Partida Rol por web

Preocupado no solo por la impetuosa actuación de Lily dirigiéndose sola a la casa sino también al comprobar cómo sus compañeros tiritaban de frío, tanto que incluso algunos de ellos ya empezaban a adquirir cierta tonalidad amoratada, Gláin intentó apurar a su montura todo lo que pudo. Pero el viento se había levantado con demasiada intensidad y las rocas que tiraban los gigantes así como la ventisca, hacían muy complicado el avance.

Fue el último en llegar a la casa, observando cómo las chicas se empeñaban en hacerse oír para que el ocupante de la vivienda abriera la puerta. El enano, al igual que Gallind, se mantuvo a una prudencial distancia; la suficiente para no asustar al morador de la casa al ver a seis viajeros tan dispares, pero lo suficientemente cerca para actuar con rapidez en caso de peligro.

Gláin seguía receloso con aquel lugar. Era demasiado extraño que a alguien se le ocurriera construir su hogar en un sitio tan peligroso; no solo por las inclemencias del tiempo sino por los gigantes o los enemigos que seguramente rondarían aquella zona. O era un loco o era alguien aliado del mal... No podía bajar la guardia así que no dejó de acariciar disimuladamente el mango de su hacha por si tenía que entrar en acción.

Necesitaban aquel refugio, pero tampoco podían mantenerse relajados sin saber si su ocupante era amigo o enemigo.

Cuando ya estáis al lado de Lily, veis por la ventana que dentro hay dos figuras con barba y pelo cano, gafas, albornoces de franela, pantuflas y gorros de dormir puntiagudos de franela, están sentados sobre mecedoras. Uno parece estar zurciendo una media de lana, mientras que el otro está tallando una rústica cuchara de madera. Al acercarte a la ventana puedes oír sus agradables voces, pero un poco trémulas por la edad.

Los dos nibin-nog o gnomos de las montañas levantaron al unísono las cabezas y miraron a la puerta y a la ventana, algo extrañados, pero pronto uno de ellos, el que estaba zurciendo la media de lana, acude raudo a la puerta. La abre de golpe y podéis notar el calor que emana de su interior, bastante agradable. Afuera, la tormenta arrecia y los gigantes siguen divirtiéndose lanzando rocas. El otro enano sale zumbando y se pierde por una puerta.

El ninin-nog aún lleva la media en las manos. Os mira de arriba a abajo antes de hablar:

-"Entren, entren." Dice en voz alta. "Llueve tanto y hace tanto frío que ni una bruja lo podría soportar. Entren."

Se echa a un lado para que vayáis pasando.

Sale de lo que podría ser la cocina con una bandeja de tazas humeantes.

-"Acérquense más al fuego. Me temo que no tenemos suficientes sillas para todas ustedes, pero el suelo está limpio. Siéntense. Nos ocuparemos de sus animales, no se preocupen. Les vimos cruzar el valle esta mañana y pensamos que terminarían aquí."

Las tazas contienen una fragante infusión de hierbas endulzada con miel. La caliente cerámica le sienta maravillosamente a vuestros dedos congelados cuando la cogéis, y el líquido caliente humea ante vuestras caras.

El ninin-nog sale a cuidar de vuestros ponis, mientras os esparcís por la sala de estar. El otro personaje empieza a sacar mantas de un arcón y os da una a cada una. Parece un sitio bastante acogedor y estos dos muy amigables. Al cabo de un rato, el que había salido para cuidar de los ponis, regresa.

Una vez estáis confortables, los dos personajes se presentan. El que estaba zurciendo, y cuya media cuelga todavía del bolsillo de su bata, se sienta en la repisa de la ventana detrás de vosotros, después de mover la lámpara.

-"Soy Steppin. Y este es mi hermano, Draimmer. A menudo rescatamos viajeros en el paso. Las tormentas son frecuentes y los gigantes de piedra vagan por las laderas. Pocos consiguen dejar atrás los aprietos. Por fortuna disfrutamos con las visitas. ¿Podemos conocer vuestros nombres?" Dice dicharachero.

Mientras entráis en calor, Steppin cocina un espeso guiso de verduras para la cena y lo sirve con una generosa rebanada de un pan caliente de color marrón y tazas de leche fría de cabra.  Os comentan que después de cenar, debéis de descansar, por lo que os indica dónde podéis hacerlo. Dos de vosotras podéis dormir en la habitación de Steppin, en unas literas, y los demás sobre la alfombra que hay ante el fuego del cuarto de estar. Ellos se retirarán pronto a dormir a la otra habitación que queda.

