Partida Rol por web

Estamos en septiembre de 1933, el New Deal comenzó durante la primavera, pero los grupos de parados todavía vagabundean por las calles. El artista y filántropo Nicholas Roerich va a dar una cena de caridad de 100 dólares por cubierto para ayudar a los chinos afectados por la sequía dentro de dos semanas, mientras que sólo en el estado de Nueva York miles de personas pasan hambre. El nuevo Empire State Building domina la calle 34. Hace un par de meses Primo Carnera noqueó a Jack Sharkey en Nueva York durante el sexto asalto y ganó el campeonato de los pesos pesados. Los Giants de Nueva York van en cabeza de la Liga Nacional. El Monopoly es el nuevo juego de mesa en boga. La Sociedad para la Lucha contra el Vicio de Nueva York está preparando el juicio contra el libro "Ulises" que tendrá lugar en breve. La prohibición será revocada pronto... y atado en el Muelle 74, en las orillas del río Hudson, está el SS Gabrielle, su popa dirigida hacia la ciudad, su proa hacia mar abierto.

1 de septiembre de 1933

Los meses se han ido volando y septiembre ha llegado por fin. El Hall del Hotel Amherst, donde fuisteis a vuestras entrevistas, es ahora un hervidero de actividad. Vosotros sois los últimos de la expedición en incorporaros a ella y os encontráis los seis en el salón del hotel esperando a que se despeje la recepción. Os miráis unos a otros intentando evaluaros en silencio, ya que vais a pasar mucho tiempo juntos en el hielo.

Sentada en uno de los sillones del hall del Hotel Amherst estaba Virginia con un ceñido vestido de color negro que resaltaba sus largas y esbeltas piernas que se hacía eternidad cruzadas sobre sí. Peinaba su rubia cabellera a la ultima moda y los reflejos de las luces del Hall se tornaban plata al tocar su pelo. Parecía inquieta y no dejaba de mirar a un lado y a otro examinando todo a su alrededor.  Tras esos ojos azules grisaceos parecía haber una de esas miradas curiosas y nerviosas.

Se paraba su vista de vez en cuando en un gran reloj de estilo victoriano que había en una de las paredes. El lento pasar del tiempo y la falta de acontecimientos le producía una clara inquietud y nerviosismo.

Esto es eterno ¿Donde están Moore y Starkweather? se había levantado muy deprisa como impulsada por un resorte y de su bolso extremadamente pequeño había sacado una pitillera ¿Nos van a tener aqui toda la mañana? dijo antes de encender un largo cigarro que hacia un gracioso juego de colores con sus labios pintados en carmin explosivo.

Evidentemente a la señorita le faltaba tanta paciencia como le sobraba belleza. Lentamente, retiro el periódico que tengo desplegado delante de mi cara mientras en mi rostro se dibuja una sonrisa. Doblo el diario con sumo cuidado y lo coloco sobre una de las mesitas del hall.

Señorita, nos han hecho esperar meses. ¿Cree usted que hacernos esperar una hora más les hará sentirse peores personas? - mientras me levanto, continúo hablando - Buenos días caballeros, y señorita. Soy Edgar Brunswick y supongo que yo seré el arqueólogo del grupo. - Al mismo tiempo que termino de hablar, lanzo una mirada de complicidad al grupo esperando alguna respuesta a mi presentación.

Miro emocionado a mi alrededor la actividad creciente y no puedo sino moverme de aquí para allá con nerviosismo, escuchando y observando a la gente. Una atractiva mujer que esperaba al igual que nosotros no parece tomarse la espera con humor y se levanta preguntándose por los patrocinadores. Tampoco conozco la respuesta, así que la observo ligeramente divertido, sonrío y me encojo de hombros con la intención de darle a entender que estamos todos igual.

Me giro a mis amigos y les digo

- Creo que voy a esperar tomando algo en el salón comedor, ¿chicos, venís a tomar una cerveza?

