Partida Rol por web

Temperance se alegró de que alguién más recordara a su madre, el príncipe lo hacia, pero no le hablaba mucho de ella a la chica, como si ese recuerdo le produjera más dolor  del que pudiera contener. Alexander también le juraba que la protegería,  y Temperance suspiró y tomó su mano, llevándolo hacia a habitación contraria en donde ella tocó algo de música en el piano para el vampiro, mientras conversaban sobre cosas muy simples, la joven se mostraba desenvuelta, y todo gracias a los años como vasalla del príncipe.

Cuando el reloj fue marcado las 10 y media de la noche, la joven se puso de pie, habían tocado a la puerta y una voz que no podías ver de quién se trataba le informaba que había llegado el Conde O'Connor, y su pupilo. Maxell O'Connor era uno de los vampiros antiguos que había sobrevivido a las guerras anarquistas, tenía unos 50 años más que tú, y era también el sire del príncipe. Era un vampiro respetado, audaz y con un sentido del humor curioso, que conocías muy bien, por su alianza y amistad formada durante años. Él sería quien intentó prevenir a Mathilde de lo que la Orden quería hacer, e intentó buscarte para poder proteger a la humana, pero nada había sido posible, ella había muerto dejando a una hija.

- es mejor que vayamos donde ellos - sugirió Temperance  caminando hacia la puerta y esperando que la siguieras a la habitación colindante.

Mierda, tengo una reunión con el Príncipe y no tengo ni puta idea de que está sucediendo aquí!!! Espero que los sucios perros no estén creando berserkers, ¿y quien demonios puede estar interesado en las alcantarillas?. No entiendo nada!!!

Alfonso sale de la ducha aún húmedo, lleva casi doscientos años sin sudar... no obstante el agua caliente y la fragancia de los mejores jabones naturales de Marsella lo relajan. Escoge cuidadosamente su ropa, unos zapatos de cuero marrón de Aubercy enviados justo el día anterior desde París y un traje negro de Ermenegildo Zegna hecho a medida para el por uno de los mejores sastres de la marca. 

Recepción?. Si, soy Don Alfonso, preparen mi coche, tengo una cita importante y no puedo perder tiempo sacandolo del garaje. Que un valet espere a la puerta con el. No gracias, no necesito chofer, solo yo conduzco mi coche. Por cierto, llame a este número y llame a Helen, necesitaré compañía cuando vuelva, el número es 782 96 34 17.

Sin perder más tiempo Alfonso sale de la habitación del hotel que es tanto su refugio como su negocio, esta nervioso e impaciente, no tiene ganas de aguantar otra maldita reprimenda del Príncipe, pero en el fondo sabe que no le quedará más remedio que callarse y aguantarla estoicamente.

En la calle está tal y como había ordenado su coche, el valet sale de el y le da las llaves. Examina cuidadosamente el vehículo antes de entrar a el, si tiene el más mínimo arañazo o la más insignificante mancha en su tapicería sin duda alguien perderá su empleo. Afortunadamente todo está correcto e inmediatamente se pone en marcha hacia el lugar donde ha sido citado por Su Alteza mientras sonríe malevolamente mientras un rápido pensamiento pasa por su mente Jejejeje con la suerte que tengo solo me faltaría llegar tarde a la cita por un atasco, espero que no suceda eso...

¿que es lo que saben?

Rebeldes: insurgentes humanos, se les conoce como un grupo organizado desde hace muy poco, unos seis meses, han intentado atraparlos, pero se escabullen en las cloacas, su rastro es perdido siempre en los sectores del Bronx pero no logran encontrarlos. Se cree que tienen contacto con el gobierno de Washington, pero no se ha podido comprobar. 

Han sido los culpables de atentados terroristas de poca monta, como el de la noche anterior, en el Time Square, pero aún no se reportan atentados contra vampiros, que parecen ser su objetivo principal.

Orden de Caín: Enemigos desde hace siglos de la hermandad, vampiros sedientos de sangre y con deseos del control total. Tras la muerte de Delacren y el intento fallido de lograr la liberación de Mammon, siguieron luchando por cuatro años por el control de la ciudad, pero eran batallas entre vampiros, en donde ambos bandos quedaron diezmados. La hermandad jamas logró determinar quién era el líder, este siempre se mantuvo en las sombras tras la desapareción de Delacren. últimamente han aparecido cuerpos mutilados de vagabundos, y el control sobre los vampiros mismos, impuesto por el príncipe se ha tornado más exhaustivo, caza de sangre a cualquiera que mate a un humano.

