Partida Rol por web

Aquello de darse cuenta de que la isla se estaba hundiendo era un palo. Aquel era nuestro hogar y ninguno de nosotros quería que desapareciera, aunque en aquel momento lo más importante era que la gente estuviera a salvo. Ya tendríamos tiempo de lamentaciones después. 

- Yo estoy bien. - Dije al hombre. - Quizás luego lo necesite. 

Ahora mismo tenía una pequeña herida en la pierna, ya que el que más había sufrido era mi pantalón, que se había llevado la herida más grande. 

Sin decir nada más, observé como Orégano se acercaba a los bichos verdes corriendo con sus pequeñas patitas, aunque seguro que daba miedo ver su expresión si venía corriendo hacia ti. 

Así, decidí acercarme lo suficiente para poder disparar el arco para matar a las criaturas que estaban asolando nuestra isla. 

Casi no puedo creerlo, YO ESTOY BIEN PERO CHICOSS.... ¿A qué estamos esperando? - y abanicando el aire con su báculo para terminar señalando a los saguajines que tenían asediados a los marineros lanzó el grito de guerra a la hora del postre de la tía Anafrey a la que Orégano acababa de mencionar - AL TURROOOON

Y se lanzó hacia los saguajines balanceando el báculo con tal de llamar su atención para que entendieran esos hombres pez que los marineros contaban ahora con la superioridad numérica

Oregano, sin pensarlo mucho, se lanzó al ataque contra la criatura más cercana. El clérigo le miró sorprendido pues no solía ver a medianos que fueran tan valientes o tan locos.

-Esper...-empezó a decir pero ni siquiera terminó la frase. Hizo un movimiento en el aire con el simbolo mágico bendiciendo al mediano y al resto de su grupo que se unían a la lucha para poder ayudar a los marineros y así huir de la isla antes de que se hundiera por completo.

El guerrero mediano ya estaba al lado del enemigo, tratando de ensartarle con su rapier como si se tratara de una brocheta de las que le gustaban tanto a Albahaca. El ataque fue certero, atravesando al enemigo en el hombro y causándole una fea herida de la que salió... ¿agua?

Orégano frunció el ceño mientras se preparaba para atacar de nuevo. 

Dudel se lanzo contra los Sahuagines con ánimos renovados después de la pelea contra los tiburones, estaba seguro que su primer encuentro había sido simplemente mala suerte, el era un buen guerrero, Delyn le había entrenado en numerosas ocasiones, aunque para que engañarnos, mas de una vez se despistaba con cualquier cosa que pasaba, ya fuese una mosca, un conejo o una linda mediana.

Dio una estocada contra su enemigo, pero de algún modo, su cola se interpuso entre el y la criatura, haciendo que perdiese el equilibrio momentáneamente y fallase su estocada por bastante.

-Orégano, creo que mis peces se mueven mas rápidos que los tuyos, los míos son muy escurridizos y no hay manera de golpearles.

Se quejo ante su primo

Orégano no perdía los ojos de su enemigo, pero replicó: 

- El tío Edward siempre decía: "Algunos peces no se dejan pescar. No es que sean más rápidos, o más fuertes que los otros peces. Es solo que han sido como tocados por la gracia". Nunca supe bien qué significaba... 

¡¡ Marchaos !! - Espetó Albahaca, siguió a su primo con la mirada y cuando vio que la fina y delgada hoja que le gustaba usar provocaba una herida en el hombre pez Albahaca entrecerró los ojos mirando al pez - Creo que tu hora ha llegado, es hora de que vayas al otro lado - Y concentrándose en él agitó con suavidad el báculo para que el tintineo de la campana anunciara al pez su inminente final.

La cosa no pintaba bien, pero si algo no teníamos era miedo a defender nuestro hogar, así que prácticamente nuestros compañeros dejaron al clérigo con la palabra en la boca antes de correr hacia el combate. Por suerte, el hombre tenía bastante manos lanzando sus plegarias y pudimos sentir cómo aquella magia nos envolvía. 

