Partida Rol por web

La capitana miró la tirada del mediano y sonrió. No sería difícil sacar más puntuación. Cogió el cubilete, los agitó sin apartar la mirada de la cara del mediano y los lanzó a la mesa. Efectivamente la tirada era superior a la de Orégano.

-Espero que no se te olvide nuestra apuesta, soy una mujer de palabra, pero también espero que lo sean conmigo-le dijo recogiendo sus dados-. De momento me conformo con que consigáis la vara y vuestra venganza, luego ya vendrá todo lo demás.

Tres Pendientes les hizo un gesto a los demás. Le preocupaba que pudieran tener resentimientos por haber ganado la tirada de dados, no obstante había sido una tirada limpia, sin trampas.

-Ahora id a descansar, en un par de días llegaremos a Port Damali y luego regresaremos al arrecife y veremos que ha quedado de vuestra isla...-dijo algo pesimista, pero invitando a los cuatro a que se pusieran cómodos en el barco mientras viajaban.

Dudel miro con curiosidad los dados de ambos.

-Que raro... creía que los dados tenían seis caras, estos tienen muchas, como 20 o así...

Dijo cogiendo uno de ellos dándole un vistazo rápido...

-Siento que estos serían capaces de torcer el destino incluso de los más poderosos héroes, o hasta de los dioses…

Dejo el dado de nuevo sobre la mesa, con una extraña sensación recorriéndole por el cuerpo. Como si toda su existencia girara alrededor de un poliedro como aquel. Aquello podía ser un principio de ludopatía, debía de hacérselo mirar.

-En fin, iremos a por la vara en cuanto tengamos esas pociones. ¿Por cierto? ¿De cuánto tiempo dispondremos? No creo que esas pociones nos dejen respirar bajo el agua de manera ilimitada, lo veo una mala idea de negocio si te dedicas a vender ese tipo de pociones.

Ni aunque aquella pirata le hubiera hecho trampas Orégano se hubiera dado cuenta. Aceptó de buena gana el haber perdido y dijo: 

- Sean 500 pues. Los dados han hablado. 

Después se dio la vuelta y se dirigió hacia la cubierta. Iba a pasar mucho tiempo allí y lo mejor era ir acostumbrándose. 

Dudel me miró y yo negué con la cabeza, porque aquello sólo nos pasaba a nosotros, pero vamos, estaba claro que había que insistir como lo hacía él para que te hicieran caso, porque yo la le había dicho a la capitana que dejara los juegos para otro momento y no me había hecho ni caso. 

Me encogí de hombros mirando al bardo. Yo ya no podía hacer más si no me escuchaban. 

Yo ya estaba de mal humor, así que cuando la mujer "nos invitó" a irnos a descansar, simplemente asentí con la cabeza antes de darme la vuelta y salir de allí. 

- Si no nos llega lo que está pasando... 

Parecía que aún tenían más preguntas, así que esperé al lado de la puerta para escuchar las respuestas antes de salir de allí. 

Al cabo de un día y medio de viaje, donde el grupo pudo ver como se las ingeniaban aquellos marineros para llevar el Cazaolas con soltura, llegaron a Puerto Damali. Puerto Damali era la más grande y occidental de las ciudades estado de la Costa de las fieras y por lo tanto era el principal centro de comercio entre todas las partes occidentales civilizadas incluyendo los Tal'Dorei, Marquét e Issylra. Además era la única ciudad en el continente en tener un puerto aéreo desde donde recibían, de vez en cuando, naves venidas de otros continentes.

Damali es un enérgico dentro de comercio y cultura lleno de vida y colorido. El opulento centro de la ciudad contrastaba con la miseria de los barrios exteriores. Pese a no tener ejército propio muchos mercenarios se ocupan de la seguridad del lugar. El aire era denso y pesado, ahogado por la arena del desierto. Más allá del paseo marítimo y sus brisas, las calles y callejones bastaban para ahogar a un hombre en su propio sudor. El calor brilla en los adoquines y las paredes de las calles, dando una calidad de ensueño a los alrededores. 

