Partida Rol por web

Abre los ojos de la ensoñación y siente aún el gustó metálico de la magia fluctuando. - ¿Qué ha sido eso? - Mira a ambos lados, ve a los compañeros dormidos. - Aún están aquí. - Observa hacia la salida de la cueva, y hacia la tormenta. - ¿No están? - Se intentar reincorporar. - ¡Hey, hey! Despierten. Se han quedado dormidos. - Quiere decirles, pero sus pies y manos no se mueven. Escucha como las pesadas botas del enano son arrastradas lejos. - ¡Espera, no te lo lleves! - Pero nada, su cuerpo no responde. Deja por un momento de intentarlo esperando se despeguen los párpados. - No me da buena espina este lugar. Ha sido un sueño extraño. ¿O será que aún sigo soñando? - Se queda observando a su alrededor. - Desde hace rato, esas colinas con piedras erguidas me han hecho recordar ha los legendarios túmulos. Si eso es así deberíamos movernos. Nada bueno tiene que salir de ahí. Las advertencias eran ciertas - Bruscamente vuelve a intentarlo, se voltea y señala al resto - Despierten. - Y como si con sus palabras los hubiese llamado ve al otro lado de la sala a las dos figuras que siniestras buscan causarles dolor a los compañeros. Gallind se reincorpora pesadamente y dice. - Atrás criaturas. No dejaré que dañéis a mis amigos. - Y entonando un cantico se imbuye a si mismo con la velocidad de la saeta. - Que mis pies retomen su vigor milenario. Y pueda librarlos de los agravios.

La situación no era mala, era sencillamente horrible. Les habían dormido usando algún tipo de magia poderosa y desconocida, de la que tan solo pudo recordar algunas palabras de una tétrica canción, entre ellas la de "tumulario". No era una experta en historia, pero acababa de recordar que cerca de Bree se encontraban las quebradas de los túmulos, y estaba claro que habían ido a parar al peor sitio posible. Al despertar, no podía moverse, tan solo pudo ver con horror como desaparecían las piernas de Gloín, al girar un pasillo, algo le estaría arrastrando. Les habían traído a un lugar que desconocían, probablemente una tumba o túmulo, mientras estaban dormidos, no tenían sus armas ni sus mochilas, pero pudo ver que estas se encontraban en la misma estancia. Para aumentar más el espanto, un gran esqueleto se les estaba acercando, y detrás venía otro. Y dijo algo de matar. Al menos, parece que ya podía moverse, por lo menos no morirían sin tratar de hacer algo.-Hemos de actuar rápido y tratar de mantener la calma. Yo voy a tratar de recuperar mi espada y si hay suerte también mi escudo de ese montón. Tal vez alguno de vosotros pueda tratar de hacer frente a estos esqueletos mientras tanto.-Y recordó su hechizo de rapidez que le permitiría hacer más cosas durante un breve periodo de tiempo, tenía que pensar muy bien cuando debía usarlo. Pero lo primero era llegar hasta sus armas, sin ellas nada podría hacer.-¡Ánimo y valor amigos!, lucharemos lo mejor que podamos.-

Gláin cerró los pesados párpados, intentando volver a sumergirse en el sueño profundo y cálido del que le había arrancado esa visión de pesadilla. Por un instante, estuvo a punto de regresar a la seguridad reconfortante de los sueños, pero el intenso frío que atenazaba su cuerpo le devolvió a la realidad.

Parpadeó cansado. A medida que despertaba, pudo sentir la humedad viscosa del suelo de piedra bajo su cabeza. Estaba tumbado cuán largo era —cosa que no era decir mucho...— sobre un piso de roca. Las paredes y el techo, alumbrados por una claridad tenue de un verde enfermizo, estaban formadas por toscos bloques de piedra sin decoración alguna. ¿Cómo he llegado hasta aquí...?, se preguntó desorientado por completo.

En la penumbra apenas lograba ver a las dos figuras que se cernían sobre él. Y daba gracias a los Dioses por ello. Entre esas tinieblas verdosas, la desgarbada silueta del esqueleto de la espada parecía grotescamente gigantesca. La hoja de su arma tenía marcas de herrumbre, pero el filo no parecía estar embotado en absoluto. La otra criatura no por ser más menuda transmitía un aura menos peligrosa. El odio que destilaban sus ojos encogió el corazón del enano.

Gláin permaneció en silencio, intentando no llamar la atención de los dos espectros. Un frío helador le recorrió el cuerpo y tuvo que esforzarse con toda su alma para que no le castañetearan los dientes. 

