Partida Rol por web

LVPERCALIA.

Sábado, 15 de febrero. 10.05 de la mañana. Cerro del Hierro.

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26/01/2009, 13:20
Director

La mañana está siendo animada. Desde las siete de la mañana que llevas en planta, no has oído hablar de otra cosa que el dichoso temblor de por la noche.

-¿No lo has sentido, Isabel? –se extrañaba tu padre mientras le hacías tomar sus pastillas. Y, huraño: -Claro, qué vas a oír, con los ronquidos que pegas…

Y lo cierto es que no has oído ni sentido nada. “No habrá sido gran cosa ese terremoto”, te dices.

-Los viejos están siendo obedientes hoy- comenta Alberto mientras corréis bajo la lluvia a la camioneta. Alberto tiene veintiséis años, es chato y se ríe con la boca cerrada. Llevas trabajando con él tres años y existe cierta confianza. –Se entretienen con cualquier cosa los jodíos…

Alberto sí lo ha sentido, dice que se levantó a mear y que tuvo que sujetar unos frascos de una estantería, que se caían al suelo, y que por eso se orinó todo el pantalón del pijama.

-Bueno, nos quedan el viejo y las tres viejas de la Aldea y se acabó la jornada. ¿Mola, eh? Con este maldito tiempo, lo mejor es quedarse en casita –te comenta.

Tanto el Cerro del Hierro (a unos cinco kilómetros) como la Aldea del Rey (a nueve) son dos aldeas dependientes de la villa de San Nicolás del Puerto, un pueblo pequeño (apenas supera los novecientos habitantes) y apacible que se encuentra a unos noventa y tres kilómetros de Sevilla capital. Sus tierras, que forman parte del Parque Natural de la Sierra Norte, contienen dos bellos enclaves declarados monumentos naturales. Se trata de las Cascadas del Huesna, en el tramo medio del cauce de este río, entre un bosque galería de alisios, olmos, sauces y fresnos; y el Cerro del Hierro, donde se mezclan las impresionantes formas típicas de los paisajes kársticos con un estupendo bosque de alcornoques, quejigos y rebollares.

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26/01/2009, 15:20
Isabel Fernández

Sí... "mola" - digo con un tono extraño, sabiendo que ese vocabulario en mi boca no suena como es debido.. Demasiado "moderno" quizás para mi. Camino aprisa bajo la lluvia para subrime a la camioneta cuanto antes.

Una vez dentro me estiro un poco hacia atras y con dificultad consigo colocar una de mis piernas sobre el salpicadero de la camioneta.

Joder! No puedes imaginar las ganas que tengo de llegar a casa y quitarme esos jodidos zapatos. Mira! Hoy tengo los pies que parecen dos putas morcillas!

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26/01/2009, 21:57
Director

Alberto se acomoda detrás del volante y se ríe de esa forma tan característica.

-Hija, qué basta eres –bromea. Arranca el coche y comenta: -Ayer le hice un regalito a Angelina, no veas si le gustó.

Claro, ayer había sido el día de san Valentín. Angelina era aquella chica enfermizamente tímida, de gafas gruesas, con quien su compañero salía desde hacía unos meses.

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26/01/2009, 22:25
Isabel Fernández

Bajando nuevamente con dificultad la pierna de salpicadero me recoloco en el asiento poniéndome el cinturón de seguridad.

Eso de San Valentín menudo invento de mis cojones... Gastar gastar y gastar... eso es lo que quieren conseguir con el dichoso San Valentín... - tras despotricar y quedarme agusto me giro hacia Alberto y le pregunto: Y se puede saber qué le has regalado?

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26/01/2009, 23:07
Director

El joven se encoge de hombres y resopla antes de contestar:

-Pues creo que me he pasado: le regalé un collar bonito que me gustó. Casi setenta euros que me he gastado y… -Se interrumpe de súbito, y exclama palmeándose la frente: -¡Me cago en la leche! Que me he dejado la bolsa en casa de doña Encarna. Espérame, vuelvo enseguida.

No tienes tiempo de replicar. Alberto sale y da un portazo, dejándote sola en el interior del vehículo. Aunque parezca que la lluvia se debilite, el cielo se divisa plomizo en todas direcciones, y es un ceño negro sobre las montañas.

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27/01/2009, 08:21
Isabel Fernández

Niego con la cabeza mientras observo como se baja de la camioneta corriendo a por la bolsa. Mascullo para mi misma - No si es que así no hay manera... esta juventud! Ay... como diría mi padre... "quien con críos se acuesta meao se levanta" ! - Miro el reloj de mi muñeca. Vaaamos date prisa... que a este paso no llegamos ! !  .

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27/01/2009, 11:14
Director

El sonido de la lluvia es soporífero. Isabel suspira y, sin resistirse demasiado, deja su mente en blanco, aturdida por el brillo de las calles mojadas.

