Partida Rol por web

10 de enero de 2001, miércoles
20.13 horas

Peña se llenó los pulmones de aire frío mientras esperaba. La gente caminaba sin mirarse unos a otros, los coches se perseguían mutuamente, soltando humo gris tras de sí, en eterna competición.

Volvió a leer la nota: Miércoles. 20.15h. Nuestra esquina. M.R.

Allí estaba, año y pico después, en la misma esquina del mismo barrio de la misma jodida ciudad, esperando al mismo tipo siniestro. Los buenos habían ganado a los malos, final feliz y todo eso. Perfecto. Con los malos podía vivir en Usera, dentro de la capital, caza sin fin. Ahora, con los buenos, había sido exiliado a Leganés, donde si sales una veintena de noches seguidas, te conoce todo el mundo. Al final no deja de ser un pueblo grande, solía decir Miranda.

Miranda...

Ey chico, me alegra verte de nuevo. La misma voz de entonces, el mismo sobresalto. Puntual, como de costumbre.

Peña torció el gesto. No estaba de humor.

Máximo se encaminó al mismo callejón de la otra vez. Allí reveló su verdadero y asqueroso rostro.

El musculitos se ha puesto nervioso porque uno de los tuyos la está cagando en Vallecas, delante suya... ¿me sigues? Si el musculitos se pone nervioso, el principito se pone nervioso también.

¿Los míos?, rió irónicamente. Yo estoy por mi cuenta. Vosotros os encargásteis de eso.

Máximo levantó una mano en señal de paz. Es cierto, es cierto, generalizar es de idiotas. Se llevó una mano a su abrigo raído y sacó un sobre. Aquí tengo lo que estás buscando, lo que hace más de un año estás buscando. Simplemente ayuda al principito, y será tuyo.

No podía ser, era un farol. Dispara, escupió Peña escéptico.

En lo que va de mes, Sebas Pozo ha matado a tres mortales en los garitos de Vallecas. Estamos a día 10, ¿me sigues? El principito ha mandado a unos pringados para que le hagan el trabajo sucio.

Sebas Pozo. Gangrel hijo de puta. La última vez que lo vio estaba enseñándole a un tipo sus propias tripas.

¿Y Baker?, preguntó Peña cada vez más descreído.

El musculitos no va a mover un dedo hasta que los pringados lo tengan acorralado. Ahí es donde entras tú. Ayúdalos y ésto será tuyo.

Máximo balanceó el sobre y le tendió la mano para sellar el acuerdo.

¿Qué hay dentro?, preguntó, aunque sabía (o se temía) la respuesta.

El nombre del asesino de tu chica.

10 de enero de 2001, miércoles
20.13 horas

Hacía un rato que Shayid había salido del sopor diurno. Últimamente le gustaba mirar por la única ventana de su piso que no estaba tapiada. La calle, el invierno, los mortales, las luces... todo ello configuraban una sinfonía caótica que nublaban sus sentidos y hacían volar su imaginación.

Unos golpecitos en la puerta la sacaron de su ensimismamiento. Sobresaltada y un poco contrariada, caminó hasta la entrada. Justo cuando iba a abrir, un sobre se deslizó por el suelo y se estrelló débilmente contra sus pies descalzos.

10 de enero de 2001, miércoles
20.13 horas

Anduvo ausente el largo camino entre la Capilla de los Austrias y Príncipe Pío, donde siempre aparcaba su Renault Megane. El frío paseo invernal era una de las pocas ocasiones en las que se sentía libre.

La perspectiva de salir de la ciudad y adentrarse en la sierra no lo entusiamaba demasiado, pero las órdenes de acudir a San Lorenzo del Escorial eran inviolables.

Demasiadas paparruchas de Lupinos..., pensó intentando sacudirse sus miedos.

El interior del coche estaba frío y desangelado. El volante estaba helado, y qué decir de la tapicería. Al menos no se empañaría el cristal... Accionó el contacto, esperó unos segundos a que se apagasen las luces del encendido, y cuando se disponía a arrancarlo, vio algo extraño a su derecha.

No recordaba tener ningún papel suelto dentro del coche. Lo odiaba. Pero allí estaba, una carta en el asiento del copiloto, blanca y lisa.

10 de enero de 2001, miércoles
20.13 horas

L'Âme Immortelle a todo trapo. El Diablo II en el monitor. Nada en la agenda. La eternidad por delante.

