Partida Rol por web

Tolman se colocó tras Rilwen al tomar ella la iniciativa, pero la siguió de cerca con el mayor sigilo que pudo. Abrió bien los ojos, la oscuridad era grande y podía acechar cualquier cosa, los esqueletos eran enemigos formidables pero quién sabía que otros peligros buscaban su sangre.

No muy lejos, junto a Tatharina se acercaba Gallind observando los objetos que acaba de recoger del montículo. - ¿Qué significará ello? - Pensaba mientras analizaba las escrituras. Levantó por un momento la mirada al sentir que sus compañeros se detenían delante, aún ocultos en las sombras. - Han encontrado algo - Le dijo a su compañera mientras observaba desde lejos la abertura. - Debemos estar preparados. - Susurró en la penumbra verdosa. 

Un tanto aturdida acepto el ofrecimiento de Glain y me subo en su espalda. No sé si así iremos más aprisa pero al menos nos ayudará a no separarnos.

Desde su grupa voy dando indicaciones al enano para volver lo antes posible al lugar en el que quedaron el resto de los compañeros. Eso sí, en la última recta pediré a Glain que me baje para que podamos acercarnos al lugar en silencio si nos pareciese necesario. 

-Este enano es duro como una roca. A veces me gustaría ser como él-

Los dos compañeros que van de avanzadilla se detienen al llegar a la puerta entreabierta de madera y hacen señales a los de atrás para que avancen, parece que no hay nadie por la zona. La primera en entrar en Rilwen, que se introduce por la puerta, seguido de cerca por Tolman. Gallind y Tatharina avanzan hasta colocarse en el dintel de la puerta, mientras que los primeros observan lo que hay al otro lado.

Podéis ver que tras la puerta hay otra sala, muy parecida a la anterior e iluminada por la misma luz verdosa enfermiza. A ambos lados, salen sendos pasillos hacia adelante (norte), pero enfrente solo hay una pared de roca. Las paredes están decoradas con tapices podridos que cuelgan de los muros, como un salón del trono de tiempos pasados. En las esquinas del muro por donde habéis entrado hay dos enormes jarrones que están decorados con escenas de festines y batallas. El suelo es un mosaico de colores apagados que describen una procesión sin fin de figuras militares que marchan alrededor del salón rectangular. El techo, a más de tres metros de altura, es liso y sin adornos. En las paredes, entre los tapices, se encuentran unos soportes para antorchas.

Los cuatro estáis pendientes de todo esto, cuando de repente algo os ha hace giraros al unísono hacia el pasillo de la derecha. Habéis oído claramente ruidos metálicos y una respiración ronca y áspera, muy parecida a la de vuestro amigo Gláin. ¿Qué hacéis?

Al final parecía que la envenenada hobbit prefería subirse a la espalda del enano y eso hizo. El frío que salía de la cámara tras el telar se había mitigado bastante, pero aún sentíais en el cuerpo esa sensación que os provocaba escalofríos de vez en cuando. Empezasteis a volver por el pasillo por donde habíais llegado ambos a este lugar del complejo, con cuidado, percatándoos de todo lo que había a vuestro alrededor, aún con la pobre luz verdosa que emanaba de las paredes y del techo. Ahora que os fijabais mejor, parecía que esa luminosidad salía de una especie de pequeño hongo que crecía allí. Quitando vuestros sonidos al avanzar, armaduras, andares y respiraciones, el silencio era sepulcral y la atmósfera tensa, casi pudiéndose cortar con la daga que Gláin llevaba en la mano. A los pocos metros de poneros en marcha, Gláin se para en seco, ya que habéis escuchado algo procedente del final del pasillo, donde estaba la sala en la cuál había una puerta de madera. Puerta que Lily comentó que había abierto, activando a su vez una trampa en su cerrojo. El caso es que algo se aproximaba, algo que hacía poco ruido al andar, pero que el enano reconoció enseguida. Se trataba de uno de esos esqueletos que lo habían arrastrado hasta la cámara central del tumulario y venía justamente por vuestro lado. En unos segundos os daríais de bruces con él. ¿Qué hacéis?

Recuerdas que alguna vez leíste algunas cosas sobre los tumularios y sabes que odian la luz del sol. Viven en fríos túmulos bajo tierra, generalmente acompañados por los siervos más fieles que le acompañaban cuando vivían. Les gusta rodearse de riquezas y suelen drenar la vida a los vivos. Son criaturas espectrales de gran poder y muy difíciles de destruir. Para ello, no solo hay que vencer al espíritu, si no sacar el tesoro del túmulo y dejarlo al sol para que la gente que lo encuentre se lo reparta, dispersando el poder y haciendo que el tumulario no pueda regresar.

