Partida Rol por web

Volvió al trote hacia atrás, sin mirar a otro lugar que su destino: la esquina de la manzana donde estaba su hogar. Así se lo explicaba para entenderlo, y se negaba a darle más vueltas a aquel absurdo. Sin saber por qué, recordó las maniobras que hizo como parte de su entrenamiento para servir en la Guardia Nacional, las carreras de obstáculos, llenas de barro y gritos, tan diferentes de este espacio silencioso y ordenado.

Esquivó la sangre y demás restos orgánicos sin apenas mirarlos, pero, mientras marcaba la pared con ayuda del atizador, preguntándose si volvería a ver aquella marca, no podia dejar de mirar a la izquierda... A los restos del suelo y el agujero en el escaparate.

Quería volver, pasar a la siguiente manzana, marcarla y volver con su familia, pero no dejaba de mirar aquel agujero. Lentos pasos, casi involuntarios, le acercaron a él. Sólo para echar un leve vistazo...

El atizador se desliza como un patinador sobre una pista de hielo. Al igual que ocurría en el interior de vuestra casa, el material blanco es de una dureza extrema y te es imposible rayarlo con la fuerza bruta. Una idea pasa por tu cabeza, aunque te parece repugnante: usar los restos de sangre como pintura.

No puedes evitar como la mirada recorre el rastro de brutalidad que representan todos esos trozos en el suelo. Sin saber dónde os encontráis, en un lugar tan extraño como éste, la crueldad también tiene cabida. Quizá sea una característica universal. Tu mirada viaja hasta llegar al agujero, y cuendo te das cuenta, estás caminando hasta llegar casi a él.

Junto al agujero, está la característica placa negra presente en todos los habitáculos, con su típico aspecto aceitoso y que parece reaccionar al tacto según viste hacer a tu esposa Joanna, y en el suelo, una verdadera escabechina de sangre y trozos de carne blancuzca. Para no manchar tus zapatos, te ves obligado a caminar de puntillas. El interior del es uno de los más extensos vistos hasta ahora, e imita la ladera de una montaña grisácea llena de recovecos y asideros. A escasos metros de ti, en el interior, una criatura del tamaño de un oso yace inmóvil en el suelo sobre un charco de sangre con el cuello destrozado. El extraño animal está cubierto por placas de piel que recuerda a la de los rinocerontes pero con la textura del exoesqueleto de los escarabajos. Es de color verde oliva y posee una extrañas glándulas rojizas bajo su cuello mutilado. La mandíbula parece abrirse de manera extraña, quizá en más de dos segmentos como la de los humanos, y en las cuatro extremidades lucen unas garras de veinte centímetros que, junto a su cola acabada en aguijón, le confiere un aspecto terrorífico.

Por suerte para ti, está muerto.

Oyes murmullos en el piso de arriba (unos 20 metros más arriba), a través del tubo. Te recuerda a la voz de tu hermana Doth (Dorothy) y papá, distorsionados por las reverberaciones en el interior del tubo del que aún no has salido, por lo que no puedes identificar qué dicen.

"Cuatro pisos, como mínimo", pensó el joven entonces al por fin llegar tras haber 'escalado' el tubo por dentro hacia abajo a todo dar y pudiendo lograrlo a duras penas, sintiendo en más de una ocasión que caería de cuajo hacia el piso inferior o segmento más profundo del tubo mismo, observando este nuevo lugar en el que estaba completamente solo, viendo las luces lejanas que seguro debían ser otros tubos. Obviamente una especie de laberinto pero ni idea de cómo completarlo, sobretodo si algo había roído su paso entre alguno de los vidrios. El peso del temor y a lo que podía enfrentar al estar así le pegaba de súbito y tensaba, pero fue distraído entonces.

