Partida Rol por web

Observé al medimago con suma molestia, pues había dicho demasiadas incoherencias con muy pocas palabras.

Sabe algo, si quiere asumir el juramento, ese es su problema no el mío, pero será mejor que aprenda a escoger sus palabras con más tino señor Woodbridge. - digo en un susurro con el rostro en un rictus de ira.

Sepa usted que yo soy uno de los mejores interrogadores de todo el MACUSA y como tal, tengo clara la regla de oro y esa es: "Los muertos no hablan." Sólo iba a poner a dormir a ese idiota y tal vez romperle un par de duentes que se lo ha ganado a pulso. 

Sin embargo, lo que no pienso permitirle, es que, ponga en tela de juicio mi capacidad para luchar, yo soy interrogador por voluntad propia, pues antes de esto yo era parte de las unidades de asalto especiales del MACUSA, así que a menos que quiera comprobar que tan hábil soy en los duelos, le recomiendo que se guarde sus apreciaciones sobre mi capacidad de combate para sí mismo. - sentencio bastante indignado por las palabras del medimago al tiempo que lo fulmino con la mirada.

Y una cosa más, si alguien que no sea Montgomery cruza esa puerta, le aseguro que no voy a darle ninguna clase de tregua, pues esta vez sí voy a tirar a matar, nadie me quita mis juguetes y vive para contarlo. - añadí en voz alta mientras miro a Pug con total desprecio y me alejo de ambos hombres para ir a la sala contigua.

Alma ¿Te encuentras bien? Nosotros estamos bajo ataque, quieren silenciar a nuestro sospechoso, no tengo idea de como se enteraron que seguía con vida.

Pero los únicod que sabían que el miserable ese estaba aqui eran el imbécil de Miller y su secretaria, quien hizo una llamada sospechosa antes de que nos lo llevasemos. - digo con evidente tono de irritación en mi voz.

Mi tono de voz no dejaba lugar a dudas, alguien Miller iba a pagar por esto aunque me costará una suspensión.

Muchos habían sido los empleados que habían solicitado tomar los ascensores para movilizarse entre las distintas plantas, pero todos habían recibido la negativa del duende ascensorista Red. Tenía muy claro que las órdenes de un superior estaban para cumplirlas y que proviniendo directamnete del Comisario de Aurores Mortimer Links, podías habían que podían revocarlas. 

Cuando se aproximó la joven Rhydderch con su dosier pegado al pecho y con una sonrisa en su rostro, de plano negó con la cabeza y estaba dispuesto a enviarla rumbo al vestíbulo principal como al resto. Sin embargo, Red era siempre muy atento y no se le escapaban fácilmente los detalles, habiendo visto como Alma y el señor Percival Graves hablaban momentos antes de acercarse hasta allí. Al escuchar su petición de bajar hasta la quinta planta suspiró, sabiendo que podía meterse en problemas si incumplía una orden directa, pero no le habían prohibido tajantemente que condujese a alguien a la planta cuarta, por lo que disimuladamente la hizo meterse en el ascensor.

- Si venía de hablar con el Director Percival Graves, entiendo que es un asunto de máxima prioridad. No tengo autorización para hacerle bajar hasta la quinta planta, pero si puedo conducirla hasta la cuarta planta y ya usted encontrar el modo de descender por las escaleras... - le susurró en tono confidente, aunque sin quebrantar en ningún momento la orden que se le había dado. No sé qué está ocurriendo allá abajo, pero esté preparada y con la varita a punto, porque el señor Limus estaba francamente nervioso y solicitando ayuda para contener algún tipo de amenaza. Nunca en mis largos años de servicio había visto un ataque directo en el interior de la sede, y eso no augura nada bueno. Y justo cuando llegaron a la cuarta planta, Red permitió que Alma saliese del ascensor, solo siendo necesario recorrer el pasillo que tenía frente a sí y descender por la escaleras del fondo. Le deseo la mejor de las suertes, señorita.

