Partida Rol por web

- ¡LANDARRIAAAAA! - gritaba mientras tajaba por dos veces con su espada las patas de la bestia y por los pelos una dentellada del gran lobo pasaba cerca de su cuerpo, empujó con los pies y se elevó sobre su montura para cortar de nuevo a la bestia.

- ¡Muere, bestia maldita!

Rugí et reí, henchido de rabia y salpicado de la sangre de aquel animal al que mi espada hendiere el pellejo. El negro fluído que escapaba de aquel ser dábame fuerzas et fazíame sentirme victorioso ante ella, armado con la espada de los templarios.

- Vuelve al infierno del que has salido. - díjele, mientras lanzaba nueva estocada.

Aquella bestia herida en cuerpo y orgullo, cargó contra los dos leales de Sancho. Al de Zúñiga intentó mordér, et que se intentó zafar con una esquiva del de Aingeru. Parecía haber subestimados a aquellas dos presas que pretendían acabar con su vida...

Resumen turno 3:

El lobo enfurecido saltó casi por encima de la altura de los lomos del caballo, esperando dar dentellada fiera a don Diego. Et que así pareció, pero sólo hasta que aqueste paró con su espada las intenciones del lupus... La espada restalló en sus dientes un poco y nada consiguió aquel "animal". Et que tras el embiste, el propio Diego quiso devolverle lo debido, et que así quísole mandar al infierno natal de su procedencia:

Daño: 11 (sin protección): 11 puntos de de daño.

La bestia fue gravemente dañada. La hoja de Diego refulgía en negro, negro brillante sangriento, justo cuando la sacó del cuerpo de aquel lobo. El ente se tambaleó de un lado a otro, pero pareció que aguantaba... Sólo hasta que Koldo, tras encomendarse a su señor de Landarria, hizo encabritar su bestia y pudo asestarle dos mandobles, uno de ellos afortunado en su pata diestra delantera...:

Daño: Máximo (/2 por pierna): 6 puntos de daño...: criatura queda inconsciente a -1 Pv y perdiendo...

El tremendo corte fue brutal, y la criatura cayó desangrada al suelo... No murió, pues su cuerpo aún se movía de los espamos tras aquella truculenta batalla física... su boca expelía saliva mezclada con sangre, y las heridas de su cuerpo, pocas pero profundas, hacían pensar que no dudaría mucho...

Los dos hombres de don Sancho habían vencido al mal.

Et que en estando tumbado el lobo y echado a un lado, tando Diego como Koldo vieron que el dólmen no tenía sino una especie de entrada en su interior; aquello era como una cámara de cuya boca salía, aparte de los resquicios del dólmen, aquel humo. La cámara, seguramente, descendiera en la tierra...

Al fin cayó la bestia, muerta tras las terribles estocadas que asestáramosle. Fue aquella batalla temible et sangrienta, et bien pudo haberse saldado en desgracia. Mas de nuevo mi acero et mi destreza evitaron las garras de la criatura, et la estocada final que alcanzárala, enviada por don Koldo, bien hubo de valer la muerte del ser, et liberarnos a nosotros de tal destino.

- Muerta hállase la bestia, et credo que bien compondráselas el Barón contra aquellos seres. - díjele a Koldo - Vayamos pues a la cueva, et veamos qué anda sucediendo allí dentro. Si bien vos parece.

Dispúseme entonces a entrar en la cueva.

Empero, dispuse también dejar que Koldo diese el primer paso et adentrárese en primer lugar, pues nada habíase decidido aún. Que si Ontatxu hallábase dentro, tal vez fuere el momento de fazer valer cuanto mi Malena et yo mismo habíamos dispuesto. Que bien habría de valer su lealtad...

En viendo yoferido al caballero don Natxo, hubo de acercarse con gran presteza a ayudarle, pues bien podrían mis manos vendar las feridas de aqueste. Y muchas otras cosas habrían de disponerse.

- Ayudadme a vendar a aqueste caballero. - díjele - Que habrá de vivir.

De este modo y con esta excusa, arranqué pedazos de tela de sus ropajes, y uno de ellos húbeme de guardar para mi...

- Decís bien. De ahí viene la magia demoníaca que está quebrando este bosque y las tierras de mi Señor. Es posible que su mujer esté allí dentro secuestrada. No hay tiempo que perder. Ladia debería quedarse aquí, puede ser aún más peligroso que esto -dice desmontando del caballo y dejando TODO excepco su armadura y su espada.

El caballero Natxo de Otazu habíase quedado tumbado en la torre del castillo, encima de una manta. Allí andabas curándole sus heridas, poniéndole vendas y limpiando los cortes menudos y profundos que tenía por doquier. Sus moratones hablaban por sí mismos, et que no parecían decir nada bueno. Empero que se curaría, et quizá una buena cojera quedárale durante tiempo, más lograría contar lo sucedido en el castillo.

