusa para no emplearse al 100%.

Cuando el matón se le echó encima, Hiroshi empezó a golpearle en el torso con las palmas de las manos, realizando una llave tsukidashi. Los golpes eran fuertes y rápidos y no tardaron en dejar completamente noqueado al matón. Tras derrotarle, Hiroshi se irguió todo lo alto que era y cruzó los brazos sobre el pecho.

 -Eso es lo que te pasa por no hacer caso de las advertencias.

¿Había sonado guay? En su cabeza había sonado muy, muy guay. Ojalá Mayurit estuviera allí para verle, ¡igual le habría dado otro abrazo y todo! Ay, Mayurit...

Mayurit abre la puerta y su rostro cambia de inexpresiva a... ¡ilusionada perdida! ¡le había encantado el regalo!.- Nadie ha tenido nunca los detalles que estás teniendo conmigo Kenichi... ¡Muchas gracias! ¿Por qué haces esto conmigo?.- Decía mientras volvía a sentarse en la cama y le ofrecía un lado de la misma.

Mika intentó encajar una patada, pero el gorilón la cogió en el aire y la lanzó volando contra unas cajas que había apiladas en unos contenedores, quedando semi-inconsciente en el suelo.

Entonces el gorilón miró a Mika, luego a Hiroshi y sonrió para sí mismo.

Me siento al lado de Mayurit con una sonrisa.

Pues verás Mayurit-chan, la verdad es que me pareces una chica genial, tienes una sonrisa que lo ilumina todo, eres una gran bailarina y de verdad me gustas mucho.

Disculpa que me confiese de esta forma, pues sé que tienes novio y no quiero interponerme entre ustedes, aunque me preocupa un poco que vaya a lastimarte. - confieso en voz baja mientras acerco mi mano a la suya dispuesto a tomarla, si es que me lo permite.

Sé que, quizá sea muy atrevido de mi parte, pero me gustaría invitarte a salir cuando regresemos del viaje escolar, claro está que, comprenderé si rechazas mi invitación. - digo con nerviosismo.

Pero, sin importar cuál sea tu decisión, mi actitud hacia ti no va a cambiar en lo absoluto, pues me siento muy afortunado por haberte conocido y valoro mucho cada instante que pasamos juntos.

Creyendo que Mika se libraría en nada del otro matón, Hiroshi se había relajado, dispuesto a disfrutar del espectáculo que su buena amiga seguro que ofrecería. Pero pasó todo lo contrario.

Ver a Mika volando por los aires y estrellándose contra aquellas cajas encendió una ira en el muchachote que ni siquiera sabía que tenía. Con la cara completamente roja de ira, Hiroshi se abalanzó sobre el miserable imbécil que había hecho daño a su mejor amiga. Nada de frases ingeniosas ni llaves complicadas. Sólo la pura fuerza bruta movida por la ira más auténtica.

Hiroshi embistió al matón con toda la fuerza de su voluminoso cuerpo, lanzándole con la misma violencia con la que el gorilón había lanzado a Mika, dejándole casi incrustado en el suelo. Pero eso no bastó para calmar la ira del muchachote.

 -¡Levántate y pelea contra alguien de tu tamaño! ¡Maldito abusón!

Mayurit se quedó sorprendida por la declaración de Kenichi, sin embargo algo colorada respondió.- A mi me agrada también que vengas y estés conmigo... pero... si dejo a mi novio... es capaz de hacerme daño. Lo nuestro es imposible...

El gorila quedó inconsciente en el suelo tras darse un tremendo golpe, ya que había salido despedido unos metros volando. La joven líder se quedó mirando seriamente a Hiroshi, que era el único que quedaba en pie, y frunció el ceño.- Prepárate para mo...- Pero en ese momento alguien le interrumpió.- Guarda tus fuerzas para tus enemigos, no para cualquiera que se te cruce.- Miráis hacia vuestra izquierda y un ser pequeño con un bastón 

- ¡FOX SENSEI!.- La joven se arrodilló ante esa criatura, vestida de ninja y con un boo.- Eres una mala alumna, usas la fuerza para abusar y crear secuaces malvados ¿Qué será lo próximo cuando consigas más poder? ¿Derrotarme a mí, tu sensei?.- Dijo mirando el estado de Mika y de los dos guardaespaldas.- Disculpadla, necesita más mano dura en el dojo. Por cierto, tienes un gran poder como luchador, me gustaría acogerte y hacerte la prueba de acceso como aprendiz, espero que te guste el ninjutsu.- Dijo decidido a Hiroshi.

