Partida Rol por web

- ¡Casi! - Exclamó Rubik en dirección a Lin, satisfecho. - ¡Casi, casi, casi! - Repitió sacando pecho, orgulloso, mientras observaba cómo los gaticos liberados empezaban a impacientarse. Fue entonces cuando vio también a Marí frustrada, sufriendo y golpeándose a sí misma. Con decisión, Rubik caminó en su dirección, y al llegar adonde se encontraba frotó su cabeza contra el lomo de ella, intentando llamar su atención.

- ¡Que no pasa nada! - Maulló entonces, antes de llevar con soltura la pata hacia la barrita. - Si no te pones nerviosa, sale solo. - Dijo mientras abría aquella jaula, antes de apartarse un poco para que los cautivos pudieran salir. - ¿Ves? ¡Lamido! - Exclamó de nuevo, dedicándole una expresión alegre. - ¡Vamos! ¡Prueba con la paloma! - Propuso entonces, mientras daba pequeños saltitos en dirección a la jaula de aquel animal.

Los ánimos de Rubik calman de algún modo a la gatica blanca y esta asiente un poco desanimada. Contempla a continuación como a Rubik le vuelve a salir. Ese gatico, desde luego, contaba con unas zarpitas dignas de un gatico campeón. Al ver que por lo menos los gaticos quedan libres Marí sonríe con esperanza. Como fuesen capaces de salvar a todos esos peluchones iba a estar muy contenta... Entonces se dio cuenta de algo.

- Escuchad. - Dice la gatica interrumpiendo a Rubik, pues no le interesaba la paloma. - ¿Dónde está Memo? Ya no hase ese ruidito tan tonto... ¿Estará...? - Pregunta con miedo mirando a todos los gaticos, pero especialmente a Lin, el grande y fuerte. - ¡Deberíamos irnos pero YA con los mininos!

- Ya estamos todos- respodió al gatazo, al ver que Rúbik abría la última jaula. Entonces, al escuchar a Marí, se alarmó, y tensó las orejas, una vez más tratando de percibir algo- Es verdad, no se le escucha...

Era ahora o nunca. Misi había estado esperando a encontrar la oportunidad para frustrar la misión, pero no había conseguido encontrar el momento. El gato naranja no podía dejar que sacasen a los gaticos de allí, condenándolos a una vida horrible en las calles. Los humanos podrían darles amor, cariño, comida... No, no iba a permitirlo.

Me lancé a la puerta con la intención de cerrarla conmigo fuera de la habitación y después hacer ruido para atraer la atención del humano antes de esconderme. Él se encargaría del resto.

El humano se acerca! Exclamó Misi, que había estado mirando alrededor buscando la mejor salida sin mucho éxito. Abrid la ventana, yo le entretengo.

Dijo, encaminándose hacia la salida. Misi podía correr muy rápido pese a su tamaño y confiaba en poder distraerle el tiempo suficiente. Ayudad a los gaticos y daos prisa, no sé cuanto tiempo podré entretenerle.

Es la hora de ser un héroe...muerto o victorioso, pero héroe. Dificultad para romper la ventana por favor...

Cuando prestaste atención te diste cuenta. Había algo que llamaba la atención en medio de la algarabía que se estaba formando en la cárcel. Pero no era exactamente la existencia de algo sino una ausencia. Tuviste que concentrarse en analizar qué era eso que percibías, o más bien, eso que habías dejado de percibir y finalmente te diste cuenta. 

El sonido bisbiseante que el humano Nemo se había dedicado a hacer en el patio había desaparecido en algún momento, dejando tras él el silencio. Y si el humano no estaba en el patio... ¿Dónde estaba? ¿Ya se habría dado cuenta de que no había ningún gatico maullante allí? ¿Estaría regresando hacia el interior de la tienda?

Rubik terminó de abrir la última jaula, liberando a dos gaticos siameses que parecían estar muy impacientes. Y mientras el gatico gris se acercaba dando saltitos a la jaula donde estaba la paloma llegó el aviso de Marí. 

Resaca concentró sus sentidos para escuchar y Misi echó a correr hacia la puerta mientras Lin dirigía su mirada afilada hacia la ventana. 

La algarabía formada por los gaticos liberados era cada vez mayor. El grupo de la emboscada iba aumentando, pero la mayoría de los gaticos os rodeaban, esperando que vosotros, sus salvadores los liderasen en la huida para poder escapar de allí.