Ya a solas, una vez el ascensor volvió a subir, el silencio reinante era bastante patente e incluso el más experto duelista se sentiría un tanto inhibido. Las luces parpadeaban intermitentemente, y algo ennel interior de Rhydderch la escalaba, no siendo normal la situación. Lentamente fue avanzando, pero todavía no había llegado a las escaleras cuando Riley devolvió la llamada pertinente, dando una explicación de la situación que estaban viviendo. Respondiese lo que respondiese la joven aurora, se vería interrumpida por el sonido de unas pisadas y una sombra que creció paulatinamente en las paredes, hasta que irrumpió un hombre que Alma ya había visto con anterioridad, aunque hacía ya bastante tiempo, antes de su misión en Europa. Se trataba de Franklin Dodge, uno de los jefes aurores de otro escuadrón, que a su vez tenía una sobre identidad, siendo inspector de la policía Nomaj.

- ¡Valgame Dios! No esperaba encontrarme con nadie en este sector, señorita Rhydderch. - le comunicó bastante sorprendido y bajando rápidamente la varita que en un inicio le había apuntado temiendo que fuesen enemigos. ¿Qué hace aquí y con quién hablaba? - Aunque no había visto a nadie, si que le había parecido escuchar la voz de la joven comunicándose con alguien, y le sorprendía no ver nadie más a su alrededor, no siendo consciente de que Alma había estado hablando mediante la acreditación. Sea como sea, no debería estar aquí... Me han informado desde la centralita, que en el sector quinto, en la zona de interrogatorios, están siendo atacados por sujetos desconocidos encapuchados y que precisan urgentemente ayuda. ¿Qué va a hacer? Ya he solicitado ayuda a mi unidad, están al llegar...

“carajos Jonathan, voy para allá, mierda, intenta que no te maten o te dividan en dos” — pareciera que fuera a agregar algo más pero se escuchan pasos y la comunicación se corta. 

Red era cauteloso en sus acciones y palabras pero se derretía completo ante los encantos de Alma, obviamente no es que viera ese rasgo como un defecto, mejores que él, se transformaban en mínimos ante los encantos de la agente, pero el enano realmente era leal a las órdenes que le impartían. Sin embargo lo que narraba puso los pelos de punta a Alma pues si había un ataque dentro del recinto solo podía significar que aquel ser había corrompido el corazón de MACUSA. Graves tendría que hacer una purga entre todos los agentes y aún así existirían dudas sobre la lealtad de cada uno de los hombres y mujeres que trabajan en ese lugar.

Linus también estaba también ahí abajo, y no es que sintiera miedo por él, pero de todas formas una ligera inquietud se alojó en su corazón, al igual que por Jonathan, pues ya no está na jugando como niños pequeños, estaban luchando contra un see abominable y que no se detendría jamás en sus objetivos y no le importaba cuantas vidas podría segar en esa búsqueda demente. Alma le dijo a enano que comprendía la situación y que bajando hasta el cuarto piso sería más sencillo ir a donde debía ir y le agradeció aquella información que fue corroborada justamente con la llamada de Jhonatan. Debía llegar cuanto antes pero sería abordada por el doble a gente. 

— ¿no es obvio lo que haré? — le contra pregunta al hombre — usted mismo ha dicho que necesitan apoyo, y no hablaba con nadie, solo con mi conciencia — apretó más el dosier. ¿Graves sabía del ataque cuando le pasó esos papeles? Ahora era incomodo pelear con ellos en el brazo — en fin, vamos, no perdamos el tiempo, necesitan apoyo — con una mano sujetaba los papeles y con la otra tenía su varita. De ahí saldría corriendo hacia las escaleras de emergencia para ir con su escuadrón y Eddy.

Escucharon el emotivo discurso de Enma a lo que Diana dirigió una preocupada mirada a James, las palabras de Enma solo incrementaban las sospechas que tenía sobre la bienvenida que temía iban a tener por parte de la tribu pukwudgie… famosos por ser unas criaturas antisociales con la raza humana, a Enma la habían aceptado si, pero ¿qué harían cuando les viesen llegar con Wamsutta en aquel estado? Ya Diana estaba imaginando una lluvia de flechas envenenadas cayendo sobre sus cabezas… ¿Reconocerían a Enma? ¿Confiarían en ella? Solo había una forma de averiguarlo…

Siguieron su camino y llegaron hasta el acantilado que debían bajar, mostrando este sus salientes en parte congelados, iba a ser difícil, muy difícil…

James fue primero, abriendo camino, y Diana hizo que Enma pasase en segundo lugar, quedando de esta forma la adolescente entre ambos por si necesitaba de su ayuda.