Según bajaron del barco notaron un olor que flotaba en el aire: rico, rancio y penetrante. A pescado, flores e incluso excremento de elefante. Algo dulce y terroso pero también algo muerto y podrido. Los edificios frente a ellos variaban drásticamente en las alturas y diseños, un crisol de arquitecturas que reflejaba la multiuculturalidad de la ciudad.

Tres pendientes bajó del barco tras asegurarse que todo estaba en orden y dejar a la enana al mando. Se acercó a los aventureros mientras observaba como los refugiados de Palma Flora bajaban del barco.

-Bueno voy a ir a avisar de lo que ha ocurrido en Palma Flora y después iré a la Casa de las Tres Hermanas a comprar las pociones para que podáis sumergiros en el agua-explicó la mujer-. Imagino que no querreis dormir en el barco, buscad si queréis alguna posada, pero recordad que mañana saldremos de vuelta hacia Palma Flora. No os quedeis mucho por el puerto, es peligroso-les advirtió.

Orégano hizo un gesto con la mano, a modo de saludo militar mientras decía: 

- De acuerdo, jefa - sonrió cómplice, pero se dio cuenta de que, una vez más, era el único que lo hacía. 

Se volvió hacia sus compañeros, y especialmente hacia su hermana. 

- ¿Qué vamos a hacer aqui? Se me ocurren varias cosas para hacer, pero no estás en ninguna de ellas hermana, y no te gustarían, además. 

Llegamos al fin al puerto y pudimos bajarnos del barco, pero aquel lugar olía a demasiadas cosas y te nublaba un poco los sentidos. Además que todos los olores no eran buenos precisamente. 

- Depende de hacia donde mires, huele bien o mal. - Me llamaba la atención aquello. 

Eso sí, yo nunca había estado en un sitio tan grande y me intimidaba un poco, pues como todos sabían no es que me gustara especialmente la gente y más, la gente que no conocía. 

Orégano dijo aquello de que se le ocurrían cosas para hacer, pero yo no iba a preguntar, porque realmente no quería saber lo que pasaba por su cabeza. 

- Como ha dicho la mujer felino deberíamos buscar un alojamiento en el que poder dormir y que mejor no esté en el puerto. Luego cada uno se puede dedicar a lo que desee. 

Dudel levanto el hocico olisqueando el aire como si de un perrete se tratase.

-Que olores más… curiosos.

Dijo intentando disimular la cara de asco cuando uno bastante repugnante a pescado mal conservado le golpeo.

-Creo que lo mejor como dice Lye es que busquemos alojamiento, luego ya tendrás tiempo de hacer las cosas que no le gustarían a la prima.

Dijo mientras se ponía las manos en el hocico, aun algo asqueado por el olor.

-Luego podríamos ir a probar las especialidades de aquí, una buena comida, más si es exótica puede ser una buena manera de comenzar a conocer la ciudad.

El grupo se alejó del puerto siguiendo los consejos de la capitana y se dirigió hacia la Explanada dorada, que era como se conocía al barrio que estaba justo al salir del puerto. En contraste con el enorme puerto, la Explanada Dorada era sin duda el lugar más extravagante de Port Damali. Cada calle estaba llena de artistas e intérpretes a los que la gente elogiaba al pasar, mercados exuberantes con mercancías caras e importaciones de alta gama que provenían de partes de todo el mundo. Allí era donde se situaban la conocida Casa de Subastas, así como el puerto aéreo en forma de aguja vertical. Tenía amplios espacios para las festividades recurrentes. La Explanada era el lugar que le venía a la gente a la cabeza cuando se mencionaba Port Damali.

No tardaron en encontrar una posada que se adecuaba a sus intereses. Y a sus bolsillos. El Sisaroons era un amplio edificio de tres plantas que formaba un cuadrado con un claustro interior. En la planta baja se organizaban las mesas y un gran espacio en medio para bailar al son de la música directamente bajo las estrellas. En los pisos superiores se situaban las habitaciones a las que se llegaba por una estrecha pasarela de madera desde la que se podía observar a la gente bailando abajo. No era demasiado caro, pero parecía atraer sobre todo una clientela de hombres y mujeres jóvenes y con ganas de bailar y gastar su dinero en bebidas y no entre granujas y ladrones lo que les permitiría descansar tranquilamente. Al menos cuando acabase la música.

