Partida Rol por web

La SSV Tours estaba estacionada en Scott, capital de la colonia de Terra Nova en el sistema Asgard, y la tripulación contaba con permiso para visitar las inmediaciones del puerto espacial, lo cual la gran mayoría aprovechó sin reparos. Apenas hacia una semana que la Tours había comenzado su “viaje inaugural” desde la Tierra y la mayoría no os conocíais apenas los unos a los otros.

El garito donde emitían el partido de Biotiball (un derbi entre dos equipos Turianos) se había convertido en el lugar donde prácticamente todos habíais pensado que sería el sitio perfecto donde pasar las siguientes horas. Ahora el lugar estaba abarrotado y el azul oscuro de vuestros uniformes contrastaba con la multitud de colores que si podían vestir los civiles del lugar.

La mayoría de gente estaba apiñada entre la barra y las mesas más cercanas a los monitores desde los que se podía seguir el partido. La zona trasera del lugar estaba más despejada, y algunos de los soldados echaban una partida a Skyllian-five Poker… 

Hacía una semana que había comenzado su primera asignación tras licenciarse como soldado de la alianza. No había tenido tiempo si quiera de transmitírselo a sus padres y solo les mandó un mensaje directo a través de los canales privados de la alianza que aún no había respondido. Esperaba que su padre estuviera orgulloso tras su misión de prueba.

Durante la semana en la nave había estado trabajando con poco descanso en uno de los puestos de comunicaciones de la nave y había tenido poco tiempo de conocer a la tripulación. Aprenidó en su niñez como utilizar los sistemas de comunicaciones de la nave y no le costó mucho hacerse con el puesto de esta nave ya que no difería en cuanto a protocolos de comunicación.

Tras estacionar en la capital de Tierra Nova gran parte de la tripulación había tenido ocasión de disfrutar de un permiso para poder descansar y conocer los alrededores y muy a su pesar se vio arrastrado por la marea hacia un garito en el que emitían un partido de deporte. Aún no entendía la pasión de la gente por los entretenimientos que no aportaban nada a sus seguidores.

Era el momento de poder conocer al resto de soldados, la primera semana había sido dura y siempre era bueno tener un apoyo con el que hablar y soltarse. Buscó con su mirada por el local y localizó a una de las ingenieras de la nave. La había visto en varias ocasiones revisando los equipos de comunicación de la nave. Se acercó a ella y realizó un saludo militar.

- Señora. Mi nombre es Exor, la he visto en varias ocasiones revisando los sistemas de comunicación cerca de mi puesto. Parece que la nave está en perfectas condiciones. ¿Verdad?. Le importa si me siento a su lado. Dijo sonriendo la amablemente a la espera de que aceptará.

La primera semana en la Tours había sido mucho más movida de lo que Vincent había esperado en un principio. Se pasaba todo el día estacionado en su puesto o entrenando cuando tenía ratos libres, ya que tampoco habían hecho nada interesante más que volar de un lado a otro comprobando los sistemas y todas esas cosas. Para los soldados como él, aquel tiempo era aburrido. Quizá los ingenieros se lo pasaran bomba dándole a los botones como sólo los cerebritos saben hacer, pero no era tan divertido vigilar una puerta durante horas o estudiarse manuales variados.

Por esa razón, cuando la tripulación recibió el permiso para pasar un día más entretenido, Vincent salió disparado buscando algún lugar interesante. Como muchos otros de la nave, acabó llegando a un garito peculiar. Al ver que estaban retransmitiendo un partido, se abrió paso entre la gente para ocupar un lugar privilegiado, tapando a los que habían tenido la mala suerte de acabar detrás de él. Señaló a la pantalla y exclamó asombrado. ¡Turianos haciendo deporte! Creía que lo único que aprendían esos colmilludos era a empuñar las armas. Se puso a reír y a mirar el partido con toda su atención. En otras ocasiones se hubiera puesto a hablar con los compañeros, pero muchos ya habían demostrado ser unos muermos o unos estirados demasiado concentrados en su trabajo. ¡Ya se relajarían cuando acabara el período de pruebas!

- ¡Hostias, menuda leche se ha llevado ése!- gritó entre preocupado y divertido sin intentar siquiera controlar el volumen de su voz.- ¡Se ha partido la pierna! Ah, no, que ya la tenía así... Qué raros son los turianos, tío.- comentó en voz alta.