Se suponía que sus padres volverían de Milán esa misma noche, pero una fuerte nevada al norte de Italia los retrasaría hasta el viernes. Lamentablemente, ésa era la mejor noticia en semanas. Justo un año antes había sido abrazado, ¿y así lo estaba celebrando? ¿En serio?

Sonó la alerta de mensaje en su móvil. Juego en pausa. Era Cleo. Siempre era Cleo. En realidad se llamaba María del Mar, pero aquel nombre tan mundano no casaba muy bien dentro del mundo gótico post-moderno post-adolescente.

Cleo pesaría la mitad que él (que ya era bastante), era igual de fea pero con el doble de sentido común y nada de vergüenza. Diego recordó cuando ambos eran mortales, y en una borrachera intentaron follar. Ahí descubrieron uno de los efectos del alcohol excesivo en la vida de pareja. Lejos de avergonzarse, la ridícula experiencia los unió. La quería como a una hermana, pero en el fondo envidiaba su seguridad en sí misma. Desde hacía un año, era la única persona con quien hablaba. Ella creía que había abandonado el privado. Todo el mundo excepto sus padres lo creían. Pensándolo fríamente, había sido un año de mentira tras mentira.

Cuando el recuerdo le abandonó, abrió el mensaje de texto:

Mñn party 1vrsitaria nl Doom. Disfrazado d vmpiro, 1a copa grts. M rcogs dnd y qando siempr?

La sangre le hirvió al escuchar la última frase de Máximo, y la bestia luchó por romper los barrotes de la jaula de autocontrol, para salir, destrozar al harapiento Nosferatu y coger el sobre. Con un soberano esfuerzo, consiguió reprimir los aullidos de su interior, y la furia se fue disipando acompañada por el familiar sabor ferroso en la boca resultado de apretar los colmillos más de la cuenta. Su interlocutor debió darse cuenta del conflicto, pues dio un ligero respingo hacia atrás y retrajo un poco la huesuda mano.

Dani adelantó la mano y apretó la garra de Máximo, sellando el acuerdo. A fin de cuentas, el menudo Nosferatu era el vástago más coherente con el que había tratado, y no era un mal tipo. Aunque claro, si los intereses de su familia se interponían a los suyos... ¿Qué intereses? Desde que ella se f... no, desde que me la arrebataron. La pregunta que se formuló en su pensamiento, quedó respondida al instante.

- Lo haré. Dime quiénes son los pringados de los que hablas.

Máximo le sostuvo el contundente apretón y esbozó una mueca insondable, aunque sus ojos revelaban satisfacción y ¿un poco de compasión?

Se volvió a guardar rápidamente el sobre.

Todo lo que debes saber está en tu móvil, dijo lacónico el Nosferatu.

Peña, instintivamente miró hacia los bolsillos de sus vaqueros.

Yo no tengo móvil, balbuceó.

Cuando levantó la mirada, Máximo había desaparecido. Se metió la manos en los bolsillos de la chaqueta de cuero y notó un bulto, exactamente un Ericsson T10 rosa.

Putos Nosferatu...

¿Era necesaria tanta aparición y desaparición teatral cada vez que se encontraban? Le hacía sentirse indefenso en un mundo de depredadores en el cual era no era precisamente ninguno de los peces más grandes. Aunque no siempre el más grande se come al más pequeño. Y encima esta vez se había permitido el lujo de hacerle un juego de manos e introducir un teléfono en su chaqueta mientras hablaban. ¿O mientras andaba hacia aquí?. Tendría que cambiar de refugio... otra vez. Todo esto le crispaba profundamente. No solo el comportamiento de Máximo de esta noche, sino todo en general. Desde la muerte de Miranda no había levantado cabeza. No estaba seguro de que uno de la Estirpe pudiese deprimirse, pero si no, hubiese jurado que era lo más cerca que podía estar. Quizá dar caza al bastardo de Pozo lo tuviese entretenido unos días, o quizá acabase siendo él el siguiente en la lista de bajas del Gangrel. Ambas opciones se le antojaban buenas.

Mientras caminaba hacia su coche, fue leyendo la información que el Nosferatu le había dejado en su flamante nuevo teléfono.

Neón se sorprendió al ver alli aquella carta. Siempre había odiado las sorpresas. Pero lo peor fue el sentimiento de fracaso. Al parecer alguien había conseguido eludir la seguridad de su vehículo sin dificultad. Que aunque era mínima e inofensiva siempre le había sido muy útil para evitar sorpresas de este tipo.