Al menos pudimos encontrar una posada bastante decente con el dinero que teníamos y bueno, ahora ya simplemente, podríamos hacer lo que cada uno quisiera. Yo desde luego, no me iba a unir a la que fuera la idea que Orégano tuviera en la cabeza. En aquel lugar había demasiada gente para mi gusto. 

- Yo me quedaré aquí. - Les dije. - Si venís luego a cenar y no estoy por aquí abajo, llamadme a la puerta y bajaré. 

Al menos, iba a poder descansar tranquilamente para estar fresca para la misión. Total, a mí con que allí hubiera un camastro un poco decente... sino siempre podía ponerme una manta bajo el trasero, apoyar la espalda en la pared y descansar. 

Claro que en aquel momento miré a Dudel. 

- ¿Tienes pensado hacer algo interesante? - Después miré a Albahaca. - ¿Y tú?

Orégano se cruzó de brazos. El hecho de que Lyeneru no le preguntara ya le estaba excluyendo del grupo. Pero más lejos de ofenderse, respondió como si la siguiente pregunta fuera, obviamente, qué haría él mismo. 

- Pues yo sí. Bailar, beber, jugar y... - se quedó callado un segundo. Tras mirar a un lado y a otro, y mirar fijamente a Albahaca, se agachó hacia Lyeneru, poniendo la mano para que su hermana no le escuchara ni le leyera los labios - Y buscar alguna cortesana, ya sabes...- sonrió complacido.

Después le dio una palmada de Dudel en la espalda, que podría haber desmontado a cualquiera que no tuviera la robusted del dracónico. - ¿Tu te apuntas, no, primo? No te preocupes, intentaré no buscar pelea, y si aparece, porque hay veces que esas cosas no se pueden evitar, te defenderé. No dejaré que nadie te estropee una sola escama. 

Dudel miro a Lyneru dispuesto a responder cuando Orégano el corto.

-Ehhh, si, bueno yo quería ir a probar cosas ricas, como ya comente, y…- se froto las manos algo nervioso- He visto las calles llenas de artistas, así que quería ver algunos espectáculos, a ver si encontraba buenas ideas.

Volvió a mirar a su primo Oregano, y a sus primas, estaba bastante nervioso, hasta ahora solo había salido de viaje con su madre y no muy lejos de palma flora, para ganarse algunas monedas con el espectáculo y solo una vez salió solo para ir a un concurso de bardos, ¿o quizás eso último fue solo un sueño? ¿Quién sabe?

-No me interesan las cortesanas la verdad, no creo que haya que pagar para hacer el amor.

Dijo lo más amable que pudo.

-Pero no se si lo mejor es que nos separemos.

En realidad, lo que más le preocupaba era que Orégano se metiese en alguna trifulca y acabase herido o peor. Podría acompañarle para vigilarlo, pero tampoco quería separarse de sus primas, el pobre Dragon estaba algo indeciso en aquel momento y miro a sus primas a ver si se les ocurría alguna buena idea para que todos pasaran un buen día antes de ir a jugarse las escamas, o la piel.

El grupo se separó para disfrutar, lo que podían, de estar un tiempo en tierra y de las cosas que ofrecía un lugar tan grande y atractivo como Damali. Algunos se quedaron descansando, después de los sucesos que habían ocurrido en su pueblo, tratando de poder conciliar el sueño antes de volver una vez más al océano. Otros pasearon por las calles, escuchando a los músicos que tocaban en las esquinas y tratando de que no les robaran en los callejos. Otros... acabaron con algún que otro moratón en la cara. Si se lo había hecho en una pelea o con una cortesana era algo que solo sabía él.

A la mañana siguiente se reunieron tal y como habían quedado en el muelle donde estaba atracado el Cazaolas. Allí les esperaba la capitana Tabaxi mientras el resto de la tripulación ponía a punto el barco para partir de inmediato. La mujer les saludo cuando vio que se acercaban.