El pedazo de pergamino parece ser un conjuro para expulsar o destruir a un tumulario, pero le falta la primera parte.

Le enseño el pergamino a Tatharina. - Mi mi mira... - Y aunque no sepa leer notará en mi algo de preocupación en el semblante. - Está escrito en la lengua de mis ancestros y habla sobre los tumularios. - Le susurra a la pelirroja beórnida. - Son criaturas espectrales formidables. - Y mirándola atentamente a los ojos le dice. - Esta vez creo que necesitarás tener ese medallón cerca. Más temprano que tarde podría sernos de ayuda. - La mirada preocupada del elfo reposa en su compañera esperanzado que aquellos artilugios mágicos llevados sean ahora de vital importancia. 

Se adelanta presuroso y detiene del hombro a Rilwen. - Espera. Creo que se a que podríamos estarnos enfrentándonos. - Le dice suavemente a su amiga mientras que con la otra mano hace un gesto a Tolman para que se aproxime. - Estos escritos hablan de un tumulario, y de como acabar con él. Me temo que podría ser la criatura a la que nos enfrentamos. - Le susurra a ambos. - Deberíamos tener cuidado y no separarnos demasiado. 

¿Has oído eso Glain? ¡Da media vuelta! Estoy segura de que es el ruido que hacían esos esqueletos al moverse. Creo que podremos llegar a la puerta por el otro lado. 

Y consciente de que es necesario reaccionar en segundos, me bajo de la chepa del enano y agarro mi tirachinas  en una mano y una piedra en la otra. En cuanto toco el suelo empiezo a caminar de vuelta hacia el telar, y si Glain no lo evita (creo que no tengo muy claro qué hay al otro lado de ese telar ni si el tumulario está encerrado o me voy a dar de bruces con él en cuanto gire la esquina...) mi intención es rodear por el otro lado, ya que todo me indica que se podrá hacer.  

Al mismo tiempo un fugaz pensamiento me cruza la mente. ¿Qué les habrá pasado a Tolman y los demás? Si estos esqueletos siguen vivos quizás los otros no lo estén... y yo me marché sin ayudarles... glups... 

El rastro de Glain continúa hacia la derecha, esta cámara se parece a la anterior pero en una escala menor. Ante las palabras de Gallind, contesta:-Si amigo Gallind, parece como si esos cuentos terribles estarían cobrando vida ente nuestros ojos. Un horrible lugar este al que nos han traído los muertos que no pueden descansar en paz. Opino igual que tu, hemos de estar juntos, pero avancemos que me parece haber oído a nuestro amigo Glain ahí delante.-Y empuñando con firmeza la espada y el escudo avanza con cautela, tratando de escuchar algún ruido que le indique la presencia de Glain o de algún enemigo. Voy siguiendo el rastro que ha dejado en el suelo Glain cuando le han arrastrado.

Tolman escuchó lo que Gállind explicó a Tatharina y Rilwen, una sensación de intranquilidad invadió su pequeño cuerpo.- Gallind amigo mío, no se que será esa criatura pero espero que haya que enfrentarse a nada más para salir de esta madriguera. Este hobbit no aguantará dos golpes como los anteriores, ya lo creo que no. Y como dice Rilwen, tenemos que rescatar al resto, no sabemos si están bien y lo que ha sido de ellos.- La posibilidad de que Gláin o Lily se hayan encontrado con cualquier criatura dada las circunstancias anteriores significaría que seguramente estén, como poco, malheridos. No quiso ni pensar en ello. Su atención debía estar donde debía estar y más aún con la voz de su compañero cerca.

La respiración que se escuchaba no presagiaba nada bueno, solo esperaba que fuese el enano, de hecho lo imploraba. Era un buscador no un guerrero, aquello era demasiado. 

Se puso al lado de Rilwen para avanzar con ella haciendo caso al consejo de Gallind. Estando muy atento a todo lo que ocurría.

Tatharina escuchó sosegada las palabras del elfo intentando, de algún modo, confortarle con su dulce mirada. Cuando acabó, reflexionó un instante antes de decir: - Entiendo por tus palabras y por el nombre siniestro de la criatura que nos enfrentamos a algo serio, sin embargo, no tengo ni idea de que esperarme. Empezó a gesticular con sus manos de forma rítmica, intentando ordenar sus ideas antes de transmitírselas a Gallind. - Es decir, tengo claro que debo usar este medallón, pero no sé si sabré reconocer al tumulario cuando lo vea. ¿Puedes darme más detalles de como reconocerlo? O si no, ¿crees que podrás avisarme cuando deba usar el escudo?