Habían pasado ya la mitad del recorrido cuando un fuerte viento comenzó a golpearles. Diana se agarró con todas sus fuerzas y pegó su cuerpo contra la pared, consiguiendo mantenerse agarrada firmemente, pero, aunque lo intentó, no pudo tender su mano hacia su pequeña para poder ayudarla.

-¡Enma agárrate fuerte! ¡no mires abajo! – gritó por encima del fuerte ruido causado por el viento.

El viento les azotó con una fiereza descomunal, siendo tremendamente difícil resistir al envite, pero milagrosamente parecía que los tres habían aguantado perfectamente cuando de pronto, volviendo a reiniciar la marcha, Enma colocó mal el pie derecho y resbaló. Tanto James como Diana esperaron lo peor, viendo como algo pessdo caía precipicio abajo, pero al dirigir las miradas James hacia arriba y Diana hacia abajo, comprobaron que Enma seguía allí, aunque ya no había ni rastro de su mochila. La joven empezó a llorar por el tremendo susto, viéndose durante un largo rato incapaz de moverse, ya fuese hacia arriba o hacia abajo.

- ¡Mamá! Tengo mucho miedo... - confesó la muchacha aún con los ojos enrojecidos y con las piernas temblando. Mis piernas no me hacen caso y me veo incapaz de continuar...

Resultaba evidente que la joven estaba colapsada y que había faltado nada para caer desde aquella altura a una más que probable muerte. 

James por su parte había respirado aliviado al ver que la joven seguía allí con ellos, y no en el fondo del acantilado. Era consciente que no hubiese podido hacer nada para evitar la caída, la visibilidad no permitía apenas que él mismo pudiese bajar cargando al pukwudgie. Viendo que la muchacha estaba en estado de shock, incapaz de moverse y con las manos y pies agarrotados de la tremenda fuerza ejercida contra la pared, supo que debía intentar calmarla y persuadirla de que debían continuar. Aquella ráfaga casi les había hecho trastabillar, y nada garantizaba que la situación fuese a mejorar si permanecían parados allí. Había que continuar...

- Escúchame jovencita. - le dijo en el tono más cálido que sabía emplear y que tanto enamoraba a Diana. - Se que tienes miedo de caer, yo también lo tengo, créeme. Pero tener miedo en este tipo de situaciones no es malo, si somos capaces de controlarlo... ¿No hemos ido con cuidado hasta ahora y bajado más de la mitad de la montaña? Quiero que te des cuenta que a cada paso que des, más cerca estarás del suelo, y por tanto más segura... No podemos quedarnos aquí, queremos salvar a Wamsutta, tu más que nadie, lo sé. ¿Lo intentamos un poco más? Cómo antes, primero un pie y después el otro... Se que puedes...

Realmente las palabras de James estaban surgiendo efecto, al igual que las que le susurró su madre unos metros más arriba, pero fue ver a Wamsutta asomar por la cesta lo que la incentivó de verdad. El pukwudgie había hecho acopio de sus fuerzas para asomarse pese a su lamentable condición, y como antaño había hecho, mencionó palabras en aquel extraño dialecto tribal que hicieron sonreír a la joven adolescente.

- Mamá, James... Wamsutta dice que la pendiente es más suave y fácil, con más salientes a los que poder cogernos, si nos desplazamos un poco a la derecha...

Y por sorprendente que pareciese, nada más obedecieron las instrucciones de la criatura mágica, los tres tuvieron muchísima más facilidad para ir descendiendo hasta que sus pies se posaron en el firme suelo. Estaban a salvo.

Las vistas que observaron eran realmente maravillosas, y lo que antaño había sido una hermosa cascada y un hermoso lago de nenúfares, ahora era un paraje natural congelado, pero realmente bello y brillante cuando las luces de sus varitas reflejaban los cientos de cristales y la helada cascada. Wamsutta señaló una ruta en línea recta alrededor del lago helado, hacia lo que parecía una especie de Gran Cañón con paredes de roca a un lado y otro. Una vez atravesasen aquel espacio, al otro lado estaría el territorio pukwudgie. Sin embargo, una especie de sonido gutural les heló la sangre en esos instantes, pero con el eco en las paredes, difícilmente pudieron ubicar el origen. Sólo quedó clara una cosa, Wamsutta empezó a temblar y susurró una palabra que Enma no tardó en traducir. 