Al escuchar la confesión de Mayurit, la expresión de mi rostro se torna seria y tras una breve pausa,  decido que, aunque algo duras,  mis próximas palabras eran más que necesarias.

Mayurit, respeto tu decisión, pero no me parece correcto que estés al lado de alguien por miedo, si me hubieses dicho que lo amabas y que por eso era imposible lo nuestro, pues lo entendería, pero por temor,  creo que no es necesario que te diga que eso es un error.

Sabes, yo puedo protegerte de él y lo haría con gusto, así me dijeras que, pese a ello no tendría ninguna oportunidad, pero la decisión de alejarte de una persona tan tóxica, quién sólo te envenena con miedo,  es completamente tuya. 

Tu eres una mujer maravillosa quien tiene todo el derecho a ser feliz y compartir su vida con alguien que te ame de verdad, alguien que te haga sentir feliz y protegida, no alguien que te inspire temor. - añado con una sonrisa de medio lado.

Sin importar lo que pase a futuro, siempre podrás contar conmigo, ahora voy a salir para que, si gustas, te pongas ropa algo más cómoda, si me necesitas, sólo debes llamarme y allí estaré para ti, justo como hoy. - agrego con absoluta sinceridad.

Hiroshi tragó saliva. Una vez despachados aquellos matones de mantequilla, le esperaba una revancha feroz contra aquella terrorífica mujer. Pero justo en ese momento, sucedió un milagro. Bueno, más que un milagro, fue una oportuna llegada: la del maestro de aquella mujer.

El muchachote se quedó mirando la escena ojiplático. Así que incluso las matonas tenían principios, como respetar a su sensei. Con eso la batalla podía darse por terminada del todo. Después de semejante bronca, Hiroshi dudaba que a aquella mujer le quedaran ganas de seguir peleando. Lo que ya se salió un poco de las previsiones del muchacho fue que aquel pequeño y peculiar maestro le ofreciera un hueco como su alumno.

 -¿Yo? Es... ¡Es todo un honor ser elegido por un sensei tan hábil como usted!

Hiroshi hizo un par de reverencias mientras decía aquello. Porque alguien capaz de inspirar ese respeto en aquella luchadora tan terrible, tenía que ser bueno no, buenísimo.

 -Me encantaría estudiar bajo su tutela. Pero antes de nada, tengo que llevar a mi amiga Mika a que la atiendan. Esos matones la atacaron y aunque es muy dura, mejor asegurarse de que no pasa nada.

Dicho aquello, el muchachote se acercó para coger a Mika en brazos con la intención de llevarla a que la examinara un médico. ¡Menos mal que aún estaban en el hospital!

En ese momento Kenichi y Mayurit fueron interrumpidos mientras hablaban tranquilamente sentados en la cama por Hiroshi, que parecía que llevaba inconsciente en sus brazos a Mika. Parecía que algo grave había pasado, por la preocupación en el rostro de Hiroshi.

 -¡Perdón por irrumpir! Mika-san necesita descansar y que la vea un médico.

El grandullón entró en el cuarto para depositar a Mika en la cama que él había estado ocupando hacía un ratito.

 -¿Recordáis a la luchadora del bastón? La que nos hirió a Mayurit-chan y a mí. Nos la hemos vuelto a cruzar. Iba con dos matones y, tras meternos en un pequeño duelo de insultos, les mandó a que nos apalearan. Uno hirió a Mika-san así que me tocó encargarme de ellos. Pero en el momento justo llegó el maestro de aquella luchadora, Fox-sensei, cortando la pelea y evitando que la cosa acabara demasiado mal.

Después de dejar a Mika cómodamente acostada, Hiroshi pulsó el timbre de las enfermeras para que acudieran a ayudarles.

 -¿Y vosotros qué tal? ¿Habéis comido algo? ¿Tú qué tal te encuentras, Mayurit-chan?

Esto es el colmo...Voy a arreglar este asunto personalmente. Hiroshi cuida a Mayurit y a Mika, no tardo. - respondo un tanto malhumorado.

Mayurit, me dio mucho gusto poder conversar contigo y por favor, piensa en lo que te dije hoy, la decisión es sólo tuya y siempre estaré allí para apoyarte. - digo a modo de despedida, mientras me dirijo a la puerta para ajustar las cuentas con esa macarra.