"¡Dorothy!", pensó entonces, mirando hacia arriba al tubo del que recién había salido. Su compulsión por proteger a sus hermanas bebés le hizo querer subir de nuevo pero ya había venido. ¿Si les oía cerca quizá habían venido a ver qué pasaba? No podía fallarles al haberse lanzado a esto, haber hecho su promesa con papá y sobretodo, preocuparles. Osó entonces, sin más, a empezar a explorar. "¿Por donde?", consideró mirando y decidió ir en línea recta, un par de habitáculos para ver qué había en el mismo sector donde debería estar su casa pero aquí abajo, un piso a inferior. Luego de ver lo que pudiese y de poder considerar seguir moviéndose, iría en dirección hacia la derecha, léase, al este.

A través de todo el camino iría preparado por si le tocaba combatir o enfrentarse a alguien, o mucho peor... A algo.

La extraña bestia pone los pelos de punta, pero todavía es peor considerar que alguien, o algo, ha acabado con ella abriéndole la garganta. Ted esperaba, a parte de saciar su curiosidad, encontrar algún rastro de Alex por aquí.

A la vuelta opta por la macabra idea de marcar su posición con sangre. Se agacha, humecede (o más bien pringa) dos dedos y marca un uno, y en la siguiente manzana un dos. No puede evitar oler aquella sangre preguntándose si correcponderá al oso-escarabajo. Se propone dejar las señales siempre a la derecha de por donde pasa, así sabrá la dirección que llevaba en ese momento. Y vuelve, de nuevo al trote, a reunirse con su familia.

Caminas unos metros en solitario en la nueva planta, y en ocasiones parece que estés siguiendo en tu destino, ahondando en tu propia esquizofrenia para encontrar un origen, pero al poco recuerdas que tu familia está en la planta de arriba y es real.

En tu corto paseo por el nivel inferior encuentras algunos seres de lo más pintorescos y raros. Por citar un par:

- Una zona parecida a una ciénaga con unos seres humanoides, de algo más de dos metros y medio de altura piel de color rojiza, con cabeza calaverescay ojos diminutos, como de serpiente. Su aspecto es musculado, aunque la configuración de los músculos es diferente a la de un humano. De las vértebras de su espalda salen unas protuberancias parecidas a espolones. Te miran nerviosos a medidas que pasas por delante de su habitáculo.

- No lejos de la ciénaga, hay un habitáculo con lo que parece una gruta de pizarra. En su interior no ves nada relevante en un primer momento, pero al fijarte, ves tres objetos parecidos a montones de algas. Uno de esos montones se gira un momento y puedes ver algo parecido a un rostro de color amarillo, que te observa durante un par de segundos antes de volver a su posición.

En el habitáculo justo debajo de donde vosotros os encontrábais hay dos extrañas especies en un espacio con un entramado de vegetaciones y ramas muy denso, y en su interior, unos monos con seis extremidades que sirven de alimento a unos seres de aspecto reptiliano, de color rojo y un único ojo. Nada en común con el edificio Dakota.

No ves nada moverse fuera de los habitáculos, pero eres consciente de que hay poca luz. Sin embargo, al analizar la situación te fijas que al caminar por la zona con el habitáculo agujereado te ha sido imposible no llegar a pisar ningún charco de esa asquerosa masa viscosa y no dejar huellas, y al no ver otras huellas que las tuyas, intuyes que Alex no ha pasado por aquí.

Parece que estés argumentando pruebas en un juicio, pero esta vez estás buscando a tu hijo. Se trata de ti y tu familia.

Escucháis una voz conocida, la voz de Alex, subir por el tubo: - ¡Dorothy!

Todo esto empieza a desquiciarme un poco, haciéndome sentir más cerca del carácter de Dorothy que del mío propio. PAra colmo de la tranquilidad, papá también se separa. Volverá en seguida, pero también se separar...dejándonos solas.

Estoy mirando el tubo ese, analizando hacia dónde podría haber ido Alex cuando me llega su voz de la parte de abajo del tubo.

-¡¿Alex?! Alex, soy Stacy. ¿Cómo has bajado ahí? ¿Estás bien? ¿Alex?-pregunto sin esperar a que mi madre actúe o diga si es una buena o mala noticia-. ¡¡Papá!! ¡Alex está abajo!-informo a mi padre a gritos.