- Escondedetrás... ¿Sabes a qué se refiere mamá?

Pero la situación no podía ser más peliaguda, dado que justo en ese instante el pukwudgie empezó a escupir y sangrar por la boca. ¿A caso no le habíais dado la medicina justo antes de descender? El deterioro era muchísimo mayor de lo esperado y en cualquier momento Wamsutta podía...morir.

Montgomery podía imaginar que los aurores de MACUSA estaban enfrentándose con quienes habían acudido al edificio para acallar a McCarthy. Fueran quienes fueran, se estaban valiendo de un conjuro de absoluta oscuridad para abrirse camino a golpe de varita. El jefe auror no sabía cuál podía ser la situación de los otros empleados del ministerio, pero divisó a un invididuo que, a juzgar por su estado, debía estar muerto o inconsciente.

Escuchó la voz de alguien que le pedía identificarse y se preguntó si no se tratarían de algunos de sus compañeros aurores. Es extraño que si se tratase de algún enemigo le pidiese que se identificara y no lanzase un hehcizo sin más, aunque teniendo en cuenta que había posibles aurores implicados, no descartaba también que fuera uno de ellos.

-Wingardium leviosa -murmuró, señalando al cuerpo del hombre que había a un metro de su posición, haciéndolo levitar con intención de mantenerlo frente a él a modo de escudo humano-. ¡Soy Richard Montgomery, jefe auror! ¿Quién eres tú?

Escondedetrás. No, no, no, no, eso era lo peor que podían encontrar en ese momento, eso y que encima Wamsutta empeorase, no podía ser cierto…

Apresuradamente la magizoologa rebuscó en su mochila y sacó la poción, era la última que les quedaba… debían darse prisa en llegar, sino… Diana la abrió rápidamente y se la dio al Pukwudgie que seguía en la cesta a espaldas de James. Mientras se afanaba en pensar cómo salir de aquella

Cómo buena magizoóloga que era Diana, al escuchar la palabra "Escondedetrás" supo de inmediato a que se estaba refiriendo Wamsutta. Realmente tenían un grave problema si en verdad esa criatura de nivel XXXX según el Ministerio de Magia les estaba dando caza, siendo que era realmente letal y tremendamente difícil de detectar al ser un cruce entre Demiguise y Ghoul, con la capacidad de volverse invisibles y ser capaces de ocultarse detrás de cualquier cosa.

La joven Selwyn no tardaría en darse cuenta que era la sangre que Wamsutta estaba vomitando la que la atraía indefectiblemente, pudiendo ser quizà aquella circunstancia la que pudiese salvarles la vida. ¿Era eso posible? La mente de Diana se iluminó, y es que si bien en circunstancias normales el Escondedetrás podría atacar a cualquiera de ellos sin previo aviso, siendo ya demasiado tarde, ahora disponían de una forma de atraerlo a una emboscada, o quizá de desviarlo de rumbo dejando pistas falsas en otra dirección, utilizando la sangre de Wamsutta e impregnando rocas o arbustos. 

Correr era la peor opción, y eso debía quedar claro en el grupo. Al igual que algunos perros de presa, cuando detectaban el temor y a algo en movimiento corriendo asustado y tratando de huir, el instinto depredador se activaba en aquellas criaturas y la presa se convertía de inmediato en su objetivo. Era fundamental mantener la calma.

-A ver, - dijo tomando a sus dos acompañantes por los brazos, haciendo así que quedasen reunidos en círculo, - escuchadme: esto es importante, no hay forma de escapar de un escondedetrás, son especialmente rápidos, además de que pueden hacerse invisibles al ser un cruce entre demiguise y ghoul, así que, NO se os ocurra correr porque nos está observando, en concreto a Wamsutta, - dijo fijando su mirada en James que seguía llevando al pukwudgie a la espalda, -  si no nos ha asesinado ya es porque su sangre es la que lo está atrayendo…, debemos despistarlo o no tendremos ninguna oportunidad… Marcaremos un camino diferente con la sangre y así la criatura seguirá esa ruta ¿de acuerdo? Debemos ser cautelosos e intentar que el escondedetrás no se de cuenta de nuestras intenciones… Podemos conseguirlo. – Diana tomó la mano de Enma y la apretó con cariño. Estaba asustada e intentó ocultarlo por su hija, sin embargo, el miedo que comenzaba a sentir la adolescente era más que visible. – Os lo describo: es una especie de… oso plateado, delgado y alto, aunque dudo que consigáis verlo… Bien, ¿todo claro? Despistar al escondedetrás con la sangre y NO correr, percibirá nuestro miedo y...