Ya habrá una oportunidad... Por favor, que haya una oportunidad...

Si la situación comenzó mal y terminó peor. Tolman se encontraba físicamente mal, muy mal, como si hubiese sido drogado de alguna manera. Su cuerpo no respondía del todo y los sentidos embotados, como si todo pasase a cámara lenta. Creyó que era un sueño mientras veía como los pies de su compañero enano eran arrastrados, pero pronto cayó en la cuenta de que era todo muy real. Una pequeña corriente de adrenalina se apoderó de el agitando su cuerpo permitiéndole salir de esa somnolencia.

Vio como Gallinf y Rilwen salíen disparados hacia una esquina y comenzaban a rebuscar entre los fragmentos, se palpó y vio que su equipo había desaparecido.- Mierda.- Los enemigos se acercaban y debía moverse.- Vamos Lily, arriba, no tenemos tiempo que perder. Gláin no está, tenemos enemigos y nuestros compañeros ya están moviéndose.- Imitó al resto y corrió hacia el montón de chatarra desesperado por encontrar sus pertenencias.

Abro los ojos y me siento en una pesadilla terrible hasta que me pellizco a mi misma y me convenzo de que todo es real. 

Aletargada, sin fuerzas, aterrorizada sin moverme hasta que aparece ese enorme esqueleto armado frente a nosotros. En ese momento me incorporo como puedo y corro hacia el pasillo a mi izquierda (la derecha en la imagen). 

- Corre Lily, esa cosa va a rebanarte la cabeza- 

-¡Despertad!¡Corred!- Y me muevo lo más rápido que puedo hacia mi izquierda para ver que hay al otro lado de esa esquina. 

¿Qué? ¿Dónde estoy? Tengo los pies congelados... Espera ¿No estábamos en una cueva? ¿Me he dormido en mi turno de guardia? Y más importante aún ¿Por qué no me puedo mover? AAAAAAAAAH

Así, poco a poco, la muchacha fue recuperando la conciencia abrumada por un tsunami de preguntas sin respuesta. Cuando por fin fue capaz de abrir los ojos la horripilante escena de Gláin siendo arrastrado le heló la sangre. Y, por si no sintiera suficiente frío ya, parecía que la simple presencia de esos cadáveres andantes había bajado la temperatura de la estancia varias decenas de grados.

Tiritando, consiguió forzar a sus músculos a reaccionar y ponerse en pie. ¡Vamos Tatharina! ¿Qué haría Rilwen para salvar a Gláin? Miró a banda y banda y vio a la Elfa corriendo hacía un rincón de la cripta. ¡Pues eso!

El primero en actuar es Gallind, que conjura los poderes mágicos sobre él, dotándose de una rapidez inusitada. Poco a poco empieza a sentirse mucho más ligero y ágil, por lo que se prepara para entrar en acción. Pero todos sus compañeros salen corriendo hacia la izquierda, dejándole como único objetivo de las dos criaturas.

Lily, Rilwen, Tatharina y Tolman corren hacia el montón de objetos que hay tirados por el suelo para pertrecharse rápidamente. Lily cambia de rumbo en el último momento y se dirige a la esquina, para ver qué hay en ese pasillo. Lo único que puede ver es que avanza hacia adelante, pero la poca luminosidad apenas la deja ver unos diez metros más allá. No hay nada que reseñar, paredes de piedra y esa luminiscencia verde que impregna las paredes. Un grito de dolor hace que gire la cabeza, para ver cómo hieren al elfo y uno de los esqueletos avanza hacia vosotros. Los otros tres, llegan al montón de objetos y empiezan a rebuscar frenéticamente sus cosas. Rilwen consigue coger su espada y su escudo y se da la vuelta para ver cómo uno de los esqueletos golpea con dureza a su muy querido amigo, gritando este de dolor. El otro esqueleto se aproxima hasta estar a tu lado. Tatharina también encuentra rápidamente su cayado, cogiéndolo y girándose para ver la escena que ha presenciado Rilwen. Los ojos se le desorbitan al ver la fuerza del espadazo y su tez se vuelve lívida por la preocupación. Tolman rebusca y rebusca, intentando encontrar algo. Al cabo de unos instantes de angustia, por fin lo encuentra. Lo coge y se da la vuelta para ver cómo hieren al elfo y se acerca el otro adversario hacia vosotros.