- ¡Falta nos va a hacer cualquier ayuda! 

Eché un vistazo a nuestros enemigos, mientras a su vez iba poniendo la flecha en el arco. Había unos cangrejos muy grandes, vale, pero si los sahuagines eran los causantes igual fuera más rápido atacar a la raíz del problema ¿no? No tenía ni idea, pero por probar sólo perdía una flecha, siempre y cuando diera en mi objetivo. 

Mientras luchaban lograron que uno de los sahuagines que se enfrentaba a ellos muriese, pero el otro seguía peleando contra los marineros. Los cangrejos gigantes en cambio rodearon y atacaron a Dudel y a Orégano con sus enormes pinzas mientras trataban de agarrarlos para destrozarlos. Lyeneru logro clavar una flecha en el hombro del sahuagin lo que evitó que atravesara con su lanza a uno de los marineros. 

Y lo peor de todo es que pronto vendrían más...

Conseguí dar con una flecha a uuna de aquellas criaturas, pero claro, el problema llegó cuando nuestros dos compañeros quedaron atrapados entre las pinzas de aquellas monstruosas criaturas. A saber qué más nos iban a ir sacando de debajo de las aguas... 

No sabía si con una flecha iba a conseguir que los soltaran, pero apunté al que sujetaba a Dudel primero, ya que estaba más segura de que Orégano conseguiría salir de allí dando coces, patadas y si hiciera falta, mordiscos. 

- ¡Eh bicho asqueroso! ¡Suelta a Dudel! - Le dije como si un cangrejo pudiera entenderme de alguna manera. 

Dudel escucho a Orégano con atencion, algo sorprendido por la retorica del mediano, que normalmente era mucho mas basta.

-Pues maldita la gracia.

Dijo evidentemente enfurruñado.

Seguro que esos bichos estaban haciendo trampa de alguna manera, el era un buen luchador, su madre se habia preocupado de ello.

En ese momento, sin darse cuenta uno de los cangrejos se le echo encima.

-Sabes, nunca me gusto especialmente el marisco.

Bromeó justo antes de intentar esquivarlo, sin exito.

-Mierda...

Grito de dolor.

-Pues a este me lo pienso comer aun asi.

Gruño.

Albahaca estaba con los ojos abiertos, no había visto a los cangrejos como amenazas reales, pensaba que una vez caídos la mayor parte de los saguahines, la mayor parte de los cangrejos se retirarían al mar. Agitó su báculo aunque su atención estaba puesta en el combate de los cangrejos - ¡Vamos marineros! ¡Defended vuestra isla! ¡Luchaaad! 

Albahaca movía el báculo por encima de su cabeza como un estandarte llamando a la muerte sobre sus enemigos

Orégano comenzó a maldecir contra los cangrejos. 

- Malditas conchas rojas del océano. Malditos seais vosotros y vuestros parientes de parrilla. Malditos sean vuestros brazos de araña y vuestro olor a cloaca. Suéltame pedazo de mierda roja. 

Mientras lanzaba estocadas con su rapier, esperando encontrar algún punto débil donde clavar su arma. 

El draconido intento moverse sin exito mientras aquel ser le tenia atrapado en aquella pinza. Si hubiera podido le hubiera lanzado una buena bocanada de fuego a bocajarro, pero sabia que habia gastado todo el que podia lanzar con aquellos tiburones.

-Maldita criatura, ¡¡¡SUELTAME!!!

Grito lanzando una estocada al ojo de aquella bestia. si no pensaba soltarle haría un pinchito con ella.