Escuchó a James y Enma si tenían algo que opinar o aportar al plan, pero no es que hubiese mucho más que decir, aunque quizás Enma pudiese preguntar al pukwudgie al respecto. Finalmente, Diana se acercó a Wamsutta y tomó la manta que él llevaba y que estaba cubierta de sangre, con ella limpió con delicadeza la cara del animal retirando todo rastro de sangre que pudiese quedar en ella y miró a Enma.

-Cariño… ve con James… yo… iré a despistar al escondedetras, debéis daros prisa, o no llegaréis a tiempo al árbol madre. – Diana miró a James con desesperación, - cuida de ella, en cuanto pueda… iré por el camino que ha señalado Enma y me reuniré con vosotros… Tened cuidado por favor…

Diana besó la mejilla de su hija y acarició la cara de James con dulzura a modo de despedida, para dirigirse por una de las sendas alternativas al camino que debían seguir por el Gran cañón que era por donde irían ellos dos con Wamsutta. Restregaría la manta por cada uno de los árboles a su paso, y finalmente la dejaría oculta en un lugar lo suficientemente escondido y reforzado con algún hechizo de ocultación, como para que el escondedetrás tardase bastante tiempo en poder encontrarla. Después, si podía, iría hasta el árbol madre. Era difícil, muy difícil, pero si quería proteger a su hija, esa era la única opción, y ella estaría a salvo con James.

Nadie podría negar que McCarthy no se había ganado una soberana tunda a pulso. Con su rostro divertido y haciendo burla por la situación, no vio venir el primer puñetazo de Riley, que le arrancó la sonrisa de la cara, además de hacerle saltar un par de dientes. Al primer golpe le sucundaron un par más, por lo que como si de un combate de boxeo se tratase, no tardó Pug en quedar medio noqueado, con los pómulos hinchados como una pelota y sangrando profusamente desde una ceja. El muy imbécil de Pug escupió sangre sobre la mesa y empezó a reír, como si hubiese estado deseando aquello desde el inicio, buscando que acabaran con su triste existencia.

- ¿Sabéis que? Resulta irónico que.. (cof, cof) ...habiendo sido un asesino serial que torturaba... (Cof, cof) ...a sus víctimas, les daba palizas y.. las terminaba descuartizando... Termine de forma similar... - No era fácil discernir si en verdad sus palabras era ciertas o no, pero la lógica os decía que ese tipo ahí sentado era capaz de eso y más. ¿Me descuartizarás Riley? Tú y yo no somos tan diferentes... (Cof, cof) ...puedo ver la oscuridad en tí...

Woodbridge detuvo a Riley y lo apartó momentáneamente hasta un lateral para hablarle a solas, tratando de hacerle entender que no era buena idea sobrepasarse más de la cuenta, y valorando seriamente la posibilidad de realizar el Juramento inquebrantable. Las palabras no calaron para nada bien en Jhonatan, quién aún deseaba continuar golpeando al tipo hasta hacerlo dormir e interpretando que Woodbridge estaba poniendo en duda sus habilidades, y tras su breve desavenencia, Riley decidió marchar a la sala contigua, donde Joshua intuyó que trataría de responder a la llamada que la joven Rhydderch intentaba realizar.

La sangre que emanaba del rostro de Pug iba recorriendo su rostro y terminaba goteando incesantemente para caer en la mesa, formando un charco del cálido líquido rojizo que iba expandiéndose y del que era difícil apartar la vista. No obstante, el ruido de chasquidos de varitas y gritos de dolor en el exterior de la sala de interrogatorios seguía produciéndose, y no sabíais hasta qué punto estaba a salvo el jefe Montgomery. ¿Cuál debía ser la mejor forma de proceder? ¿Asumir el Juramento inquebrantable y sonsacarle información a McCarthy a cambio de proporcionarle una vía de escape segura del MACUSA? ¿Ignorar las órdenes de Montgomery y salir de la sala para enfrentar a la posible amenaza? ¿Quizá hacer uso de métodos menos ortodoxos para sacarle la información a Pug por la fuerza mediante torturas o legeremancia invasiva? ¿Mantenerse simple y llanamente aguardando a ver cómo se resolvía el conflicto exterior?