La primera semana en la Tours había sido... Agradable. Salvo por algunas tareas, el resto del tiempo fue todo calma y tranquilidad. ¿Cuando habrá algo interesante que hacer? Dije para mí misma, mientras que un instante después pensé que echaría de menos esa tranquilidad en el futuro, en el fragor de alguna misión alucinante, llena de peligros, heroicidades y epicidad.

-En fin.

Después de la llegada a Scott, me sentí un poco reticente a ir muy lejos, pero tras escuchar a la gente hacer comentarios sobre el partido de Biotiball -Es increíble, ya se hace un espectáculo de cualquier cosa- y la espectación que había en el que era por lo visto un famoso garito de la zona, me decidí a acercarme al lugar.

¿Que mejor lugar para esconder un árbol que un bosque?

Entre el gentío y la distracción pasaría desapercibida, y con un poco de suerte, me encontraría con algún compañero de la Alianza por allí. Será una buena ocasión de conocerlos de verdad, sin las presiones de estar a bordo de la Tours.

Ya dentro de aquel antro, sospechosamente oscuro y maloliente, me sentí cómoda, se parecía mucho a mis habituales periplos por los barrios menos "distinguidos" de cualquier ciudad.
Caminé un poco entre la gente, dirigiéndome a la barra, mientras buscaba un lugar donde sentarme tranquilamente a ver el curioso deporte, aunque seguramente me distraería más observando curiosa las idas y venidas de los clientes.

Poder estirar decentemente las piernas después de pasarse gran parte del día sentada a los mandos de la Tours –cuando no estaba desviando el estrés hacia otras actividades más…digamos…agresivas- le sienta estupendamente bien. Rinko se sentía cómoda al volante, no podía negarlo, pero necesitaba aquél tipo de escapadas para descargar sus propias presiones, así que abandona la nave con un ánimo más alto de lo habitual, con aire distraído y risueño. Directa al garito de Scott, allí donde se encuentra el meollo.

Se escurre por la puerta y, apartando la marabunta que se agolpa frente a los monitores, se hace camino hasta la barra. Se encarama en uno de los taburetes y estira el cuello para observar por encima de las cabezas tratando de localizar los puntos importantes del bar y, de paso, alguna cara conocida. Ya sea por x o por y, eso es; las tareas habituales de la nave, la semana de pruebas o su carácter distante cuando está al volante que tampoco invita demasiado a acercársele, aún no ha tenido mucha oportunidad para hablar con el resto de tripulación.Y puede que este sea un buen momento...Sí, por supuesto que lo sería si no hubiera visto esa apetecible timba de Skyllian-five Poker...Que ganas de jugar, joder...Y se hubiera ido de cabeza para allá si no hubiera escuchado los comentarios a grito pelado de una voz conocida, la del soldado Tanner. Ladea la cabeza y sonríe por el ímpetu con que lo dice. Decide acercarse.

—Eso ha sido un poco cruel para con los turianos...al menos parece que se les da bien.-le dice, alzando las cejas y sonriendo de medio lado. No pretende ser condescendiente, sólo es un "apunte".—¿Quién va ganando? ¿Se nota que no tengo ni la más remota idea de biotiball?

Apenas habían pasado unos pocos meses y ya estaba de vuelta en Terra Nova. - Qué vueltas da la vida, y el servicio en Alianza. - Pensó para sí misma. Y más vueltas que le esperarían, porque esta vez, al contrario que la primera que estuvo en Terra Nova, destinada, no se quedaría mucho tiempo. 

 Aunque el día anterior había estado cansada, bajó entusiasmada y optimista a Scott. No sólo por volver a la importante colonia en la que había pasado tanto tiempo trabajando, si no por que, claro, libraba, y estar en tierra firme significaba que por el momento no tendría que lidiar con otro caso de náuseas de los pocos que no estaban acostumbrados a volar, los únicos que le habían dado trabajo hasta ahora. Lo cual era una buena noticia, por supuesto.

 En cualquier caso, pensaba aprovechar ese día, tomarse algo, relajarse. El garito era el lugar perfecto para ello. Se pidió una bebida y se acercó a la pantalla, curiosa por el partido. Le gustaban los juegos, y los destellos y pulsos azules de la biótica le alucinaban, como quien se queda mirando pasmado al fuego. 

 Sonrió al oír los gritos entusiastas del soldado Tanner, y al escuchar la conversación decidió intervenir en ella para luego darle la razón a Tanner, divertida. Ella tampoco entendía cómo no se había partido la pierna. 