De repente, un golpe sobre la ventanilla del acompañante la sobresalta y gira la cabeza para descubrir el rostro de un joven que se aplasta contra el cristal, un rostro de lunático que grita:

-…¡Las flautas! ¿No las oyes?... -distingue entre las palabras sofocadas.

Y antes de que pueda reaccionar, el desequilibrado echa a correr por delante de la furgoneta y se pierde en la dirección que ha tomado Alberto.

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27/01/2009, 12:04
Isabel Fernández

Sumida en mi mundo, en uno de esos momentos en los que no piensas en nada, me veo sobresaltada por aquel lunático. Un chillido histérico sale de mi boca para transformarse segundos después en insultos hacia aquel tipo.

Pero tú estás loco o qué te pasa? Serás cabrón! La próxima vez vas a asustar a tu puta madre! - mientras se aleja intento calmarme. La verdad me ha dado un susto de muerte. Intentando volver a respirar con un ritmo más calmado murmuro - Joder... con el hijo de puta... que flautas y que pollas? Menos mierda es lo que debería de meterse esta juventud, joder!!

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30/01/2009, 12:42
Director

Su compañero regresa al cabo de unos minutos. Isabel observa su reloj y comprueba que ya son y trece. Abre la puerta y se arroja sobre el asiento ruidosamente.

-Ufff –resopla, abandonando la bolsa en los asientos posteriores del vehículo-, cómo se enrolla la vieja. Lo siento. Bueno, ¿nos vamos?

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30/01/2009, 13:36
Isabel Fernández

¿nos vamos? no, si te parece podemos quedarnos aquí para hacer manitas, no te jode... ¡Pues claro que nos vamos! vaya preguntas tienes! Y date prisa que ya vamos tarde.

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30/01/2009, 13:47
Director

Alberto se ríe para dentro.

-Qué malas pulgas tienes, jodía –dice mientras arranca y pone la radio. La voz de Carles Francino inunda el habitáculo. –Si estamos allí en un santiamén…

Maniobra y pronto están listos para incorporarse a la carretera secundaria de brevísimos arcenes. No muy distantes se aprecian una serie de cumbres rojizas con faldas de arboleda. El paisaje se muestra inerte o abrumado por la pesadez del firmamento. Alberto aguarda a que pase una furgoneta, también en dirección a la Aldea. Un colaborador está hablando en la radio:

Hay sonidos que se utilizan muy a menudo en el cine. El ruido de una puerta al cerrarse, el sonido de un teléfono, el sonido de las puertas de un ascensor, el frenazo de un carro, etc. son algunos de los ejemplos más comunes. Producir o fabricar de nuevo algunos de estos sonidos en una nueva película resulta caro comparado con la opción de obtenerlos de un inventario de sonidos ya creados. Muchos de estos sonidos comunes estan en los archivos de las productoras listos para utilizarse para la película de turno. En el cine se utilizan a menudo estos efectos sonoros “standar” o efectos de “stock”.

De todos los sonidos el que lleva más tiempo utilizándose es el sonido del Grito que vamos a escuchar a continuación. Este sonido de grito tan peculiar se lleva utilizando desde el año 1951 y ha sido bautizado como “el grito Wilhem”.

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30/01/2009, 13:49
Director

Notas de juego

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30/01/2009, 17:43
Isabel Fernández

Menudo coñazo - digo llevando mi mano al radiocaset de la furgoneta y buscando una nueva emisora. Toqueteo buscando la Kiss FM - Sonidos del cine y a mi que cojones me importarán los sonidos del cine... que los usen bien y ya está!

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30/01/2009, 21:36
Director

Isabel logra encontrar la emisora que busca y el recorrido se ambienta con música melosa. La carretera está desierta a excepción de una furgoneta que los precede, y que acaba perdiéndose de vista, engullida por las numerosas curvas y la densidad del paisaje.

La lluvia golpetea a rachas el vehículo. El sonido de los limpiaparabrisas y una melodía extranjera los va sumiendo en una suerte de letargo. Alberto no habla. Isabel no habla. El asfalto se extiende ante ellos como una alfombra destellante. El tramo más próximo a la Aldea comienza a ser cubierto. “Queda poco”, piensa Alberto.

De repente, los altavoces restallan con un millón de sonidos desquiciantes: el rechinar de una navaja por la cresta de los dientes, el crujido de una uña rota, el chasqueado de algo que se descoyunta… Todos ellos, pavorosos, y muchos más, amalgamados, en una sinfonía alucinante que los hace botar en sus asientos, retorcerse como terminaciones nerviosas puestas al descubierto e inclinarse por fin a detener la radio, accionados por un resorte.