Cómo Dhampiro que era, ver la sangre emanar abundantemente del rostro de McCarthy, recorrer su rostro y escuchar el sonido de las gotas al caer y golpear en la dura mesa, formando un denso charco del cálido y rojizo líquido estaba siendo una verdadera tortura. Woodbridge ya podía imaginar a qué sabría aquel dulce néctar, ambrosía de los Dioses, y el olor iba inundando todos sus poros de forma que la situación se estaba haciendo insostenible.

Joshua era consciente de que Riley podría verle desde el otro lado del cristal, aunque quizá colocándose en un ángulo en que no pudiese ver exactamente lo que hacía, y estando distraído hablando con la joven Alma Rhydderch, fuese posible catar aquel líquido tan deseable, sin que fuese consciente. Sin embargo, ¿Qué garantizaba que pudiese mantener la calma y no dejarse llevar por su sed de sangre? ¿Lograría realizar un hechizo para detener la sangría que a cada segundo hacía más insoportable la situación?

En la sala anexa Riley pudo comunicarse momentáneamente con Alma, aunque por el tono de voz preocupado de la atractiva joven y la interrupción abrupta de la llamada al escucharse unos pasos acercaandose, era fácil intuir que ya estaba en marcha dirigiendose hacia vuestra posición y que acababa de encontrarse con alguien de forma inesperada, teniendo que cortar la comunicación de forma urgente e inmediata.

Nada había salido bien desde el comienzo y parecía que las cosas estuviesen siendo manipuladas y conducidas para hacer ver a todos los miembros del escuadrón Montgomery como presuntos culpables. ¿Quién estaba moviendo los hilos? ¿Cuál sería la mejor opción a tomar con McCarthy?

El jefe de aurores Dodge miró dubitativo a la joven Rhydderch tras escuchar sus palabras, después el largo pasillo por donde había venido la atractiva mujer, y nuevamente a sus ojos, como no comprendiendo nada. El hombre habría jurado que había escuchado una conversación entre dos personas, pero francamente allí no había nadie salvo Alma, por lo que asumió que habían sido imaginaciones suyas y le resto importancia al asunto, sin tener en mente que podría haber estado hablando mediante la acreditación con hechizo mágico vinculado.

De inmediato intuyó que por mucho que insistiese que bajar al quinto piso sería muy peligroso, la joven no iba a cambiar de parecer en cuanto a su propósito, y sabiendo que las habilidades de ésta eran muy buenas y que formaba parte del recién formado escuadrón Montgomery, asintió para que le acompañase si aquel era su deseo. Con curiosidad miró el dosier que la fémina sostenía entre sus brazos, y aunque estuvo tentado a preguntar al respecto de su contenido, finalmente desistió.

- Está bien, acompáñeme. Seremos cautelosos y solo echaremos un vistazo para verificar la situación, hasta que mi unidad se reúna con nosotros. ¿Entendido? Ya deberían estar aquí conmigo, resulta extraño que todavía no hayan llegado esos dos... - sentenció el hombre con rotundidad, sabedor de que tenía más rango que la joven Alma, y tras mirarla unos instantes para que asistiese a sus palabras, de inmediato ponerse en movimiento y empezar a bajar las escaleras de mármol que conducían a la quinta planta. Al poco detuvo momentáneamente la marcha... ¿Oye eso? Maldita sea...

En efecto, al llegar al último tramo de escaleras y justo antes de cruzar la puerta, los ruidos de chasquidos de varitas realizando conjuros, los impactos de estos contra las paredes, el techo y los cristales se hicieron más que evidentes, al igual que las inconfundibles exclamaciones de dolor, los lamentos y el sufrimiento de posibles heridos. ¿Qué estaba ocurriendo tras aquella puerta? Con sumo cuidado, Dodge se situó en un lateral de la entrada, y le indicó a Alma mediante señas que empujaría la puerta lentamente, y que guardando silencio, estuviese preparada para actuar. 