 - Creo... Que los de la derecha. - Contesta insegura, más bien por intuición, pues no conoce bien las reglas ni sabe si el equipo con la puntuación más alta es el que ella cree que es. - Pero venga ya, ¡Son raros! ¿Habéis visto cómo les sobresale la pelvis? ¿Y las... Aletas esas, que tienen a los lados de la cara? - Pregunta tocándose la mejilla.

Vincent se giró, en parte sorprendido por el hecho de que alguien hubiera escuchado lo que había dicho y aún más por haber recibido no una, sino dos respuestas. Miró a las dos mujeres que habían hablado y sonrió de oreja a oreja.

- ¿Verdad? Si es que yo no sé cómo pueden moverse con esas patas.- dijo mirando a Leblanc.- ¡Pero hace mucha gracia cómo se les mueven las cosas esas que tienen en la cara, sí!- se rió y señaló a los turianos de la pantalla.- No tengo ni idea de quién está ganando, pero lo alucinante que es ver cómo se zurran... Parece que estén en un campo de batalla en vez de un campo deportivo... ¡Típico de los turianos, convertirlo todo en una guerra! ¿Verdad?- volvió a reírse y miró de nuevo a ambas, dándose cuenta entonces de que eran compañeras suyas en la Tours. Se inclinó un poco para acortar la diferencia de altura entre ellas y él.- Seguro que ellos dicen cosas igual de feas sobre los humanos.- añadió a modo de excusa para tranquilizar a Ishida.- Aunque sería difícil decir algo malo sobre vosotras...

Se giró para seguir el partido y tardó unos cinco segundos en darse cuenta de lo que había dicho. Volvió a mirarlas, sonrió y se encogió de hombros.

Observa con gesto curioso a la nueva incorporación, la médico LeBlanc. Arruga la nariz y muestra una diminuta sonrisa por su respuesta. Vale, había que admitir que no eran muy…¿cómo decirlo?...¿proporcionados?.

—Bueno…vale.-admite, entonando el “mea culpa”.—Yo siempre me he preguntado que esconden bajo esa giba...-añade a medio tono, señalando a la zona en concreto sobre uno de los jugadores de la pantalla, aquél que tiene más pinta de “te meto dos golpes bien dados”. –Ese hueco que tienen detrás de la nuca, ¿sabéis?-continua, torciendo una sonrisa divertida. Se muerde el labio mientras escucha a ambos, para soltar después una sonora carcajada por el último comentario de Tanner que acompaña con ese encogimiento de hombros despreocupado.—Oh, date un tiempo…seguro que sacas algo malo cuando me veas estresada y/o pilotando. Que viene a ser lo mismo.-le dice, riendo socarronamente.

Abandona un segundo la conversación para acercarse a la barra, hincar bien los codos y pedir una bebida, estirándose para que la vean. 

Ellie meció en círculos el contenido anaranjado de su copa mientras lo observaba contemplativa. ¿Ya había transcurrido una semana? Qué rápido pasa el tiempo cuando una se dedica a explotar y a trastear incansablemente con las prestaciones de última generación de la sala de máquinas de los nuevos modelos SR-1.  Motor Tántalus desarrollado en conjunto con los turianos, baterías cinéticas U.N. de la Alianza, dos capas de blindaje ablativo y, lo mejor de todo,  un núcleo motriz experimental con varias opciones de mejora. ¡Todo un prodigio de la ingeniería moderna!

Pero sin duda lo que más despertaba el interés de Ellie era el sistema de infiltración, toda una novedad técnica recién salida de las últimas investigaciones en la que fuera su alma mater, la Brittish Columbia, ubicada en Vancouver.

Distraída dio un sorbo a su copa. El licor era fuerte, aunque le recordaba ligeramente al vino helado que tanto se destilaba al oeste de Norteamérica. Volvió entonces su atención hacia el PAD de datos con el que estaba operando, leyendo las últimas novedades de la política local. Al parecer los dirigentes locales estaban en plena pugna con el gobierno de la Alianza terrestre, pues no dejaban de requerir un aumento en sus fundos para dar cabida al espectacular crecimiento que la Colonia había protagonizado en los últimos años. No era de extrañar que varias compañías y grupos de presión oportunistas tratasen de prosperar con el conflicto incipiente, oliéndose una buena tajada que las hipotéticas políticas de expansión y crecimiento podían procurarles.

En esto estaba cuando uno de sus compañeros, a juzgar por el uniforme, se le acercó cordial buscando algo de conversación. Ellie levantó una ceja, inquisitiva, por el modo en el que aquel joven se le dirigía. Le sonaba haberle visto por los pasillos y en la zona de recreo. Exor, decía llamarse.