Garras rojas: Desertores luego de que los Fenrir se aliaran a los vampiros, se les cree criaturas fuera de control, bajo el placer máximo de la caza y la matanza de vampiros, pero los Fenrir han logrado el control sobre estos, incluso asesinando a su líder, aunque este murio en realidad en manos del nuevo líder James Creed.

Mathilde Brunswich: Miembro de una antigua familia de espiritistas y aliados de los vampiros, quizás los humanos más cercanos. Mathilde se le reconoció por su inteligencia y poder espiritual que se equiparaba al poder de un vampiro. Murio en el año nuevo del 2000, luego de ser traicionada por un miembro de la hermandad, la mano derecha del príncipe, Ruseell Endigth. SU cuerpo no fue encontrado tras la muerte, sólo el fuego azul que quedó tras que ella sellara la fuerza de Mammon.

Ruseell Endigth: Antiguo miembro de la hermandad y traidor. Entregó a Delacren la llave para abrir el portal al infierno, Mathilde Brunswick.

Temperance Brunswick: Hija de Mathilde y vasalla del príncipe, la tiene desde la  muerte de su madre, cuando Temperance tenía sólo seis años. Tiene un aspecto enfermizo y alicaído, pero ningún vampiro se atreve a tocarla, ella es de pertenencia del príncipe.  Hace años, cuando ella llegó, sellaste en su mente sus poderes espiritistas, que eran casi semejantes a los de su madre, pero carecían de control, y por petición del príncipe le has instruido en el esoterismo.

Dante Stahlhamdske: Lider de los Fenrir.

Alexander Hartfield: príncipe de la hermandad en la ciudad, desde hace 20 años. Fue uno de los más acérrimos  defensores de las tradiciones, las ha resguardado durante toda su existencia inmortal e incluso después de que el velo cayera.

El vampiro entró en la gran recepción del edificio de príncipe. Las murallas estaban tapizadas de nogal, y en la entrada una alfombra roja redonda recibía a los recién llegados. Dos escaleras curvas  ascendían  a los pisos superiores. Al lado derecho, un ascensor antiguo de reja, y en cada ventana, jarrones con flores frescas que llenaban el lugar con su perfume que comenzaba a tonarse mortuorio, cual aroma de cementerio.

El mesón de la recepción era semicurvo, de roble con encimera de mármol, negro, cuando se acerco, vería a una rubia sonriente, su piel anacarada y la inexistencia de los latidos de corazón  revelarían su esencia. La mujer tenía el teléfono pegado a la oreja, comentaba unas vanalidades, y cuando el vampiro habló, la mujer levantó su mano  mostrándole la palma, signo de que la esperara.

En el mesón  estaba el New York Times del día, y en primera plana estaba el atentado a Time Square, una bomba de poca potencia se había detonado en la zona, no causó daños a personas porque fue cerca de las 2 de la mañana, pero reventó muchas vitrinas y causó mucha conmoción recordando los años de la guerra contra los cainitas tras el año nuevo del 2000, y no se hablaba de otra cosa. La mujer por fin cuelga y apoya sus codos, entrelazando sus dedos largos, se podían ver sus uñas bien cuidadas,  y ladeo su cabeza, cada gesto en ella era de suma indolencia, liviandad, pero era imposible saber cuantos años tenía, podía tener 20 o podría tener 120, la edad entre los vampiros era relativo.

- señor Álvarez el príncipe lo espera en su oficina, - dice la chica con un dejo de indolencia, conoces donde está el despacho del príncipe, tercer piso, segunda puerta a la izquierda, así que te diriges al ascensor y  marcas el piso 3. La música es relajada, y puedes ver tu reflejo en las paredes del ascensor. Por fin llegas al tercer piso, y cuando te diriges a la segunda puerta...

La puerta estaba a medio abrir y apenas te quedas en la puerta, la voz del príncipe suena, era una voz tranquila, hasta amable, aquel hombre había resguardado gran parte de su humanidad, a pesar de los vampiros que terminó con sus propias manos durante esos cuatro años que pelearon por el control de la ciudad luego de que se frustrara la invocación de Mammon.

- pase por favor don Alfonso - le dijo,  el hombre estaba sentado al final del salón, con la espalda contra unas altísimas ventanas que daban al Central Park. La muralla derecha estaba tapizada de punta a cabo por libros, y al otro lado había una chimenea que permanecía apagada, no era necesario su calor. Alfombra color rojo con motivos persas, cuadros costumbristas y una hermosa araña de cristales colgando del alto cielo raso. El príncipe escribía unas notas,  y con un movimiento de su mano, te invitó a sentarte en el sillón de cuero negro con broches de cobre que estaba delante de su escritorio de roble labrado.