El lomo de Misi chocó contra la puerta, empujándola, y el gatico se coló por el hueco justo a tiempo antes de que se cerrase. ¿Justo a tiempo? Un maullido agudo de dolor reveló que el gatico se había dejado el rabo a medio camino en su carrera. Su precioso rabo ahora hacía una L, torcido en un ángulo imposible y doliéndole como mil demonios. 

Aunque eso el resto de los gaticos no podía verlo, ya que la puerta se había cerrado tras él, dejando a Misi solo al otro lado de ella.

Con la puerta y la ventana cerradas, las sombras del regreso de Nemo o la llegada de los de la perrera parecían aún más temibles, cerniéndose sobre nuestros gaticos cada vez de una forma más apremiante.

Te dolía el rabo como mil infiernos. Vaya sí te dolía. Pero al menos habías logrado cerrar esa puerta contigo al otro lado. Gracias a ti esos gaticos no acabarían en la calle viviendo como zarrapastrosos. Nemo les encontraría un hogar, igual que había hecho contigo. ¿Quién querría vivir entre bidones pudiendo dormir en un cojín mullido y recibir mimos y latitas de comida húmeda cada mañana? Todos los gaticos del mundo merecían tener sus humanos que cuidasen de ellos y satisfacieran sus deseos y necesidades.

Con esta idea pudiste fijar tu mirada en el lugar donde te encontrabas. Era un pasillo con dos puertas, una la que acababas de cerrar dejando a los gaticos encerrados. La otra estaba junto a esa y estaba entreabierta. Al fondo del pasillo había unas escaleras que ascendían. 

Justo al terminar de abrir aquella última jaula Rubik se apartó, dando pequeños saltitos de satisfacción, y se giró para asegurarse de que Marí estaba mirando. Entonces, al escucharla a ella primero y a Misi después el gatico hizo un gesto con la pata, como si lo que él hubiera dicho fuera una tontería.

- ¡Pero si esa ventana no se puede abriiiir! - Maulló, y aunque estuvo a punto de decir algo más el gatico se quedó mudo al ver cómo los dejaba encerrados. Incrédulo, sus ojos buscaron a Lin, sin comprender, y luego a Resaca. Finalmente pasaron a Lin otra vez, y luego a Marí. Después de aquello Rubik empezó a mirar a todos los gaticos presentes, en busca de las respuestas que no tenía, hasta que las cosas empezaron a encajar.

- Por el Coronel Bigotes... - Murmuró, dando un paso hacia atrás, atemorizado. - Era verdad... Había un faldero entre nosotros. - Dijo lentamente. Sin embargo un momento después él mismo se forzó a mostrar resolución, afianzando un poco un postura y agitando la cabeza.

- ¡No puede ser! - Exclamó. - ¡No vamos a quedarnos aquí! - Dijo después, y entonces miró alrededor una vez más. - A ver, opciones... ¿Alguien sabe abrir la puerta? - Preguntó, antes de que se le ocurriera otra idea mucho mejor. - ¿Y hacer un agujero en la pared? - Propuso, acercándose a arañar lastimeramente una de las paredes con una patita carente de uñas.

¡Por el atún! Pillarse la cola había sido humillante y el grito de sorpresa y dolor que lanzó más aún, pero no se pudo contener. Tras lamerse su precioso rabo con cuidado para no hacerse daño, se dirigió hacia la habitación entreabierta mientras maullaba para que el humano le escuchase y bajase para ver lo que pasaba.

Tiene que bajar cuanto antes. Su plan era tirar algo de aspecto frágil al suelo para que el humano pudiera escucharlo y viniese. Aquello hacía enfurecer a la madre humana, seguro que conseguía enfurecer al memo.

- ¡Misi no! - Exclama Marí cuando su rabo se queda pillado por la puerta. Cierra los ojo en un gesto de dolor por la gatica que les había dejado. Entonces escucha a Rubik y retrocede justo después de él. - Misi no puede ser una gatica faldera, no... ¡No seamos mendrugos! - Exclama otra vez, completamente presa del pánico.

Entrando en razón poco a poco la bolita de algodón ve a Rubik fijarse en la puerta. El gatico gris parecía ser un experto de los intrincados mecanismos de la guardia de Nemo, pero ella no se iba a quedar atrás y también lo comprendería. - Dos cabesitas piensan más que una... Y la ventana está demasiado alta. - Dice siguiendo a Rubik contra la pared.

Desde la mesa...¿A cuanto está la ventana?...