Partida Rol por web

Vale, estoy demasiado bloqueada para que se pueda contar conmigo, y Dot siempre ha sido decidida y echada para adelante. Así que, cuando me quiero dar cuenta, ya está entrando por el conducto y controlando a esa especie de robot enorme. No puedo quitar mis ojos de ella cuando la veo ahí inconsciente y siento la misma desesperación que parece sentir mamá cuando miro a sus ojos. Cuando ese enorme robot comienza a quitar lo que impide que atravesemos esa puerta noto como mi corazón vuelve a latir. Ni siquiera era consciente de que hubiera dejado de hacerlo, pero así debía ser pues de repente soy muy consciente de que lo hace.

Todos deseamos que Dot consiga retirar eso pronto, pero llegan los bichos esos que nos perseguían y yo... yo comienzo a chillar y automáticamente trato de encontrar un lugar en el que hacerme un ovillo y llorar. Estoy cansada, asustada y quiero cerrar los ojos y sentir que aún estoy en casa, esa casa que nos ha sido arrebatada a golpe de sorpresa. No quiero ver qué pasa a mi alrededor, no quiero ver si esos bichos acaban con mi familia, si Dot conseguirá ser la heroína del grupo otra vez, si Alex sufrirá algún daño y se pondrá de nuevo como cebo. No quiero ver nada, sólo llorar y que el tiempo pase.

Sin titubeos, Alex sale corriendo como un rayo hacia uno de las horrendas criaturas, dando un salto cuando se encuentra a un metro escaso de él, para lanzarse como un depredador sobre el animal, que sale despedido hacia atrás por el golpe a unos metros de la posición de Ted. Alex rueda por el suelo y rápidamente se pone en pie, preparándose para un nuevo ataque en breve.

La situación no ayudaba a que consiguiera calmarme y ser yo al cien por cien al contrario, mi presión sanguínea aumentaba a pasos agigantados y me cuerpo estaba tan tenso como aquella vez hacia demasiado tiempo, aquella vez que sentí la necesidad de escapar antes de perderme de nuevo, ese sentimiento volvía a fluir por mi cuerpo y la situación no mejoraba.

Allí estaba toda mi familia, en peligro, mi hija al otro lado de una puerta, dentro de un robot, poniéndola en peligro por propia cuenta, detrás Stacy a quien no podía consolar y lloraba presa del pánico, escuchando su llanto hacia que mi corazón se acelerada mas y solo podía poner mi cuerpo delante para protegerlas a ambos. Incluso Ted, demasiado magullado como para atreverme a pedirle de nuevo que arriesgara su vida por ellas, por miedo a perderlo. Y Alex... el pobre chico que lo hacia todo por sus hermanas y quien era el mas taciturno, verlo rodar por el suelo solo para protegernos. Era demasiado. Me sentía tan acorralada como aquella vez y no solo yo sino toda mi familia estaba en peligro. Tenia que hacer algo. Tenia que actuar. Después de todo mi vida sin ellas, sin ellos no es nada, tal vez una vida fingida... pero que sentía que era mía y debía proteger a toda costa. Por eso levante el arma contra aquellas cosas, por eso fije mi objetivo a superar en ellas y por eso desee que aquello funcionara para poder salvar a mi familia, por eso dispare. Acabar con esos bichos mientras Dorothy abría la pueda, ese era mi único objetivo en esos tensos momentos.

La situación se precipita. Dot, al otro lado de la puerta atrancada, parece que intenta hacerse de alguna forma con el robot. Stacy, acurrucada llorando, en shock. Alex peleando temerario con cualquiera que se le cruce por delante; y Joanna... bueno, Joanna parece en ese punto, con el cuello tieso, la barbilla apuntanto alta y el cuerpo un poco temblón, ese punto justo antes de desatarse la tormenta. Ted lo conoce bien.

El abogado se arrodilla junto a su hija. No puede verla así. La sujeta por los brazos y le acaricia el pelo, hablándole con dulzura:

-Tranquila, cariño, Stay, no pasa nada, todo está bien...

Oye un golpe sordo al lado. Es uno de esos bichos, al que Alex acaba de golpear con furia, aterrizando sobre el suelo. Ted no se lo piensa y lo patea también.

Una de las criaturas, con las fauces abiertas exhalando un gorjeo, corre produciendo un repiqueteo atronador de sus patas contra la superficie metálica del suelo. Al final de ese recorrido, Joanna, su víctima, una persona de aspecto frágil e inofensiva, que no es sino un espejismo. Joanna, que no es la primera vez que se enfrenta al peligro en su vida, deja escapar su rabia acumulada a lo largo de su vida, convirtiéndose en la tormenta que Ted "ve" acercarse. Aprieta la mandíbula, agarra fuertemente el arma y acciona "la cortadora". Un haz sale despedido y rebana la criatura a escasos metros en dos pedazos que caen renqueantes al suelo a izquierda y derecha respectivamente, mientras un chorro de sangre ácida y otros fluidos de la criatura salpican a la femme fatale en cara y pecho, así como a su hija Stacy, situada detrás.

Otra de las criaturas pasa corriendo y salta hacia Stacy, que a todas luces es la más indefensa. Las fauces de la cría bestial se cierran sobre su torso, clavando las diferentas hileras de dientes en su carne, a través de la ropa. El grito de Stacy parece avivar los ánimos de las criaturas, que rugen al unísono.

La criatura que Alex había golpeado ha ganado distancia y salta con su espolón punzante contra Ted, que estaba de espaldas auxiliando a su hija presa de los nervios, pero éste se gira, rabioso al ver la sangre de su adorada hija manchando sus manos, y logra esquivar al voraz enemigo aprovechando la situación para propinarle una patada que lo lanza contra una de las paredes. El crujido que se escucha trae buenas noticias. Alguna fractura en algún punto del sistema óseo de la criatura la ha matado.

Aún sigues sorprendiéndote tú misma lo que esos recuerdos reprimidos producen en ti y la violencia que logran desencadenar.

Dos nuevas criaturas aparecen por el tubo, mientras que una tercera, de tamaño algo mayor que las crías, al estar en una fase de crecimiento más avanzada, se abre paso a través de los conductos del suelo. Stacy permanece inmovilizada al fondo, en un rincón, gritando histérica. Alex, sacudido por los nervios, salta sin dudar hacia el más grande de los monstruos, que agarra de su grueso cuello y comienza a estrangular, mientras la criatura da bandazos de agonía a un lado y otro, y lanzando un aullido que recuerda al lloro de un niño. Los brazos de Alex, que reciben su energía de los gritos de horror de su hermana, se transforman en una prensa hidráulica que aplastan las vías respiratorias de la criatura asesina.