Alfonso entra colocandose la corbata, su aspecto como siempre ha de ser impecable. Alteza, es un honor como siempre haber sido llamado ante su presencia. Se sienta dispuesto a contarle sus descubrimientos al Príncipe, visiblemente nervioso por su ineficacia al tratar de encontrar a los vampiros desaparecidos carraspea ligeramente antes de empezar a hablar. Lo último que deseo es que me falle la voz en esta situación, podría ser considerado una muestra de debilidad y no puedo permitirme tal cosa.

Alteza, supongo que está al tanto de mis últimas indagaciones y de mi lamentable fallo en encontrar a los desaparecidos por el que le pido mis más sinceras disculpas. 

Alfonso se levanta y tras buscar en un bolso de su traje le da al Príncipe unos papeles con los informes de su investigación y un extenso resumen de sus hallazgos. Creo... y esto solo son suposiciones que los perros tienen algo que ver, tal vez los garras rojas los hayan capturado para soltarlos como berserkers durante el desfile, creo que lo adecuado, si me permite el atrevimiento, sería aumentar la seguridad como nunca se ha hecho. No podemos permitirnos que haya una masacre, ni siquiera Mi Señor podemos permitirnos que lo de ayer se repita. 

El hombre deja de escribir y te escucha con suma atención, colocando sus manos sobre la mesa,  y con su ojos claros fijos sobre los tuyos, se escuchan los ruidos de la ciudad, pero el gran Cental Park consume gran parte del bullicio, El príncipe toma los documentos que les has acercado, los nombres de los vampiros desaparecidos cuando se les dejó de ver.

- sabes que no es necesario que me llames alteza, mi origen es humilde como el de cualquiera de los vampiros jóvenes - le dice bajando la vista a informe leyéndolo rápidamente. Alexander había sido nombrado príncipe por el príncipe anterior, en acuerdo con los príncipes de Washington y Los Ángeles - sí... los informes son todos lo mismo, pensé que siendo uno de los vampiros más preparados para la investigación, podrías encontrar algo, pero veo que la Orden se está cubriendo muy bien las espaldas, tanto o más que antes...

el Príncipe se puso de pie, y fue hacia hacia la estantería en donde sacó uno de los libros, un antiguo libro de demonología, y lo dejó sobre la mesa, abriéndolo en la página donde se hablaba de los portales al infierno.

-¿ no has podido... encontrar detalles sobre el verdadero paradero de Mammon? - preguntó el príncipe, pero lo siento es que aquel ser demoníaco ya no estaba en el infierno, el espiritista vasallo que tienes te lo ha confirmado, pero tampoco se encuentra en este plano es como si hubiera sido encerrado en otro plano.

No Alteza, no se nada de Mammon Alfonso a pesar de las palabras del Príncipe no podía evitar tratarlo según su título, su educación cortesana le hace pensar que hacer eso es menospreciar el propio título de Príncipe, al que el jamás haría en caso de estar en el lugar de Alexander

Nadie sabe nada de el, pero eso no es lo peor, mi siervo tampoco puede contactar con el espíritu de Delancre, tal vez no estaban tan acabados como pensábamos Oh dios mío Cree tal vez que esas desapariciones están relacionadas de alguna manera con Delancre y Mammon?

- temo que así sea Don Alfonso, temo que los planes de la orden vaya más allá de simplemente sembrar el terror, por eso que creo que son los Garras Rojas los que están detrás de las desapariciones, además, la Orden no tendría a un licano para usar, y Dante no me ha informado por desapariciones licanas - volvió a acariciar su mentón - siento que estamos dando vueltas en círculos,  ya le pedí a mi sire, el Conde O'Connor que prepare las defensas, y para eso es la reunión con todos los vampiros de la orden, algo grande se vendrá ahora a fines de mes, pero algo peor será lo que se arme a fines de mes...

- además... Temperance no ha dejado tener esos sueños de destrucción, y ni ella se ha podido contactar con su madre, ni tener contacto con Delacren y Mammon...- al mencionar a la humana sus ojos muestran gran dolor, para muchos no era misterio que amaba a esa mujer, aunque ella amara a otro vampiro.

Alfonso al notar la tristeza del Príncipe no puede reprimir una erección bastante notable que disimula bajo el ala de la chaqueta. Si tanto la echa de menos tal vez yo podría hacer algo por el... Así que se levanta de su asiento y poniendose tras el sillón del Príncipe pone ambas manos sobre sus hombros y comienza a masajearlos suavemente mientras le habla con voz seductora.

