Partida Rol por web

Mayo, 1933. Universidad Miskatonic, Arkham.

El último día lectivo del semestre había finalizado en la universidad de Arkham y los profesores Mellor, Brunswick y Stamp se habían reunido en el comedor para almorzar.

Edgar Brunswick era arqueólogo y había vuelto hacía un par de semanas de una excavación en las selvas del Yucatán. Era un personaje reconocido en su campo y la universidad lo enviaba con frecuencia para que les representara cuando el mundo científico hacía un descubrimiento importante. Durante su juventud estudió un par de años en Berlín astronomía y biología antes de establecerse definitivamente en los Estados Unidos e interesarse por el mundo arqueológico.

Wallace Stamp daba clases de antropología en la universidad y su número de alumnos jamás bajaba de doscientos cada curso. Sus clases eran las más seguidas en el campus dada la facilidad con la que Stamp explicaba sus lecciones. También era autor de numerosos artículos científicos. Su útimo trabajo "Tradiciones y leyendas de los indios Hopi" había sido bien recibido en la comunidad de investigadores y se hablaba de concederle un prestigioso premio.

El último del grupo era Bell Mellor, doctor en matemáticas y una eminencia en el campo de la matemática deductiva. Aparte de eso, sus trabajos en geometría no euclídea habían abierto un campo completamente nuevo en esta materia.

Los tres mantenían una dispar amistad desde hacía varios años. Siempre que coincidían todos en el mismo lugar, era difícil sobre todo por Edgar, trataban de ponerse al día en todo lo acontecido en sus vidas. Ese mediodía, Wallace llevaba consigo el Arkham Advertiser y lo dejó caer encima de la mesa.

-Mirad esto -fue todo lo que dijo.

La noticia a doble página hablaba de una expedición científica a la Antártida. Sus organizadores querían tomar el testigo de la malograda expedición del profesor Lake hacía tres años y acabar lo que empezaron. Querían escribir historia y por eso la misión estaba orientada a la exploración y el descubrimiento. Tenían previsto partir en septiembre de este año y volver antes de julio de 1934. Esperaban visitar muchos de los lugares en los que estuvo la expedición anterior y lo que era más interesante: todavía estaban reclutando personal.

Los líderes eran el mundialmente famoso explorador James Starweather y William Moore, geólogo de la Universidad Miskatonic de Arkham.

Recordais que la anterior expedición acabó en tragedia cuanto una tormenta de nieve mató a gran parte de los miembros del grupo después de que hubieran descubierto un increíble tesoro de huesos y fósiles situados en una serie de cavernas a los pies de una cadena montañosa hasta entonces desconocida.

No puedo disimular la emoción y la anticipación ante tal oportunidad

- ¿Y bien? Digo sin casi haber dado tiempo a mis compañeros a terminar de leer ¿Queréis intentarlo? ¡Es una ocasión única! Seguro que al menos tú, Edgar, ya empieza a picarte las ganas de viajar de nuevo, ¿verdad? 

Por unos instantes agradezco desde mis adentros que mis compañeros me tomaran en cuenta para tal expedición.

Desconozco si mis huesos soportarían tales temperaturas... Lanzo una sonrisa débil.

Me gustaría volver a mis años mozos, y poder aventurarme con vosotros, los jóvenes de hoy en día...

Dedico un momento para mirar a mis dos compañeros. Primero a Stamp, y finalmente a Edgar; para dirigirme finalmente a él.

Mis conocimientos no abarcan más que números y matemáticas, ¿qué utilidad os podría dar?... No sería más que un estorbo...

La noticia del periódico despierta en mí un renovado interés por la aventura, a pesar de haber vuelto tan sólo hace unas semanas de mi última expedición.

Vaya, realmente es una oportunidad única... aunque espero que el rector se tome de buen grado que pida otro permiso... Me ausentaría todo un curso académico...

Las palabras de Bell me devuelven a la realidad de la conversación sacándome de mis pensamientos, para acto seguido dirigirme a él:

Me entristece que hables así Bell, qué sería del mundo sin los matemáticos. Gauss lo expresó muy bien al referirse a tu maravilloso campo: la reina de las ciencias, o más exactamente, Königin der Wissenschaften. Realmente es una gran oportunidad y puedo aseguraros que no veo el momento de comenzar a trabajar en aquellas cavernas. Además, ¿qué posibilidades había de que estuviéramos los tres reunidos en la Universidad en el mismo momento en que se publicaba esta noticia? Sin duda, es cosa del destino. - Hago una ligera pausa mientras me llevo a la boca un trozo de mi bistec, para luego continuar con una última puntilla - Además, los mosqueteros siempre han sido tres, y ahora no tengo ganas de ponerme a buscar a nadie para reemplazarte, jajaja.

¿Un matemático en una expedición ártica?

Devuelvo la sonrisa a Edgar y espero una respuesta por parte de Wallace.

- Oh vamos Bell, eres un hombre de ciencia, esto es una expedición científica, seguro que tus conocimientos pueden ser de utilidad para casi cualquier tarea donde haya que hacer cálculos, así que podrías ser "el chico para todo" Digo en tono de broma, sonriéndole y dándole una palmada en el hombro

- Además, yo estoy de acuerdo con Edgar. ¿Nos presentamos pues a ver si necesitan a nuestro variopinto grupo?