Los esqueletos, Dargar y Scop, ansiosos por acabar con toda vida y calor en vosotros, avanzan deprisa y casi sin ruido, enarbolando sus armas. Al quedarse el elfo solo, Dargar le ataca, dándole fuertemente con el mandoble. El golpe es certero y doloroso, abriendo un feo tajo en el pecho de Gallind. Un grito de dolor sale de la garganta del pobre elfo, que ve como el otro esqueleto avanza hacia los demás.

Los dos esqueletos vuelven a cogerte y a arrastrarte al otro lado de la puerta. Aunque sigues sin poder moverte, ahora estás totalmente despierto. Puedes ver que estás en otra sala, muy parecida a la anterior e iluminada por la misma luz verdosa enfermiza. A ambos lados, salen sendos pasillos hacia adelante, pero enfrente solo hay una pared de roca. Las paredes están decoradas con tapices podridos que cuelgan de los muros, como un salón del trono de tiempos pasados. En las esquinas del muro por donde has entrado hay dos enormes jarrones que están decorados con escenas de festines y batallas. El suelo es un mosaico de colores apagados que describen una procesión sin fin de figuras militares que marchan alrededor del salón rectangular. El techo, a más de tres metros de altura, es liso y sin adornos. En las paredes, entre los tapices, se encuentran unos soportes para antorchas.

El pasillo es largo y se pierde en la oscuridad de más allá. La mortecina luz verdosa no te deja ver más allá de unos cuantos metros.

Una gota de sudor frío rueda por mi frente al ver como esos engendros carentes de vida se abalanzan sobre mi. - ¡Ahhh! Ay, ay... - El dolor es lacerante y un súbito pensamiento recorre mi mente - ¿Es el fin?¿Así acaba todo? - El cadáver sin vida del elfo rueda por las frías piedras del suelo de la tumba esperando la hora agraciada y la música final. - Qué será de mi, amada mía. 

Rilwen corrió hasta el montón de objetos, donde encontró con facilidad su espada y su escudo, arco y carcaj tendrían que esperar, ahora era el momento de entrar en el cuerpo a cuerpo. Observó con horror como el esqueleto de mayor tamaño atacaba a Gallind, causándole una grave herida. Nadie se había quedado a parar a los esqueletos, todos habían corrido, aunque estaba claro que algunos ya tenían sus armas. Había que pasar a la acción, activó su cinturón que le confería gran fuerza y habilidad de combate durante algún tiempo, si este se agotaba, tendría que tratar de activar su hechizo de rapidez. Y comentó a sus compañeros:-Venga amigos, es la hora de la verdad, tenemos que defendernos y atacar a estos esqueletos. Que cada uno aporte lo que pueda, necesitamos todos los esfuerzos para salir bien de esta.-Y atacó al esqueleto más cercano.

Esperaba que sus compañeros ayudasen, ya que si no lo hacían, las cosas se iban a poner muy difíciles y muy rápido.

Me paro en la esquina tras ver el largo pasillo. Escucho los golpes a mi espalda, giro la vista hacia atrás y apenas me da tiempo a ver a esa abominación persiguiéndome. El miedo se apodera de mi. Rilwen empieza a gritar algo a mi espalda pero, sin terminar de saber muy bien qué va a decir, sigo corriendo por el pasillo con la esperanza de que la salida se encuentre en esa dirección.

Mientras corro me palpo los bolsillos en busca de mi tirachinas. ¿Lo tendré conmigo? ¿Me serviría para algo en un lugar tan estrecho? Lo encuentro y eso me reconforta minimamente. 

¿Qué veo delante de mi? La tirada creo que me permite avanzar más allá de mi campo de visión actual pero si no sé que hay no sé si me detendré antes o no. 

A mi espalda se escucha un grito de dolor. Suena terrorífico entre estas paredes de piedra pues el eco lo magnifica. Giro la cabeza para ver que ha pasado y voy intentando recordar las palabras curativas que me enseñó la vieja Fanuira. Para mi sorpresa, Gallind sigue en pie. Es cierto que se ha llevado un tajo feo, pero nada que no pueda curar cuando toda esta pesadilla pase. 

Así pues, continuo corriendo. Alcanzo a toda velocidad el montón de objetos y rápidamente me abalanzo sobre mi cayado. Sintiendo su peso en mis manos ya me siento más dispuesta a deshacerme de mi daga, pues hasta ese momento era mi única forma de defenderme. Rilwen tiene razón, tenemos que hacerles frente. Rebusco en mi bolsillo y saco el cuchillo con el que recojo las plantas del bosque. Confío en hacer algo. La daga sale disparada en dirección al esqueleto, pero con la oscuridad y con los nervios, se pierde al fondo de la habitación. ¡Mierda!