Alteza, se que Mathilde nos hizo un gran favor, pero un hombre como usted no puede vivir en el pasado recreandose en el dolor de un amor no correspondido. Hay... otras muchas opciones para un hombre de su categoría. Hace una pausa dramática antes de continuar. Un gobernante no puede vivir en el pasado, un gobernante ha de vivir en el presente pensando en el futuro. Alfonso acerca su boca a la oreja de Alexander y suavemente susurra. Nosotros somos el presente, y le necesitamos despejado para poder tener futuro. Y yo... estoy más que dispuesto a ayudarlo a despejarse.

EL príncipe no pareció molestarse cuando el vampiro colocó sus manos en sus hombros, y masajeo, ya no estaban para sutilezas sobre orientación sexual, o quizás él ni lo veía de esa manera, sólo se inclinó hacia delante ligeramente con un gesto pensativo, 

- es verdad, debería olvidarla, pero es difícil don Alfonso, pero por otro lado está le presente... - se levanta y lo queda mirando echando la cabeza hacia atrás y sacando un pañuelo que tenía guardado en su bolsillo, y sintió su aroma, conocías esa esencia, muy bien-  tiene el aroma de su madre, sus ojos y su suavidad, pero le falta su fuerza, imagino que es propio de haber sido criada entre vampiros, - envolvió el pañuelo en su mano y sintió un poco más de su aroma.

- es una de las pocas humanas que no le teme a los vampiros, imagino que te has dado cuenta de eso - clavó sus ojos sobre ti, de pronto esa añoranza se había vuelto oscura, posesiva. 

Alteza, deberíais centraros en Temperance, si queréis que ella siga existiendo debeis olvidaros de su madre y pensar en lo mejor para ella. Pone la mano en la entrepierna del Príncipe y continua hablando. Tal vez, cuando tenga las cosas claras podría ayudarlo a relajarse. Por el momento si no desea nada pone un especial énfasis al pronunciar esa última palabra he de irme, tengo visita en el hotel. Me gustaría que viniese, ya sabe que mis puertas están siempre abiertas para usted.

Le retiró la mano de su entre pierna,  y la apartó de sí, - no puedes irte, hay reunión de la hermandad y los necesito  a todos presentes, en especial a ti, y no es una petición .- ahora es él quien camina hacía la puerta que al abrirla encuentra a una chica de cabellos negros y ojos verdes.

Temp: - Alexander, el conde O'Connoll te espera en la sala roja - puedes reconocer su voz, es Temperance que fue a buscarlo a la sala, escuchas su voz, aunque sea un murmullo.

Alex: - Bien iré, Don Alfonso está acá -  abre un poco más la puerta y la puedes ver - Don Alfonso, lo dejo con Temperance, ella lo acompañará en un rato mas a la sala de reuniones, - les comenta y sale de la habitación, dejando entrar a Temperance.

- buenas noches... don Alfonso, ¿cómo está? - preguntó acercándose a él, vestía un vestido color violeta con camesú con un moño que adornaba su cuello. Su cabello estaba tomado detrás de su nuca por un rosón negro, era como si hubiera sido vestida por alguien que su concepto de moda había quedado hacia décadas atrás. Habían quedado solos en le despacho, el príncipe se había retirado y ahora el vampiro tenía delante de sí a la hija de Mathilde Brunswick.

Temperance era la única hija de Mathilde y vasalla del príncipe, la tiene desde la  muerte de su madre, cuando Temperance tenía sólo seis años.Siempre tiene un aspecto enfermizo, y la conocías, su personalidad era muy sumisa, nunca alzaba la voz, nunca manifestaba sus sentimientos ni pensamientos, para algunos era simplemente una muñeca para otros, un ser extraño y misterioso, pero ningún vampiro se atreve a tocarla, ella es de pertenencia del príncipe.  Hace años, cuando ella quedó bajo la tutela del príncipe, sellaste en su mente sus poderes espiritistas, que eran casi semejantes a los de su madre, pero carecían de control, y por petición del príncipe le has instruido en el esoterismo.

Completamente turbado pero a la vez excitado por la reacción del Príncipe, Alfonso intenta calmarse y disimular ante Temperance. 

Joder, espero que no se de cuenta de que tengo la polla a punto de reventar Hola Temperance, cada día eres más hermosa. Se acerca a ella y le besa la mano.

Tal vez gracias a ella pueda conseguir información. Dime Temperance, ¿a parte de al conde y de a mi a quien más a pedido Alexander venir?, con tantas prisas al final se le olvidó decirmelo.