Lanzo un pequeño suspiro al aire.

Aish...

La verdad es que hace bastante tiempo que no hago nada divertido. Digo entre risas inocentes.
... ¿Y con quién más seguro voy a estar que con vosotros?

Pues no hay nada más que decir sobre el tema. Nos presentamos. Espero que el rector pueda sobrevivir sin nosotros, jajaja.

Cojo el periódico de nuevo para buscar la dirección en la que ponernos en contacto con los responsables de la expedición.

Antes de ponernos en contacto con Nueva York, creo que deberíamos de hablar con el rector.
Digo mientras ojeo la dirección del periódico.
No creo que ponga ninguna objeción, pero desconocemos bien bien el tiempo que nos llevaría la expedición, y somos tres personas que necesitarán suplir de alguna manera...
Digo preocupado.

Tienes razón Bell, pero primero enviaré ese telegrama. No quiero que nadie se nos anticipe y nos robe el puesto.

Me levanto de la mesa con el periódico bajo el brazo, y haciendo una ligera inclinación de cabeza me despido de mis compañeros.

No os preocupéis, notificaré que los tres estamos interesados en formar parte de la expedición y luego iré a hablar sobre ello con el rector. Nos vemos en su despacho compañeros.

Así que salgo bastante feliz por la puerta del comedor en busca de un lugar desde donde enviar un telegrama a Nueva York, para luego reunirme con el rector.

El rectorado de la universidad era un edificio de planta y dos pisos que dominaba la mayor parte del campus. La planta baja se utiliza sobre todo para información, secretaría y ayudas a los alumnos (así como las oficinas del periódico estudiantil) mientras que el primer piso contiene el grueso de los servicios administrativos. El segundo piso contiene los despachos del rector, el vicerrector, los decanatos y algunas clases y salas de conferencias.

El rector era el doctor Harvey Wainscott, de 48 años de edad que se ha ganado no pocos enemigos dentro del campus por sus iniciativas de situar a la universidad más en conjunción con el mundo moderno. Además había conseguido agitar la ciudad haciendo campaña activa para ser nombrado alcalde. Las elecciones se presentaban muy reñidas.

Edgar se reunió con vosotros después de enviar el telegrama en una oficina de correos cercana. A estas horas de la tarde, habíais tenido suerte de encontrar al rector en su oficina. Os recibió con una sonrisa.

-Caballeros, buenas tardes, ¿que se les ofrece?

Buenas tardes rector.
Digo mientras espero que Edgar le explique mejor la historia de la expedición.
Sabía que no debía sentirme preocupado, el rector es un hombre moderno que seguro estará de acuerdo con todo lo que conlleve una buena investigación.
Pero por otro lado me sentía incómodo al dejarlo aquí con todo el movimiento que se está produciendo últimamente en la universidad.

El silencio de mis compañeros, tras el breve saludo, me daba a entender que esperaban por mí para romper el fuego con el rector.

Buenas tardes, señor Wainscott. Venimos antes usted atraídos por la necesidad de hacer crecer esta universidad hasta límites insospechados en cuanto a reconocimiento académico se trata. Hágase una idea: una nueva expedición. Donde antes fracasó la expedición Lake, ahora otra formada en parte por profesores de la universidad de Arkham se abre camino para traer a la humanidad, y más concretamente a Arkham, todo el encanto, el misterio y las riquezas culturales de una tierra olvidada: la Antártida. ¿Cree usted que podríamos contar con su permiso para ausentarnos un buen tiempo?

Sonrío asintiendo satisfecho ante la exposición de mi amigo

Sigue teniendo la misma labia de siempre, me alegro 

En silencio, le paso al rector el periódico mostrando la noticia de la expedición cuando Edgar esté terminando su petición

El rector lee la noticia con atención y sonríe ante la explicación de Edgar.

-Sí, el profesor Moore. Es un hombre apasionado, no lo dudo. Después de lo que pasó con el profesor Dyer y el distanciamiento que hubo entre los dos no me extraña que haya querido ver con sus propios ojos lo que quiera que haya podido pasar allí. La gente dice que la tormenta fue la causante, pero Moore nunca quedó convencido...

Bueno señores, no hay duda de que si la universidad enviase a sus mejores científicos sería un buen empuje a nuestra reputación. Pero como saben, los fondos de los que disponemos son siempre precarios. Si quieren embarcarse en esta magnífica aventura, deberán costearse ustedes mismos los gastos. Espero que lo comprendan.

Se está destinando mucho dinero a reformar y modernizar esta universidad. Algo que realmente no está aportando nada de dinero, todo lo contrario, los estudiantes no están preparados aún para moverse en este entorno, y muchos deciden irse a Harvard, al Boston College...
Me adelanto a mis compañeros y me situo cerca del rector, pero con el suficiente respeto como para mantener la distancia correcta.
Tómeselo como una inversión.

En mi rostro se dibuja una leve sonrisa, que trato de disimular rápidamente.

Vaya, parece que Bell se ha lanzado definitivamente.

El rector sonríe brevemente antes de considerar las palabras de Bell.

-Está bien, doctor Mellor. Supongo que la universidad puede financiar sus gastos enviando un cheque en nuestro nombre a los integrantes de la expedición ¿Le parece bien el arreglo?

Asiento con la cabeza.

Puedo asegurarle que no le decepcionaremos.
Digo firmemente.