-Buenos días. Espero que hayáis descansado-dijo, sonriendo maliciosa a Orégano, quien llevaba un ojo morado y cara de no haber dormido mucho- Subid por favor, en unos minutos nos pondremos en marcha. Ya he conseguido las pociones para respirar bajo el agua, pasado mañana cuando estemos cerca del Palma Flora, o lo que era Flora mas bien, os la daré. Vamos subid-dijo insistiendo mientras hacia un gesto con la mano.

La noche había transcurrido muy tranquila. Claramente yo era la que menos horas descansaba así que casi me levanté a la misma hora que el posadero y los fui viendo bajar o llegar a desayunar. 

- Buenos días. 

Claro que cuando vi a Orégano levanté una ceja. 

- ¿Ya has estado haciendo amigos? 

Lo peor era que sería capaz de pelearse con alguno y luego ir a tomarse unas cervezas con él antes de volver a pelearse. 

Tras el desayuno volvimos al barco. 

- Estupendo. - Dije mientras subíamos al barco. La verdad es que prefería estar haciendo cosas para no tener que pensar, así que... Quizás podría incordiar un poco a la tripulación para ver qué era lo que hacían. Eso sí, siempre que no hubiera mucha gente. 

Orégano no conseguía recordar por qué tenía el ojo hinchado. Pero sí que tenía algo claro, si él tenía un morado, de seguro que el otro estaría mucho peor. 

No le dolía la cabeza, pues aquello ya no le pasaba desde hacía años. No obstante, las lagunas que le causaba la bebida sí que eran un problema. - Ya sabes mi lema, prima, haz siempre un amigo antes que un enemigo. - dijo sonriendo con los dientes medio rotos -algo que no era a causa de la pelea de aquella noche. 

Después se acercó a Boerth y le dio una palmada en la espalda. Había coincidido con él en un local, se acordaba de eso. Sin embargo, luego la memoria le fallaba. De lo que estaba Orégano seguro era de que le había caído en gracia, y que le encantaba pasar el tiempo con él, y jugarse el poco dinero que tenía  a los dados y a las cartas. Así que se quedó rondándole por si surgía la oportunidad de echar unas partidas. 

Dudel se estiro mientras daba un gran bostezo y saludo con una mano a sus primos.

-Mierda Oregano, sabía que no te podía dejar solo.

Dijo mirando el ojo morado de su primo.

-Pues he estado viendo aquí algunos espectáculos geniales, tengo que copiar algunas ideas para el próximo que haga.

Dudel se puso a recordar con una sonrisa en los labios, allí había mucho nivel, tenia que esforzarse mucho mas si quería que sus espectáculos fueran tan “espectaculares” valga la redundancia.

-Vi unos traga fuego, o quizás solo unos tiefling tomando la cena, quien sabe

Dijo encogiéndose de hombros mientras reía.

-Sea como sea, me dieron algunas ideas que tengo que probar la próxima vez.

Después de aquello se dirigió con el resto al barco, sin mucho que hacer más que esperar a llegar a Palma flora, o lo que antes era su hogar, se sentó en la proa a ver los animales que por allí pasaban.

El grupo se instaló en el barco lo mejor que pudo. No habían pasado un día en tierra y volvían a hacerse a la mar. Volvían a su tierra, o al menos a lo que quedaba de ella. Pero aún no sería momento de reunirse con su familia y seres queridos, se dirigían a la falla de Pluma de Tiburón. El abismo que había debajo del islote de Flora y de donde parecían haber salido esos malditos sahuagines que habían arrasado su pueblo.

El barco zarpó de Port Damali dejando atrás la colorida ciudad y sus sonoras calles. Los expertos marineros se movían de aquí a allá, ocupándose de las velas y las jarcias del Cazaolas. Estaba claro que sabían lo que hacían aunque no tenían la misma disciplina que los marineros de la Concordia de Clovis. ¿Quizás Orégano tenía razón y eran piratas? ¿O simplemente cazafortunas? Ahora aquello daba igual, en un día y medio se sumergirían en el mar para arrebatarle la vara de retribución a esos monstruos y evitar que hiciesen daño a nadie más.