—Encantada, Exor —le dijo esbozando una media sonrisa e indicándole con un cabeceo que tomase asiento a su lado—. Yo soy Ellie. Y por favor, no me llames señora. No creo que nos llevemos tanto tiempo —añadió al tiempo que le guiñaba un ojo.

La ingeniera minimizó entonces la pantalla de su PDA y lo dejó en suspensión.

—Así que tienes tu puesto cerca de las comunicaciones. Interesante. Pero no hablemos de trabajo. Dime, Exor, ¿a qué te dedicabas antes de ocupar tu puesto?   

Tal vez fuera algo apresurado el modo en que Ellie escondió la información de su PDA. Pero lo cierto era que ahora que por fin había abandonado la nave, había aprovechado para recabar algo de información sobre el resto de la tripulación en las bases de datos con las que trabajaba como informadora del Corredor Sombrío. Y es que salvo algunos informes rutinarios sobre el resto de sus compañeros y sus especialidades, lo cierto es que por el momento no había averiguado mucho más.

Tal ver una aproximación algo más clásica arrojase algo de luz sobre el papel que jugaría cada uno de ellos en los acontecimientos que estaban por suceder…

Se sonrojó al hacer alusión al saludo y asintió con la cabeza tímidamente. Aquella pregunta le dejó un poco helado para el servir a la alianza era parte de su vida y no lo consideraba un trabajo. La respuesta no iba a ser sencilla ya que aquella época en la academía había sido parte de su formación para entrar en la alianza y se había dedicado plenamente a ella.

- Antes de licenciarme en la alianza he sido estudiante de la academia Grissom. He pasado allí muchos años refinando mis habilidades desde que era un chaval. le dijo intentando que no se pyera demasiado en los alrededores. No era muy común encontrar bióticos entre humanos. - Estas habilidades son un regalo que puede hacer mucho bien y sin embargo miro a la pantalla y veo estos talentos desaprovechados. dijo con pena.

Intento quitarle hierro al no saber que más decirle que fuera a parte de la Alianza por lo que le preguntó por sus intereses: - Y en tu caso, ¿A qué te dedicabas antes de que nos asignaran a la Tours?

 - Desde luego. No son los únicos, pero esos golpes no los encaja cualquiera. - Comenta sonriente a lo de la guerra, encogiendo luego la expresión en respuesta al dolor ajeno tras ver como uno encaja un choque. 

 - ¿Ves? Si es que son rarísimos. - Concluye tocándose el hombro en alusión a lo de la joroba, sin entender tampoco su propósito, o el de las aletas de la cara, que si bien divertían a su compañero Tanner, a ella le daban un poco de grima, aunque lo hubiera disimulado devolviéndole la sonrisa, divertida por la situación en sí.

 - O cuando veas que no queda café. - Añade sonriente tras Ishida, hablando por sí misma. - ¿No juegas al poker... - Pregunta alzando una ceja con interés, pensando en lo divertido que debería ser ver al chico reaccionando a las diferentes manos y apuestas, aunque igual si no juega precisamente por eso. - ...¿Tanner? - Trata de confirmar. Había revisado los historiales médicos de cada uno de los miembros de la tripulación varias veces, así que controlaba los nombres de sus compañeros bastante bien. Sólo quería asegurarse.

Vincent se quedó mirando a su camarada como si no la comprendiera. Le costó un poco reaccionar ante su pregunta y, cuando lo hizo, sonrió y asintió con ganas.

- Sí, soy Tanner, aunque prefiero Vincent, la verdad.- respondió rápidamente.- No suelo a jugar a poker, pero conozco las normas... creo.- desvió la mirada y entrecerró los ojos, concentrándose para recordar.- Sí... Había parejas y tríos... de eso me acuerdo.- se rió sin ninguna discreción y se rascó la barba incipiente.- También colores y escaleras... Quizá tenga que repasar un poco.- dio un paso hacia ella y la miró fijamente.- ¿Me enseñas?

Oh, qué tierno, se dijo al reparar en el repentino rubor que tomaban las mejillas de su compañero.  Lo cierto es que el malentendido era gracioso; se notaba que Exor llevaba una buena temporada sirviendo con los militares de la Alianza no sólo por su protocolario “señora”, sino por la forma en que se movía y hasta en el modo en el que se sentaba. Lo que no se esperaba era que perdiese la compostura con el pequeño juego de palabras que le había lanzado.