En cuanto la puerta se abrió con un leve quejido, y ambos se desplazaron para mirar a través del umbral de la puerta, la visión del largo pasillo resultó cuanto menos dantesca. El largo pasillo estaba en penumbra, solo restando encendidas algunas pocas luces de emergencia que parpadeaban intermitentemente dando al lugar un aspecto siniestro y oscuro. Casi hasta llegar a la misma puerta donde se encontraban era fácil advertir que habían restos de cristales de las lámparas rotas, y fragmentos de escayola que había salido despedida al impactar algunos hechizos en las paredes y el techo. A mitad del pasillo, un cuerpo de hombre yacía tendido en el suelo, solo quedando apoyadas la espalda y la cabeza en una de las paredes, sobre un amplio charco de sangre a su alrededor, las manos en el abdomen, y tosiendo sangre por la boca. Y unos metros más al fondo del pasillo, cerca de la garita de recepción, un humo negro conformaba una densa nube de oscuridad, casi como una cortina que opacaba la visión más allá, en la que un par de siluetas desconocidas parecían librar un combate singular, un duelo a muerte justo al final del pasillo. 

Dodge arriesgó iluminando muy tenuemente el primer sector del pasillo con un Lumus, y fue entonces que reconocieron el rostro del hombre que estaba por expirar su último aliento. No era otro que Edward Limus, que al percibir la endeble luz, se forzó a girar el rostro en aquella dirección.

- Debo de estar en la otra vida si es el... (Cof, cof) ... Si es el rostro de mi querida Alma lo que veo ante mí... (Cof, cof) -  A cada palabra, daba la sensación de que la sangre se le acumulaba en los pulmones, y le resultaba imposible no poder evitar toser sangre y sentir como se ahogaba. No era necesario ser un experto medimago para ver la gravedad de sus heridas, con múltiples heridas y laceraciones, y aunque Alma sintiese la necesidad de imperdirle seguir hablando y tratar sus heridas, el mismo Dodge negó con la cabeza y apoyó la mano en el hombro de la joven Rhydderch, indicándole que le permitiese susurrar sus últimas palabras. Alma... Siento no haber tenido valor para decirte que... (Cof, cof)... que te quedaras conmigo, que siempre te he amado... (Cof, cof)... Tengo tanto que decirte... - la vida de Eddy, como solo Alma lo llamaba con cariño se esfumaba, pero el hombre no quería despedirse sin advertirle e informarle de algo sumamente importante. Escuchame, todo es un engaño...(cof,cof)... Hay aurores corruptos dentro del MACUSA que sirven a quien tú ya sabes... Buscan inculparos de todo para que os inhabiliten a todos los miembros de vuestro escuadrón... Impediros investigar la muerte de John Selwyn...(cof, cof)... Necesitan una llave que guarda algo muy importante... - tomó con fuerza la chaqueta de la joven, y antes de exhalar el último aliento añadió - ...un ejército de inferis, los muertos se levantarán.

Un hechizo rebotado en la dirección en la que se encontraban, y que impactó en el techo, les hizo darse cuenta de que aún estaban en peligro y expuestos en aquel pasillo. 

- Siento mucho la pérdida, señorita Rhydderch... Pero ahora no podemos permanecer aquí expuestos sin hacer nada... Sigamos... -  interrumpió Dodge el estado de shock de la joven Rhydderch, apremiándola a continuar. Andando agazapado y para evitar algún posible hechizo, conjuró un protego para estar medianamente a salvo, y le instó a hacer lo mismo. Protéjase... Ahí delante siguen combatiendo...

Al escuchar el nombre de Richard Montgomery en respuesta a las advertencias formuladas previamente, la voz que había hablado anteriormente volvió a intervenir, aunque esta segunda vez el tono ya fue más comedido y menos severo, dentro de la gravedad de la situación.

- ¿El viejo Richard? ¿El mismo al que la semana pasada trataba como a un igual, pero que ahora ya tiene su propio escuadrón? - Richard pudo ver como un hombre trajeado descendía a pasos lentos para mostrarse a la vista, el cual terminó bajando la varita al comprobar que en verdad era el jefe de aurores Montgomery, al menos en apariencia.  Aquí Gunnar Grimmson, Charlie Constanza y el jefe Franklin Dodge, ¿Hay alguien más contigo, socio? ¿Quién es el tipo al que haces levitar?