Comienzo a estar asustada de verdad. El escenario que tenemos a nuestro alrededor es escabroso, asqueroso y vomitivo. Para colmo, ninguno parecemos muy bien qué debemos hacer, dónde estamos o cómo salir de allí.

Suspiro esperando respuesta por alguno de los lados.

—¿Lo habéis escuchado?

No podían ser imaginaciones mías. Había escuchado claramente la voz de mi hermano llamándome. Me acerqué a aquel extraño tubo y presté atención por si volvía a escuchar su voz.

—¡Álex! ¡Álex! ¿Dónde estás?

Si mi padre no venía con nosotros yo estaba dispuesta a bajar por aquel tubo para ir en busca de mi hermano.

Escuchas los gritos de tus hermanas desde el tubo, en la planta de arriba, con una semilla de emoción en sus voces al haberte encontrado en aquel inmenso lugar.

- ¡¿Alex?! Alex, soy Stacy. ¿Cómo has bajado ahí? ¿Estás bien? ¿Alex? - Dice Stacy, algo apresurada.

- ¡Álex! ¡Álex! ¿Dónde estás? - Escuchas a tu hermana Dorothy a continuación.

- ¡¡Papá!! ¡Alex está abajo! - Escuchas decir en voz alta a tu hija Stacy.

Absoluto caos y descontrol, quiebre progresivo del cerebro, de la mente, de la verdad. Fuera de toda alucinación o imaginación aplicada en base a comics o películas o ficción, sino que esto siendo real, retorciéndose y retrocediendo, al comienzo curioso pero luego nervioso ante las creaturas que reaccionaban como él o de manera observadora y prácticamente sujetándose sobre su estómago quedando en una pose genuflectada cuando vió a los extraños primates siendo devorados por esos seres con ojos serpentinos, semejante a los de los seres con espaldas con púas antes. ¿Qué significaba? Serpientes, algas, monos. ¿Por qué todas estas creaturas? ¿Algún experimento? ¿Quién haría esto y cómo, por qué? No tenía sentido, ni forma.

_{- Dakota, Dakota...} -Pronunció o pensó, ya no sabía a este punto entonces en que todo esto parecía estar asociado con, precisamente, el inmenso edificio Dakota en el que vivían, como una mini-ciudad. ¿Tenía que ver el complejo departamental en el que vivían con esto? ¿Cómo? Antes de seguir teorizando las escuchó, desde el tubo del que vino y se sobresaltó, alzándose posando una mano en el piso y espabilando a costa del miedo y consternación.- ¡Mis hermanas!

Salió corriendo hecho una bala, tropezando o tambaleando a veces, debiendo sujetarse en alguno de los habitáculos pero alejándose de inmediato empujándolos o empujándose lejos de dichos al presionar contra sus vidrios para no tocar semejantes cosas hasta volver al tubo y hablar por el mismo, exclamando.

- ¡Stacy! ¡Dothy! ¡Estoy aquí abajo, escalé, pero tengan cuidado, que es mucha distancia!

Mierda. ¿Podía subir de nuevo? ¿Por qué vinieron? No había encontrado nada y ellas eran su prioridad absoluta. Intentaría subir, pero... ¿Y si fallaba? No, eso no podía estar en su mente, no ahora. Tenía que ser el determinado, el hermano mayor protector. Si él no fue protegido por mamá no dejaría que las niñas se sintiesen igual, nunca. Tenía que ser fuerte.

- Tranquilícense, subiré de inmediato.

Y se concentró, tomando aire y subiendo, tal cual, usando todo de él para lograrlo.

- ¡¡Papá!! ¡Alex está abajo! - Escuchas decir en voz alta a tu hija Stacy.

Cuando oye a si hija, Ted aprieta el paso inmediatamente y corre hacia el tubo que a él le parece un ascensor.

-¿Qué? ¿Abajo dónde, como?