La chica bajó su mirada,  y se encogió de hombros, pero luego lo volvió a mirar, deslizando sus dientes por su labio inferior hasta soltarlos, la chica meditaba si hablar o no, pero al final lo haría.

- están casi todos los miembros de la hermandad, han ido llegando, también está el señor Alexander Longinus y  el señor Tarmes - conocías a ambos vampiros, uno de ellos, Longinus era la pareja de Mathilde, la madre de la joven que tienes delante de ti, mientras que Tarmes es el otro chiquillo del sire del príncipe, así que se podría decir que era el hermano del príncipe.

- ¿por qué?, ¿esperaba alguien? - se separó de él, y fue caminando hacia el escritorio, viste sus movimientos, esas ropas no le hacían justicia, ya hacia algún tiempo había dejado de ser una niña., y ahora a los 18 años, era casi toda una mujer, sus curvas lo decían su cabellera perfumada lo decía, por eso el príncipe había hecho esa pregunta, mientras sostenía el pañuelo de su vasalla.

Vaya... Longinus y ese imbécil pretencioso de Tarmes, esto será interesante. No querida, solo es que el estaba contandomelo cuando tu apareciste para avisar de la llegada del conde.

Alfonso se acerca a la joven, la conoce desde pequeña y ella confía en el, o al menos eso cree Alfonso. Si el Principe no esperase a que fueses más mayor para que sustituyas a tu madre en su cama ya estarías en la mía. Lo único que lo evita es el respeto por tu madre y mis recuerdos de cuando eras una niña. Al estar a su lado acaricia su mejilla y tras retirar la mano de su cara continua hablando. Temperance, ya eres toda una mujer muy diferente de aquella niña tímida y enfermiza, dime ¿tienes novio?. No te avergüences, a tu edad es algo normal, jejeje si yo te contará cosas sobre mi juventud seguramente te escandalizarías, pero después de todo era otra época.

Alexander disfruta de la dulce melodía de Temperance, y realmente tocaba muy bien para su sorpresa. Después de todo él llevaba más de un siglo tocando ese instrumento, y sabía apreciar la buena música. Podía sentir como expresaba sus sentimientos con cada nota, permitiendole conocer un poco mas de la mujer que tanto le recordaba a Mathilde... su amada Mathilde. 

De pronto alguien golpea la puerta. Si podía confiar en alguien era en el señor O'Connor, el vinculo que había formado con los años era muy fuerte y lo conocía muy bien. Y a pesar de su extraño sentido del humor, sentía gran admiración y respeto por él. -Muy bien- la sigue hacia la puerta para acudir al llamado

-Fue un placer como siempre haber compartido tan amena charla con usted señorita Temperace - afirma con una sutil sonrisa.

Sutil... pero muy sincera. Por un momento había logrado olvidarse de lo miserable que se sentía, y es que ella le recordaba mucho a su amada.

Se había quedado viendo el libro, abierto en esa página, pasando sus dedos por la ilustración de una mujer desagrándose en medio de un vortice infernal, pero cuando tocó su mejilla, ella reaccionó, y llevó su mano a la mano de él, deslizando sus dedos tibios sobre la mano helada del vampiro, ahí, llevó su mirada verdosa hacia el vampiro, sus labios lucian rojos, sí, había dejado de ser una niña...

- ¿novio? no - soltó una risita nasal y negó con la cabeza -  no me gusta nadie, ni siquiera sé si siento atracción por algún hombre o mujer -  pestañeo, era completamente sincera en su apreciación  - nunca... creo haber sentido algo así, atracción por alguna persona, - desvió su mirada hacia el lado derecho, evocando recuerdos en donde estaba el príncipe, tocando su cuello, besando sus labios pero sin encontrar respuesta alguna, ni placer ya sentía al ser mordida tantas veces que al excitación que otros humanos sentían, había desaparecido.

Un leve suspiro acompañado de unas risas suenan como respuesta a las palabras de Temperance. Si... creo que comprendo lo que quieres decir, antes yo cuando me alimentaba de alguien notaba una sensación mil veces más poderosa que cien orgasmos juntos, ahora es solo rutina. Solo a veces con personas muy especiales consigo recordar esa sensación, eres muy importante para Alexander, sin duda el tiene esa sensación cada vez que... Pero no te preocupes, algún día tal vez te convierta en vampiro. Y si no quieres ser una de nosotros y vivir como un humano normal solo tienes que decirle que te deje hacer tu vida, te quiere y lo comprenderá, por eso te protege tanto.