Esta ciudad es peor de lo que pensé. Cualquier noche de estas algún bastardo acabara conmigo, y lo peor de todo será que ni me daré cuenta… Pensó Neón mientras escudriñaba los alrededores desde su asiento en el coche.

Por mucho que odiase las sorpresas y por grande que fuera su decepción por el fallo de seguridad, la curiosidad que le hacía sentir ese sobre blanco era mucho mayor. Al no encontrar nada sospechoso en el exterior del vehículo, Neón decidió coger el sobre y abrirlo para ver que contenía.

Veamos qué quiere este hijo de puta. Sea quien sea.
 

Miró el sobre que se se había deslizado por la puerta, pero no se paró, se aproximó a la mirilla de la puerta con la intención de ver quién lo había llevado hasta allí, aunque algo en su interior le decía que no vería nada tampoco es que perdiera nada por intentarlo...

Disfraz de vampiro, tócate los cojones.

Diego pulsa el botón de responder, pero enseguida vuelve a cerrar el mensaje y deja el móvil sobre el escritorio.

Buuuff, qué pocas ganas. Estoy hasta la polla de todo.

Vuelve a coger el móvil y entra en mensajes. Nuevo mensaje:

Ok.

Bah, total. Lo mismo me da pudrirme aquí que allí. Y el disfraz lo tengo a punto…

Vuelve a dejar el móvil junto al ratón y se queda mirando la pantalla de su ordenador. Permanece así un rato, luego se agacha para mantener el botón de apagado pulsado hasta que el zumbido del ventilador se corta bruscamente. Después se tumba en su cama y cierra los ojos, dejando que la música le inunde hasta que llegue la mañana y se suma en el letargo.

Neón cogió ansioso pero taimado el sobre, mirando fuera, a la calle. No había nadie. Lo abrió ávidamente y encontró un gran trozo de pergamino, con escritura en tinta y el sello de cera bermeja del Príncipe como firma. De él, se deslizó una pequeña nota, parecida a una tarjeta de presentación.

La espectacularidad del papiro hizo que lo leyera primero.

Vástago Neón del clan Tremere:

Ha sido reclutado para una misión considerada de Alto Secreto.

El protocolo será el siguiente: debe seguir, estudiar y recopilar información acerca de un vástago anarquista llamado Sebastián "Sebas" Pozo. Sabemos que su zona de alimentación habitual es el distrito de Puente de Vallecas, perteneciente al clan Brujah. Una vez hecho ésto, me informará personalmente de la situación.

Contará con ayuda pero, por cuestiones de Alto Secreto, no podrán desvelarse en esta carta. Desde ahora hasta que haya cumplido la misión, no deberá presentarse en ningún Elíseo de la ciudad. No deberá volver a ninguna Capilla. No deberá establecer contacto con el clan Nosferatu. No deberá revelar la misión a nadie. La discrección se da por supuesta.

Deberán guardarse todas las Tradiciones salvo la Sexta, y solamente con vástagos ajenos a la Camarilla. El presente documento servirá de salvoconducto.

Como contraprestación, el príncipe Carlos Sancho le otorgará un inmueble privado en Gaztambide, una zona de alimentación exclusiva y su eterna gratitud.

La palabra en clave para la misión es "Orquídea".

Buena caza.
Mariscal Johnathan Baker del clan Brujah,
en nombre del Príncipe Carlos Sancho del clan Ventrue.

Sorprendido y quizá un poco aterrado, leyó la pequeña nota.

Aprendiz Neón, queda liberado de su obligación en San Lorenzo del Escorial.

Apenas hubo leído ésta última cuando desapareció consumida en una pequeña bola de fuego que le calcinó la mano. Sintió dolor, pero comprobó que no hubo daño físico. Guardó delicadamente el papiro en el sobre... pero había algo extraño... un picor, una pequeña molestia en la mano quemada: el símbolo Tremere surgió de entre las quemaduras de la palma de la mano derecha. Al principio brillaba con una tenue luz anaranjada, al final el símbolo permaneció como una sutil cicatriz.

Shayid miró por la mirilla. El pasillo estaba a oscuras.

Típico.

Dentro de un sobre bastante normal, había una carta escrita a mano, tinta sobre pergamino. Al final y como firma, un sello granate con el escudo Ventrue.

Vástago Shayid del clan Toreador:

Ha sido reclutada para una misión considerada de Alto Secreto.