Estabamos en el año que vió el fin de la Ley Seca, finalmente el gobierno se había dado cuenta del error que implicaba una restricción en una de las libertades más antiguas del hombre, cogerse una borrachera, y aunque poco frecuente, era algo que deseaba hacer con libertad

Aunque es una pena que nunca visitase un speakeasy, seguro que habrán hecho historia. Lástima que por mi profesión y reputación haya preferido mantenerme lejos de esos locales.

Ejem... carraspeó Mi nombre es Virginia. Virginia Laughton y soy licenciada en Biología, Antropología y al igual que el señor Brunswick tambien lo soy en arqueología. mientras hablaba caminaba lentamente describiendo una especie de circulo hasta que fue a verse reflejada en uno de los espejos del Hall. Aprovechó para estirarse con un gracioso gesto el vestido y comprobar que su peinado seguía en su sitio. Pensó en la propuesta de Stamp y llamó con fuerza a las puertas de su capricho la tentación de un Gin Fizz. Pero no creyó adecuado que cuando aparecieran Moore o Starkweather les sorprendieran en el bar del hotel.

El día acordado durante la entrevista recogí mis escasas pertenencias de la pensión que había sido mi hogar durante los últimos meses y me dirigí con energía al Hotel Amherst.

Al entrar en la recepción pude darme cuenta de la actividad frenética que se vivía en el mismo, parecía que todo estaba en marcha y que yo había llegado el último; Durante unos instantes me ruboricé al pensar que había llegado tarde y que el resto de la gente ya estaba trabajando.

Me acerqué con nerviosismo a la recepción y le dije mi nombre a la recepcionista que me indicó una sala donde esperar.

La sala era suficientemente grande como para no poder precisar si los presentes pertenecían a la expedición o simplemente era huespedes del hotel; Entre las personas presentes tan solo encontré a una lo suficientemente robusto como para ser un marinero, el resto eran hombres bien vestidos que para nada pertenecía a mi clase, y por supuesto la hermosa joven que se movía nerviosamente en su asiento no podía pertenecer a una dura expedición antártica.

Fue entonces cuando la mujer dijo los nombres de los patrones dejándome boquiabierto. Parece que ella si que viene.

El comentario de la joven sirvió de pistoletazo para una serie de respuestas de varios de los presentes que fueron revelándose como miembros de la expedición, entonces uno de los hombres que había permanecido callado se giró y dirigiéndose al grupo en general ofreció ir a tomar una cerveza.

Sin duda tenía la garganta seca por los nervios, pero ¿qué pensarían los patrones si me vieran bebiendo mientras les espero?, ni hablar.

-"Lo siento." Comencé con un marcado acento nórdico. -"No beber mientras trabajo, no creo adecuado."

Seguidamente me puse en pie y sujetando mi gorra con las manos me incliné levemente.

-"Soy Bjorn Stoltenberg, marinero, a su servicio."

Ernest escuchó al resto apoyado en una de las mesitas del lujoso Hall, tenía los brazos cruzados y estaba igual de impaciente que la preciosa rubia que acababa de mostrar su disconformidad con la situación, algo que sorprendió a Ernest -Esa mujer ... ¿en la Antartida? ...- El alpinista dudaba que muchos de los allí presentes supieran las condiciones que se iban a encontrar una vez allí, pero bueno, el tiempo pondría a cada uno en su sitio y su trabajo era ayudarles y enseñarles a sobrevivir, sabía que en una expedición de este tipo eran completamente necesarios los cientificos, más cuando se sabía tan poco del gran continente helado.

Cuando acabó de hablar el marinero, Ernest se acercó a él y le estrecho la mano, el alpinista era grande y fuerte, más que ninguno de los que había allí -Buenos días, soy Ernest Andersen, alpinista ... y estoy de acuerdo con la señorita en lo del retraso de nuestros patrocinadores, estoy impaciente por marcharme cuanto antes- Era verdad, Esrnest deseaba con todas sus fuerzas estar metido en harina después de tantos meses de preparación y espera, quería escapar de aquella maldita ciudad en seguida...
 