—Así que biótico. Fascinante —le dijo asintiendo con un leve cabeceo—. Siempre me he preguntado cómo se nos ocurrió experimentar con el elemento cero para desarrollar nuestras capacidades bióticas. Como especie, me refiero —añadió antes de llevarse la copa a los labios y tomar otro pequeño trago—. Pero estoy de acuerdo contigo, Exor. Reducir el potencial de vuestros talentos a un espectáculo de masas es una auténtica lástima. Aunque por otro lado, es una buena forma de hacer una pequeña fortuna. ¿Tienes idea de cuántos créditos pueden embolsarse esos salvajes por un partido como este? Es vergonzoso. Casi pornográfico. 

Se quedó entonces en silencio y dirigió su mirada hacia el holovisor, donde en ese momento un turiano lanzaba por los aires a otro del equipo rival. Ellié torció el labio inferior ante tal arranque de violencia gratuita e innecesaria. El resto del local no dudó en corear la maniobra del turiano.

Volvió a centrar su atención sobre su copa.

—Era promotora de una gran compañía. Pero me cansé y decidí retomar mis estudios —le respondió parca a su compañero, ladeando la cabeza y posando sus ojos sobre los de Exor—. Al final, entre unas cosas y otras acabé en la Alianza. Y aquí estamos ahora. —una media sonrisa se dibujó en su rostro—. Nada interesante, la verdad. Al menos no tan interesante como una infancia en una academia… para jóvenes talentos… ¿Cómo era vivir allí, Exor? Estoy segura de que tendrás alguna anécdota divertida. 

El partido estaba entrando en sus minutos finales, y parecía que iba a acabar en empate, lo cual era algo decepcionante en partidos con tanta rivalidad. Pero a los clientes del bar les daba igual quien ganase, salvo por las apuestas, y en cuanto se acabase el partido emitirían en diferido un encuentro de Urban Combat entre dos de los mejores equipos norteamericanos. Ya era bien sabido entre la tripulación que los Rhode Island Knights habían machacado a los Miami Tritons, pero parecía que no todo el mundo en el bar era consciente de que el partido ya se había jugado, puesto que un par de borrachines discutían sobre como iba a acabar el encuentro.

Las mesas de poker se iban vaciando, dejando asientos libres. Ya había mas de un soldado perdiendo su asignación mensual pero parecían hacerlo de buen gusto, mas relajados sin la atenta mirada del Navegante para reprenderles. 

Todo parecía en orden pese al caos del lugar.

La mayoría de la tripulación son novatos. Prometedores soldados, ya con cierta carrera pese a los pocos años de servicio, pero novatos.

Los miembros con más información relevante son, obviamente, la comandante y el navegante. El Shadow Broker ya te hizo llegar que, tarde o temprano, la comandante Ferguson iba a ser evaluada para el puesto de espectro, aunque la alianza parecía decidida a que el primer humano con ese rango iba a ser un tal Shepard. La comandante destacaba por su impresionante numero de bajas causadas con sus poderes bioticos, aunque se la había calificado de ser demasiado arriesgada al usarlos hasta la extenuación.  

En cuanto al Navegante, su falta de un carisma inspirador fue lo que le hizo fracasar como oficial de mando y acabar en el puesto que ocupa ahora. Esta casado con 2 hijos en la alianza, ambos bioticos, y ha sido trasladado de nave más de una vez a petición de sus superiores. 

En cuanto a los soldados, muy pocos son dignos de mención, salvo una tal Katherine Ackerhart que ha tenido problemas de indisciplina y casi fue licenciada con deshonor por un incidente con uno de sus antiguos superiores. No has podido sonsacar mas, por ahora. 

Pidió una bebida energética al camarero, esta era la bebida habitual que les asignaban a los bióticos para que sus niveles electrolíticos y de azúcar se mantuvieran estables, y le preguntó a Ellie si quería otra aunque aún no hubiera acabado la suya.

- Realmente me parece algo triste. Pero mientras el público los adore y se dejen su dinero en ellos, eso no cambiará. Es dinero fácil para ellos. dijo en alusión a las ingentes cantidades de dinero que ganaba esa gente con el ceño fruncido. - Pero por lo menos esa gente lo hace de manera legal otros muchos los explotan en actividades ilícitas que ponen en riesgo a los civiles.