El protocolo será el siguiente: debe seguir, estudiar y recopilar información acerca de un vástago anarquista llamado Sebastián "Sebas" Pozo. Sabemos que su zona de alimentación habitual es el distrito de Puente de Vallecas, perteneciente al clan Brujah. Una vez hecho ésto, me informará personalmente de la situación.

Contará con ayuda pero, por cuestiones de Alto Secreto, no podrán desvelarse en esta carta. Desde ahora hasta que haya cumplido la misión, no deberá presentarse en ningún Elíseo de la ciudad. No deberá establecer contacto con el clan Nosferatu. No deberá revelar la misión a nadie. La discrección se da por supuesta.

Deberán guardarse todas las Tradiciones salvo la Sexta, y solamente con vástagos ajenos a la Camarilla. El presente documento servirá de salvoconducto.

Como contraprestación, el príncipe Carlos Sancho le otorgará los bienes del enemigo como botín, una zona de alimentación exclusiva y su eterna gratitud.

La palabra en clave para la misión es "Orquídea".

Buena caza.
Mariscal Johnathan Baker del clan Brujah,
en nombre del Príncipe Carlos Sancho del clan Ventrue.

El móvil había recibido un mensaje de un número desconocido.

Shayid. Mujer. Toreador. Calle de Jorge Juan, 27.
Neón. Hombre. Tremere. Capilla (no aconsejable).

Peña sonrió tristemente para sus adentros. ¿Ésto es todo?

Bloqueó el móvil y se lo guardó en un bolsillo de los vaqueros. Anduvo con paso lento hacia su coche. Frío en los pulmones. La cabeza completamente en blanco. Fue un alivio.

El interior de su Peugeot 306 aún conservaba un poco de calor del viaje de ida. Arrancó el motor y conectó las luces. Había un papel pillado en el limpiacristales. No había cosa que odiara más que conducir con ese molesto aleteo. Se bajó y lo retiró. Justo antes de hacerlo una bola y tirarlo al suelo, vio algo en él que le resultó llamativo.

Era publicidad de un bar, y habían utilizado una boca abierta con dos colmillos sangrantes.

DOOM METAL BAR

Fiesta de vampiros universitarios.

El 11 de enero, ven disfrazado de vampiro y te regalamos una cerveza. Con el carnet universitario, un chupito gratis.

C/ del Río Uruguay, 5
Vallecas

Acariciando distraídamente la reciente cicatriz de su mano, el sorprendido neonato permaneció en el coche aun sin arrancar un rato más asimilando lo que acababa de ocurrir.

Se alegraba de no tener que ir a San Lorenzo del Escorial, las historias de lupinos le asustaban más de lo que nunca reconocería, pero el hecho de que esta nueva misión estuviera directamente supervisada por el Mariscal de la ciudad y por el mismísimo Príncipe tampoco era muy tranquilizador.
Si fracaso el castigo será seguramente el más severo, pero si consigo lo que quieren, la recompensa promete ser realmente buena… Neón se tranquilizó a si mismo con este último pensamiento.

Dejando aparte sus cavilaciones, el joven Tremere sacó de la guantera un callejero de la ciudad que compró poco tiempo después de instalarse. Toledo era una ciudad tan pequeña que no le había costado más de unos pocos meses aprenderse de memoria su entramado medieval de callejuelas y sus nuevos barrios, pero Madrid era realmente grande y aún llevaba poco tiempo allí. Neón sabía lo imprescindible. La localización del Eliseo principal y los “secundarios”, así como las zonas de alimentación del resto de clanes (aunque esto último no le era realmente muy útil, ya que él, como el resto de tremeres, se alimentaban dentro de la Capilla). También conocía relativamente bien las zonas adjudicadas a La Casa y Clan, puesto que había sido el encargado de inspeccionar y explorar dicho territorio, por lo que sabía que tanto la calle Gastamide, como el barrio del mismo nombre, estaban en el distrito de Chamberí, dentro del territorio Tremere. Pero todo lo demás era desconocido para él.
Lo primero que buscó en el callejero fue la localización exacta del barrio Puente de Vallecas y el camino más corto para llegar hasta allí en su coche. Una vez localizado y memorizada la ruta encendió el motor de su Renault y tras adoptar una apariencia mas humana, se dirigió hasta el lugar.