Entre Lyeneru y Duduel lograron matar al cangrejo que tenía atrapado al muchacho mientras que a su lado Orégano seguía golpeando a la criatura mientras lo zarandeaba por los aires tratando de partirlo en dos. El sahuagin, al ver lo que ocurría comenzó a correr por el muelle en dirección a la elfa para matarla antes de que consiguieran vencer a los cangrejos. Aun herido por la magia de Albahaca el Sahuagin se las apañó para arremeter contra Lyeneru y herirla con su lanza y sus garras salvajemente. Los cangrejos, controlados o guiados por los asaltantes, atacaban también con ferocidad.

A sus espaldas escuchaban los gritos de docenas de criaturas que asaltaban la isla mientras se iba hundiendo. Y cada vez se acercaban mas...*

La criatura cayó entre mi flecha y el ataque de Dudel, a lo cual sonreí, pero no me dio tiempo a mucha más ya que una de aquellas criaturas verduscas decidió que le estaba molestando lo suficiente para venir corriendo hacia mí y herirme. 

- ¡AAauchhh! - Aquello dolía pero estaba claro que no me iba a quedar ahí quieta esperando a que me rematara. 

Me alejé lo justo para volver a colocar otra flecha en el arco y que no pudiera atacarme mientras lo hacía y así la solté, esperando que le diera entre ceja y ceja y me dejara en paz de una vez. 

Aquel no fue mi mejor disparo con el arco, estaba claro, pero me dolía la herida que acababa de hacerme y tuve que apretar los dientes mientras trataba de concentrarme lo mejor que podía. 

Dudel movió todo su cuerpo al sentir como aquella criatura soltaba su presa al morir, aun no se había quitado aquella cosa de encima cuando otro estaba a punto de atacarle.

Tiro su estoque hacia atrás dispuesto a ensartar a aquel cangrejo cuando un quejido de dolor llamo su atención.

El grito de dolor de Lyeneru, uno de aquellos malditos peces se le había echado encima.

Dudel no pensaba dejar que aquel bicho se acercara a su prima.

-Deja a Lye tranquila pez asqueroso.

Grito enojado, algo que era bastante raro de ver en aquel amable Draconido.

Sentía que le faltaban las fuerzas, pero le daba igual, no pensaba dejar que aquella cosa se acercase a su prima de nuevo.

Cargo contra el dispuesto a atravesarlo con su estoque.

Pero los nervios pudieron con el, haciendo que el arma resbalase de su mano

Se llaman saguahines Dudel - Murmuró Albahaca a su primo al no querer que quedara como un paleto delante de los hombres pez, le preocupaba Orégano, pero como siempre él preferiría que ayudara a los demás... así que se centró en el mismo saguahin que Dudel y Lyen, moviendo la campanita, llamando su atención sobre los ojos amarillos de Shuppasopas

Orégano notaba como el cangrejo apretaba las pinzas con que le tenía agarrado, intentando partirle por la mitad. 

- Te estás equivocando bicho, nosotros somos los que comemos marisco, no el marisco el que nos come a nosotros. Si no me sueltas ahora mismo, te convertiré en brocheta de cangrejo. ¡Sueltame te digo! - gritó acompañando su queja de un nuevo ataque con el rapier. 

La cercanía de los sahuagines parecía haberles puesto nerviosos. Albahaca no consiguió que su hechizo afectara a la criatura y Dudel por poco tira su espada al agua lo que llamó la atención del cangrejo gigante que aprovechó para golpearlo y por poco no le cercenó una pierna con sus enormes pinzas. Lyeneru disparó una flecha al sahuagin que no fue suficiente y consiguió herirla. A punto estaba de perder la consciencia cuando notó que sus fuerzas se reestablecían como si hubiera podido tomar un respiro en el combate. 

-¡Corred! Los tenemos encima!-gritó el clérigo que acababa de conjurar una sanación para los que luchaban. Pero los que pudieron mirar en la dirección que señalaba vieron como una multitud de sahuagines corrían hacia ellos por todas partes. La isla había sido tomada y cada vez quedaba menos parte de ella fuera del agua.

Orégano entonces clavó su acero sobre la boca del cangrejo matandolo al instante y quedando liberado de su agarre.