En esto que estaba todo el grupo hablando acerca de la criatura misteriosa que se escucha la respiración del enano. -¡Gláin! Un grito de sorpresa teñido de preocupación escapó de los labios de la joven, que apresuró a acallar con sus manos. - Debemos apresurarnos, está claro que necesita ayuda. Dijo en un tono más delicado pero no por ello menos cargado de impaciencia. Se colocó detrás de Rilwen con los ojos fijos en la penumbra. Le estaba costando horrores no salir a la carrera para auxiliar al enano, pero no quería causar problemas al grupo.

Decididos a buscar a vuestros amigos desaparecidos y ante los sonidos que os llegan desde el pasillo de la derecha, decidís unánimemente ir hacia allí sigilosamente, para ver qué os encontráis. Gallind os ha avisado de que posiblemente os encontráis en el túmulo funenario de un tumulario, un rival muy peligroso, por lo que siempre habéis oído. Criaturas espectrales que sirvieron en la antigüedad al Señor Oscuro y aún le sirven en la muerte. Cargándoos de valentía y coraje, avanzáis hacia adelante, con la esperanza de encontrar a vuestros amigos y no a ese ser maligno. Sabéis que uno de los esqueletos, el del espadón, anda por algún lugar.

Yendo los primeros la semielfa y el hobbit, camuflados aún por la magia de Tatharina, vais paso a paso hacia el norte. Detrás, a pocos pasos, el resto. El pasillo es igual al resto del complejo, con tapices en las paredes. El rastro que hay en el suelo avanza hacia adelante. La luz enfermiza no os deja ver mucho más allá. Al cabo de unos momentos, podéis ver que a unos metros el pasillo se abre a otra sala y justo allí, en la esquina de la izquierda, se recorta la figura del esqueleto que abandonó el combate. Está de espaldas y tiene la espada levantada en posición de ataque.

Rilwen va avanzando con cuidado, y justo en la esquina ve al esqueleto que huyo. Le da la espalda y parece que esta a punto de atacar a alguien que esta al otro lado. Así que no pierde tiempo, activa su cinturón y tras llegar a la altura del esqueleto le ataca con la espada por la espalda.

Gláin se quedó completamente petrificado al escuchar aquel sonido que, desgraciadamente, le era tan familiar. Sabía que sus amigos estaban luchando contra aquellos seres, pero no esperaba encontrarse tan pronto con uno de ello. Y lo peor de todo era que no sabía si entre los dos serían capaces de acabar con él.

- No creo que una simple daga sea capaz de hacerle demasiado daño - pensó, apretando con fuerza la empuñadura de la pequeña arma que sostenía en la mano, sin percatarse de que Lily se había bajado de su espalda y había comenzado a desandar el camino que les había llevado hasta allí. Cuando quiso reaccionar, la mediana se encontraba ya a varios pasos de distancia.

- ¡Maldito enano estúpido! - se reprochó, en Khuzdul, mientras comenzaba a seguir a su amiga, intentando hacer el menor ruido posible para que el esqueleto no se percatase de su presencia.

- Se lo que intentas, pequeña, y tienes mi apoyo, pero escúchame atentamente. Debemos evitar a toda costa la sala en la que me encontraste. En ella aguarda un enorme mal. Un mal al que ninguno de los dos podemos enfrentarnos ahora - dijo a continuación, cuando por fin consiguió ponerse a la altura de ésta - Abre bien los ojos y estate atenta a todo lo que te rodea, y si el único camino posible es atravesar esa maldita sala, nos volvemos, aunque debamos enfrentarnos a ese esqueleto, ¿de acuerdo? - Al terminar de hablar, el enano volvió a apretar con fuerza la empuñadura de la daga.

- Señor Mahal, se lo mucho que quieres a tu pueblo. Tanto que Ilúviatar se apiadó y nos adoptó como sus hijos cuando te pidió que nos destruyeras. Por esto te pido que protejas ahora a uno de ellos y a su amiga, y que permitas que ambos lleguen a encontrarse con el resto de sus compañeros -