Aquella casa estaba ocupada por unos gnomos, como y porque vivían allí, era algo que escapaba a su compresión. Y desde luego, no podía bajar la guardia ni relajarse. Tal vez trataran de dormirles, y luego en mitad de la noche  acabar con ellos. Pero eran unos tipos estupendos y educados, que les dieron una cálida acogida en un momento muy difícil. Así que les trataría con educación y agradecimiento.

-¡Muchísimas gracias por su cálida acogida! No esperábamos algo así, y menos aun en un lugar como este. Mi nombre es Rilwen.- Les dijo a los dos amables hermanos. Aun así, recelaba de aquello, no entendía lo que estaba pasando. Pensó en alguna trampa, recelaba de las intenciones que podrían albergar contra ellos. Y eso le hizo sentirse mal con ella misma, parecían buena gente y no merecían su recelo, pero no podía evitarlo. Aquello no le terminaba de encajar

Trató de ser amable y agradecida con los dos hermanos, no bebe demasiado, y apenas come. Luego completara su cena con alguna provisión.

¡Gnomos! La expresión de Gláin fue una mezcla de sopresa y alivio al contemplar los rostros de los habitantes de aquella casa perdida en medio de la nada. Con un asentimiento de cabeza en señal de agradecimiento, el enano pasó al interior de la vivienda sintiendo casi en el acto como todo su cuerpo reaccionaba ante la cálida estancia.

Al principio se sentía un tanto cohibido e incluso receloso por tanta cordialidad, que los gnomos vivieran en un lugar tan apartado y solitario le daba mala espina, pero Gláin tuvo que reconocer que la amabilidad de los hermanos era digna de alabanza. Aceptó de buen grado la infusión caliente, la mano y, sobre todo, el guiso que el enano devoró con deleite.

Pero entre infusión y cena, aún hubo tiempo para las presentaciones. El enano, algo más animado al verse a cubierto y protegido de la terrible tormenta, aunque no las tenía todas consigo al pensar en las rocas que los gigantes seguían tirándose, carraspeó antes de tomar la palabra tras su compañera.

—Yo soy Gláin, hijo de Grálin. Un enano comerciante y viajero —dijo con orgullo, pues orgulloso se sentía de lo que era a pesar de que para otros muchos andar por el exterior era una auténtica locura—. Os agradezco enormemente vuestra hospitalidad. Nos habéis salvado de morir aplastados o congelados ahí fuera.

Cuando la puerta se entreabrió y un poco de calor irradió en el rostro de la beórnida, esta se apresuró a entrar en la casa, sin pensarlo dos veces y sin tiempo para cordialidades. Estaba realmente desesperada por volver a sentir sus extremidades, había tratado a demasiada gente que había acabado perdiendo los dedos o los pies en los inviernos más duros. Le atemorizaba acabar como ellos y ser una carga todavía más pesada para sus compañeros.

Una vez dentro, ya al abrigo del fuego, pudo serenarse, recobrar las fuerzas y sus modales. - Mi nombre es Tatharina, ahora soy aprendiz de aventurera, pero siempre me he considerado una curandera. Dijo mientras aceptaba la taza de té caliente y se arropaba con la manta que le ofreció Draimmer.

Les estoy muy agradecida por su hospitalidad, temía morir congelada. Me gustaría compensarles de alguna manera. Hizo una breve pausa para pegarle un sorbito al té Podría ofrecerles mis servicios si los necesitan, se me ocurre que estando en un sitio tan apartado y peligroso es posible que tengan alguna dolencia que no han podido tratar. Si no es el caso, dado que han dicho que atienden a los viajeros en apuros, podría prepararles un pequeño botiquín de emergencia para los que vengan en de visita en el futuro. La joven sonrío viendo que podía ser de ayuda para estos amables gnomos.

A pesar de que voy entrando en calor sigo bastante pálida. Cuando nos ofrecen comida no pruebo bocado. Me excuso con frases del tipo:

-creo que he pasado tanto frío que se me ha helado el estómago. - aunque la verdad es que no me fío ni un pelo de los dos anfitriones. Demasiado solícitos y atentos son ambos como para que no haya gato encerrado.

Aunque trato de no comer lo que me ofrecen me esfuerzo en oler y observar viandas y bebida. 

Durante todo este rato de bienvenida le doy vueltas a la situación y no suelto el mango de mi puñal mágico. Ahora más que nunca me siento contenta de llevarlo conmigo.

Pudiendo abandonar el frío exterior se presenta. - Soy Gallind, un Sindar. - Dice con congeladas y amables palabras. - Hubiésemos muerto de frío de no hallar su morada con esta tormenta. - Luego se mantiene cayado escuchando a sus anfitriones y a sus compañeros hablar y presentarse. 