Alberto acierta primero a apagar la radio, y aparta por unos instantes cruciales la vista de la carretera. Y el sonido cesa, y el silencio es balsámico. Pero cuando ambos vuelven a fijar la vista hacia delante captan fugazmente algo delante de ellos, (pero es imposible, cómo va a ser eso posible): son un par de piernas que levitan, piernas humanas, terminadas en unos pies calzados, es todo lo que ven, el tronco y el resto ya no se perciben, y el coche se lanza hacia ellas a gran velocidad, esas piernas van a estrellarse contra el parabrisas.

En menos de un segundo, Alberto da un volantazo para evitar la colisión, y pierde el control del coche. Horrorizados, los pasajeros descubren con impotencia que se han transformado en frágiles muñecos agitados por fuerzas incontenibles, y perciben que cada respiración es la última y que sólo el espanto colma sus mentes.

El golpe subsiguiente es terrible, el costado izquierdo del automóvil se ciñe en torno al tronco de una encina, como un corsé de hierro. Sólo entonces el mundo desiste de su condición de carrusel.

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31/01/2009, 09:49
Isabel Fernández

El sonido de la emisora me pone la carne de gallina haciendo volver mi vista hacia el radiocasette. Alberto tiene más reflejos que yo y rápidamente apaga la radio. Un pequeño alivio provocado por el cese de tal sonido, se ve seguido de otro sobresalto al mirar nuevamente a la carretera. Pero... que coño.. ! Sin apenas darnos cuenta nos estrellamos. No se cómo... fue tan solo cuestión de segundos... en un abrir y cerrar de ojos me veo en el coche, golpeada y herida junto a Alberto. Abro mis ojos mirandonos a ambos tratando de averiguar si realmente hemos salido de esa. Alberto! estás bien? Alberto! que .. pero... que ha sido eso? - Empiezo a moverme inquieta y nerviosa en mi sitio tratando de desabrocharme el cinturón. Estoy asustada y quiero salir de allí cuanto antes. 

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31/01/2009, 11:21
Director

Tras una eternidad de vértigo, Isabel toma consciencia de su estado: su cuerpo es un difuso latido de dolor a causa de múltiples contusiones, después del violento zarandeo al que ha sido sometida y el percutir de su miembros contra la portezuela, el salpicadero, el propio cuerpo de Alberto…

¡Alberto! La cabeza del muchacho, su rostro… ¡están cubiertos de sangre! La ventanilla de su lado está rota. Mira hacia el frente como ido y murmura:

-Lo siento, Isabel, lo siento…

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01/02/2009, 17:23
Isabel Fernández

Notas de juego

Puedo probar a hacer alguna tirada de primeros  auxilios con Alberto?

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01/02/2009, 20:01
Isabel Fernández

Tranquilo Alberto no ha sido culpa tuya tranquilo... - trato de tranquilizarle, pues lo que menos necesita ahora es encima sentirse culpable. Trato de sacarlo del coche con cuidado. Gracias a mi constitución algo fuerte para ser mujer consigo sacarle sin demasiada dificultad. Lo tumbo cerca del coche en el suelo. Voy nuevamente hacia la camioneta y busco entre los utensilios que llevamos para los cuidados de los ancianos. Entre ellos busco el botiquín que solemos llevar. Cojo algunas gasas, la botella de desinfectante y el esparadrapo. Vuelvo a con Alberto, y sin dejar de hablarle le limpio la heridas de la frente con cuidado, colocando unas gasas sobre las heridas ya limpias y sujetándolas con esparadrapo.

Una vez acabo de curarle las heridas me echo un vistazo a mi misma mirando las contusiones provocadas por el accidente desinfectándome también alguna de las heridas.

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01/02/2009, 21:38
Director

La lluvia salpica sobre sus cabezas, sus batas blancas reglamentarias se llenan de manchas rosadas provocadas por la sangre diluida. El muchacho presenta una brecha bastante profunda sobre el parietal izquierdo y, aunque necesita unas grapas, Isabel ha conseguido mediante gasas y presión que el caudal de sangre remita un poco. Aunque continúa en shock, puede conducirse por sus propios medios.

El agua le chorrea por el rostro y le entorpece la visión. Se frota los ojos y comprueba que el vehículo es un amasijo de hierros humeante. Les ha ido por poco.

La Aldea del Rey está a menos de un kilómetro.

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02/02/2009, 08:31
Isabel Fernández

Ayudando a Alberto a ponerse en pie le pregunto ¿Te encuentras bien? ¿Puedes caminar? Será mejor que intentemos llegar al pueblo cuanto antes. - A pesar de que en mi cabeza sigo preguntándome qué había sido aquello no saco el tema a relucir. Creo que no es el mejor momento y no debemos ponernos nerviosos (más aún de lo que ya estamos).

Al ver el amasijo de hierros creo que es un milagro no habernos matado.