Aquellos hombres eran ahora uno sólo. Dos espadas y dos armaduras, una en cada cuerpo. Tras apearse de los caballos, éstos quedaron junto al dólmen, atado al resquició de una peña junto al mismo. No había forma de tranquilizar a las bestias con el humo justo al lado y la lucha que estaba acaeciendo en derredor. El senescal Koldo fue el primero en internarse, et que después d'aqueste fue presto don Diego. Mientras se introducían en el agujero, se daban cuenta que había sido excavado hacía tiempo, puest había pequeñas tablillas por doquier, a modo de contrafuertes. También había piedras solapadas reforzando el interior, previniendo posibles derrumbamientos.

Eso sí, apenas podíais ver nada: el humo ascendente os golpeaba directamente en la cara y los cuerpo, y menos mal que el trecho era corto; de otra forma, hubiérais muerto asfixiados en el estrecho hueco... Et que una vez abajo, el pasillo acababa en una pesada cortina como de piel... (¿acaso sería humana?), a través de la cual atravesaban suaves cánticos. Se filtraban tamibén otros ruidos leves, roces y gemidos, todo ello acompañado de cierta luz.

Nada más apartar la cortina, fúisteis descubiertos en el acto, et pudísteis ver lo que allí abajo había:

Se trataba de una cripta de piedra toscamente tallada, en cuyo centro se alzaba un altar nego y opaco sobre el que reposaba un cuerpo desnudo, tumbado: el hermoso cuerpo de doña Ontatxu. Sus piernas eran largas y esbeltas, la cintura flexible y los senos firmes. No tenía ya su vientre de embarazo, y su cuero brillaba en sudor. A su alrededor había seis figuras  vestidas con túnicas negras. Una de ellas sostenía a un niño recién nacido. Otra sombra poseía un cuchillo largo y negro.

El caballero Manuel Pérez, tras unos segundos divisando aquello, encontrábase en un rincón, con la vista prdida y nublada, como sin darse cuenta de nada. Parecía estar sangrando, pero no se percataba. Toda la escena estaba iluminada por un gran fuego, causante de la expulsión del humo grasiento, aunque no hace lagrimear vuestros ojos en exceso ni escoceros la garganta.

Et ante vuestra aparición, los encapuchados dejaron en el acto lo que estaban haciendo: el que tenía al niño lo depositó en el alta y, ayudado po el que tenía el cuchillo levantaron a la Señora y la llevaron a un rincón oscuro y alejado de la cripta. Otros dos se disponián a atacaros con espadas curvas, mientras que los dos restantes se colocaban en su retaguardia, et comenzaban a musitar ciertas retahíalas con la voz... Saliendo de su sopor, Manuel Pérez empuñó su espada y se dispuso a atacaros también.

¡ALTO AHÍ! -vociferó uno de las espadas, junto al fuego-. ¡Ni un paso más!

Aquellos tipos enlutado protegían a la mujer de Bureskunde, la señora de don Sancho. Arriba, seguía oyéndose la batalla encarnizada, a modo de leve murmullo.

Al entrar bizqueó los ojos debido al humo y arrugó el ceño al ver aquella ignominia a la que estaba siendo sometida la pobre Señora. Esos malvados bastardos... bien lo iban a pagar -¡AGUANTAD SEÑORA! -gritó mientras arremetía contra el encapuchado de la izquierda.

E3 y E4 parecen estar  preparando algo, alguna artimaña (que no es con armas), mientras que E2 Ataca y para (las dos a Diego).

Miré con insólito desprecio al sucio caballero que osaba atacarme. Otro muerto más a la lista de los que habría de cobrarse mi acero en aqueste día aciago.

- Bastardo fornicador et adorador de demonios. - sonreíle - Espero que deseades el infierno, pues pronto habréisvos de encontrar en él.

Avancé pues, espada en mano, et descargué contra el cobarde estocada, al tiempo que aprestábame a eludir las suyas.

Resumen turno 1:

Diego fue el primero en lanzarse contra los tipos, en concreto contra el caballero Manuel Pérez. Aquel traidor algo abstraído era el objetivo del de Zúñiga, y éste el del malnacido. No obstante, que reaccionó primero el siervo de Sancho, y aunque le quiso endosar un tajazo en la pierna, su armadura hizo su trabajo:

Daño: 6 (-5 por Coracina metálica) (/2 por pierna): sin daño.

Después, los dos de la segunda fila comenzaron a tocar algún objeto entre sus manos y a decir palabras ininteligibles, et que no obstante, nada ocurrió; bueno sí: que el resto de espadazos y mandobles no logró acertar en nadie: ni los de Manuel, ni el de Koldo ni el del otro encapuchado (E1).

Iniciativas:

Diego
E2
Koldo: declara Koldo
Manuel: Ataca a Diego y Ataque a la Cabeza a Diego (-50%)
E3: formula palabras de nuevo
E4: formula palabras de nuevo
E1: Ataca a Koldo y Para a Koldo

No podía permitirse el lujo de no dejar fuera de combate a su adversario en seguida, su Señora corría peligro y luego estaban aquellas horrendas palabras que estremecían al caballero... apretó los dientes y volvió a lanzarse al ataque, esta vez sin guardar nada para la defensa.

E2 ataca a Koldo y para a Koldo