Abrió un ojo con ligereza. - Ajá, los he engañado. - Dijo para si mismo mientras buscaba el flanco flojo del esqueleto. Y mientras se reincorporaba de un salto tomaba la daga que llevaba al cinto. Aquella pequeña daga mágica que anteriormente quiso darle a Lily. - Sé que es una daga mágica, pero... ¿Afectará a estos engendros?. - Se alzó con un movimiento ágil y con el mismo impulso asestó un certero golpe que a pesar de la precisión y destreza no logró hacerle un gran daño al enemigo. - De haber sido un hijo de Erú hubiese recibido un golpe muy doloroso y certero. - Pensó. A continuación mientras se agazapaba buscando ganarle la espalda, o al menos una mejor posición para el combate, sentenció -  No está muerto quien pelea. - Y con gloriosa energía, como vuelto a la vida, relanzó una fuerte estocada a uno de los laterales de la bestia no-muerta. - Y acabaré contigo criatura del averno. - Dijo con una segunda estocada oportuna que su magia le permitió lanzar. - ¡Lo sabía! Sangran, o algo muy parecido. - La sonrisa no se ocultaba en su faz y la vigorosa energía que sus dos certeros golpes le habían dado lo llenaban de convicción y fé. - Te tengo donde quería. 

Las garras del enorme esqueleto volvieron a cerrarse como tenazas sobre los hombros del enano. La cota de mallas crujió ante la poderosa fuerza de la zarpa de hueso. Gláin logró a duras penas no revolverse para intentar liberarse. Cuánto más confiados se sintieran esos engendros, más posibilidades tendría el naugrim de encontrar un resquicio para actuar.

Con los ojos entreabiertos, Gláin pudo vislumbrar algo de la estancia en la que se hallaba. Los viejos tapices, los jarrones agrietados y el mosaico desdibujado que cubría las losas del suelo, le hablaron de un antiguo salón donde se sentaron en un pasado remoto valientes y orgullosos hombres de armas. Pero no vimos ninguna fortaleza ni ningunas ruinas desde la Colina de Storch..., pensó. ¿Se hallaban tal vez en los sótanos de algún bastión olvidado? Quizás sus muros hubieran caído con el paso de los siglos y ya no quedara nada más que las mazmorras. Fuera como fuera, de nada le sirve a un muerto saber dónde han terminado sus días, así que Gláin se concentró en esperar el momento adecuado para actuar.

Esta vez, la primera en actuar fue Tatahrina, que sacando su daga de entre los pliegues de su vestimenta, se la lanza al esqueleto que se avalanza hacia ella. Pero entre la oscuridad y el miedo, falla en su objetivo de clavársela. Con fuerza, empuña su bastón. A su lado, Tolman ataca velozmente al adversario que tiene enfrente, para ayudar al elfo. Enarbolando su daga mágica, regalo de un amigo suyo, carga contra él. Pero el esqueleto le para el golpe en el último segundo con su mandoble. El gigantesco esqueleto, llamado Dargar, levanta su espadón por encima de la cabeza y lo descarga con tino en el delgado cuerpo de Gallind, volviéndole a herir. Scop, que así se llama el esqueleto que está enzarzado con Rilwen, lanza un potente golpe hacia ella, y aunque esta logra interponer su escudo, sufre una pequeña herida. Finalmente, los elfos contraatacan. El primero es Gallind, que tiene una agilidad y velocidad fuera de lo común. Le asesta dos puñaladas con su daga mágica, pero solo le provoca unos leves rasguños al esqueleto. En cambio, Rilwen asesta un buen tajo con su espada, haciendo que Scop aúlle de dolor. El combate acaba de empezar y por ahora parece que los esqueletos van tomando ventaja. Los cuatro compañeros que estáis enfrente de estas criaturas, notáis cómo un frío sobrenatural os invade, intentando apagar el calor de vuestros cuerpos.

Echáis en falta a alguien... la pequeña hobbit no está por ningún lado. Al parecer ha decidido huir del lugar y correr por el pasillo, perdiéndose en la oscuridad.