Nada más ver al esqueleto que se aproximaba, Lily saltó al suelo y empezó a dar media vuelta, para volver a la sala del telar y, si su intuición no la fallaba, rodear a la criatura por el otro pasillo. Gláin, algo más lento, también decidió darse la vuelta y desandar lo andado. Los dos solos, al parecer del enano, no erais rivales para esa criatura, y menos sin vuestras armas. Aunque intentasteis no hacer ruido, la armadura metálica de Gláin y su tosco caminar no eran lo suficientemente sutiles como para pasar desapercibido. Pero esta criatura no se guiaba por los sentidos mortales como el olfato o el oído, hace tanto ya perdidos, sino que vuestro calor corporal era para él como una luz en la oscuridad. Vuestra vida era para su odiada no muerte una afrenta que había que erradicar. Con pasos lentos pero firmes, los pies de esta criatura enfilaron hacia vuestra posición. Lo último que visteis antes de daros la vuelta y girar por la esquina fueron sus dos puntos rojos en las cuencas vacías de sus ojos, que destilaban un odio profundo. Volvisteis a la sala del telar y avanzasteis hasta él, notando cómo crecía en vuestro interior ese frío sobrenatural que intentaba arrebataros la vida. El miedo os empezaba a entumecer los huesos y a ralentizar los músculos, pero dada la situación, hicisteis acopio del poco valor que os quedaba y seguisteis hasta pasar de largo el telar y alcanzar la otra esquina. Antes de enfilar por ese pasillo, visteis por el rabillo del ojo cómo aparecía el esqueleto con el espadón en alto.

Y le doy un segundo golpe con la espada, resultando este ser un buen corte. El esqueleto tiembla de pies a cabeza, amenazando con desmoronarse.

-¡Vamos Glain, parece que nos está siguiendo! Quizás no sea demasiado inteligente. ¡Corramos hacia la puerta! Si llegamos antes que él quizás podamos encerrarle aquí-

Y dicho esto Lily intenta acelerar el paso todo lo que dan de sí sus pequeñas piernas. 

-Espero que nuestros amigos hayan conseguido al menos acabar con el otro-   

Y mientras corro intento acordarme de como era esa puerta y ese candado donde me pinché la mano. ¿Podría cerrarse desde el otro lado?

Maldita sea.- Pensó Tolman nada mas ver al enemigo. Lo recordaba, era el mismo esqueleto asqueroso que había huido minutos atrás.- Era justo lo único que no quería que pasase, al menos antes de encontrar al resto. Y aquí estamos otra maldita vez.- Rilwen se le adelantó, pero el hobbit no iba a quedarse atrás. Parecía que el esqueleto estaba a punto de atacar a alguien o algo, dadas las circunstancia era lógico pensar que sería en contra de Lily o Gláin. No había tiempo para averiguarlo, solo quedaba atacar.

Aprovechando que estaba de espaldas, cargó una piedra mágica en su honda y disparó, volviendo hacer lo mismo mientras el enemigo no lo detectase.

El enemigo volvía a estar a la vista y no había tiempo que perder. Alguien corría peligro y Tatharina no iba a dejarlo a su suerte. Dejando a un lado su propia seguridad, la joven corrió hasta el fondo del pasillo para valorar mejor la situación. Cuando comprobó que efectivamente alguien la necesitaba, llevó su mano al cinto y no dudó en lanzar esa daga, intentando desviar la atención del terrible esqueleto. Una vez más quedó demostrada su ineptitud en el noble arte del lanzamiento de cuchillos. En la próxima posada que paremos tengo que obligarme a jugar una de esas estúpidas competiciones. 

- ¡Eh tú! ¡Montón de huesos! ¡¿Por qué no te metes con alguien de tu tamaño?!

- ¡Corre, pequeña, corre! - gritó el enano, al mismo tiempo que observaba como el esqueleto avanzaba hacia ellos espadón en alto - ¡Intentemos encontrar a los demás lo antes posible, para poder ser lo suficientemente fuertes como para poder enfrentarnos a estas criaturas! - El guerrero escupió al suelo, lleno de rabia, maldiciendo a aquel ser.

Tras esto, comenzó a correr tras su amiga tan rápido como sus piernas le permitían, sintiendo todo el peso de su cota de malla sobre su cuerpo. Odiaba sentirse tan vulnerable y tener que huir. Si por lo menos tuviese sus armas, podría enfrentarse a su enemigo con mayores probabilidades de éxito, pero así, una cosa era ser valiente y otra ser un suicida.

- Espero que no nos encontremos con ese otro esqueleto del que hablas, Lily. Bastantes problemas tendremos si éste consigue alcanzarnos como para tener que lidiar con uno más - dijo, Gláin, resoplando a causa del esfuerzo, mientras se colocaba a la altura de la mediana, y permanecía atento a lo que les rodeaba. A su alrededor, el pequeño hongo iluminaba su avance con su característico color verdoso, dando a la estancia un desagradable aspecto fantasmagórico.