Richard no tardó en distinguir en las escaleras a uno de los aurores más veteranos de la sede, con quién ya había tenido trato con anterioridad y gozaba de una buena amistad fundamentada en el mutuo respeto, y a quién no tardó en reconocer verdaderamente como al "sabueso" Gunnar Grimmson, por ser incansable e intransigente en cazar a los delicuentes.Tras él le siguieron Charlie Constanza, otro auror con el que Richard no simpatizaba en demasía por ser un altivo y prepotente, que se las daba de inteligente cuando era un zopenco, y que acababa llevándose el crédito de las misiones cuando en realidad era un aprovechado y un cobarde, y finalmente el jefe de aurores Franklin Dodge, siempre severo y de pocas palabras, del que sabía tenía una doble identidad en el mundo Nomaj como él, siendo inspector de policía, aunque en esta ocasión se le veía un tanto nervioso o preocupado, supuestamente por la grave situación que les atañía.

- Jefe Dodge, Constanza - intervino en primer lugar Gunnar, dirigiéndose a su superior y a su compañero, antes de que bajaran las escaleras. Veo a Richard Montgomery haciendo levitar un cuerpo, no sabría decirle si está muerto o inconsciente, al lado de la puerta que usted mencionó debería estar el testigo a proteger. Y más al fondo una densa nube de humo, presumo que el encantamiento Fumos, y siluetas de lo que parecen varios sujetos librando combate... ¿Deberíamos prestarles apoyo?

Dodge intervino tajante, incluso molesto por la situación, exigiendo explicaciones a Montgomery en cuanto lo vio allí parado con un cuerpo suspendido en el aire.

- ¿Pero qué...? Maldita sea, espero que haya una explicación para todo esto Montgomery... - negó con la cabeza no dando crédito, aunque rápidamente empezó a dar instrucciones a sus dos hombres. Constanza, Grimmson, ya sabéis que el Comisario Mortimer Minus ha dado máxima prioridad a la protección del testigo... Constanza, no permitas que nadie cruce esa nube de humo... Grimmson, entra con Montgomery a la sala de interrogatorios y sacad a McCarthy para escoltarlo hasta el punto de evacuación. ¿Hay alguien más ahí dentro? 

Un grito estremecedor resonó entonces desde el fondo del pasillo tras un destello verde, al que le siguió un fuerte impacto de un cuerpo inerte contra una de las paredes. Nadie dudó de que alguien acababa de perder la vida, y Constanza, como no podía ser de otra forma, empezó a dar pasos hacia atrás en dirección por donde habían venido, completamente sobrepasado por las circunstancias. 

- Grimmson, mejor ayuda a Constanza... ¿Montgomery, abrirá esa puerta hoy? - La pregunta final era más bien una forma de decirle al jefe de aurores que abriese la puerta de inmediato, o la volaría el mismo con una Bombarda.

- S-eñor, ¿N-o cree que sería mejor que alguien se quede v-igilando el camino por donde hemos venido? - tartamudeo Charlie inconscientemente, proponiendo una alternativa a sabiendas de que de ese modo se alejaría del más que probable peligro. Sin esperar respuesta, retrocedió dos pasos hasta llegar nuevamente a las escaleras de emergencia, colgándole el marrón a Grimmson de defender la posición que les había indicado su superior en solitario. Aquella actitud era del todo despreciable y le convertía en un cobarde, pero con todo se atrevió a susurrar tras mirar escaleras arriba. Todo despejado.

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Joshua trató de hacerle ver su postura al joven e impetuoso Rhiley, que no todo era dar palizas. De hecho, eso era fácil, cualquier bruto podía hacerlo. Estaba claro que había medios más sutiles y efectivos... a la vez que limpios. Y si había que ser sanguinario, bueno, pues también podía serlo, pero no hasta haber agotado todas las opciones. Y por supuesto que no trataba de menospreciar sus habilidades como duelista... para nada... tan solo, bueno... que importaba ya. Rhiley había salido, dejando un reguero de desprecio hacia mi persona... algo que tampoco me era del todo novedoso.