Se quedó allí plantada en mitad del Hall mirando como aquellos dos hombretones apretaban sus manos casi como demostración de fuerza. No le había pasado desapercibido ni mucho menos las miradas de soslayo que  ambos le habían lanzado. Podía adivinar facilmente lo que pensaban acerca de su presencia en la expedición.

Buenos días a ambos señores dijo desde la distancia y evitando que alguno de aquellos dos grandullones le apretara la mano en forma de saludo Creo que todos los presentes formamos parte del mismo equipo en esta expedición.... cientifica quiso separar claramente ambas palabras y conceptos dando a entender cual era la parcela de cada uno. Ni ella iba a cargar con nada que no fuera su equipaje en mitad de la nieve ni conseguía imaginarse a Andresen o a Stoltenberg en una biblioteca o leyendo un libro sin fotografías.

Estaba claro que el grupo era de lo más dispar: tres académicos, un marinero, un alpinista, y una belleza tan grande que además se había revelado como una persona bastante inteligente, no obstante sus licenciaturas en diferentes campos la alababan. Realmente iba a ser agradable poder discutir y compartir conocimientos sobre arqueología.

Señores, me alegro de conocerlos. Evidentemente una expedición tan ambiciosa debe contar con los mejores en todos los campos, así que para mí es un placer poder participar a su lado. - continúo hablando en dirección a Stamp - Wallace, te acompaño a la barra, aunque yo preferiría tomar un café bien cargado, estos sillones van a conseguir que me quede dormido.

Wallace y Edgar pasan al salón comedor a beber algo mientras los demás esperáis con paciencia a que la recepción se descongestione. Cuando por fin lo lográis, el recepcionista comprueba vuestros nombres y os va dando las llaves mientras charla con alegría.

-Ahí os van. Cuarta planta, subiendo a la izquierda, tenéis vuestras habitaciones al lado de la del profesor, pero la de vuestro jefe está un piso más arriba, en la quinta. La salida de incendios está al final del pasillo, por si se pone caliente la cosa. Lo que haga falta, me llamáis. Soy Tim, estoy de 8 a 6.

Hace un gesto al botones para que acuda a recoger vuestras pertenencias mientras sigue de cháchara.

-Sí señor, está bien veros por fin por aquí. Le hace sentir a uno que es parte del tema, ¿sabéis? Lo que daría yo por explorar el mundo ¡Que vida! La mujer, claro, no pasaría por ello, yo de expedición y eso ¿Tenéis niños? Si los tenéis, seguro que están que revientan de ilusión...

¡Eh!, me acabo de acordar -dice de pronto-. Tengo aquí un recado para vosotros. El profesor me ha pedido que os de una a cada uno ¡Ahí van!

El recepcionista os da una corta nota de bienvenida mientras el botones resopla cargando con todas vuestras maletas. Las notas son todas iguales, escritas con una cuidada pero apretada caligrafía:

"Bienvenidos a Nueva York.

Os ruego que os encontréis conmigo en el barco tan pronto como os hayáis refrescado. SS Gabrielle, Muelle 74 B, 12ª Avenida, número 34, cerca de donde está atracado el Italian Royal Mail.

Atentamente

Moore"

La letra manuscrita de la nota hace que me resulte más difícil leerla, no puedo evitar tener que mover los labios con torpeza para poder entender el conjunto de las palabras. Al terminar levanto la mirada hacia mis acompañantes y comento sin levantar en exceso la voz.

-"Si quieren puedo guiar, conozco los mouelles bien."

Una vez dejó su equipaje al botones para que lo llevara a su habitación y ya libre de todo bartulo, Ernest se dirigió al marinero, contento por poder salir del hotel de una vez y empezar a ponerse en marcha visitando el barco de la expedición, quiza hubiera alguna tarea que hacer ese mismo día ... -Voy con usted, veamos el cascaron que nos tiene que llevar al hielo-

Después de las explicaciones del recepcionista, me excuso con mis compañeros porque tardaré algo más en estar en el muelle:

Caballeros, es mejor que vayáis saliendo sin mí. Me gustaría darme un baño y y descansar un poco antes de ir a los muelles. No obstante, prometo que no tardaré más de una hora en reunirme con vosotros.