Al ver que se aproximan los dos esqueletos y notar ese frío sobrenatural que los envuelve, decides huir del lugar y dejar a tu hermano y a tus amigos tirados allí. Ni siquiera te has parado a mirar entre el montón de objetos que había a un lado, ya que tu tirachinas y tu daga están bien ocultos entre tus numerosos bolsillos. También tienes escondidas las piedras para honda que dice Gallind que son mágicas. Detrás tuya oyes gritos de pelea y el entrechocar del acero.

Corres pasillo adelante y ves que después de unos metros, este gira a la derecha. Se abre a una pequeña estancia igual que donde están tus amigos, pero con una particularidad, y es que en la pared de tu derecha hay una puerta de madera de roble cerrada con un candado. Los muros, el suelo y el techo siguen siendo anchos bloques de piedra. Aquí también el techo y las paredes desprenden ese leve resplandor verduzco. Al fondo y a la derecha, parece que hay otro pasillo. Supones que llevará a donde están los demás, por lo que piensas que este complejo es un rectángulo. Lo que no has visto todavía es una salida al exterior, a menos que sea esa puerta.

Los dos esqueletos te siguen arrastrando por el suelo del pasillo de la derecha. Sigues sin poder moverte, dado que lo que sea que te pase parece que aún perdura. Un frío sobrenatural te invade, queriendo succionar tu calor corporal. Notas cómo parte de tu energía se va evaporando. También crees notar un ligero cosquilleo en las yemas de las manos y de los pies.

El pasillo avanza unos diez metros antes de girar a la izquierda. Una vez aquí, el esqueleto más alto avanza hacia lo que parece ser un telar. Te quedas fijamente mirándolo, para no perder detalle. Es un amplio telar, en el que se sienta una figura esquelética de largos cabellos. No se mueve, está quieta y no tiene esos malévolos puntos rojizos que tienen los otros dos esqueletos en las cuencas vacías de sus calaveras. Tiene la piel, o mejor dicho, los despojos, momificados. El telar es tan grande que bien puede haber hecho todos los tapices que has visto. Los restos gastados de un tapiz a medio terminar yacen entre las manos del esqueleto. Su mano derecha agarra una lanzadera de bronce.

El esqueleto agarra la dorada lanzadera y la levanta, haciendo que todo el telar se separe del muro y revelando una entrada a una estancia oculta detrás. Toda la estructura, esqueleto, telar y banco, se mueven como una sola unidad. Una vez abierto, el esqueleto vuelve a tu lado para volver a agarrarte. Entre los dos te introducen en esta nueva sala. El frío sobrenatural que emana de ella te deja el corazón congelado.

De momento las cosas no le estaban saliendo demasiado bien al grupo, solo eran dos enemigos pero estaba claro que podían ponerles en un serio aprieto. dado que el efecto de su cinturón pasaría muy pronto, y que no había tiempo que perder, decidió que su mejor opción era volver a atacar a Scop, tal vez pudiese con mucha suerte terminar pronto con el, y luego podría ayudar con Dargar que parecía el más peligroso. El ataque fue mejor que el anterior, pero veía que la cosa se podía poner muy fea, ya que a las heridas que estaba recibiendo, se iba uniendo el terrible frío que emanaba de estos espantosos esqueletos.-Ánimo amigos, no podemos dejarnos vencer por estos dos esqueletos. Seguro que aun nos quedan muchas aventuras por delante. ¡Valor y fuerza!-

Y en voz baja le digo a la beornida.-Tatharina tal vez puedas curar a Gallind, pues veo que ha recibido dos feas heridas, y estará muy mal herido.-

El combate no pintaba nada bien y la situación era aún peor si contaban con que el luchador principal estaba desparecido, Gallind herido, Lily desaparecida también y solo pudiendo confiar en Rilwen para detener el avance de las criaturas mientras el resto apoyaban como podían. No era lo que Tolman hubiese deseado pero así estaban las cosas. 

El movimiento de la semielfa para ayudar a Tatharina hizo que Tolman mantuviera la posición en la lucha contra el esqueleto mano a mano con Gallind, girarse supondría dar la espalda a su enemigo sin garantías de que no fuese un estorbo para sus compañeras. Solo podía confiar en que todo saldría bien y seguir blandiendo su daga.- Tienes razón Rilwen, no podemos detenernos ahora. Tenemos que encontrar a Lily y Gláin, quien sabe que peligros se habrán encontrado en estos pasillos. Debemos ser rápidos. ¡Todos juntos!- Se dirigió entonces a su compañero herido.- Gallind si crees que no puedes continuar retrocede, intentaré contenerle mientras te recuperas pero no hagas ninguna locura.