Tomó un trago de su bebida y escuchó con atención sobre el pasado de Ellie. Realmente si que es interesante, estoy seguro que tus estudios te han aportado mayor grandeza personal que lo que te aportaba el ser promotora. Yo por mi parte he crecido en una nave de la alianza y al cumplir 12 años me mandaron a la academia, no me quejo ya que estoy orgulloso de llegar a donde he llegado. dijo poniéndose en una actitud incluso más recta para luego dejar caer sus hombros. - Pero me hubiera gustado el estar una temporada de mi juventud en tierra compartiendo mi niñez con otros infantes.

Cuando mencionó si en la academia había vivido sonrió. - La verdad no era muy diferente en cuanto a las regulaciones de las que tenía cuando crecí en una nave de la alianza pero en este caso tenía compañeros de juego y aunque la misión que me encomendó mi padre era clara, los niños acaban siendo niños y las situaciones complicadas y gracias se sucedieron con estos poderes. Recuerdo que el tercer año fue en el que comenzamos a dominar levemente nuestras habilidades, era algo simple podíamos mover objetos con la mente. Ahora imagínate quince niños en un comedor y con esa capacidad, ese día no probamos bocado. No pudo reprimir la carcajada y estuvo riendo durante unos segundos.

 - Vale, Vincent. Yo también prefiero que me llamen Alisha, o sólo Ali. - Aclara también, sin importarle que la llamen por su diminutivo. 

 Ríe con él cuando recuerda con frescura las únicas jugadas del poker, las parejas y los tríos. - Claro. Esas no se te olvidan, ¿Eh? - Le reprocha pilla y divertida por su memoria selectiva.

 - Pero no vas mal del todo. - Le concedió. - Si ya sabes jugar, te haré un repaso rápido. Las mejores jugadas son, de menor a mayor, pareja, doble pareja, trío, - Comienza a citar, sonriendo de nuevo un instante en ese momento. - Escalera, que son cinco cartas consecutivas, color; cinco del mismo color, full; un trío y una pareja, poker; cuatro cartas iguales, y escalera de color. - Se ahorró explicar esa última mano, pareciéndole obvia por la combinación de las demás.

 - Mira, han quedado algunos asientos libres. ¿Vamos? - Dice señalando las mesas de poker.

Tras la primera copa, y encontrar un lugar donde sentarme, me decidí a ir a por la segunda.
El partido estaba en sus últimos compases, y parecía que la gente empezaba a desalojar el lugar.

Después de pedirla, me dirigí hacia las mesas de poker. En otras situaciones sería un buen lugar donde pillar a la gente con la guardia -y la cuenta corriente- baja, perfecto para obtener unos créditos y algo de información.

Esta vez iba a ser diferente. Quizá una partida para amenizar la velada, quizá más de una...

-Vamos allá.

Caminé con cuidado de no derramar la bebida, buscando una mesa de juego vacía, con la intención de sentarme a esperar a que alguien me invitara a jugar. De camino hacia allí pude ver a Leblanc y Tanner hablando, parecían estar divirtiéndose, a tenor de las risas. Tal vez debía saludarles, aunque no querría entrometerme.

Cuando quise darme cuenta, estaba delante de ellos, mas interesada en el vaivén del licor que en lo que sucedía delante de mis narices. Miré al frente, un poco avergonzada de mi situación, pero ya no podía echarme atrás.

-Ho... Leblanc, Tanner, hola. ¿Cómo va la noche?

No pasa ni un segundo desde que le sirven la bebida, la agarra de un zarpazo y se la lleva a los labios para dar un larguísimo y ansioso trago, como aquél que llevaba tiempo sin probar un buen mejunje azucarado. Tose sincopadamente y se frota los labios de mala maneras, con brusquedad y tras eso regresa a allí donde se había quedado, encontrando una nueva conversación en la que no pinta demasiado. Yo sí juego al poker y soy jodidamente buena, contesta mentalmente con cierto orgullo, ladeando la cabeza y observándolos. Para algo de lo que podía fardar...Forma una diminuta sonrisa y se encoje de hombros. 

Sus ojos ruedan entonces hacia las mesas que anteriormente había localizado, comprobando que hay un par de asientos libres en una de ellas. El Urban Combat no le interesaba demasiado, así que ha llegado el momento. Tuerce una sonrisa traviesa y sin decir nada más se desliza suavemente hacia allí dando un nuevo sorbo a la bebida, sintiéndose de pronto muy ágil. Sin borrar ese ademán pícaro saluda con un cabeceo a sus contrincantes antes de sentarse en la silla y pedir una mano.