Sigue un poco extasiado por la oportuna salvación que esta morada en mitad de la montaña ha suscitado al grupo, sin embargo no por ello no deja de agradecer internamente a la madre fortuna por sus buenas intenciones. Frota una vez más sus manos mientras intenta calentarlas con el aliento y recuperar la sensibilidad de sus dedos.

Los dos hermanos os escuchan y os contestan servilmente a cada comentario que hacéis:

-"Encantados de conocerte Rilwen, y no hay de qué. Nos encanta ayudar a la gente, por eso vivimos aquí."

-"Un placer conocerte Gláin, hijo de Gralin. Hace tiempo que no vemos a uno de tu raza por estos lares. Bienvenido seas."

-"Steppin también es curandero, quizás podáis charlar mañana un rato sobre hierbas, jejejeje. No te preocupes, la montaña nos abastece de todo lo que necesitamos, pero gracias joven Tatharina."

-"Pronto entrarás en calor, entonces te apretará el hambre, jejejeje. Bébete la infusión calentita, eso te ayudará a alejar el frío que atenaza tu cuerpo."

-"Bienhallado hijo de las estrellas. Siempre es un placer ayudar a gente de tu raza."

Cuando termináis de comer el guiso, Draummir os indica que los ponis están en un cobertizo que hay detrás de la casa, junto a sus cabras, y que les ha echado forraje para que coman. Estarán a resguardo de la tormenta y podrán descansar. Steppin os indica donde podéis dormir y os deja nuevas infusiones encima de la mesa del salón.

-"Esto os ayudará a dormir mejor, lleva un poco de adormidera para relajaros los músculos y que podáis conciliar el sueño enseguida. Ahora descansar y dormir, y mañana podremos charlar tranquilamente durante el almuerzo." Os dice mientras se marcha con su hermano a la otra habitación a dormir.

A la mañana siguiente, no hay rastro de la tormenta. Esta parece haberse dirigido hacia el oeste y sigue descargando allí todo su poder. El cielo es de un color azul claro y los prados de montaña están aún más verdes tras el diluvio. Parece que estáis solos en la casa, aunque pronto escucháis a los hermanos fuera, uno parece estar cortando madera y el otro quizás parcheando el tejado, ya que lo oís por encima vuestra dando martillazos. Estáis descansados y la hipotermia ha pasado, ya no notáis los efectos del frío y podéis mover bien vuestros músculos. El tono azulado de vuestros rostros ha dejado paso a vuestro color natural.

Os levantáis y os desperezáis. En ese momento Draimmer entra con algo de leña y empieza a ir y venir por la cocina. Por el camino os da los buenos días varias veces. Su voz se confunde con el estrépito de los pucheros cuando os urge a daros prisa para desayunar. Steppin baja del tejado y entra para ayudar a su hermano. Empiezan a traer cosas de la cocina y os sirven leche de cabra caliente rociada con canela, bollos que gotean membrillo, cereales de centeno calientes bien cubiertos de miel, huevos revueltos mezclados con un salteado de setas, setas empanadas con pan y hierbas, patatas cubiertas con cebollino y mantequilla, pastel de bayas y queso de cabra untado sobre tostadas. ¡Todo un festín! Mientras llenáis cada rincón de vuestros estómagos, los gnomos charlan sobre el desastre que sorprendió a su último grupo de visitantes.

-"La suerte os acompaña, amigas. Habéis viajado lejos sin encontraros con el ser que porta la terrible armadura negra, y que destruyó cerca de aquí a Oiondil y a sus bravos guerreros." Os dice con los ojos desmesuradamente abiertos.

-"El miserable no realizó ningún desafío y lo primero que hizo fue partirle la cabeza en dos al leal escudero, sin previo aviso. Los demás entendieron enseguida que estaban ante un enemigo de gran poder." Dice con voz grandilocuente.

-"Así es. Dicen que negra era su espada, negro era su escudo y aún más negro era su manto. Aunque era un hombre contra ocho, pasó ileso y dejó a seis de ellos moribundos." Relató poniendo una voz tenebrosa.

-"Sí, estaban muy graves cuando al final alcanzaron nuestra puerta. El pobre escudero llegó muerto, al igual que el mejor de los arqueros. Oiondil quedó con la cabeza maltrecha y sus cinco hombres malheridos no dejaban de sangrar." Dijo apenado.

-"Toda la habilidad curativa de Steppin no pudo salvarle al caballero la mano perdida, ni su ojo derecho. Cuando lograron recuperarse y nos dejaron, me temo que solo eran ya cuatro. Dos de ellos murieron por las graves heridas." Dijo compungido.