Transcurrido un cuarto de hora  llegó a su destino. Antes de comenzar la búsqueda de manera activa aparcó el coche cerca de una floristería en el barrio de San Diego y compró una orquídea. Supuso que así le sería más sencillo encontrar la “ayuda” que se mencionaba en las instrucciones de la misión. La verdad es que la idea de tener que cooperar con otros vampiros no le agradaba demasiado, pero eran órdenes directas de los máximos responsables de la ciudad y no le quedaba más opción que aceptarlas.
Salió de la floristería con una preciosa flor de color blanco con un largo tallo. Activó el reconocimiento de auras y paseó por las calles del barrio prestando especial atención a todos aquellos que presentaban los típicos tonos apagados de las auras de los cainitas.

Esto va a ser muy laborioso. Una descripción del objetivo hubiera sido muy útil. Pensó después de un rato paseando.

Shayid leyó la carta un par de veces, para asegurarse de no pasar por alto ningún detalle. No era nada aconsejable fallarle al príncipe, y para poder cumplir correctamente con su misión primero debía tenerla clara. ¿Quién será ese tal Sebastián?Algo gordo habrá hecho para que el príncipe permita su muerte...¿Y porqué me habrá elegido a mi para investigar? Muchas eran las preguntas que se agolpaban en su mente mientras realizaba su rutinario ritual de aseo personal. La cainita nunca descuidaba su aspecto físico, cualquiera que hubiese coincidido con ella en alguna ocasión podría decir que vestía y se peinaba de forma impoluta. Antes de salir de su apartamento se observó detenidamente frente al espejo, una inspección de rigor, pelo ropa, calzado... una vez asegurada de que todo era correcto se dispuso a salir de su refugio.

Afuera hacía frío de verdad. La gente se arrebujaba dentro de sus abrigos y caminaba encorvada hacia delante. Se levantó una ligera brisa que acentuó la tortura invernal.

Tardó unos segundos en recordar dónde había aparcado su coche recién comprado. Era un Mini Cooper color cobalto. Aún no había salido a la venta en España, y esos eran los toques de exclusividad que a Shayid la hacían sentirse viva. Si me confundo con el resto, moriré igual que ellos.

Se metió en el coche y cogió el móvil. Era la hora de Tadeo.

Lucas Guzmán, alias Tadeo. Ex-militar. Ex-policía. Ex-guardia jurado. Contrabandista de armas y poseedor de una valiosísima emisora de la Policía. Él creía que ella era una periodista o algo así. Solo le valió una noche de sexo con él para tenerlo atrapado. Por la boca muere el pez, y por la polla, el hombre.

Hola, cariño, dijo Tadeo al otro lado del teléfono.
Hola, Tadeo. Quiero información sobre algo raro que haya sucedido en Vallecas.
Hubo un pequeño silencio.
Joder, nena, siempre metiéndote en fregados... Tadeo se aclaró la voz. La policía ha encontrado a tres chavalas jóvenes muertas en tres garitos distintos de Vallecas. Tres noches distintas. No hagas ninguna gilipollez, nena, a ver si vas a ser la cuarta.
Gracias, Teddy, te debo una. Colgó.

No soy tan joven como ellas, pensó Shayid. No había rastro de mentira en sus palabras, pero sí preocupación. Estaba colado por ella, no había duda.

Condujo un rato por la zona de Vallecas, tanteando el terreno, localizando focos de reunión de gente, bares... en fin, haciendo un pequeño reconocimiento de la zona antes de encontrar un parking en el que dejar su nuevo coche. No le gustaba ese sitio y no pretendía arriesgar la integridad de su exclusivo vehículo en un barrio como ese, sin lugar a dudas lo mejor sería aparcar en un parking algo alejado y caminar. Se hechó un pequeño vistazo a si misma en el espejo interior del coche para asegurarse de que su aspecto era el que le gustaba, justo en ese instante se la vino a la cabeza Tadeo...pobre Teddy, tendré que pasar un rato con él uno de estos días, el pobre hecha en falta mi presencia, y no me extraña, los mortales son capaces de hacer cosas muy hermosas, pero su belleza no es comparable a la nuestra... se sonrió a si misma a través del espejo ante esta última reflexión. Abrió el pequeño maletero del coche, ocultó su pistola en la ropa y se enfundó el abrigo tapándose cuanto pudo, al parecer hacía bastante frío y no quería llamar la atención. Salió del parking y comenzó a caminar en dirección a la zona de los bares y de reunión de gente.

Por propia experiencia, Peña sabía que había dos tipos de información que los Nosferatu te daban. La primera era la obvia y explícita, como las direcciones de los implicados en este asunto. La segunda era la implícita, y había que leerla entre líneas. El panfleto de publicidad pertenecía sin duda a este último grupo.