Tras ocuparme de mis compañeros, me vuelvo a dirigir al recepcionista.

Disculpe, ¿podría decirme cuál es la habitación exacta del "jefe"? Me gustaría obsequiarle con uno de mis estudios teóricos sobre la regiones ocultas del norte de Escandinavia. Sé que es un hombre muy cultivado y le interesará bastante.

Si el recepcionista no me lo dice, entregaré a este uno de mis típicos artículos en el periódico de Arkham para que lo deje en su casillero y así descubrir cual es el número de la habitación.

Tras descubrir esto, subiré a la quinta planta a ver si hay suerte y la puerta de Starkweather está abierta, de lo contrario intentaré acceder por la escalera de incendios. Mi intención es descubrir ese tipo de cosas que siempre se oculta a la expedición. Lo sé de buena tinta, porque yo siempre ocultaba a mi grupo mis verdaderas intenciones cuando se ponía en marcha una expedición de renombre.

Asiento ante las palabras de mi amigo

- Yo también iré después de refrescarme un rato, estoy ansioso por empezar, pero no tanto, je je. 

Sonrío y me despido momentáneamente de mis compañeros para ir a refrescarme un rato.

Todos excepto Edgar cogéis varios taxis para viajar hasta donde se encuentra el barco.

Los muelles del río Hudson son un lugar en continua ebullición. Huele a mar, petróleo, pescado y madera húmeda. Todo ello mezclado con el sudor de los estibadores. Hay docenas de barcos de todos los tamaños y formas, en diferentes fases de la carga o descarga. Enormes grúas manejan titánicos pesos sobre vuestras cabezas y en el suelo hay restos de materiales de embalaje esparcidos, cristales rotos y trozos oxidados de metal. Los estibadores maldicen cuando tropezáis con ellos sin querer en vuestro caminar y no dudan en empujaros. Algunos se quedan mirando embobados la gracil silueta de Virginia.

Atado en la zona norte del muelle 74, en las orillas del río Hudson de la ciudad de Nueva York está el Gabrielle, su proa orientada hacia el agua. En la parte sur del muelle, las instalaciones bien iluminadas y conservadas de la línea Italian Royal Mail, hacen que el amarradero de la expedición parezca pobre y poco importante.

Frente al galpón del muelle hay una señal pequeña impresa, clavada cerca de uno de los dos portones.

"EXPEDICIÓN ANTÁRTICA STARKWEATHER-MOORE. IDENTIFÍQUESE AL GUARDIA. PROHIBIDO FUMAR"

Un guardia obeso de la autoridad portuaria se encuentra situado en una pequeña oficina justo en la puerta.

El conserje no tiene ningún problema en indicarte dónde está la habitación de Starkweather. Cuando llegas a la quinta planta, te sorprende la cantidad de actividad que hay allí. Un numeroso grupo de periodistas acampa en el pasillo frente a la puerta del jefe de la expedición, que seguramente se encuentra dentro. Cuando te ven, se acercan hacia ti levantando las cámaras y haciendo destellar los flashes.

-Señor, señor unas preguntas...

-...es usted el famoso arqueólogo Edgar Brunswick?

-¿Qué espera usted lograr en esta expedición señor..?

Las preguntas caen una tras otra atropellándose entre si.

-"Buenas, soy Stoltenberg."

Sin mediar más palabras enseño al guarda la carta que me han dado en el hotel. Mientras el guarda comprueba el nombre no puedo evitar contemplar el barco y pensar.

Por fin vuelvo a embarcar, lo cierto es que este barco me parece una perciosidad, pero también pueden ser las ganas que tengo de echarme a la mar.