-Tranquila cielo, saldremos de aquí. -Conteste a Stacy sin poder evitar intentar consolar sus miedos, aun cuando fueran también los míos propios.

Continuando nuestro camino hacia Alex lo que íbamos encontrando no me gustaba absolutamente nada; restos de carne y sangre por todas partes ayudaban a pensar que ese lugar era realmente peligroso y lo que encontramos allí, aquella luz, no dejo de sorprenderme ni por un segundo. Esa que pensaba que era una metrópolis sin final, en realidad ahora tenia mas aspecto de edificio sin fin. lleno de pasillos y de entreplantas. ¿Como es que hasta ahora no me había fijado en el techo que estaba sobre nosotros? En ese momento me preguntaba, ¿Cuando mas cosas había pasado por alto? Intranquila y con un renovado pánico, apreté con fuerza la mano de mi hija. Observando aquel "túnel" sin importarme realmente las palabrotas que Dorothy soltaba en aquel tenso momento.

La marcha de Ted peso en mi corazón y solo pude mirarlo marchar sintiendo el miedo de haberlo perdido ya, aun sin llegar ha alejarse demasiado. -Vuelve pronto, mas que pronto vuelve ya. -Le increpe, no quería perderle de vista, la situación empezaba a superarme. No, llevaba ya demasiado tiempo sin el control al que estaba acostumbrada y eso me hacia inquieta e intranquila. Y mi corazón dio un vuelco cuando escuche la voz de Alex llamando a su hermana.

-¡ALEX! TED VUELVE, ¡El niño esta en el túnel! -Grite a mi marido mientras la niñas se alteraban y empezaban a perder los nervios. -Niñas, tranquilas por favor, pensemos por un segundo. -No quería dejar solo a nadie y a la vez ya había "perdido" a dos de ellos.

-Tener cuidado niñas, no asomarse, no quiero que os caigáis. -Trague saliva para poder hablar sin titubear, me quite las gafas y tarde un segundo mas en tumbarme en el suelo, asomando la cabeza para intentar ver el piso de abajo, si Alex estaba hablando desde abajo lo lógico seria que estuviera justo debajo de nosotras y no abajo del todo, donde casi ni llegaba luz.

Comienzas tu ascenso para volver de nuevo a la planta superior, apoyándote en los mismos puntos de apoyo que utilizaste para bajar. Notas el vacío bajo tu cuerpo mientras asciendes, como una tara emocional que tira de ti hacia abajo, pero afortunadamente tus músculos moldeados por el ejercicio en el instituto soportan bien la situación, y crees sentir, además,  un ruido al fondo del todo, en la planta de abajo del todo. Clap... Clap... Clap... Parece un sonido periódico, como un golpeteo apenas perceptible que llega a ti en forma de eco por el interior del tubo, y te recuerda, por un instante, a aquella vez que fuiste de excursión con Catherine a New Jersey y jurasteis estar siempre juntos lanzando un centavo a un pozo. ¿Y ahora? Ahí estabas, perdido en un extraño lugar y separado de Catherine... Bueno, ¡quizá os separen siglos si todo esto se parece a los cómics de ciencia ficción! Intentas evadirte por un momento de aquel sonido que suena abajo y de Cath, y concentrarte en tu subida, mirando cada pocos segundos para ver cuántos metros te quedan para volver a reunirte con tu familia, hasta que, cuando te quedan apenas cinco metros, ves una silueta recortada sobre ti. Es Joanna. Tu madre.

Cuando te asomas por el tubo, ves que no hay ninguna superficie horizontal en su interior. Es hueco, y tiene las paredes internas del tubo llenas de roturas y grietas, y algo te impide ver qué hay en la planta inferior. Es algo que se mueve hacia ti. No distingues bien de qué se trata hasta que no está más que a unos cinco metros de ti. Es tu hijo Alex, que sube escalando desde abajo. Además, percibes un sonido muy débil, parecido al golpeteo de dos objetos sólidos, que parece ascender desde abajo del todo, ayudado por el eco que produce el tubo.