Localizar al Gangrel no era tarea fácil, y menos desde que Dani decidió romper los lazos con la comunidad anarquista de la ciudad. Abiertamente era un Independiente, pero claro, eso suponía que agentes de ambos lados recelasen de su afiliación al otro bando. Y más últimamente, ya que los dos bandos se habían distanciado, debido en gran parte a que ya no había un enemigo común, y entonces las diferencias de base volvían a tener protagonismo. La fiesta universitaria era el lugar perfecto para que Pozo hiciese una aparición espectacular. Y aunque Vallecas en teoría, era territorio Camarilla, los Anarquistas lo frecuentaban. Decidió entonces que al día siguiente aparecería por el local, si el Gangrel no aparecía, siempre podría encontrar a algún otro que supiese algo.

Ahora estaba la cuestión de los camarilleros. La Capilla Tremere, ni hablar, no hacía ni falta que Máximo se lo hubiese aconsejado, asique su mejor baza era la Toreador. Ni idea de quién era, seguramente una recién llegada que quisiera hacerse un hueco en la ciudad con acciones, lo cual ya decía algo de alguien del clan de los soplapollas, que quisiese destacar no solo diciendo payasadas en el Elíseo. Muy bien por ella, un punto a su favor.

Dani escribió una nota con la siguiente información:

"Seguro necesitas ayuda con ese perro rabioso. En tal caso nos vemos mañana. 23:00 en la puerta del Doom Metal Bar, c/Urugay, núm. 5, Vallecas. Llévate a tu amigo, Tamariz."

Arrancó, dirección al domicilio de la Toreador que Máximo le había proporcionado. Dejaría la nota en el buzón y haría unas indagaciones. Quizá Mc Arthur supiese algo.

Era un miércoles de enero, pero aún así Madrid se las apañaba para sacar a un montón de jóvenes a las calles.

Casi fue instantáneo. Estaban en la avenida de la Albufera, una de las arterias principales de Vallecas.

Shayid vio cómo doblaba la abarrotada esquina un chico joven con una flor. Una orquídea. Las casualidades no existen, pensó. Intentó hacer memoria, pero no le sonaba nada su cara.

Neón vio a la siempre despampanante Shayid en cuanto dobló la esquina. Su aura pálida y su tremendo físico ayudaban a crear un recuerdo indeleble.

11 de enero de 2001, jueves
19.36 horas

Se despertó un minuto antes de que sonara el despertador. Cada vez estaba afinando más...

Miró con desapasionado interés por la ventana y sintió el frío en los huesos. Encendió el ordenador casi sin prestar atención, como un autómata. De manera increíble y contra todo pronóstico (su pronóstico, claro), la no-vida se le estaba haciendo un poco bastante aburrida. La idea de matar a sus padres le rondaba la cabeza, pero en seguida se sentía culpable. Quizá fuera más sencillo fingiendo su muerte... o simplemente desapareciendo.

Sus padres eran bastante ricos y asquerosamente soberbios como para dejar estar la desaparición de su único hijo, aunque en vida no le prestaran la mayor atención. Dulce hipocresía.

Cleo también estaba bastante presente en sus pensamientos. El año que viene iría a la universidad. Crecería y cambiaría, pero él no. Su amistad tenía fecha de caducidad si quería mantener la discrección... solo si quería mantener la discrección... Contarle la verdad, dejarla, convertirla. Las tres cosas eran bastante peligrosas. La primera porque quizá la perdiera. La segunda porque la perdería seguro. Y la tercera porque no sabía el cómo... y la implicaciones morales de bla, bla, bla.

Volvió en sí, al prensente, al mundo real, y vio que había pasado una hora divagando.

La mente se adapta al cuerpo, y el cuerpo se adapta al ritmo de vida, pensó con melancolía.

Se duchó con agua ardiendo y se puso sus mejores galas gótico-adolescentes. Fue la primera vez que se le antojaron ridículas. Cuando de verdad eres un animal de la noche, esta ropa parece de Halloween.

Apenas una hora después estaba saliendo de la boca de metro de Nueva Numancia. Cleo vivía en Pacífico, y aunque estaban a veinte minutos de paseo del Doom, habían adaptado esa costumbre. Les gustaba caminar juntos.

Al poco de esperar, llegó. Se había cortado el pelo y estaba adelgazando, ahora simplemente estaba obesa. Sintió una repentina y sorprendente envidia que le hizo recordar lo que había pensado antes de salir.

Hola Juan, saludó, sacándole de sus turbios pensamientos.